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Capítulo 11

ARABIA SAUDITA

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Riad, Arabia Saudita.

Christine

Riad era un lugar que rezumaba lujo y ostentación. No sabía muy bien que hacíamos aquí porque me quedé dormida cuando Adler me lo estaba contando, aun así, creía que era el lugar menos discreto donde pudimos terminar.

Aparte aquí no hacía tanto frío como como en Londres o Alemania, ni siquiera hacía tanto frío y hace un rato me había quitado la sudadera.

—Me puedes recordar que hacemos aquí —pedí mientras lo observaba. En este caso alguien había ido por nosotros al hangar, lo cual tampoco recordaba que me hubiera mencionado mientras veníamos, tal vez porque me dormí o porque no quiso mencionarlo.

Adler volteo a verme, lucía cansado él también necesitaba varias horas de sueño, ya que las ojeras bajo sus ojos eran bastante notorias. Supuse que se debían a que solo dormía dos o tres horas si es que lograba conciliar el sueño.

—Jérémie me pidió que nos viéramos aquí, en un hotel un poco excéntrico si me lo preguntas— respondió con calma.

Intente recordar quien era Jérémie, estaba segura de que en algún momento en estas semanas me lo había dicho, sin embargo, no tenía muy fresco el recuerdo y Adler pareció notarlo.

—Él francés— dijo. Forme una O con mi boca al recordarlo.

Sí, es el que había dicho que era un capo y asesinaron a su esposa y todo eso. Asentí levemente confirmándole que ya sabía quién era.

—¿Crees que nos estén buscando? —pregunte a la vez que me acercaba a él para acurrucarme en sus brazos.

Adler me recibió, paso uno de sus brazos por mis hombros y con su mano libre tomo una de mis manos.

—Por supuesto— murmuró recargando su cabeza en la mía.

Me gustaba su cercanía, me tranquilizaba y aunque en muchos momentos quisiera sacarle los ojos o asfixiarlo no podía negar que también me tranquilizaba, aunque también fuera un idiota.

—¿Entonces?

—Entonces hablaremos cuando lleguemos al hotel— murmuró y beso mi nariz. Asentí levemente sin discutir más ya que supuse que lo decía por el hombre que estaba conduciendo por cualquier cosa que pudiera escuchar y todo eso.

Media hora después habíamos entrado a un estacionamiento subterráneo.

El conductor le brindo a Adler una tarjeta para una habitación.

—El señor Roux lo verá en la terraza en dos horas— le indico a Adler quien solamente asintió.

Luego de eso subimos por un ascensor directo al piso que la tarjeta marcaba.

Simplemente en el cubo del ascensor se echaba de ver que era un hotel bastante lujoso.

—¿No crees que escogió una ciudad y un hotel para nada discretos? —cuestione observando la decoración del maldito ascensor.

Los brazos de Adler estaban sobre mis hombros y yo ya podía caminar un poco y muy lento.

Una pequeña risita vibro en el pecho de Adler.

—En realidad el lugar lo escogí yo. Hasta donde recuerdo nunca había venido a Raid, hay pocas posibilidades de que busquen aquí y mucho menos en este hotel— respondió con calma.

Observé nuestros reflejos en el espejo. Bien podría sacarme veinte centímetros de altura. Lucía un poco desaliñado algo con lo que en estos días me había familiarizado aún más.

Sus largos y muy bien definidos brazos descansaban sobre mis hombros sin llegar a apoyarse en mi por completo y gracias a su postura lograba ver una parte de la cicatriz de su cuello.

Se veía bastante guapo.

Y sus ojos. Sus ojos sin duda alguna se llevaban toda la atención, podría tener el cuerpo de un dios griego, pero el color de sus ojos era hermoso, me recordaban al mediterráneo.

Adler me observó o más bien me atrapó mirándolo. Una pequeña sonrisa decoro sus labios y mis mejillas tomaron color.

Bajo su cabeza hasta la altura de mi oreja causando que su barba me provocara cosquillas.

—¿Te gusta cómo nos vemos juntos o solo te gusta mirarme? —

No sabía que podía tomar más color del que ya tenían mis mejillas. Antes de que pudiera responder las puertas del elevador se abrieron dándonos paso a un pasillo.

—Responde— exigió mientras salíamos hacía el pasillo. Este era pulcro y limpió, las decoraciones variaban entre el blanco y dorado sin abandonar su estética.

—Ambas— murmuré mientras caminaba lentamente.

Hace unos momentos cuando nos dirigíamos al ascensor se había ofrecido a ayudarme, pero había denegado ya que necesitaba caminar por mi propia cuenta y no hacerme una perezosa.

—A mí también me gusta mirarte y como te vez a mi lado— respondió cuando llegamos a la puerta de nuestra habitación.

Las mariposas revolotearon en mi estómago, no pude contener cierta emoción al escucharlo.

Abrió la puerta y entre primero.

Observé toda la estancia, la primera parte de la habitación era una sala con un sofá gris para cuatro personas, a un lado dos sofás individuales y del otro lado un pequeño sofá cama azul. En el centro había una mesa con los bordos de madera y el centro de granito.

Y del techo colgaban unas esferas de cristal que se veían hermosas.

Sentí la mano de Adler reposar en mi cintura atrayendo toda la atención.

—¿Cuántos días estaremos aquí? —

Pregunte girándome para encararlo.

—Tres— respondió con calma.

—¿A qué se debe? 

—Una pequeña pausa, un pequeño descanso— asentí levemente gustosa de escuchar eso. Esperaba no tener que preocuparme de los locos suecos y los otros locos de la EISS en estos días, quería dormir, darme una larga ducha en una bañera y pasar tiempo en la cama.

—Me gusta eso— respondí mientras me guiaba para seguir hasta la siguiente puerta. Deje que lo hiciera. Abrí la puerta y nos adentramos en la habitación.

La cama era una King size con un dosel de madera muy sencillo, frente a la cama estaba una televisión y detrás de esta la pared era un ventanal que daba directo a la ciudad. Había dos mesitas de noche a cada lado de la cama y en la esquina del lado izquierdo junto al ventanal había un sofá pequeño y otro ventanal detrás de este.

Y del lado izquierdo de la cama, justo en la esquina estaba una puerta.

Ni siquiera dude al irme a la cama.

Me acosté en ella disfrutando de la comodidad, estaba demasiado cansada así que con una cama como esta sería fácil quedarme dormida.

Adler me ayudo a quitarme los tenis y cuando termino se sentó a mi lado.

—Me daré una ducha rápida y luego quiero hablarte del algo— dijo mientras acariciara mi rostro. Asentí levemente.

Antes de levantarse se acercó a mi rostro y me besó. Me tomo de la barbilla y me deje llevar por sus labios expertos.

