Capítulo 10
MÁS MENTIRAS
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Adler
El cuerpo de Terra cayó al suelo al recibir el impacto de la bala en su garganta, comenzó a perder sangre con rapidez.
Recargué y me gire hacía Shadow. Le disparé a Memphis, quien estaba sobre Shadow. Una tercera bala salió de un cañón, pero no era de mi arma, era de Shadow. Pine retrocedió, la sangre broto de su tórax en cambio Shadow no dijo nada solo descargó su arma una segunda vez.
Los tres agentes que venían con nosotros yacían en el suelo perdiendo sangre.
Solté un suspiro y pase una de mis manos por mi cabello. Shadow se giró en mi dirección, guardo su arma y me hizo una seña con la cabeza.
Chris. Mierda. Me acerqué a la puerta del conductor, desactivé el seguro para niños y finalmente me acerqué a la puerta y la abrí.
Se había desmayado.
Por instinto revise el pulso en su cuello, este era normal para el estado en el que estaba. Lo primero que pensé fue en despertarla, pero iba a pasar en pocos minutos, todo estaba bien.
Cerré la puerta despacio. Ni siquiera nos molestamos en mover los cuerpos. Teníamos aproximadamente diez minutos para arreglar la escena y que fuera creíble tanto para la policía y la EISS.
Tomamos el cuerpo de Memphis, que era el que menos sangre había derramado. Lo dejamos justo donde yo había estado desde el punto donde había disparado a Terra y Pine.
Shadow tomo guantes, mascarilla y gafas de seguridad, se las coloco y limpio la sangre del suelo. Shadow me lanzo guantes de látex los cuales me puse. Tome el arma de Memphis y luego su brazo.
Cuando Shadow limpió la escena asintió.
Solté el primer disparo, en su pierna. Tensó la mandíbula, pero no emitió sonido alguno, solo llevo su mano a su pierna. Había disparado a un punto en el cual salió la bala y no dañaría algo importante. Finalmente solté el segundo, en su hombro con el mismo mecanismo que el primero, entrada por salida sin dañar alguna fibra importante.
Se dejó caer en el suelo tal cual dramático. La sangre comenzó a salir de las heridas. Me encargué de quitarle los rastreadores a la camioneta de en la que venía Shadow. Quedaban dos minutos.
Tomé la mochila de Chris y la llevé a la otra camioneta, finalmente cargué a Chris y la acomodé en el asiento trasero.
—Si mañana no camino te meto una bala en el culo— gruño Shadow tomando su arma para dispararle a la otra camioneta y así hacer la escena más creíble, también perforo los neumáticos. Arranqué la camioneta y salí en reversa del callejón.
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Christine
Abrí los ojos lentamente acostumbrándome a la escasa luz.
Lo primero que vi fue algo color café. Fruncí el ceño intentando caer en cuenta de que era lo que mis ojos observaban.
—Mierda— me senté de golpe al recordar lo sucedido. Me maree un poco al levantarme muy rápido.
Estaba en una camioneta. En la camioneta en la cual había estado cuando salimos de la EISS. Vi a Adler conduciendo y me pregunté si en realidad había pasado lo que recordaba.
—Por fin— murmuró observándome por el retrovisor.
Toque mi ropa y esta seguía húmeda, entonces no había soñado o por lo menos no del todo.
—¿Dónde estamos? ¿Dónde está la rusa y porque sigues vivo? —cuestione poniéndome entre los dos asientos mientras buscaba algún rastro de sangre en su ropa, pero no había nada.
Voltee a ver por la ventana de atrás para ver si estaba la camioneta en la que venía Shadow, pero no, había más autos menos la otra camioneta.
—En la carretera, muerta y porque... ¿Por qué esperabas que estuviera muerto? —interrogó con un poco de confusión eso último.
Se desvió y condujo unos minutos más hasta que se detuvo en medio de la nada. Bajó de la camioneta, la rodeo y llegó a mi lado. Abrió la puerta y tomo su mochila de la cual comenzó a sacar ropa.
Seguía un poco confundida.
—Te vi forcejeando con la rusa, intente salir de la camioneta y luego escuche un disparo y... —no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas al pensar en que él fue quien recibió el disparo.
