07. Tabla
Por la noche, todos nos encontramos sentados alrededor de una fogata en la playa. Unas horas atrás, Elo nos pidió escribir en una hoja de papel todos los sentimientos negativos que teníamos por nuestros compañeros, y luego los quemo a todos en el fuego de la fogata.
Creí que todo había acabado, al menos hasta que Griff encontró uno de los papeles en la arena. Era el de Poppy, donde hablaba sobre Bodhi.
— "Bodhi se convirtió en oveja..." — el rubio empezó a leer y Poppy intentó arrebatarle la hoja —. "Solo hace lo que Wren le dice, es como si se pegara a cualquiera que pueda ayudarla como surfista."
La chica finalmente le quitó el papel, demasiado tarde, porque el ambiente ya se había vuelto tenso.
— No es culpa de Poppy, nadie debía ver eso — Summer defendió a su amiga.
— Ya es tarde — murmuró Bodhi, dolida.
— ¿Que? ¿Tu no escribiste nada malo sobre nadie más? — cuestionó Poppy.
— Escribí que siempre presumes, y te metes con diferentes chicos en secreto sin importar lo que sientan los demás. Eres arrogante.
Mierda. Cubrí mi boca con una mano, sorprendida por la hostilidad en aquellas palabras.
— Yo creo que nos vamos a dormir, chicos — Summer se interpuso, intentando detenerlas.
— No — negó Wren —. No es justo que Poppy y Bodhi sean las únicas. Yo creo que todos debemos escuchar lo nuestro.
— No es una buena idea — rechace automáticamente.
— Mira, no me molesta escuchar lo que tu podrías haber escrito sobre mi. Ni siquiera lo que Summer haya escrito, prácticamente es un ensayo — nos señaló.
Fruncí el ceño notablemente. ¿Porque escribiría sobre Wren?
— No puede ser. No escribí sobre ti — Summer meneo la cabeza con frustración. Wren cuestionó sobre quién escribió y la respuesta de la chica sorprendió a todos —. Sobre Ari. ¿Quieres escucharlo?
— Pues, no tienes vergüenza, ¿o si? — Wren se burló.
Summer la ignoro y se acercó a Ari.
— Bien. Escribí que no tienes agallas, estas tan ocupado fingiendo que todo está bien que desapareces bajo la sombra de tu novia. Estás desesperado por evitar el conflicto e irte por lo seguro, pero la vida no es así, Ari. Y tu ya deberías saberlo — le grito sus verdades en la cara.
— Creo que esto es suficiente — susurre, poniéndome de pie —. Vamos a dormir.
— Aguarda, Merlia, tengo curiosidad — la voz de Wren me detuvo —. ¿Que escribiste tu?
— ¿Interesa? — pregunté, la rubia se encogió de hombros. Solté un suspiro antes de hablar —. ¿Quieres escuchar que escribí sobre ti? Porque eso no va a suceder, lamento decepcionarte, pero eres mi mejor amiga.
Solo decía la verdad, en la hoja escribí algo pequeño dedicado a Summer, pero en realidad hablé de mi. Sobre cómo la llegada de la nueva chica me había alterado, consiguió que dudara de mi misma más de una vez. Pero por supuesto que ese era un problema en mi mente, porque Summer no hizo nada intencionalmente para herirme.
— Yo escribí sobre ti — admitió, viéndose herida —. Lo siento, pero sabes que tenemos diferencias. Ambas no podemos ser las mejores.
Comencé a caminar lejos de ahí, cabizbaja. Sin poder creer las palabras provenientes de Wren. Tal vez, aunque intentara ignorarlo, siempre hubo una pequeña rivalidad entre nosotras cuando se trataba del surf. Aunque de pequeñas prometimos que nunca sería así.
Mi carpa se sacudió curiosamente, antes de que una voz se oyera desde el otro lado.
— Soy Bax, te esperare afuera.
Fue lo único que dijo antes de desaparecer.
Salí de la carpa con cuidado de no hacer ruidos para alertar a los demás, pero mi plan falló en cuanto la carpa se derrumbó, como ya había sucedido varias veces.