Finalmente se alejó de mí, me dio una leve sonrisa antes de levantarse e irse al baño.

Pasaron unos cuantos minutos cuando Adler por fin salió del baño. Escuché la puerta abrirse y hablé.

—¿Qué es lo que querías hablar? —cuestione sentándome en la cama, la verdad era que me había dejado con la incertidumbre.

Me sorprendí al verlo con una toalla en sus caderas solo cubriendo de la mitad de la V de su abdomen hacía abajo. Nunca lo había visto así y seguramente era lo más cercano a lo que estaría de obsérvalo como Dios lo trajo al mundo.

Sus músculos se contraían mientras buscaba que ponerse, algunas gotas de agua descendían por su cabello y hombros. Dios mío era demasiado atractivo.

—Bonita, primero me voy a vestir porque para nada sería algo serio si te lo dijera mientras solo llevó una toalla cubriéndome—respondió.

Tragué duro. ¿Cómo es que ese hombre es tan sexi?

—Por mí no hay problema— murmuré. Mi voz no salió para nada como yo quería y él lo noto.

Tomo su ropa y se acercó a mí.

Me tomo del mentón obligándome a verlo por lo cual tuve que alzar la cabeza, su cuerpo estaba a escasos centímetros de mí.

Tenía una sonrisa maliciosa.

—Lo sé, pero luego posiblemente si es que tú quieres podemos tener una conversación cuando salga de ducharme— comentó acercando su rostro al mío.

Relamí mis labios y no sé de donde saque la la valentía para hablar.

—¿Por qué ahora no? —susurré.

Su sonrisa y su mirada persistió.

No iba a mentir, las yemas de mis dedos cosquilleaban por tocar cada parte de su piel.

Mi boca se secó.

—Porque es más importante lo que tengo que decirte.

Hice un sonido de frustración. Aun así me beso, por instinto llevé mis manos a su abdomen desnudo aunque al principio lo sentí tensó pareció calmarse unos cuantos segundos después.

Devoro mi boca con ímpetu, me tumbo sobre la cama y gemí al sentir sus labios descender por mi mentón.

Me gustaba cuando me besaba.

Sentí una de sus piernas separar las mías, enrollé mis brazos en su cuello mientras el tocaba mis tetas por encima de la blusa que llevaba.

Me arrancó un gemido y en ese momento se separó un poco de mí. Me dedico una sonrisa.

—Me gusta ese sonido— murmuró mientras me daba un corto beso y terminaba por alejarse de mí. Casi solté un gruñido fastidiaba por el hecho de que me dejara así; deseosa, frustrada y posiblemente con las bragas mojadas.

Regreso al baño y pocos minutos después salió del mismo mientras abrochaba los botones de su camisa. Cuando terminó abrocho los botones de las muñecas.

Decir que se veía guapo era poco. Sin duda alguna el color negro era algo que lo había ver estúpidamente atractivo.

—¿De qué quieres hablar? —pregunte con curiosidad sentándome otra vez en la cama, cruce mis piernas.

Él se sentó en el pequeño sillón romano que estaba al pie de la cama. Acomodándose de modo para quedar frente a mí.

—Es... algo importante que posiblemente no te va a gustar. Necesito que lo tomes de la mejor manera— pidió con bastante calma, lo cual ocasiono que me pusiera entre nerviosa y tensa.

Tome una respiración profunda.

—¿Es algo malo?

Adler bajo la mirada por unos cuantos minutos, inhalo profundamente para luego exhalar con pesadez.

—Pienso alejarme de ti cuando esto termine— soltó de repente —Tal y como lo habías pedido al principio, no te molestare y ya no tendrás problemas gracias a mí—

Mi estado de ánimo estaba mucho más alto de lo que había estado unas horas atrás, pero, así como había subido bajó de golpe.

Tragué duro y miré mis manos, mis uñas las cuales estaban pintadas con el color vino que tanto amaba. Pestañe unas cuantas veces a la vez evitaba que las lágrimas salieran de mi rostro.

—Puedes hacer lo que quieras, no te tengo atado a mí— murmuré mientras intentaba levantarme de la cama para ir al baño.

Adler me tomo de la muñeca impidiendo que me fuera y lo dejara solo. Tiré de mi muñeca intentando soltarme de su agarré.

—Chris— me llamó con calma, negué con la cabeza a la vez que se levantaba sin soltar mi muñeca.

Se acercó a mí. Sus brazos me envolvieron e intente alejarme.

—No sigas haciendo eso, solo me lastimas, Adler— murmuré intentando alejarme. Sus ojos me observaron buscando algo en mi mirada —No te comportes como si me quisieras y después como si no te importara para nada—murmuré.

Las lágrimas se deslizaron lentamente por mis mejillas. Adler tomo mis mejillas obligándome a observarlo. Limpió mis lágrimas.

—Christine— susurró mi nombre, su voz aún mantenía esa calma con la que había iniciado.

» Te quiero, te quiero tanto que me causa terror lo que pueda pasarte por mí culpa, necesito saber que estás bien y que no estás peligro, temo tanto a la necesidad de tenerte cerca a cada momento y supongo que es mejor alejarme antes de no logre manejar todo esto—

Negué con la cabeza, intenté que su respuesta no hiciera tantos estragos en mí, aunque en realidad si los hacía.

Aun así, no deje que hiciera el efecto que tal vez el esperaba.

Tome una respiración profunda, tome sus manos con cuidado y las aleje de mi rostro.

—Si me vas a dejar después de que esto termine no quiero saber nada más de ti, Adler, si vas a salir de mi vida lo harás para siempre— solté con cierta rabia, me sentía demasiado molesta el estar en este vaivén de emociones y sentimientos confusos que él causaba.

Quería golpearlo y gritarle todo lo que sentía en ese momento, quería gritarle que dejara de jugar con esto, porque para mí no es un maldito juego.

—Hace dos semanas querías eso, que te dejará en paz— soltó. Quise quitarle ese tono calmado, no quería escucharlo tan calmado ya que me hacía sentir que yo era la única que sentía demasiado era yo.

—Hace dos semanas me enteré de que me habías mentido durante años, creo que eso puede justificarme un poco, ¿No crees? — me solté de su agarre alejándome por completo de él mientras me encaminaba al baño.

—Estaré en la terraza, en el último piso por si quieres subir— fue lo último que dijo antes de que cerrara la puerta de un portazo.

Ese último comentario solo me molesto aún más.

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Adler

En cierta parte lograba comprender a Chris o eso es lo que creía.

Fue muy complicado decirle a Chris lo que tenía pensado, la idea definitivamente no le gusto y la verdad es que a mí tampoco, sin embargo, esa era mi mejor opción por el momento.

