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4. Del llanto al odio


3:15 P.M. Ya me estaba preparando para salir de mi casa, mi madre no estaba en la misma. A pesar de ser sábado, ella aun tenia que trabajar 6 días semanales, aunque por ultimo podía evitar quedarse hasta las 8 P.M. trabajando, puesto a que por obligación, su jornada tiene que ser acortada hasta las 4 P.M. 

Ya estaba listo, salia de mi casa con mi camiseta gris, mis anchos shorts, mis infaltables rodilleras y mis Nike, preparado para representar en este nuevo partido.

Cargaba en mi espalda una mochila con cosas que sabia que necesitaría, como una botella con agua, una toalla, una camiseta de cambio y un chaleco. Hoy sería el día en el que Kariya debutaría en mi equipo, fue reemplazado por el anterior defensa que me acompañaba.

Aun no tenía la menor idea si esa decisión por parte de la organización sería permanente o solo por un par de partidos. Supongo que nuestro desempeño en la cancha el día de hoy lo diría.

Para mi suerte, el partido que nos tocaba el día de hoy era libre, vale decir, no teníamos que seguir un marcador pre-establecido, sino que, como en el fútbol real, el mejor equipo ganaría el partido. 

Había quedado con el enano de llegar a la cancha a las 3:30 P.M. 30 minutos antes de comenzar nuestro partido, con la intención de calentar y ver lo que quedaría del partido que nos precedía.

Esto no es fútbol normal, como podrán imaginar. Se trata de fútbol callejero. 5 contra 5, en mitades de 30 minutos cada una. Con una cancha mucho más pequeña, de cemento y un ritmo muchísimo más frenético que el del fútbol regular. Se admiten la mayoría de faltas que en el fútbol regular no, codazos, empujones, roces y golpes eran cosa del día a día. 

Esta clase de comportamientos ponía eufóricos a los aficionados. A pesar de ser una liga relativamente nueva, ya había cosechado ciertos fanáticos, una barra brava mejor dicho. Cuya pasión por el deporte no se limitaría solo a gritar con felicidad cuando el equipo de su preferencia ganara, sino que se verían obligados a pelearse con los del bando rival, o disparar al aire en el momento en que alguien metiera un gol.

Ellos no tenían la menor idea de que muchos de los partidos eran pactados antes de realizarse, pero poco importaba si la mayor ganancia de este negocio era el corrido de apuestas.

Mis pensamientos me habían entretenido lo suficiente como para que sin darme cuenta, estuviera a escasos pasos de la cancha. Podía ver en las pequeñas gradas a los fanáticos eufóricos de los que otrora les había comentado. 

Me limité a entrar tranquilamente a la cancha y divisar a Kariya y a los demás miembros del equipo, ya listos y preparados para afrontar el partido que el destino nos deparaba.

—Llegas 5 minutos tarde—

Dijo Kurama, otro enano castroso de cabello azul, solo que con piel morena. Era aveces bastante desagradable, y otras veces callado y un tanto juguetón, sobretodo cuando tocaba entrar al partido. Como delantero que era, a pesar de se bajo, tenia una pierna bastante fuerte, era el encargado de anotar la mayoría de los goles en nuestros partidos, y lo hacía bastante bien, a pesar de ser el único delantero.

—¿Cuanto falta para el inicio del partido?—

Preguntó nuestro tercer defensa, Amagi. Lo apodaban Big Smoke por eso de ser gordo y negro, además de ser bastante simpático. Si no fuera por su habilidad para defender a los delanteros más potentes, fácilmente podría ser el portero. Lo único que me inquietaba era esa cosa que llevaba en la barbilla, parecían unos googles, pero los googles no se usan en la pera. En fin, no puedo decir nada, yo llevo el cabello amarrado en dos coletas.

Solo faltaría explicar quien era nuestro portero, pero ni yo lo sabía, había jugado los partidos con nosotros desde el principio, pero no lo conozco de nada, igualmente, mientras atrape los tiros que le lancen, poco me importa lo demás.

—25 Minutos—

Contestó Kariya, se notaba nervioso, realmente.

—¿Qué pasa? ¿Tienes nervios?—

Le pregunté, a pesar de que la respuesta por parte suya seria obvia.

