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𝟐


Todo sucedió en cuestión de segundos. Tan rápido como Lisa se bajó el pantalón, la ropa de Jennie comenzó a desaparecer de su cuerpo, arrancada con destreza por las manos firmes de Lisa. La habitación estaba bañada en el suave resplandor de las velas aromáticas que Jennie había colocado cuidadosamente, y la luz parpadeante acentuaba los brillos de deseo en los ojos de Lisa mientras exploraba cada centímetro del cuerpo de Jennie.

Aún sobre el gabinete, sentía que se derretía bajo el toque de Lisa. La pelinegra la tenía completamente a su merced, recorriendo su piel con las yemas de los dedos, los labios y los dientes. El contraste entre la calidez de sus caricias y la firmeza con la que la manejaba solo intensificaba el placer. Lisa se tomó su tiempo en cada rincón, deleitándose en descubrir la suavidad de su piel y los pequeños gemidos que escapaban de la boca de Jennie cada vez que sus manos y labios se aventuraban más lejos.

El momento alcanzó un nuevo nivel cuando Lisa llegó a los senos de Jennie. Con una mezcla de adoración y deseo salvaje, comenzó a besar, morder y arañar suavemente sus pezones. Jennie arqueó la espalda, incapaz de contener el gemido que se escapó de sus labios, un sonido que hizo que Lisa sonriera con satisfacción. Podía sentir cómo la respiración de Jennie se volvía más rápida, más entrecortada, y eso solo la incitaba a continuar.

"Preciosa, jodidamente preciosa", susurraba Lisa entre halagos mientras se dedicaba a adorar cada parte de su cuerpo. Su voz era un ronroneo grave que resonaba en el pecho de Jennie, haciendo que su piel se erizara. Lisa bajó lentamente, sus labios dejando un rastro de besos ardientes mientras sus manos se deslizaban por sus caderas, hasta llegar a la ropa interior de Jennie. Con un solo tirón decidido, Lisa la apartó, liberando finalmente lo que tanto había deseado.

Jennie estaba completamente expuesta ahora, vulnerable y encendida bajo el control de Lisa. Las palabras de Lisa seguían flotando en el aire, mezclándose con el crujir de las velas y la respiración agitada de ambas. Cada movimiento, cada mirada de Lisa, estaba cargado de promesas intensas. Jennie ya no sentía ni una pizca de vergüenza o inseguridad.

Lisa no perdió el tiempo en explorar más allá. Al abrir las piernas de Jennie, se tomó un momento para admirar la vista, deleitándose con lo mojado que estaba su coño. Jennie estaba completamente abierta para ella, vulnerable y ardiente. Lisa deslizó dos dedos con suavidad por los pliegues brillantes y húmedos, acariciando con precisión mientras observaba cómo el cuerpo de Jennie temblaba bajo su toque.

Levantó la vista y la miró intensamente, disfrutando del poder que tenía sobre ella en ese momento. "¿Todo esto es por mí?", preguntó, con una voz suave pero cargada de lujuria.

Jennie gimió ante el roce y respondió con un beso lleno de urgencia, como si sus labios estuvieran hambrientos por más. "Deja de jugar", exigió, su tono a medio camino entre un ruego y una orden. Pero Lisa solo dejó escapar un sonido satisfecho, una especie de "hmmm" bajo que vibraba en el aire. Le encantaba llevar a Jennie al límite, disfrutar de cada segundo de su desesperación.

Jennie, sin poder esperar más, le quitó la camiseta a Lisa y cualquier prenda que quedara, revelando su cuerpo esculpido. A pesar de su tono atlético y musculoso, el cuerpo de Lisa tenía una suavidad en los lugares justos, una combinación perfecta entre fuerza y delicadeza. Jennie se tomó un segundo para recorrerla con la mirada, deseando cada centímetro de ella.

Lisa, sin perder la concentración, desgarró uno de los condones con rapidez y lo deslizó con destreza sobre su erección, haciendo que Jennie observara el proceso con expectación. Sabía que tenía que preparar a Jennie un poco más, así que sus dedos volvieron a la acción, deslizándose lentamente dentro de su coño. Comenzó con dos dedos, pero pronto agregó un tercero, ampliando el espacio, metiendo y sacando con movimientos precisos y calculados. Jennie gemía y se retorcía bajo su toque, sintiendo cada pequeño movimiento intensamente.

"Si así se sienten mis dedos," murmuró Lisa mientras aumentaba la presión dentro de ella, "no quiero imaginar cuando esté dentro de ti."