Tome mi copa y la gire entre mis dedos. Solté un suspiro y observé como Jérémie se acercaba a la mesa junto con uno de sus escoltas. 

El clima era mucho mejor que él clima europeo, aun así, prefería el frío antes que el horrible calor de este país.

Se sentó frente a mí y pidió una copa de vino. Desde donde estaba se podían observar las luces de la ciudad, los autos y más.

—Esto es lo que logré encontrar— comentó Jérémie yendo directo al punto. Su escolta le tendió un iPad, el cual tomo, encendió y busco algo para mostrármelo —Eso lo conseguí con un contacto de FISS— dijo mientras me mostraba la pantalla.

Observé el boletín de búsqueda, donde informaban todo lo que debían de saber sobre mí, desde mi nombre hasta los posibles lugares donde me podrían encontrar.

Era un boletín de la EISS, los conocía a la perfección, se solían usar cuando algún agente traicionaba, vendía, etc. A la agencia.

En mi caso creo que habían tardado un poco en soltar el boletín. Repase los lugares en los cuales "podría estar", sí definitivamente no estaba donde ellos creían. Era una lista corta en realidad; Londres, Alemania, Suiza, Rusia, Francia, Brasil y Turquía.

Ni siquiera sabía porque Brasil y Turquía estaban en la lista, aun así, estaba cercas de esos lugares, no obstante, no creo que estén buscando en un lugar como Riad.

Asentí levemente.

—Y esta la consiguió mi yerno, lleva meses trabajando para mí y es de confianza, es un mercenario— explico mientras me mostraba la siguiente imagen.

Era igual a la que había encontrado en el teléfono del polaco, lo mismo. Misma información, pero una suma mayor de dinero por mi cabeza otra diferencia era que había otro nombre; Christine Davinson, pero a ella la pedían viva.

No deje que notara mi frustración por lo que ahora habían agregado. Durante algunos años no me importo Elle, simplemente tenía que seguir sus indicaciones, pero en este momento estaba tocando fibras sensibles gracias a mi propio error.

En primer lugar, no tuve que haber informado a Elle sobre Chris, segundo ni siquiera tuve que haberla llevado a la sede y tercero, ni siquiera sabía que era la tercera, pero seguro algo hice mal.

—También Maggie logró encontrar que mañana a primera hora desplegarán al Ejército británico para buscar a un ex agente de EISS por "Alta traición" —alce ambas cejas, ahora resultaba que evitar que me asesinarán era alta traición.

—Malditas agencias gubernamentales—

—¿Aun crees que el gobierno es bueno? — cuestiono con cierta sorna decorando su tono. Rodé los ojos.

—En realidad nunca lo he creído, desde antes de entrar al ejercito sabía que el gobierno era una mierda.

» Que hay sobornos, asesinatos en cubiertos por el gobierno y sobre todo robo de los impuestos, hacen sus propios negocios con la mafia, no justifico a ninguno, pero unos son peores que otros.

Asintió dándome la razón.

Era cierto, a través de todos los años en los distintos lugares en los que estuve aprendí que ningún gobierno es lo que promete, ninguno es bueno del todo y hay algunos que no son buenos para nada.

Duramos casi una hora charlando sobre algunas cosas, en algunos momentos intentaba preguntar de mi vida privada y no soltaba muchos detalles, en otros momentos me contaba más cosas que había escuchado con el pasar de los años sobre la SISA y todos los supuestos movimientos que hay por debajo del agua, que siendo sincero muchas de esas cosas de las cuales me habló eran ciertas.

SISA es como cualquier organización gubernamental, no es la excepción para hacer o recibir sobornos, aunque eso depende de cada agencia.

La SISA o Secret international service agency se divide en sedes o agencias las cuales tienen una sub sede la cual se usa cuando se evacua la sede principal, o se llevan a los objetivos a los cuales se deben trasladar o tendrán su juicio.

Para entrar a alguna agencia de SISA debes de seguir una larga lista de requisitos como tener historial en el ejército o alguna elite del país, el conocimiento de más de cuatro idiomas es fundamental, debes de tener capacitación tanto en trabajo de campo como de oficina, debes de someterte a exámenes psicométricos entre más cosas.

Y cuando estas dentro son contadas las veces en las que usas tu nombre, dejas de ser una persona y te vuelves un soldado con un seudónimo. Normalmente no trabajamos en equipo a menos que sea necesario, nuestro trabajo es terminar con las amenazas que pueden llegar a ser un peligro global o nacional.

—¿Esa no es tu esposa? — la voz de Jérémie me trajo a la realidad. Señalo con su cabeza la barra. Me gire un poco para lograr observarla. Maldije al verla en la barra del bar.

Pase mis manos por mi rostro.

Llevaba puesto el vestido que había pedido para ella.

Le quedaba perfecto, resaltaba cada curva de su cuerpo.

—Lo es— afirme. Pensé en levantarme y acercarme a ella, pero seguramente seguía muy molesta y se iría, así que me quedé en mi lugar, no iba a seguir arruinándole la noche. Seguimos hablando durante un par de minutos, siendo sincero no había dejado de voltear hacia donde estaba Chris para asegurarme de que seguía ahí.

Golpeteé mis dedos contra la mesa y finalmente volví a girar mi cabeza hacía la dirección de Chris. Había un hombre junto a ella, tal vez era de su edad, lucía joven.

—Me tengo que ir, seguimos hablando luego— le dije con amabilidad mientras me levantaba de la silla para acercarme a Chris. Recibí un asentimiento acompañado de una mirada de diversión.

Me acerqué hasta Chris y coloqué mi mano sobre su cintura. Ella se sobresaltó al girar la cabeza y observarme. Él hombre que estaba del otro lado me observó con recelo ante mi acción y mi llegada tan inesperada.

—Como te decía, él es mi esposo— comentó Chris mientras le daba una sonrisa al otro sujeto, se pegó a mi pecho y le dedico una sonrisa.

—Oh—

Antes de que pudiera decirle algo se alejó. Chris soltó un suspiro y se alejó de mí rápidamente como si le picara estar cerca de mí.

Se sentó nuevamente en el banco y deje mi copa en la barra.

—Te habías tardado— murmuró. Detecte cierto tono molesto en su voz.

—No quería arruinarte la noche— respondí.

Ella tomo mi copa de vino, antes de darle un trago lo olisqueo. Finalmente le dio un trago, corto y rápido. Dejo la copa sobre la barra.

—¿Quieres ir a comer algo? —pregunte con curiosidad. Ella soltó un suspiro y finalmente asintió. Le tendí la mano, ella dudo un poco, pero finalmente la tomo.