—No, solo... Tengo frío—

Me esperaba una excusa más original, a decir verdad.

—Bien, oye ¿Ya se conocieron?—

Ignoré la estúpida respuesta del menor, y me referí a Kurama con mi pregunta.

—Si, y también sabemos porque está aquí—

Respondió con si típica sequedad.

—Vale, entonces... ¿Qué vamos a hacer ahora?—

Pregunté, la verdad es que me hallaba descolocado, nos encontrábamos en uno de los rincones de la cancha esperando nuestro turno, mientras el partido a nuestras espaldas se realizaba.

—No lo sé, tu eres el capitán, deberías tener un plan—

Dijo Kurama nuevamente.

—Bien, dame unos segundos—

—¡Creo que tengo una idea!—

Fue Kariya el de la intromisión, algo que realmente me sorprendió, pero me agradaba que siendo el nuevo tenga algo de iniciativa.

—Te escucho—

Contesté, Kurama y Amagi simplemente se limitaron a poner atención.

—Tu eres rapido, ¿No Kirino?—

¿Qué pregunta fue esa? Claro que si.

—Si ¿Por qué?—

—Déjanos la defensa a Amagi y a mi, y tu ponte adelante con Kurama—

Me gustó su propuesta, a pesar de ser el capitán, por fin tendría algo de protagonismo.

—Me gusta, estoy cansado de hacer todo yo—

Dijo con los ojos cerrados el enano moreno.

—Entonces está hecho, iré adelante junto con Kurama, les encargo la defensa—

Todos asintieron, por lo que me podía quedar más tranquilo, ya teníamos preparada la estrategia que utilizaríamos.

El partido que estábamos mirando terminó con un resultado de 2-1. Aun no conocía del todo a todos los jugadores de la liga, por lo que no podía explicarles más o menos quien había ganado y quien no, sin embargo. Solo fue cuestión de minutos para que nos llamaran.

Lanzamos una moneda cuyo resultado nos favoreció con la patada incial.

El partido se desarrolló bastante rápido, no me acostumbraba del todo a jugar de delantero y no tengo suficientemente masterizada mi habilidad para golpear el esférico, por lo que simplemente me limitaba a darle los pases a Kurama para que el pudiera avanzar por el campo.

Con extremo sudor en mi frente, mis ropajes grises se notaban en demasía oscurecidas gracias al elixir de cansancio que mi cuerpo emanaba. Lo cierto es que no era el único. Para el final de la primera mitad, tanto Amagi como Kariya y Kurama estaban muy cansados, los primeros dos habían hecho un trabajo magistral en la defensa, con la cantidad de balones que pasaban por ahí, era admirable saber que podía contar con unos defensas de calibre.

El segundo tiempo iba a comenzar y el marcador se mantenía 0 - 0 .

A pesar de el cansancio, se sentía bastante bien poder mantener un partido pleno y justo, sin arreglos ni nada por el estilo, es uno de esos milagros que caen del cielo y te hacen feliz. La verdad es que me gustaría poder marcar un gol y ganar el partido. Sería un logro que le dedicaría a mi madre bajo el grito de los ansiosos fanáticos que el partido miraban expectantes de algún show dado por los jugadores que representaban a sus quintetos.

La segunda mitad comenzó con frenetismo, el equipo rival se notaba decidido a anotar el primer gol del partido y romper el marcador cuanto antes. Pero sería algo que les resultaría imposible, pues tanto nuestra defensa como el enigmático portero mostraron su mejor faceta, atrapando y denegando cualquier intento de ataque por parte de los rivales.

—¡Ultima jugada!—

Fue el grito de los espectadores al notar que el reloj marcaría pronto el fin del partido. El balón estaba en los pies de Kariya, quien acababa de recibir el esferico gracias a un gran tapón de nuestro portero.

—¡Kirino! ¡Sube!—

Fue el grito del peli azul a la par que pateaba el balón en forma de un pase largo, el cual llego rápidamente al lado contrario de la cancha. Corrí lo suficientemente rápido como para alcanzarlo antes de que tocara el piso. Con una fuerza inhumana y una suerte extrema logré golpear el esférico en el lugar y momento justo.