Tomo mi rostro entre sus manos, acarició mis mejillas con sus pulgares y me sonrió cierto cariño.
—Estoy bien— afirmo —Entero, no me falta nada, todo está bajo control— beso mi sien. Asentí levemente—Ahora necesitas cambiarte de ropa— comentó. Asentí levemente. Me ayudo a quitarme el chaleco y lo dejo en el suelo de la camioneta.
Finalmente se giró sin que se lo pidiera. Tome la ropa y no me sorprendió el hecho de que fuera de mi talla, de seguro era uno de los cambios que había sacado de la casa en Londres.
Me cambie lo más rápido que pude y cuando termine quise pisar el suelo de la camioneta y mi pie derecho dolió. Solté un leve quejido, Adler se volvió inmediatamente.
—¿Qué pasa? —pregunto preocupado.
Había olvidado que me había cortado el pie.
—Mi pie— murmuré—Ni siquiera recordaba que dolía— comenté. Adler suspiro, él también parecía haber olvidado eso, pero busco algo debajo del asiento del copiloto.
—También lo olvide, pero normalmente estas camionetas tienen un pequeño botiquín, ya sabes, por gajes del oficio— comentó sacando el botiquín.
No me sorprendió, todo lo contrario, eso me hacía mucho sentido, si a mí me metieran una bala por el trasero y tuviera que regresar a un lugar en una camioneta preferiría que hubiera algo con que curarme.
Asentí. Adler saco las cosas, el agua oxigenada y un par de gasas.
Chille en el momento en el que el agua hizo contacto con la herida, no sabía si era muy grande o profunda, pero dolía demasiado.
—Bonita— su voz fue muy tranquila, casi melosa—Necesito suturar— inmediatamente alejé mi pie de su mano y negué con la cabeza varias veces.
No, no, no, iba a dolerme.
—No, no, no, Callen, por favor me va a doler— pedí. Termino soltando un suspiro. Subió a la camioneta y cerró la puerta.
Acaricio mi empeine con calma y subió lentamente hasta mi pantorrilla y descendió, hizo eso repetidas veces.
—Es una herida profunda y es un poco grande, necesito suturar bonita, haré lo posible para que no duela, aunque no prometo nada—
Lentamente comenzó a tomar mi pie y ponerlo sobre su pierna. Estaba un poco tensa y él lo notaba. Siguió acariciando mi pie y mi pantorrilla con lentitud.
Trague y pregunte:
—¿Cuánto es un poco grande? —interrogué con preocupación.
—Siete a diez centímetros—
Hice una mueca.
—¿No hay anestesia?
Soltó una leve risita y le golpee el hombro con mi pie no lastimado. Se recorrió un poco hacía delante, me tomo de las piernas y tiro de mí.
—Ay
Me queje intentando mantener el equilibrio. Una de mis piernas quedó sobre las suyas y la otra quedó detrás de su espalda, prácticamente podía abrazarlo con las piernas de lo cerca que estábamos.
—No hay anestesia, Chris— respondió y tomo mi mentón con sus dedos.
Mi pecho subió y bajo ante la cercanía. Relamí mis labios.
Ahora fui yo quien lo beso sin dudarlo y él no tardo en corresponderme. Su brazo rodeo mi cintura y me pegó aún más a él.
Me ayudo para sentarme en su regazo con mis piernas a cada lado de sus piernas.
Sus manos descendieron a mi trasero y un gemido escapo de mis labios en el momento en el que comenzó a tocar mi trasero. Aprovecho ese movimiento para bajar a besar mi mentón y luego descender a mi cuello.
Llevé mis palmas a su torso, saqué la playera de su pantalón y la levanté un poco para tocar su abdomen. Mordió mi cuello mientras yo repasaba mis uñas por su abdomen.
—Humm eso me gusta— murmuró, pero luego tomó mis muñecas impidiéndome seguir y dejo de besarme de manera abrupta a lo cual estaba dispuesta a quejarme—Pero primero tengo que suturarte el pie y tenemos que irnos, por más que quiera seguir besándote y tocándote ahora no podemos seguir.
Emití un sonido de queja. No soltó mis muñecas y tampoco me queje de que no lo hiciera.