—Sigo molesta contigo— asentí levemente.

—Lo sé, no obstante, no quiere decir que yo este molesto contigo y quiera matarte de hambre, puedes estar molesta conmigo y seguiré cuidando de ti, bonita—

Ella simplemente asintió.

No podía despegar mis ojos de ella, lucía más hermosa de lo común y eso ya era decir mucho.

Me había encargado de que tuviéramos por lo menos los próximos tres días tranquilos, lejos de todo el desastre que nos seguía o por lo menos eso es lo que quería que ella sintiera, aunque ya lo había jodido, pero sabía que si se lo decía después sería la misma pelea de hace unas horas.

Ya habíamos bajado hasta el estacionamiento, Chris estaba en absoluto silencio.

—Luces preciosa— murmuré mientras le abría la puerta del auto que claro ya me había encargado de rentar. Ella giro un poco la cabeza para observarme, me dio media sonrisa y sus mejillas tomaron un leve color rojizo, apenas notable.

—Gracias, me gustó mucho el vestido— murmuró, su tono de voz fue más tranquilo casi creí que sus defensas se habían bajado, pero no fue así, aclaro su garganta —Sigo molesta— murmuró más para ella misma que para mí.

Sonreí levemente con diversión. Cerré la puerta cuando subió. Rodeé el auto y subí al asiento del conductor. Me puse el cinturón de seguridad y salí con avidez del estacionamiento.

—¿Podrías contarme algo de ti? —pregunto intentando no sonar curiosa, aunque fue un intento en vano.

—¿Qué quieres saber? —

—¿Qué quieres contarme? —cuestiono. Solté un suspiro y pensé en que podía contarle en este momento, no quería arruinar aún más el momento hablando sobre mí para nada buena infancia y parte de mi vida.

—Entre al ejercito cuando cumplí dieciocho porque quería salir del orfanato.

» En ese momento creí que mi mejor opción era entrar a ejército, aunque claro cuando quieres ser parte del ejército es mejor entrar a la academia militar, pero claramente no tenía los recursos, porque claro, como en todo necesitas o rebozar en dinero o tener muy buenos contactos.

Comencé a contar, ella me escuchaba con bastante atención.

» Así que entre por mérito propio, pero no entre por la academia, entre como un simple cadete. Luego de algunos meses comencé a escuchar sobre el SAS, comenzó a llamar mi atención y luego me di cuenta que tenía que pasar cierto tiempo para poder ingresar al servicio. Así que esperé y me quedé en el ejército. Anhelaba que llegara el momento para ingresar al servicio, ya que sino entras al ejercito siendo parte de la academia no puedes llegar más allá de ser un teniente—

Antes de que siguiera hablando ella me interrumpió.

—¿Por qué no pueden llegar a ser más que un teniente? ¿Eso no es algo...? no lo sé...

Solté una leve risita al escucharla, seguí las indicaciones del GPS antes de responderle.

—No lo sé y sí. Es hasta cierta parte despectivo, ya que si entras siendo un soldado común y corriente te tratan como a la mierda.

» Sin embargo, cuando eres un egresado de la academia no te tratan tan mal, ni usan la palabra soldado de una forma despectiva como lo hacen con los que no entramos desde la academia.

Estacione unos minutos después.

Chris me miró con ambas cejas alzadas, estaba un poco sorprendida por lo que le había dicho.

—¿Entonces los tratan muy mal?

Asentí. En realidad, me gustaba que hiciera preguntas sobre eso, que se interesara.

—Sí, es muy fuerte todo lo que pasa dentro del ejército, te tratan mal, te llegan a denigrar, te quiebran hasta que crees que no puedes más y te moldean a su gusto y aunque no te lo dicen cuando entras te entrenan para ser un asesino perfecto— explique un poco.

Baje del auto, cerré la puerta y luego rodee el auto para llegar hasta la puerta de Chris. La abrí y le tendí la mano para ayudarla a bajar. Tomo mi mano. Cuando estuvo abajo cerré la puerta y la guie por el estacionamiento para llegar al restaurante.

—Dios, sabía que eran malos, pero no a ese punto— murmuró con cierta preocupación y sorpresa.

—Y cuando tomas la capacitación para entrar a SAS es peor, te vuelven a quebrar, pero mucho peor, de cierta forma te torturan, no te dejan dormir ni comer por varios días y de casi doscientos reclutas solo son aceptados diez—

Entramos al restaurante, pedí la reservación. Siendo sincero ya había planeado esto, no el decirle a Chris que pensaba alejarme, pero sí había planeado esto, quería una noche para ambos o tal vez tres si es que no me asfixiaba por la noche.

—¿Y porque no dejaste todo eso? —cuestiono mientras nos llevaban a nuestra mesa. Me encogí de hombros pensando esa respuesta, porque en realidad no había ingresado al ejército por amor a mi nación, sino lo vi como una forma de escape del calvario que era para mí el orfanato, si llegué a pensar muchas veces en salir de ahí, en largarme en la madrugada no regresar y convertirme en un desertor, pero mi cabeza, mi mente no me dejo hacerlo.

—Porque no quería ser un fracaso. Entre todo lo que intentaban quebrarnos mentalmente y lo quebrado que ya estaba, simplemente no podía, mi mente me lo impedía, era una lucha constante conmigo mismo.

Llegamos a la mesa. El área donde había reservado tenía una vista increíble hacía la ciudad ya que estaba en la terraza.

Tome asiento frente a Chris. Creo que esta era una de las pocas veces en las que salimos juntos tal vez intentando ser una pareja real.

Me gustaba demasiado pasar tiempo con Chris, aunque en realidad fuera escaso adoraba esos pequeños momentos.

Observó la ciudad por unos minutos, podía ver el frenesí de emoción que había en su mirada mientras que las luces de la ciudad se reflejaban en sus ojos.

Dios, era tan hermosa, si pudiera contar todas las veces en las que me había dicho que era tan hermosa ni siquiera podría decir la cantidad porque llevaría demasiados números.

Tampoco podía negarlo, ella era y será esa luz de esperanza en mí, con solo sonreír o mirarme con ternura alegraba esos días que sin duda eran una mierda. No había comparación, Christine era, es y será la mejor, ese regalo del destino que sin duda alguna iba a agradecer hasta el último de mis días.

Regreso la mirada a mí. una pequeña sonrisa decoraba sus labios.

—No eres un fracaso y no lo hubieras sido en ese entonces— murmuró. Bajó por un momento la mirada y luego volvió a observarme —Ya tenías planeado esto ¿Cierto? —cuestiono cambiando el tema.

Asentí ante su pregunta, no despegué la mirada de ella.

Soltó un suspiro, miró la mesa y otra vez volvió a observarme.