Jennie, casi perdiendo la paciencia, le respondió con un tono suplicante: "Puede ser justo ahora, no tienes que esperar mucho."

Lisa, sin embargo, mantenía su autocontrol. "Te puedo lastimar," advirtió, insertando un tercer dedo y sintiendo la tensión en el cuerpo de Jennie.

Jennie, con la respiración entrecortada y la voz entrecortada, respondió sin dudarlo: "Cabe, te lo aseguro." Sus palabras eran más que un deseo; eran una necesidad desesperada.

Lisa no necesitó más estímulos. Con una mano firme, sostuvo su erección y, con la precisión de alguien que sabía exactamente lo que hacía, la alineó con la entrada de Jennie. Su cuerpo temblaba de anticipación, y el calor que irradiaba desde el centro de Jennie la atrajo como un imán. Sin embargo, a pesar del deseo palpable en el ambiente, Lisa mantuvo la calma, sin quitarle los ojos de encima. Estaba pendiente de cualquier cambio en la expresión de Jennie, buscando asegurarse de que no hubiese ningún indicio de incomodidad.

"Si sientes incomodidad, debes decirme," repitió Lisa, con una voz sorprendentemente tierna, dada la tensión del momento. Jennie solo asintió con una mezcla de ansiedad y necesidad. Estaba más que lista para recibirla, para sentir cómo todo lo que habían fantaseado finalmente se hacía realidad.

El primer contacto fue lento, casi torturante. Lisa comenzó a empujar, enterrándose centímetro a centímetro en el calor de Jennie. Cada nuevo avance hacía que los músculos internos de Jennie se adaptaran a la invasión, estirándose para acomodar el grosor que Lisa ofrecía. El aire en la habitación parecía cargado de electricidad; Jennie sintió cada pulgada con una intensidad arrolladora, su cuerpo vibrando con una mezcla de placer y expectativa que superaba todas sus fantasías.

El ritmo de la respiración de Jennie se volvió errático. Colgó sus manos alrededor del cuello de Lisa, sus uñas se hundieron en su espalda mientras buscaba algún punto de apoyo. Necesitaba algo a lo que aferrarse mientras su cuerpo se perdía en el placer. Las uñas dejaban pequeñas marcas rojas en la piel de Lisa, pero eso solo la incitaba a continuar. El sonido de la piel chocando, mezclado con los gemidos de Jennie, creaba una melodía intensa en el espacio confinado.

Era un placer animal, crudo, que no podía ser frenado ni ralentizado. Jennie sentía que la mente se le nublaba, que todo lo que importaba era el movimiento rítmico y profundo que Lisa ejecutaba. Cada vez llegaba más hondo, tocando lugares que hacían que Jennie se arquease de puro placer, con su boca entreabierta dejando escapar suspiros entrecortados. Estaba completamente a merced de Lisa, su cuerpo reaccionando instintivamente, buscando más de ese contacto que la hacía sentirse viva y perdida al mismo tiempo.

"Joder, te sientes increíble," murmuró Lisa con la voz cargada de deseo, su tono bajo y ronco, como si el placer estuviera apoderándose de cada parte de ella también. "Eres tan ajustada, tan perfecta..."

Cuando Jennie finalmente se ajustó por completo a la invasión inicial, dejando atrás cualquier rastro de incomodidad, Lisa no perdió tiempo en cambiar el ritmo. Ahora, con la certeza de que Jennie estaba lista para recibir todo lo que tenía para darle, comenzó a embestir con una fuerza y velocidad que transformaron la intensidad del momento en algo salvajemente erótico. Los movimientos de Lisa eran precisos, duros y decididos, buscando llevar a Jennie al límite una y otra vez.

Estaba totalmente envuelta en la pasión, no podía hacer mucho más que aferrarse a Lisa con toda su fuerza. Sus brazos estaban alrededor del cuello de la chica, sus uñas clavándose en su piel mientras intentaba mantener algún tipo de control, aunque todo a su alrededor parecía desvanecerse. No había forma de acostar su torso o encontrar un apoyo sólido; dependía por completo del equilibrio y la fuerza de Lisa, quien la sostenía con facilidad mientras machacaba su coño con una intensidad implacable.

Cada embestida hacía que el cuerpo de Jennie se estremeciera. Sentía cómo las olas de placer la invadían, una tras otra, incapaz de encontrar respiro entre cada golpe. Su respiración se convirtió en jadeos cortos y rápidos, mezclados con gemidos agudos que resonaban en la habitación. Estaba completamente expuesta, con su cuerpo sometido al ritmo implacable de Lisa. La sensación era abrumadora: una mezcla de placer explosivo y la necesidad de más.

