2: ¿Cómo pudiste hacerme esto?
Capítulo 2
«¿Cómo pudiste hacerme esto?»
Justin siguió mirando su telefono mientras rogaba por dentro que su madre no lo atendiera. Siempre había detestado las tormentas de verano que solían azotar a Tennessee durante semanas, cortando tanto la luz como los servicios básicos, pero en ese momento deseaba más que nada que una tormenta estuviera castigando con fuerza su hogar.
— ¿Sabes algo, E?— Dijo acariciando suavemente la cabeza de su perrita.— Solo es mamá, no tendría que darme miedo hablar con ella y...
— ¿Hola?— La voz de Lily Bieber hizo que Justin se sobresaltara cayendo de culo al suelo.— ¿Justin? ¿Eres tú, bebé?
Justin tragó saliva mientras volvía a subirse a su cama, demonios... Lily Bieber era la mujer más amable y tierna que existia en el mundo. ¡No podía tenerle miedo!
— ¿H-hola, mami?
Lily suspiró finalmente luego de escuchar la voz de su hijo, había estado en completo desacuerdo con que él fuera solo a un estado completamente distinto... ¿Que iba a hacer ella si algo le pasaba a su unico hijo? Ya había perdido ese año a su marido, no estaba dispuesta a perder a alguien más de su familia.
Justin llevó una mano a su cabello despeinandolo con fuerza, tenía que decirle la verdad a su madre; que el viaje a Carolina del Norte había sido un fracaso, que él no servía para hablar con la gente, y que por supuesto, no tenía el dinero que necesitaba para salvar a la granja de su familia.
Por otro lado, en la otra punta de la ciudad, cientos de personas corrían de arriba a abajo preparando los ultimos preparativos de lo que la Revista Vogue, consideraba la boda del año. No todos los días la heredera de una de las cadenas hoteleras más grandes del país se casaba con un empresario millonario.
— Tenemos todo listo.— Dijo Riley entrando a la habitación en la que se encontraba su hermana.— Solo falta que brilles, como siempre lo has hecho.
Phoenix no pasó por alto el tono de voz con el que Riley le estaba hablando, lleno de resentimiento y malestar, conocía a su hermanita menor mejor que nadie y sabía cuando había algo no estaba bien.
— Riley... ¿Qué está mal?
La rubia al escuchar eso automáticamente negó con rapidez. Phoenix no podía enterarse de nada, absolutamente nada de lo que estaba sucediendo.
— No tienes que preocuparte de nada. — Riley le dio a su hermana la sonrisa más falsa que pudo hacer. — Simplemente relájate y pon una bella sonrisa en tu rostro, en unas pocas horas serás oficialmente la señora Phoenix Graves.
Ella asintió lentamente tratando de creerle a Riley, pero seguía habiendo algo ahí que no la convencía del todo. Tal vez era lo que su hermana acababa de decirle, dentro de unas horas sería oficialmente la señora Phoenix Graves y jamás en todo ese tiempo se había parado a pensar en lo mal que sonaba su nombre junto al apellido de su futuro marido.
— ¿Por qué te ves tan estresada? — Dylan, su hermano menor, se sentó su lado. — Vamos, sé que generalmente la novia siempre está estresada unas horas antes de casarse, pero te conozco y sé que hay algo más...
La rubia se giró mirando fijamente a su hermanito, podía tener solo 17 años pero era la persona más cercana que ella tenía, incluso más cercana que Riley...
— Oye Dy... ¿Puedo contarte algo? — El chico asintió acercándose aún más a Phoenix, su hermana era su mejor amiga y quería ayudarla en todo lo que pudiera el día de su boda, incluso aunque su futuro marido sea el idiota de Reed Graves. — En estos días Riley ha estado actuando más extraño que de costumbre, no sé que le sucede pero espero que no sea nada malo. Es decir, la escuche hablando sobre algo con Anna hace unos días, pero cuando entré a la habitación ellas se callaron, ¿tú sabes algo que yo no?
Dylan hizo una mueca al escuchar el nombre de Anna, su madre. Ella y Phoenix no tenían una buena relación, nunca la habían tenido, por eso no quería imaginarse que era lo que su progenitora y su hermana habían estado hablando a escondidas de su otra hermana.