—Solo esta noche olvidare que estoy molesta contigo, Callen, me gusta esto e intentaré disfrutarlo, pero que no te sorprenda si mañana vuelvo a estar tan molesta contigo como hace rato.

Asentí gustoso ante esa idea, claro no me gustaba que estuviera molesta conmigo, pero si quería que disfrutara este momento.

—Me gusta esa idea— respondí. Ella asintió.

Unas horas después ya estábamos terminando de cenar.

Chris había pedido una bebida sin alcohol, no obstante, en algunos momentos robaba mi copa de vino y le daba unos pequeños tragos.

—Todo se ve increíble desde aquí— murmuró mientras miraba nuevamente la ciudad. Luego de eso abrió la boca para decir algo, pero la cerró rápidamente y negó con la cabeza.

Fruncí el ceño.

—¿Qué ibas a decir? —pregunte con curiosidad. Ella negó con la cabeza volteando a verme.

—Nada, solo algo patético— murmuro mientras regresaba la mirada a la ciudad.

—Puedes contarme, ¿sabes? A pesar de lo que ha pasado seguimos siendo amigos, un matrimonio que a pesar de no empezar por un motivo aparentemente real puedo decirte que hay más cosas reales que en cualquier matrimonio que empezó por amor— comenté.

A pesar de que haber tomado poco vino mi resistencia al alcohol no era muy buena, no obstante, no estaba ebrio, solo se me había soltado la lengua como para dejarme claro que ya no tenía que seguir bebiendo vino porque con dos o tres copas más iba a embriagarme.

Chris encarno una ceja y me miró, ella también era consciente de que estaba llegando a mi límite de alcohol. Un mesero se acercó y pidió un vaso de jugo de naranja, lo cual dude que tuvieran, pero ella lo pidió.

—Pensé en que después de todo esto podríamos venir, de vacaciones o que se yo, pero...

—Puedo buscar una mejor solución, debe de haber algo mejor—Me precipite a responder sin dejarla terminar de hablar.

Una pequeña esperanza ilumino su mirada, pero desapareció rápidamente.

—Callen, no quiero ilusiones— respondió con calma. Su voz era baja, pero podía escucharla a la perfección.

—Hay muchas opciones, podemos irnos a Grecia, la Rivera maya, Santa Lucia, California, La republica de Seychelles, España, no lo sé hay muchos países a los que podemos irnos. Juntos—Chris pareció dudar un momento. Mordió levemente su labio inferior.

En ese momento llegó el mesero con el jugo de naranja, el cual agradeció y luego me lo dio.

—Bebe, el vino ya comenzó a afectarte.

Tome el vaso.

—Sabes que no— respondí dándole un trago largo al jugo, luego le tendí el vaso el cual ella tomo gustosa.

—Callen, si quieres irte a alguno de esos lugares tendrías que dejar tu trabajo— respondió. Le di otro trago al jugo.

—Es un precio que estoy dispuesto a pagar. No quiero perderte, no hay algo que valga más que tu.

Sus mejillas se sonrojaron.

—Necesito pensarlo y tú también, ahora solo estás hablando por hablar— bufé y rodé los ojos ante esa respuesta.

No necesitaba pensarlo más, la respuesta a este problema que yo mismo había creado por no pensar con la cabeza fría estaba sobre la mesa, solo necesitaba que ella quisiera.

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Christine

La idea de Adler era bastante tentadora, pero no sabía si era él hablando o el efecto del alcohol, aunque en realidad ni siquiera había bebido lo suficiente como para estar ebrio eso lo tenía claro, pero no sabía si era lo que en realidad él quería.

Porque yo podría decir que sí, pero él podría hacerlo solo para no hacerme sentir mal y no quería eso, quería que lo hiciera porque en realidad lo deseaba.

Cuando llegamos al hotel nuevamente el me abrió la puerta. Pasamos unos minutos en silencio, en mi mente se reproducían las palabras de Adler. Estaba un poco nerviosa, ese era el efecto que el producía en mí y el muy maldito lo sabía.

Nos adentramos en la habitación.

No podía negar que había disfrutado demasiado el salir con él y cenar juntos, era de mis actividades favoritas desde siempre.

Me gire para observarlo. Dejo las llaves del auto sobre la mesita de la sala y luego se quitó los zapatos dejándolos junto al sofá.

Dios era demasiado atractivo.

Sus ojos conectaron con los míos, en ese preciso momento me di cuenta que en realidad no podía decirle que no. Maldita sea, estaba loca por él, me volvía loca en todos los sentidos.

Para nada era el mejor esposo, me había mentido durante años, pero también había hecho cosas buenas por mí. Solté un suspiro.

Se irguió en su lugar y luego termino de acercarse a mí. Tomo mi rostro con una de sus manos y acarició mi mejilla con dulzura.

Finalmente, sus labios se conectaron con los míos con cierta fiereza. Su mano descendió a mi cuello y sus dedos se cerraron alrededor de este. Gemí cuando me pegó a su cuerpo.

Puse mis manos sobre su pecho y abdomen mientras dejaba que me comiera la boca. Nuevamente gemí cuando mordió mi labio inferior.

Inevitablemente llevé mis manos a los botones de su camisa comenzando a desabrocharlos con cierta lentitud, no era una experta.

Las manos de Adler buscaron con ansiedad el zipper de mi vestido. Reí al darme cuenta que no lo encontraba en la espalda.

—¿Dónde está el maldito zipper? —se quejó separándose un poco de mí. Nuevamente reí y le mostré el zipper el cual estaba en un costado—Bueno, la próxima vez podrías decirme donde esta— murmuró comenzando a bajar el zipper. Asentí y dejé que lo hiciera.

Mi vestido cayó al suelo y segundos después su camisa.

Estaba semi desnuda frente a Adler, estaba hasta cierto punto nerviosa, pero ya me había visto las tetas no era nada del otro mundo.

Aun así, me ponía nerviosa.

Y él, Dios, nunca pararía de decir que era como un dios griego.

Relamió sus labios a la vez que repasaba mi cuerpo con su mirada lobuna. Tragué y antes de que hiciera algo envolvió sus manos en mi cuerpo y me levanto haciéndolo ver fácil.

—Tus piernas en mi cadera— ordeno tomándome del trasero. Asentí levemente y envolví mis piernas en su cadera y luego mis brazos alrededor de su cuello. Me sonrió—Eso es. Buena chica— murmuró mientras comenzaba a caminar conmigo hasta la habitación.

No iba a negar que esas palabras hicieron estragos en mí. Mi cuerpo estaba un poco tembloroso debido al subidón de temperatura.

Entró a la habitación conmigo enrollada en su cuerpo como un koala.