Lisa, con los ojos fijos en Jennie, sonreía con esa mezcla de satisfacción y lujuria que solo surge al ver cómo alguien se desmorona bajo tu toque. Sus manos se afianzaron en las caderas de Jennie, guiando sus movimientos para maximizar el impacto de cada embestida. "Aguanta, preciosa," gruñó Lisa, con la voz ronca y profunda, como si el esfuerzo la estuviera consumiendo también. "Vas a volverte loca para mí."

Jennie solo pudo soltar un gemido entrecortado, su mente nublada por el placer que la dominaba por completo. Cada embestida era un choque eléctrico de sensaciones que recorría su cuerpo desde la punta de los pies hasta la cabeza. Sentía que la intensidad la desbordaba, que su cuerpo estaba al borde de romperse, pero todo lo que quería era más.

El ambiente en la habitación era sofocante, lleno de la mezcla del aroma de las velas, el sudor y la esencia del sexo. Lisa no disminuía la velocidad, sino que la aumentaba, como si cada vez que Jennie llegaba a un límite, ella supiera exactamente cómo empujarla más allá.

Finalmente, Jennie soltó un grito ahogado, sintiendo cómo un intenso orgasmo comenzaba a construir dentro de ella, mientras su cuerpo respondía con espasmos incontrolables. Sabía que no duraría mucho más en esa vorágine de sensaciones, pero en ese momento, todo lo que importaba era que Lisa la llevara más lejos, más profundo, hasta que no quedara nada más que el placer crudo y absoluto.

Estaba completamente sumergida en el placer, sus embestidas volviéndose más erráticas y desesperadas a medida que se acercaba al clímax. Su control, normalmente tan firme y dominante, comenzaba a desmoronarse. El ritmo salvaje con el que había estado poseyendo a Jennie se tornó frenético, cargado de una necesidad incontrolable. Con cada movimiento, sentía cómo la tensión en su propio cuerpo se acumulaba rápidamente, arrastrándola hacia un punto de no retorno.

Cuando finalmente alcanzó el punto máximo, Lisa dejó escapar un gemido ronco y profundo, lleno de alivio. El sonido vibró en la pequeña habitación, un eco que quedó grabado en la mente de Jennie. Fue un gemido que la atravesó, haciéndola temblar al sentir la intensidad de lo que Lisa estaba experimentando. Jadeando y con el cuerpo aun estremeciéndose por su propio orgasmo, abrió los ojos para mirar a Lisa en ese momento de vulnerabilidad pura.

Lo que vio la dejó sin aliento. Lisa estaba completamente deshecha, su rostro descompuesto en una expresión de hipnosis absoluto. Sus ojos, usualmente penetrantes y controladores, estaban entrecerrados mientras su boca se abría en un gemido ahogado. La forma en que su cuerpo se tensaba, cada músculo marcado mientras sostenía a Jennie con firmeza, hacía que la imagen fuera aún más poderosa. Era el rostro de alguien que había perdido toda la compostura.

Apretó las manos alrededor de la cintura de Jennie, casi como si intentara anclarse mientras las olas del orgasmo la recorrían de arriba abajo. El temblor que sacudía su cuerpo, la forma en que sus caderas se movían instintivamente, solo intensificaba el placer que ambas estaban compartiendo. Jennie podía sentir cada pulsación dentro de ella, sintiendo cómo Lisa se derramaba mientras sus gemidos profundos se mezclaban con los suyos.

Por un momento, parecía que todo el mundo se detenía. La sensación de conexión era tan intensa que parecía tangible, como si el aire entre ellas estuviera cargado de una electricidad que no podía ser ignorada. Lisa se inclinó ligeramente, doblegándose sobre el cuerpo de Jennie, sin soltarla ni por un segundo. Su respiración era pesada y entrecortada, pero sus ojos finalmente se abrieron, encontrando los de Jennie con una mirada que estaba llena de algo más que simple satisfacción.

La sonrisa que Lisa le dedicó entonces fue un contraste a la intensidad de lo vivido. Era suave, casi tierna, como si por un segundo la dureza hubiera desaparecido, dejando solo a una mujer que acababa de compartir algo profundamente íntimo. Sin decir una palabra, Lisa bajó un poco la cabeza, descansando su frente en la de Jennie, ambas recuperando el aliento en un silencio cargado de sensaciones compartidas.

Ese gemido, la expresión en el rostro de Lisa, la forma en que se entregó por completo a ese momento, era algo que Jennie sabía que jamás olvidaría.

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