— No lo sé, pero si llego a enterarme de algo te lo diré.
— ¿Lo prometes? — Phoenix estiró su meñique hacía Dylan mirándolo suplicante.
— Lo prometo. — Dijo él uniendo sus dedos.
Soy un idiota — pensó Dylan mientras se alejaba de la habitación en la que su hermana mayor se estaba preparando para su casamiento, la culpa que sentía estaba a punto de asfixiarlo. Phoenix iba a casarse con un hombre que no la ama. Ella merecía saber quién era él, Phoenix merecía saber la clase de embustero que era Reed, pero Dylan no estaba preparado para pinchar la burbuja de felicidad de su hermana.
Al ver a su hermano menor dejar finalmente la habitación Riley suspiró con alivio, Phoenix todavía no había gritado ni armado un escándalo, así que suponía que Dylan no le había contado nada aún.
Ella sabía que las cosas estaban mal, por supuesto. Lo supo desde el momento en el que Reed Graves la besó a la salida de un bar hace tres años atrás. Lo supo desde que dos semanas después lo vió entrar a su mansión coqueteándole a su hermana mayor. Lo supo desde que ambos acordaron mantener una relación a escondidas de Phoenix, quien jamás se imaginaría que las dos personas más importantes de su vida la traicionarían así. Y por supuesto, lo supo cuando tuvo sexo con Reed cuatro horas después que él le propusiera matrimonio a su hermana.
Anna entró a la habitación del hotel bebiendo una copa de champagne, deseando estar haciendo cualquier cosa, menos ver como su hijastra se preparaba para casarse con el hombre que su primogénita amaba.
— Ella todavía no lo sabe. — Susurró Riley, su hija, a su lado.
— ¿Piensas decírselo?
Riley negó con la cabeza. Su relación con su hermana no había sido siempre la mejor, pero no podía arruinar el día más feliz de su vida arrojándole esa bomba. Por más que ella misma estuviera sufriendo, no quería causarle más dolor a Phoenix.
— Tienes que decírselo antes que sea demasiado tarde, ¿O que estás esperando? ¿A que haya formado una familia con Reed y tengan 2 hijos? ¿O a que termines embarazada y le digas a Phoenix "oye hermana, ¿sabes qué? estoy embarazada de tu marido, ¡sorpresa!"?
Riley suspiró, su madre tenía razón, tenía que aclarar todo esto antes que sea demasiado tarde. Por eso, se miró una vez más en el espejo retocándose su labial antes de ir a enfrentar a su hermana, finalmente todos esos años de mentiras iban a llegar a su fin.
— Oye Phoenix, ¿Crees que podamos hablar?
Phoenix se giró observando a su hermana y esta se quedó sin habla. Mierda, su hermana se veía hermosa. Las asistentes que su padre había contratado estaban terminado de colocarle el velo blanco en la cabeza y solo faltaba que se pusiera sus tacones para estar lista para caminar hacia el altar. Su cabello rubio estaba pulcramente recogido sobre su cabeza y su vestido caía con gracia por todo su cuerpo. Pero lo que hacía que se viera más hermosa era su sonrisa y el brillo en sus ojos que la delataba como la mujer más feliz del mundo.
— ¿Que sucede Riley? — Phoenix frunció el ceño al ver a su hermanita menor al borde de las lágrimas. — ¿Te encuentras bien? ¿Alguien te hizo algo?
Riley limpió con su mano las lágrimas que amenazaban con salir de su rostro. Su hermana era la persona más increíble que conocía, no podía hacerle eso.
— No es nada. — Dijo Riley fingiendo una sonrisa. — Es solo que te ves hermosa, Reed es un hombre con mucha suerte.
La chica sonrió antes de abrazar a su hermana con fuerza, quería mucho a Riley y estaba más que feliz con que ella fuera su dama de honor. Ese día era perfecto, iba a casarse con el amor de su vida, tenía a toda su familia y sus amigos a su lado, la decoración era hermosa, simplemente no podía pedir más.
— ¡Llegó la limusina! — exclamó una de las asistentes completamente emocionada.
La novia sonrió y besó la mejilla de su hermanita antes de colocarse los zapatos y partir hacia el auto que la esperaba para llevarla a la iglesia. Riley buscó su bolso dispuesta a acompañarla hasta que su madre la tomó del hombro con fuerza.