Me dejo sobre la cama. Mi pecho subía y bajaba bajo su atenta mirada.

—¿Sabes lo malditamente bien que te vez? —cuestiono a la vez que se sacaba el cinturón y lo dejaba en el suelo.

El pantalón que llevaba puesto no le ayudaba ni un poco para esconder su notoria erección.

Negué con la cabeza como respuesta. Me dio una sonrisa maliciosa.

Se acercó a la cama. Apoyo una de sus rodillas sobre el colchón justo entre mis piernas obligándome a abrirlas un poco. Se colocó sobre mí sin llegar a aplastarme ya que se sostenía con los codos. Su aliento choco con mi cuello.

Enterró su rostro en mi cuello, su aliento y barba cosquillearon en mi piel y solté una risita.

Sus dedos habilosos descendieron hasta el valle de mis pechos donde son facilidad desabrocho el sostén soltando mis tetas.

Comenzó a jugar con una de mis tetas mientras sus labios descendían lentamente por mi cuello mientras mordisqueaba, besaba y chupaba mi piel con devoción.

Gemí al sentir que su boca llegaba a uno de mis senos. Mordisqueo mi piel midiendo un poco la intensidad, aunque presentía que su intención era dejar marcas notorias.

—¿Vas a dejar marcas? —murmuré intentando regular el tono de mi voz, pero no funciono mucho.

Adler levanto la mirada observándome fijamente, la diversión y el deseo danzaban en sus ojos.

—Muchas. En cada parte de tu cuerpo, quiero que las veas y recuerdes cuanto amo tu cuerpo.

Inspire profundo. Mi cuerpo temblaba un poco con cada beso y mordisco. Sus labios descendieron a mi abdomen. Toco mi cuerpo con desesperación hasta llegar al bordo de mis bragas.

Alejo sus labios de mi abdomen y se irguió nuevamente.

Podía ver claramente su abdomen. Las pequeñas marcas rojas y la cicatriz la cual ya estaba terminando de sanar. Su cuerpo estaba bien definido y como no con tantos años en el ejército.

El bulto en su pantalón delataba su excitación.

Mi pecho subía y bajaba con rapidez.

Sus dedos se deslizaron por mi cadera lentamente. Termino de colocarse entre mis piernas. Flexione las rodillas, luego de eso Adler acaricio mis piernas desde mis rodillas hasta mi cadera.

Tomo la orilla de mis bragas y comenzó a bajarlas lentamente esperando algo de mi parte, pero no hubo algún impedimento por mi parte.

Repaso sus dedos por mis glúteos mientras las iba sacando. Los nervios iban creciendo un poco más. Finalmente quedé desnuda ante él. Mi pecho subía y bajaba con cierto nerviosismo.

Nuevamente Adler abrió mis piernas nuevamente.

—Estoy nerviosa— murmuré en voz baja un tanto avergonzada. Sonrió levemente y se acercó a mí, acaricio mi rostro y me dio un beso. Una de sus manos acarició mi rostro mientras que su otra mano descendía a mi abdomen y lentamente bajaba a mi sexo.

Sus dedos acariciaron mis labios vaginales e inevitablemente gemí separándome de él. Uno de sus dedos los separo, ya había algo de humedad por lo cual no era tan brusco el movimiento de su dedo mientras que con su palma rozaba mi clítoris.

Gemí levemente mientras Adler agregaba un dedo más.

Sentí como beso mi mandíbula, sus movimientos se volvieron más rápidos mientras la humedad aumentaba.

—Eso es, bonita, estas mojándote muy rápido— murmuró. Su voz se había oscurecido un poco. Beso mi cuello y lentamente sentí como sus dedos irrumpían en mi entrada. Gemí al sentir como estos me invadían.

Adler soltó un leve gemido en el momento en el que termino de meterme los dedos. Dios, eso solo había hecho que me mojara más.

Sus dedos comenzaron a entrar y salir, primero lento. Unas cuantas veces lento.

Entra y sale, entra y sale.

Gemí conforme iba aumentando el ritmo. Para este punto estaba demasiado lubricada.

—Abre más las piernas, bonita— ordeno. Abrí mejor las piernas.

Saco sus dedos de mi interior y lo miré un poco confundida. Necesitaba más, no solo sus dedos.

Descendió levemente besando mi abdomen. Nuevamente los nervios me atacaron al darme cuenta que es lo que iba a hacer.

—Callen— murmuré mientras llegaba a besar mis piernas. Mordió mi piel con algo de fuerza y gemí.

—¿Humm? — besó la cara interna de mi muslo, estaba demasiado cerca de mi sexo, su barba cosquilleaba y él mordisqueaba y besaba mi piel con devoción.

—¿Qué piensas hacer? —pregunte con curiosidad mientras intentaba regular mi respiración, pero Adler no colaboraba.

Alzo un poco la cabeza para observarme, sus ojos estaban perdidos en el deseo. Me dio una sonrisa y relamió sus labios.

—Voy a comerte el coño, bonita, eso haré— respondió sin vergüenza alguna. El calor recorrió a todo mi cuerpo.

—Emm... nunca me han hecho eso— murmuré un poco apenada. Adler me dio una media sonrisa tranquilizadora. Acarició mi abdomen y dejo un beso en la cara interna de mi muslo.

—Te va a gustar, te lo prometo— asentí levemente. Seguía nerviosa—No te negaré que también me encanta la idea de ser el primero en ese aspecto— murmuró mientras seguía besando mis muslos. Lentamente fue escalando a mi sexo.

Su aliento chocó con mi sexo de un momento a otro, era cálido.

—Relájate, bonita, no es nada malo, sino te gusta solo dímelo.

—Ya hazlo, Adler— murmuré mientras me levantaba un poco recargándome sobre mis codos.

—Que mandona— murmuró con diversión.

No iba a negar que la imagen era sumamente excitante. Adler estaba entre mis piernas a nada de hacerme un oral.

Gemí cuando la humedad de su lengua hizo contacto con mi sexo. Eche la cabeza hacía atrás ante la sensación. Adler coloco uno de sus brazos sobre mi abdomen para evitar que me moviera.

Abrió mis labios vaginales así dándole más acceso. Nuevamente gemí al sentir como la punta de su lengua jugueteaba con mi clítoris. Enterró su rostro entre mis piernas y los gemidos de placer danzan en la habitación, su barba roza mis muslos con cada lametazo.

Cada vez me sentía más excitada. Escuché un leve gemido provenir de él cuando entierra sus dedos en mí otra vez.

Estaba mojada, muy mojada.

Mis dedos buscan su cabello y tiro levemente de él.

En este momento no entiendía porque no habíamos hecho esto antes.