El balón se elevo por los aires en dirección al travesaño de la portería enemiga.

El portero salto con sus brazos en dirección a mi disparo...

La cancha estaba en completo silencio hasta que unos gritos y disparos me informaron de la realidad...

—¡¡¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOL!!!!!—

Todos los jugadores de mi equipo corrieron hacia mi para abrazarme, y la reacción del publico era la correcta, gritos y ovaciones. No me lo podía creer.

Fui embestido por Kariya, quien lleno de felicidad me abrazaba mientras todos juntos celebrábamos la victoria, creo que este día no podía ser mejor.

Te lo dedico madre, esta victoria es para ti...

Cuando caí en cuenta de lo que sucedía simplemente salte y grité de felicidad. Mis compañeros ya no me abrazaban, pero miré la felicidad de Kariya, por lo que celebramos su asistencia corriendo hacia el otro, saltando y chocando nuestros hombros en símbolo de compañerismo.

El partido había finalizado dando a nuestro equipo como el claro ganador.

Habían pasado unos minutos y ya el ambiente estaba calmado, simplemente me limité a ver como Kariya caminaba hacia donde se encontraban sus cosas, sacó su celular, y lo encendió. Por lo visto alguien lo había llamado porque puso el dispositivo en su oído.

Pasados unos segundos vino caminando hacia mi con cara de que hubiese visto un fantasma, estaba asustado y sorprendido, quizás quien lo habrá llamado.

—Oye, ¿qué te pasa? Te ves asustado—

Le pregunté.

—Vamos, tenemos que irnos rápido—

Dijo entre jadeos.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?—

—Mi tío me llamó... Kirino, es tu madre, tenemos que irnos—

¿Mi madre? ¿Qué le paso? ¿Cómo? ¿Cuándo? No... No entiendo...

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Corrimos lo más rapido que pudimos hasta llegar a la calle donde los tíos de Kariya se encontraban y...

Ahi estaba...

—¡Mamá! ¡Mamá!—

Solo pude gritar al verla ser levantada en una camilla por unos paramédicos e introducirla a una ambulancia. Estaba asustado, lagrimas comenzaban a brotar de mis ojos. Iba a correr a ver a mi madre en la camilla, pero alguien frenó mi paso. 

Era Suzuno, me rodeó con sus brazos y me llevo a la ambulancia. Todos subimos y acompañamos a mi madre, quien había sido tapada con una manta por los médicos al introducirla a la ambulancia.

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Ya en el hospital...

Todo pasó tan rápido...

Todo fue tan repentino...

Solo puedo ver borroso y sentir unos brazos abrazarme con un corazón el cual latía igual de rápido que el mío... 

Mamá había muerto tras ser impactada por una bala perdida mientras caminaba devuelta a casa después de volver de su trabajo...

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Eran las 10 P.M. y aún no caía en cuenta de lo que había sucedido. Junto a Nagumo habíamos dejado a Kariya en casa mientras nos planteábamos que hacer. Estábamos afuera de la casa de Kirino, el chico se encontraba devastado, estaba solo dentro de su propia casa.

Desde afuera escuchábamos los gritos ahogados, sollozos amargos y golpes a las paredes. Realmente era horrible...

—¿Qué vamos a hacer?—

Preguntó mi querido pelirrojo, su mirada era vacía, se encontraba igual de shockeado que yo.

—Escucha... Ve a casa y quédate con Masaki, yo me quedare aquí esta noche, no quiero que Kirino haga ninguna tontería...—

Declaré, realmente estaba preocupado por el chico, era su hijo, Kyouka era todo lo que tenía en su vida, y ahora... Se había marchado.

—No te refirás a...—

—¿Qué se suicide? ¿Qué se consiga un arma y vaya a buscar a quien disparó esa cosa?—

—Si... Justo eso—

—Por favor Haruya, ve a casa, creo que necesitaremos cambiar de planes con respecto a como nos mudaremos...—

—Creo que entiendo a que vas, nos vemos, buenas noches...—

Me abrazó y se fue rumbo a la casa.

Yo me quedé unos minutos afuera de la casa, simplemente mirando al cielo con pena, preguntándome porque este lugar es tan cruel, porque la muerte habita en cada esquina y porque la misma tocaba la puerta de quienes menos se lo merecían...