— No se lo dijiste, ¿cierto?
Ella esquivó la mirada de decepción de su madre y se subió al auto, dispuesta a fingir felicidad por la relación de su hermana una vez más, tal cual como lo llevaba haciendo los últimos tres años.
Phoenix se movió impaciente de un lado a otro del pequeño vestíbulo de la iglesia, su padre estaba arreglando unos pequeños desperfectos relacionados al sonido y desde dónde ella estaba podía ver a su hermano y a su madrastra sentados entre el público. La gran iglesia en la que se iba a celebrar la ceremonia se encontraba repleta, había familiares y amigos de ambos novios, socios de negocios de Reed, e incluso algunos reporteros dispuestos a hacer la cobertura de una de las bodas más importantes del año. Pero a pesar de que Phoenix estaba espiando todo desde una pequeña abertura de la puerta principal, no veía a su prometido en ningún lado.
Justo cuando los nervios habían comenzado a calar en su cuerpo, logró alcanzar ver a Reed caminando hacía ella con su elegancia típica. Phoenix quiso esconderse para que él no viera su vestido de novia, se suponía que tenían que verse recién cuando ella entrara caminando hacia el altar, pero nada de su relación con Reed había sido tradicional, así que lo dejó pasar.
— Hola cariño, te ves increíble.
Ella se acercó para besar los labios de su futuro marido pero él simplemente corrió su rostro, haciendo que Phoenix besara su mejilla.
— ¿Está todo bien? — La rubia frunció el ceño al ver la mirada de estrés de él. — ¿Sucede algo, cariño?
— Si. — Reed dejó de tirarse las puntas de su cabello para mirarla a los ojos. — Sucede que tienes que dejar de llamarme "cariño"
Phoenix lo miró aún más confundida sin saber a qué se refería él, ¿Acaso esta era una mala broma de Reed?
— No sé a que te refieres Reed, siempre te dije cariño, ¿Ahora te molesta?
— Siempre me molesto, siempre me molestó eso y tu empalagoso romance. — Reed la miró furioso. — Siempre me molestó que te hubieras enamorado de mi tan rápido, que hayas aceptado ser mi novia con tanta velocidad y más descabellado aún, que hayas aceptado ser mi esposa.
Phoenix sintió como las lágrimas comenzaron a amontonarse en sus ojos luego de oír eso, ¿Por qué Reed estaba diciéndole todo eso? ¿Y justo en el día de su boda? ¿Por qué estaba partiéndole el corazón luego de que durante años le había dicho cada día cuanto la amaba?
—Mira, no entiendo si esta es una mala broma tuya o qué, pero ya no es gracioso Reed.
— Y no tenía que ser gracioso, se supone que Riley tuvo que haberte dicho esto hace mucho tiempo atrás, todavía no entiendo como es que se tardó tanto, nada de esto tendría que estar sucediendo.
Las lágrimas continuaban cayendo sin cesar por las mejillas de Phoenix, ese se suponía que tenía que ser el día más feliz de su vida, ¿entonces por que sentía como si la estuvieran apuñalando por dentro?
— ¿Por qué me dices todo esto Reed?
El hombre suspiró.
— Porque es tiempo que te des cuenta Phoenix, no te amo, jamás lo hice. Follé con Riley una semana antes de conocerte y follé con ella dos días atrás, en mi despedida de soltero. Se supone que ella debía decirte todo esto pero veo que no fue capaz, ni siquiera sirve para decirle a su hermana que se ha estado acostando con su prometido enfrente de sus narices por tres años. Es una puta inservible.
Phoenix cerró los ojos sintiendo como el aire comenzaba a faltarle, a lo lejos escuchó el ruido de la lluvia golpeando contra el piso, como si ella y el cielo fueran uno mismo, llorando por un corazón partido.
— No hables de mi hermana así.
Reed bufó expulsado el humo del cigarrillo que estaba fumando.
— ¿Acaso has escuchado algo de lo que te dije? Porque acabo de decirte que tu hermana me follaba y tu lo único que haces es preocuparte porque acabo de decirle que es una pu...