—Voy a probar cada parte de ti, Chris— murmuró mientras me penetraba con sus dedos. Gemí ante la fuerza que ejercía. Siento un nudo en mi vientre bajo, estiro mis pies todo lo que puedo.

Mi mente solo piensa en Adler haciéndome sentir bien, en su rostro enterrado entre mis piernas.

Gimo con fuerza, arqueo la espalda y dejo caer mi cuerpo contra la cama. El orgasmo me azoto con fuerza, mi pecho sube y baja, siento como me libero y Adler no deja de chuparme.

—Sabes delicioso, bonita— murmuró. Su aliento cosquilleaba en mi piel sensible al igual que su barba la cual me llegaba a picar.

Solté un jadeo cuando Adler paso su lengua por mi canal por última vez. Yo me encontraba temblando del placer.

Beso mis muslos y gracias a lo susceptible que me encontraba sentía que todas las sensaciones iban directo a mi sexo.

Mi pecho subía y bajaba más lento intentando recobrar el sentido total.

Adler se acomodó nuevamente entre mis piernas, se sostuvo sobre sus codos y acaricio mi rostro. Me observo durante unos minutos.

—No tengo condones—murmuró mientras deslizaba su mano entre ambos para nuevamente comenzar a estimular mi clítoris. Gemí ante el primer contacto.

—Hasta ahora me lo dices— me queje en voz baja.

—Lo había olvidado— maldije en voz baja, en realidad no quería que eso arruinara la noche, pero yo tampoco estaba cuidándome.

—¿Cuántas posibilidades hay de...? —no quise terminar de preguntar, ni siquiera era algo de lo que ya habíamos hablado, esto solo había surgido y... no, no quería presionarlo ni nada por el estilo.

—Pues sino me vengo dentro tal vez un cinco o seis por ciento de ningún embarazo y si me vengo dentro seguramente un ochenta por ciento— respondió mientras se dejaba caer a un lado de mí.

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Adler

Chris soltó un suspiro mientras seguía estimulando su clítoris. Soltó un leve gemido.

—Yo no me estoy cuidando— murmuró, aunque en realidad ese dato se me hacía innecesario porque ya lo sabía.

—Lo sé— pause y bese su mejilla—Tú decides, bonita— murmuré ralentizando mis movimientos.

Moría por estar dentro de ella y hacerla la mía, aún más mía.

En realidad, no me importaba demasiado el hecho de niños, si me daba un poco o mucho miedo tener hijos, pero creo que eso era lo de menos. Quería niños si Chris iba a ser la madre, sino pura mierda.

Chris mordió su labio inferior y volteo a verme.

—Yo quiero una familia, Callen y no sé si es algo que puedas darme— murmuró con cierto tono inquieto.

Solté un suspiro y dejé de masturbarla.

—También quiero una familia— respondí con calma—Solo contigo, Chris, no quiero, no deseo a nadie más. No quiero alejarme, quiero una solución que no me haga alejarme de ti— respondí.

Todo era cierto maldita sea.

A estas alturas de mi vida ya no me importaba el maldito trabajo, la agencia no valía más que Chris.

Había perdido demasiado tiempo en algo que solo me importaba por el dinero, para este momento ya tenía el suficiente dinero para no tener que trabajar en lo que me queda de vida, si algo bueno deja arriesgar tu vida a diario es el dinero.

Pero ahora solo quería pasar tiempo con Chris, hacer las cosas que ella tanto desea y que por imbécil no cumplí. Alejarnos, irnos a algún lugar que seguramente voy a odiar por el clima caliente, pero que disfrutare por el simple hecho de que ella estaría a mi lado.

No quería desperdiciar más tiempo en cosas que no valían la pena.

—Callen, no quiero que te sientas obligado—

Solté una maldición en voz baja. Maldita sea, no me gustaba para nada que dijera ese tipo de cosas, nunca de los malditos nunca me he sentido obligado a hacer algo con ella, además, no es como si se aprovechara o algo por el estilo.

—Chris— murmuré con tranquilidad— Bonita, créeme que una de las cosas que nunca has causado en mí es hacerme sentir obligado a algo y si lo hicieras ya te lo hubiera dejado claro— respondí.

» Yo también quiero una familia, quiero niños, acepto que me da miedo tener hijos porque no sé si seré el mejor padre porque nunca supe cómo es tener una figura paterna. También quiero irme, quiero alejarme de todo el caos y vivir un matrimonio, un verdadero matrimonio contigo, no me importa si tengo que pedírtelo otra vez, me arrodillare las veces que sean necesarias.

Ella me miraba con atención mientras le hablaba, realmente sus ojos estaban en el borde de cristalizarse mezclados con la esperanza y el deseo.

» Lo quiero todo, todo de ti y puedo jurarte que te daré lo mejor de mí, bonita. Me tienes a tu merced, siempre ha sido así, aunque no lo hayas notado—

Ella termino besándome y yo no me resistí ante eso. Envolvió sus brazos alrededor de mi cuello.

La desesperación era evidente.

Mordió mi labio inferior y por instinto solté un leve gemido.

Eso solo causaba que mi polla se pusiera aún más dura si es que eso era posible.

—¿Entonces... quieres que... seamos una... familia? —pregunto o eso intento hacer mientras seguía besándola.

Cuando su pregunta termino deje de besarla.

Maldita sea, sí.

—Dios, sí, Chris, quiero hacerte los hijos que quieras y luego escucharte hablar durante horas— ella soltó una leve risita al mismo tiempo en el que comenzaba a besarla nuevamente.

Me posicione entre sus piernas otra vez.

Sus manos ansiosas tocaron mi pecho y luego ascendieron hasta mis hombros.

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Christine

Adler se alejó de mí.

Mi corazón iba al mil por hora.

Desabrocho su pantalón y termino por quitárselo junto con el bóxer. Tragué duro, estaba demasiado duro y dudaba que eso entrara en mí.

Relamí mis labios con cierta ansiedad.

Estaba ansiosa, mi corazón iba demasiado rápido. Estaba entre emocionada y excitada.

—Callen— le llame nuevamente mientras me recargaba en mis codos.

Nunca lo había visto desnudo. Lo más expuesto que lo había visto era con la toalla en las caderas y Dios mío la toalla de verdad que había escondido demasiado.

—¿Qué pasa? —cuestiono acercándose a mí. Se sostuvo sobre sus codos y comenzó a besar mi cuello. Sentí como su miembro rozo mi abdomen y solté un leve gemido.

—Eso es demasiado grande para entrar en mí— murmuré un tanto preocupada. Adler soltó una sonora carcajada y levanto la mirada para observarme.