Decidí entrar pasados unos minutos luego de que el ruido dentro de la casa cesara, por lo visto Kirino se había ido a dormir, cansado de tanto sufrimiento. Me encontraba en una situación similar, aunque debía mantener la calma y cuidar de ese chico, después de todo, la persona más importante de su vida había muerto.

Me recosté en el sofá y cerré los ojos, mañana tendríamos que ver que haremos con Kirino...

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Eran las 3:33 de la madrugada y no podía dormir, comencé a oír unos pasos que se dirigían a la cocina, los pasos se oían fuertes y claros, puesto a que las pisadas se notaban fuertes, pesadas y bastante torpes.

Me levanté del sillón tratando de hacer el menor ruido posible, caminé lentamente hasta llegar a la puerta de la cocina.

Dicha se encontraba abierta, por lo que silenciosamente me asomé y lo vi. Kirino empuñaba un cuchillo de cocina, apuntando con el directamente a su yugular.

Me dispuse a actuar, imaginándome lo peor, pero antes de poder siquiera mover un dedo, el chico había lanzado con rabia el cuchillo al piso y posó su mirada en la puerta de la cocina, dirigiéndose a ella con la cara perdida.

Rápidamente me oculté esperando a que Kirino no me viera, pero estaba tan aturdido que ni notó mi presencia, realmente su apariencia era repugnante, se veía sudoroso, ni siquiera se había cambiado de ropa desde que salimos del hospital, sus coletas estaban hechas a medias y caminaba con los brazos haciendo peso hacia abajo.

Noté que se dirigía al patio, se sentó en una pared y simplemente comenzó a llorar.

Caminé a la cocina y comencé a hervir agua, en tanto el agua se calentaba, miraba afuera, vigilando a Kirino deseando que no hiciera nada más, pero tenía razón, simplemente estaba cabizbajo con lagrimas en sus ojos.

Con el agua ya lista, la serví en dos tazas que se encontraban en la despensa y preparé dos tazas de café.

Salí al patio y me senté junto a el, puse ambas tazas en el piso y simplemente le hice algo de cariño en su desordenado cabello para llamar su atención. Cuando me miró, tomé una de las tazas y se la ofrecí, el la tomó con las manos temblorosas, puede que no supiera el porque de mis acciones, pero simplemente siento que debo cuidar de este joven, es lo menos que puedo hacer por Kyouka.

—¿Por que...?—

Lo miré con atención, no esperaba que hablara, pero simplemente me mantuve atento a sus palabras mientras bebía un poco del café que había preparado.

—¿Por qué la vida es tan cruel?—

Sus palabras me rompieron el corazón, más de lo que ya estaba. El chico aún era joven, había cumplido 17 hace poco y por lo que sabía, Kirino ya había probado el sabor amargo de la vida en más de una ocasión, pero nada como esto...

—¿Por qué tenía que ser mamá...?—

Con mi mano libre acaricié su espalda, pensando muy bien mis palabras...

—Escucha, chico... No intentaré animarte con palabras vacías como "todo estará bien" o cosas de ese estilo... Realmente no va conmigo—

No dijo nada, por lo que hice una pausa antes de seguir con mis palabras.

—Kirino... Nadie puede juzgarte por llorar, tienes todo el derecho del mundo de sentirte decaído en este momento, yo también me siento así, tu madre era una de las personas que yo más quería, y saber esto, sencillamente no me deja pensar con claridad...—

El de cabellos rosados me miró con ojos vidriosos.

—Sin embargo, no debes pensar que estas solo... Ya no estás solo, y yo no estoy dispuesto a abandonarte en estos momentos ¿Me entiendes?—

...

—Todo lo que puedo hacer ahora mismo, es... ofrecerte mi hombro, para que llores en calma ¿Si?—

Kirino hizo caso a mis palabras y posó su temblorosa cabeza en mi hombro, dejando escapar todas y cada una de las lagrimas que representaban lo atormentada que estaba su cabeza.

—Ranmaru... Saldremos de esta—

Susurré mientras miraba a la luz de la luna.

—Kyouka, no abandonaré a tu hijo... Cuidaré de el como si fuera mio—

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