El pelirrojo se quedó el completo silencio luego de que la mano de su prometida impactara con fuerza en su mejilla. Mierda, podía jurar que sentía sangre dentro de su boca. Subió la mirada y se encontró con los ojos marrones de Phoenix mirándolo con furia.
— Te dije que no hables de mi hermana así, como si ella fuera la única culpable, cuando es obvio que tu no fuiste una víctima. Dios...—Dijo haciendo una mueca de desagrado.— Te aborrezco tanto.
Phoenix se dio la media vuelta e ingresó caminando por el largo pasillo de la iglesia. El público la miró sorprendido al ver como el rostro de la novia estaba cubierto por su maquillaje corrido y por una furia indescriptible.
— ¿Cómo pudiste hacerme esto? — Murmuró cuando estuvo frente a Riley, quien miraba hacia abajo esquivando su mirada. — Eres mi hermana, ¿cómo pudiste hacerme esto?
— Phoenix...
— ¡No! — Exclamó interrumpiéndola. — Siempre supiste que yo lo amaba, ¿como pudiste hacerlo, Riley?
— Lo hice porque yo también lo amo. — Dijo Riley finalmente viéndola a los ojos. — Lo amo más de lo que tú alguna vez podrás hacerlo, ¿Y quieres que te diga una cosa hermanita? a diferencia de ti, él me ama.
La iglesia se quedó en silencio luego de que Phoenix abofeteara a Riley en la mejilla, mientras las lágrimas caían libremente por todo su rostro. Pero jamás se esperó que Anna, su madrastra, la tomaría del brazo y la empujaría lejos de Riley.
— No toques a mi hija, mocosa estúpida. — Dijo mirándola con asco. — No es culpa de ella que tu prometido nunca te hubiera amado.
Phoenix la miró sorprendida mientras se alejaba de ahí.
— ¿Acaso tú lo sabías? — Preguntó sin creer nada de lo que estaba presenciando. Su madrastra asintió sin ninguna pizca de lástima. — ¡Genial! ¿Alguien más lo sabía? ¿O yo era la única que no sabía que mi propio prometido me estuvo metiendo los cuernos durante tres años?
Varias personas presentes en la iglesia apartaron la mirada o incluso se dieron la vuelta. Phoenix no podía creer lo que estaba presenciando; Nyssa, sus amigas de la preparatoria, sus primos, socios de Reed, todos parecían estar al tanto de las infidelidades de él. Pero lo que más la lastimó fue ver la mirada de dolor en los ojos de un hombre, Dylan... su hermanito menor, su mejor amigo.
Los gritos se hicieron presentes en el lugar cuando Phoenix, quién lloraba desconsoladamente, decidió correr de esa iglesia que estaba a punto de asfixiarla. Ni siquiera le importó que su vestido de miles de dólares estaba embarrándose mientras ella corría debajo de la lluvia. Ni siquiera le importó no saber en dónde estaba luego de haber corrido por lo que parecían horas. Y muchísimo menos le importó la mirada de curiosidad que los pocos individuos que habían decidido aventurarse por debajo de la tormenta le daban.
Caminó sin sentido alguno por lo que parecieron horas, hasta que sus pies no aguantaron más y tuvo que sacarse sus tacones. Los arrojó a un costado de la carretera mientras caminaba lentamente por ahí, sin rumbo alguno. Dejó que la lluvia torrencial limpiara todo el maquillaje corrido de su rostro y que hiciera estragos en su vestimenta.
Dejó que sus pensamientos tomaran cualquier camino justo como ella lo estaba haciendo en ese momento, hasta que escuchó el ruido de varias bocinas de autos y una camioneta roja frenó con fuerza delante de ella. En ese momento se dió cuenta que se había desviado del costado de la carretera y ahora estaba parada en el medio de esa gran autopista. De repente, vió como alguien se bajó del automóvil visiblemente frustrado.
— ¡Que demonios haces en la mitad del camino!
El hombre camino unos metros hasta estar frente a ella y ahí pudo verlo con claridad.
— ¿Tú? — ¡Era él! ¡Era aquel chico con el que Riley había estado coqueteando en el hotel de su padre!
— ¿Phoenix?
❤️ ❤️ ❤️
Quiero abrazar a Phoenix y meterla en una cajita de cristal.
¿Quién más se apunta para linchar a Reed?
¡Nos leemos en el siguiente capítulo!
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