—Primero, esto— recalco la última palabra mientras tomaba su miembro y lo pasaba por mis labios vaginales. Gemí en ese momento ante el pequeño movimiento —No tienes tres años para decir eso, esto o aquello, sabes perfectamente que es— murmuró mientras su miembro empujaba un poco en mi entrada.

Nuevamente gemí al sentir como entraba lentamente en mi interior.

Era casi como ser desvirgada por primera vez, tenía tanto tiempo sin tener sexo que así se sentía. Intente relajarme por completo, inspire profundo.

—¿Ya la metiste toda? —cuestione mientras jadeaba.

Adler negó con la cabeza.

—Bonita, me mide veinte centímetros, no cinco— respondió con cierta burla en su tono. Grite en el momento que entro del golpe. Soltó un leve gemido, Dios esos gemidos me volvían loca.

Me sentí un poco rara al tenerlo dentro. Tenía demasiado tiempo sin tener sexo así que esto era raro y delicioso.

—Y segundo me vas a montar como una vaquera muy bonita y sexi— jadeo a la vez que daba otra estocada.

Gemí, sentí como la mano de Adler se cerraba sobre mi cuello y gemí nuevamente ante eso.

—Ah... Adler.

Sus labios chocaron con los míos, comenzó a besarme con fuerza a la vez que cada estocada se hacía más dura, pero con más lentitud. Gemí en sus labios nuevamente.

Rodeo mi cintura con uno de sus brazos.

—Tus piernas en mi cadera— ordeno. Asentí levemente y con un movimiento rápido se levantó de la cama.

Nuevamente gemí al sentir el movimiento. Camino conmigo encima de él hasta llegar al pequeño sofá junto al ventanal. Se sentó conmigo encima de él, acomode mis piernas al lado de sus muslos.

Desde donde estaba se veían las luces de la ciudad.

—Eso es, bonita— murmuró mientras me tomaba de las caderas. Comenzó a acariciar mi trasero. Me deje caer lentamente sobre su miembro.

Gemí mientras sentía como me llenaba.

Coloque mis brazos alrededor de sus hombros. Sus dedos se clavaron en mis glúteos con fuerza un dolor delicioso me hizo jadear. Deslizo su brazo libre entre nosotros y llegó hasta mi entrepierna.

Con sus dedos comenzó a estimular mi clítoris, sus dedos habilidosos toquetearon esa área. Una oleada de gemidos de placer comenzó a llenar nuestros oídos.

—Mira qué preciosa luces así— murmuró con la voz entrecortada. Una fina capa de sudor cubría nuestros cuerpos. El brazo libre se Adler se aferró mucho mejor a mi cadera y sus dedos volvieron a clavarse en mi piel y me ayudo a moverme sobre su miembro, cada vez más rápido y fuerte.

Mis manos descendieron a su pecho, instintivamente clave mis uñas en su piel.

—Ah... es mucho... que bien... se siente.

Conforme sus estocadas se hacían más rápidas y profundas me llevaba más al borde.

Dejo de masturbarme y luego me dio una nalgada con fuerza. Solté un grito y me dejé caer un poco contra su cuerpo. Sentí como me mojé más ante ese acto. Mi piel escocía.

—¿Te gusta?

Asentí.

—Maldición, sí— chille mientras recibía una segunda nalgada.

Mi trasero escocía, mi piel estaba sensible y caliente por los golpes y seguramente tenía la piel muy roja.

Sentía que en cualquier momento iba a correrme sobre Adler.

—Mi piel esta sensible— jadee con cierto cansancio, mis movimientos se habían vuelto un poco perezosos. Con rapidez nos cambió de posición, me dejó debajo de él con mi espalda sobre el sofá.

—Y muy roja— respondió dando otra estocada. Gemí y asentí levemente.

Una de sus manos viajo a mi cuello, gemí levemente ante la acción. Su otra mano se aferró a mi cintura, sus dedos se clavaron en ella con fuerza.

Con cada estocada estaba más cerca de correrme.

Dos más y los espasmos comenzaron a invadirme. Adler no dejo de penetrarme aletargando más mi orgasmo.

—Eso es, bonita, córrete sobre mi polla— murmuró. Asentí levemente.

Pocos segundos después soltó un leve gemido y sentí el líquido caliente liberarse en mi interior.

Ambos gemimos, soltó mi cuello y se acercó a besarme aun sin salir de mi interior. Enredé mis brazos en sus hombros y me pegué más a su cuerpo.

Mordió mi labio inferior.

━━━━━━━━※━━━━━━━━

Adler

Me acomodé a un lado de Chris, puse mi cabeza sobre su pecho y comencé a acariciar su abdomen con cuidado.

Solté un leve suspiro, ella comenzó a acariciar mi cabello, me gustaba cuando me acariciaba con tranquilidad.

Comencé a acariciar una de sus tetas y ella soltó una leve risita.

—No son pelotas anti estrés— comentó con diversión. Reí y seguí amasando su seno. Ella soltó un leve gemido.

—Lo sé, pero me gusta hacerlo, es como si lo fueran— respondí con un tono calmado mientras le sonreía. Ella negó con la cabeza como si no tuviera remedio—Definitivamente desde hace cuatro años debí de haber hecho esto, no debí de contenerme por tanto tiempo— murmuré mientras la miraba.

Ella sonrió levemente. Continúo acariciando mi cabello y parte de mi rostro.

—¿Contenerte? —alzo una ceja con curiosidad, había un tono entre sorprendido y chillón en su voz.

Asentí.

—No soy de piedra, bonita y tampoco soy ciego para no verte los pezones cuando usabas blusas semi transparentes para dormir— ella alzó ambas cejas, sus mejillas se sonrojaron y dejo un beso en mi frente.

Era cierto, durante tanto tiempo había deseado besarla y tomarla para mí, Dios siempre la había deseado y mierda había disfrutado demasiado de esto, de escucharla gemir y de tener su cuerpo tan cerca del mío.

—Y yo creía que estabas demasiado ocupado para notarlo— murmuró mientras subía una de sus piernas sobre mi cadera. Repasé mis dedos por su muslo hasta su tobillo, sentí como su piel se erizo y me acerqué más a ella.

Seguí con mis caricias en su pierna mientras hablaba.

—Y yo creía que notabas que te devoraba con la mirada— respondí.

Nuevamente sus mejillas se pusieron rojas, seguí toqueteando sus piernas hasta llegar a la cara interna de su muslo y acariciar sus labios vaginales por encima de las bragas.

Mordí mi labio inferior y suspiré.

—Abre las piernas— le dije mientras le levantaba sobre mis codos. Ella me sonrió con picardía.

Esperaba que estos días fueran largos, iba a ser muy fácil que me acostumbrara a esto.

—¿Otra vez?

—Otra vez.

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