Decidí ignorarla por el momento y camine unos pasos para hallar a Baxter. El chico se hizo ver de repente, saliendo detrás de unos arbustos, cargando con una tabla asombrosa.
Espere que se acercara a mi, y en cuanto sonrió, lo imité.
— ¿Que haces aquí? — cuestione.
— Te dije que volvería — alzó un hombro, como si estuviera diciendo una obviedad.
— No creí que de verdad lo hicieras — admití.
— Bueno, estoy aquí, ya puedes creerlo — sostuvo con firmeza la tabla a su costado y la señaló —. Te traje un regalo.
Me paralice al escuchar aquello. Observé la tabla, era una recién terminada de color rojo, con un brillo increíble y unos detalles en negro asombrosos.
Estaba al tanto de que Baxter era un moldeador aprendiz en Queensland, pero no sabía que continuaba haciendo aquello en Shorehaven.
Nunca imaginé que haría algo así para mi.
— ¿Porque? — conseguí musitar.
— Porque la necesitas — aguardo un segundo —, y porque te quiero.
Aparte la vista de la tabla para llevarla hacia el. Esas palabras jamás habían salido de sus labios, ¿porque lo hacían ahora? ¿Buscaba alterarme? ¿Confundirme? Porque si era eso, lo estaba consiguiendo.
— Es demasiado.
— Lia, no puedo permitir que compitas en las nacionales con esa tabla vieja, es imposible y lo sabes. Podrías tener cualquier accidente — dio un paso en mi dirección, trayendo la tabla consigo —. Por favor acéptala, es para ti.
— No puedo, Baxter, solo imagino la cantidad de tiempo y dinero que...
— No me interesa nada de eso — negó con la cabeza mientras despeinaba su cabello, luciendo afligido —. ¿Porque no lo entiendes? Todo esto lo hago únicamente por ti, porque siento cosas que ya no consigo ignorar.
Mordí mi labio inferior cuando lo sentí temblar.
No supe que decir. Baxter estaba declarándose frente a mi y no sabía que decirle. Pero lo cierto era que no tenía claros mis sentimientos, y no podía darle una respuesta en ese preciso instante.
>> No tienes que decir nada — pareció leer mis pensamientos —. Solo acepta el regalo.
Clavo la tabla en la arena antes de voltearse para alejarse de mi, lo detuve en un movimiento y cuando divise sus ojos cristalizados, me sentí inmensamente culpable por no poder corresponder a sus sentimientos en ese momento.
Lo atraje en un abrazo, Bax se aferró fuertemente a mi cintura mientras yo lo rodeaba por el cuello, dejé un suave beso en esa zona cuando lo escuché suspirar.
— Quédate conmigo esta noche — ofrecí, esperando que su respuesta fuera afirmativa.
— Lia...
— Es lo que quiero, no lo dudes.
No me refería a mi propuesta, sino a su declaración, y él pareció comprenderlo. Porque que no le diera una respuesta en ese momento no quería decir que no sintiera nada, solo me hacía falta comprenderlo.
Lo guié hasta mi lugar, Baxter dejo la tabla en un costado y se encargó de volver a armar la carpa, en menos de cinco minutos lo consiguió.
Iba a decir algo cuando la carpa de Summer se abrió, dejando salir a Ari Gibson. El rubio nos dedicó una mirada de susto, antes de huir a su propia carpa.
Baxter y yo nos observamos sorprendidos. ¿Ari era capaz de engañar a Wren tan descaradamente? Sacudí la cabeza, eliminando esa idea hasta poder confirmarlo. Mañana hablaríamos con Ari.
Entramos a la carpa y nos recostamos dentro del espacio reducido. Era lo suficiente pequeño como para vernos obligados a acercarnos al otro. Al parecer eso no fue un problema para Baxter, ya que no tardo en aferrarse a mi costado, descansando su rostro en mi cuello.
— La tabla es hermosa, Bax.
— Entonces acéptala.
Sentía su constante respiración en mi cuello, sacándome pequeñas cosquillas que me hicieron sonreír.
— Lo haré. Voy a utilizarla — acepte finalmente.
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