—Por favor no, me va a doler y lo sabes— pedí. Beso mi frente y negó con la cabeza.
—Pero si la suturo ahora sanará más rápido, el dolor será menos y habrá menos posibilidades de alguna infección— explico. Negué con la cabeza, aunque comencé a meditar un poco el hecho de una infección.
Si mi pie se infecta se pondría muy mal y podrían llegar a amputarme el pie.
—¿Serás cuidadoso?
—Mucho— asentí levemente. Con su ayuda me baje de su regazo y me acomode como inicialmente estaba. Puse mi pie sobre sus piernas. Primero se desinfecto las manos. Tomo una gasa y la llenó de alcohol, la coloco sobre la herida. Mi pie ardió nuevamente y quise darle una patada.
Desinfecto la aguja, aunque seguro esta ya venía esterilizada.
—¿Qué me hiciste anoche? —le pregunte desviando mi atención de lo que pasaría y recordando que quería asfixiarlo por lo de anoche.
—Te deje inconsciente accidentalmente— tomo mi pie y lo acomodo de modo que la planta quedara a su visibilidad—Quería dormirte, pero aplique más fuerza de lo normal—
Alce ambas cejas ante esa respuesta la cual no había esperado, sabía que había hecho algo, más no sabía que.
—¿Y cómo hiciste eso? — ni bien termine la pregunta cuando chille de dolor al sentir la aguja traspasar mi piel, me aferré al asiento y tensé mi pierna queriendo alejarla, pero Adler lo impidió.
Lagrimee un poco. Tome aire profundamente.
—Presione la base de tu cráneo de esa forma tu pulso iba disminuyendo causando que te relajaras y cayeras dormida, pero las veces que he hecho eso siempre quiero dejar inconsciente al objetivo.
» Así que cuando estaba haciendo eso, intente no ejercer la misma fuerza, pero al parecer no salió como creí y te deje inconsciente, pero hay que ver el lado bueno dormiste más de lo que hubieras dormido estando consiente de lo que pasaba— concluyo con su larga y argumentativa explicación, que en realidad de argumentativa no tenía nada.
Esperé unos segundos a que sacará la aguja de mi piel y ahora si lo pateé con bastante fuerza y claro con mi pie no herido.
—A veces causas que quiera odiarte, muy seguido, muchas veces al día— dije. Adler volteo a verme, no había confusión en su rostro pues tal vez ya lo veía venir, porque vamos, me dejo inconsciente el muy idiota, eso por lo menos lo preguntas antes de hacerlo.
—Lo sé, pero fue mi mejor idea para que te quedaras, créeme decirte la verdad en ese momento no era una opción— tomo mi talón y lo acomodó nuevamente.
Otra puntada que me hizo lagrimear. Tragué duro.
—¿Qué verdad? —le cuestione mientras limpiaba las pocas lágrimas que habían salido.
Otra puntada. Dios, esto de verdad dolía, no sabía si eran mis nervios, aunque lo dudaba ya que sin anestesia creo que cualquier pequeñez duele.
—Shadow me contó lo de Elle esta mañana, pero ayer estaba con Elle y Benjamín uno de los hackers y bueno el encontró a Ozkard en polinia y cuestione que es lo que hacía ahí.
» Me dijo que si los polacos estaban buscándome era por algo, pero en ningún momento había mencionado eso, le cuestione como es que lo sabía y dijo que le habías dicho a Shadow y que él les contó, pero sabía que no era así, le pregunte si también les habían contado sobre el soldado americano y respondieron que sí, que le habías contado a Shadow y bueno, eso me dejó claro que todo estaba mal—
Explico con cuidado y cuando menos lo pensé ya había terminado de suturar.
Primero me sentí ofendida porque me tacharon de chismosa, segundo ¿Qué maldito soldado americano? ¿De quién estaba hablando?
Mi rostro era un poema confuso, de esos mismos que debes de leer varias veces para poder comprenderlo porque tiene muchas palabras que desconoces.
—¿Qué soldado americano? —termino de poner una gasa en mi pie y finalmente me puso calcetines.
Por fin la noche había caído y de este lado del país en donde no había más que algunas farolas que iluminaban la carretera se podían apreciar las estrellas decorando el cielo, aunque la luna se veía escondida entre las nubes.
Adler abrió la puerta de la camioneta y bajo de ella.
—Ven acércate te voy a cambiar al asiento del copiloto— asentí levemente, aunque aún esperaba su respuesta. Me acerqué al bordo del asiento. Adler me cargó como ya acostumbraba a hacerlo. Abrí la puerta del copiloto y me acomodó en el asiento.
Me puso el cinturón de seguridad.
—Puedo hacerlo yo—
—Lo sé— respondió, cuando termino de abrochar el cinturón me tomo de la mejilla y nuevamente beso mi frente.
—¿Me vas a responder o vas a seguir haciéndome tonta? —cuestione cruzándome de brazos.
—No te estoy haciendo tonta, Christine, si te voy a responder, pero espera a que suba a la camioneta— bufé y rodé los ojos. Cerró la puerta y luego cerró la puerta de atrás.
Minutos después ya había comenzado a conducir.
—Cuando iba hacía Ginebra me di cuenta que me iban siguiendo y cuando vi quien era me di cuenta que era un soldado americano, no me dijo quién lo mando porque lo iban a matar, le dispare en una pierna y lo deje en medio de la carretera—
Lo dijo muy con calma. Asentí levemente al escucharlo.
—Ajá y anoche ¿Por qué no podías decirme nada? Te rogué maldita sea, Adler y me mandaste a la mierda— le reclame.
—Perdóname, sé que querías irte desde anoche, pero no podíamos salir de ahí, así como así, iba a ser raro, además, se nota cuando estas preocupada y bueno, podríamos decir que Elle es un tiburón y tú, bonita, serias un pececillo sangrando—
Hice una mueca por su ejemplo, pero era similar a lo que me había dicho Shadow.
Aun así, estaba molesta porque no me lo había dicho, si dejara de ser tan protector conmigo podría dejar de pensar que no soportaré todo lo que me diga.
—Eres demasiado protector. No tengo cinco años, Callen, soy un adulto sino te has dado cuenta— solté cruzándome de brazos y mirando por la ventana.
—Lo sé, Chris, lo tengo bastante claro— respondió —No quiero meterte en más problemas, para mí sería mucho mejor que estuvieras alejada de todo esto—
—Lo sé, para ti sería mucho mejor que no conociera nada de tu vida o mucho mejor que no estuviera en tu vida— respondí girándome un poco más hacía la ventana.
Ya no quería hablar con él. Me molestaba el hecho de que no confiara en mí o que me ocultara cosas porque simplemente el señor no creía que era capaz de soportar algunas cosas.
—Bonita...
—No, no, no, no me digas así, estoy cansada de que creas que haces me haces un bien al no decirme muchas cosas, solo me subestimas y me lastimas— me queje.
No sé cuánto tiempo llevaba conduciendo, pero ya era bastante, estábamos en medio del camino de terracería en medio de la nada, conforme íbamos pasando los árboles comenzaban a llenar los costados del camino.
Ni siquiera sabía a donde nos dirigíamos.
—Aunque no lo creas me gusta que estés en mi vida y aunque parezca que te subestimo no lo hago.
» Sé que eres capaz de muchas cosas, pero no quiero que por mi culpa te pase algo, no quiero ponerte en riesgo y tu ni siquiera necesitas estos problemas. Ni siquiera es mi intención hacerte sentir mal, Chris, no me gusta que tengas que pasar por esto. Perdóname si te hago sentir mal, no quiero hacerlo, no es mi intención—
Silencio. Me quedé en silencio. Ni siquiera me gire para observarlo. Como dije no quería hablar con él, no por ahora.
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Adler
Chris se había quedado dormida hace un rato.
Una hora después entre en un hangar. Desperté a Chris cuando estacioné a tal vez un metro de la avioneta. Ya había bajado las cosas y las había llevado a la avioneta.
Despertó algo desorientada, pestañeo unas cuantas veces e intento levantarse, pero lo evite.
—Antes de que bajes vamos a hablar, que por cierto no puedes caminar porque te vas a lastimar más, pero ese no es el tema por ahora.
Tome su rostro entre sus manos, intento alejar mis manos, pero lo impedí. Atrapé sus muñecas sin ejercer tanta fuerza, con la otra mano seguí acunando su mejilla obligándola a mirarme.
—Quiero que entiendas que no hago las cosas a propósito, necesito que hables, que me digas las cosas que te molestan. No quiero que te pase nada malo, Chris.
» Puedo acoplarme a ti, quiero cuidarte, pero necesito que me digas cuando algo te molesta, pero también quiero que confíes en mí cuando no puedo contarte algo en ese preciso momento y sobre lo de anoche debí decirte algo, aunque sea un poco.
Sus ojos se empañaron y aflojé sus muñecas hasta que finalmente las solté.
—No quiero que cambies nada de ti, Callen, no por mí, ¿Y cómo carajos quieres que confíe en ti? Me has mentido desde que nos conocimos— soltó.
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas las cuales limpié con mis pulgares. Ella tenía razón, aunque sabía que muy en el fondo había una parte de ella que si confiaba en mí.
—Tienes toda la razón— murmuré —Aun así, sé que puedes confiar en mí y no me importa lo que tenga que hacer. Vas a confiar en mí, bonita— afirme acariciando su rostro.
—¿Dejaras de mentirme?
Asentí.
—¿Sí me perdonas? —pregunte aun con su rostro entre mis manos, limpie sus lágrimas nuevamente.
Paso saliva y puso sus palmas sobre las mías. Asintió levemente.
—¿Puedo besarte? — ella soltó una leve risita, pero finalmente asintió.
Sonreí levemente y me acerqué a su rostro.
Acaricie sus labios con los míos lentamente. Tomo mi muñeca con cuidado alejando mi mano de su rostro y bajándola lentamente hacía su cuello.
Reí en sus labios.
—Te gusta que te tomé del cuello ¿Eh? —murmuré contra sus labios mientras cerraba mis dedos alrededor de su cuello. Asintió levemente. Tiré un poco de su labio inferior y llevé mi otra mano a su cintura acercándola más al bordo del asiento.
Sentía que la temperatura estaba subiendo. Estaba intentando no caer en la tentación que ella implicaba para mí, pero mierda me gustaba demasiado seguramente sobrepasando los límites de lo normal.
—Siempre he tenido curiosidad sobre algo— murmuró alejándose un poco de mis labios. Acaricie su garganta con lentitud. Besé su mentón y luego seguí con su cuello.
Mordí su cuello con suavidad. Un leve gemido salió de sus labios y sonreí. Ese simple sonido envió corrientes a todo mi cuerpo en especial a mi polla.
—¿Cuál es? —interrogué aun besando y mordiendo su cuello.
—Sí, así como te vez follas— murmuró. Aleje mi cabeza de su cuello para observarla mejor. Había un leve destello de lujuria en su mirada.
Mierda si seguía diciendo ese tipo de cosas podría olvidar mi objetivo principal. Tome una respiración profunda intentando no dejar que esas simples palabras hicieran estragos en mí.
—¿Y cómo me veo? —
—Intimidante y tosco— respondió. Sonreí cerca de sus labios.
Nuevamente la tome del cuello atrayéndola a mí un poco.
—Tendrías que descubrirlo— murmuré. Relamí mis labios —Pero si te tomo del cuello y te sujeto de las muñecas creo que es una respuesta clara— agregue.
Sus mejillas tomaron color. Sonreí brevemente y dejé un beso en su mejilla. Antes de que dijera algo más la cargue para llevarla a la avioneta.
—¿A dónde vamos ahora? —cuestiono muy tranquila.
Ya ni siquiera se quejaba de que la cargara, no sé si era porque ya había entendido que no iba a dejar de hacerlo por sus inseguridades o si le dolía demasiado el pie para quejarse.
—A Arabia— respondí. Ella abrió los ojos con exageración al escuchar esa respuesta.
—Necesito muchas explicaciones, Callen—
—Y yo te las daré, bonita— respondí.
Finalmente la subí a la avioneta, me aseguré de ajustarle el cinturón de seguridad, le puse los auriculares y luego subí a la avioneta.
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