Capítulo 14
Los mellizos se paralizaron al oír la voz de su padre. Ori rapidamente dejó los papeles en la mesa y se dio vuelta, sonriendo de manera nerviosa.
"Vater... Was für eine Überraschung, dich hier zu sehen- (Que sorpresa verte por aquí-)"
"Kannst du mir sagen, was du mit deinem Bruder gelesen hast? (¿Me puedes dar lo que estabas leyendo con tu hermano?)" pidió Reich, estirando su mano para que en esta pusieran los papeles.
"Es war Ales Idee! (¡Fue idea de Ale!)" exclamó Ori, mientras señalaba a su hermano, después de darle a su padre los papeles.
"Lügner! (¡Mentirosa!)"
"Es ist mir egal, wessen Idee es war. Diese Papiere sollen verbrannt worden sein (No me importa de quién fue la idea. Estos papeles deberian estar quemados)"
[...]
"¿Ustedes saben por qué Hi-" empezó a decir Baires pero fue interrumpido por CABA
"¡Baires! ¡Estamos con alguien sensible a esos temas, ubicate un poco!" le regañó la ciudad autónoma, frunciendo el ceño.
Argentina miró a Baires con una cara seria. Mientras tanto, la cordobesa se tapaba para la boca para disimular su risa.
"Dobi, no te rias" regañó la república a la cordobesa. Luego le dirigió su mirada a Polonia mientras ponía su mano en frente de la vergüenza "Por favor perdonalo. Es así de pelotudo siempre"
"Está bien, no hay problema.."
"Si nos disculpan, iré con Baires a hablar sobre... ciertas cosas" la ciudad autónoma se levantó de la cama y agarró al porteño del brazo para luego llevarselo a otro lado. Luego, se escuchó un «¡La concha de la lora, porteño pelotudo! Es la tercera vez que te tengo que retar por decir las boludeces que decís. Madurá un poco, pedazo de mogó-»
"Eu, CABA, vos tampoco te desubiqués"
"Bueno, perdón"
Córdoba se cubrió la boca para evitar reirse, pero para que no la volvieran a regañar se levantó de la mesa y se fue a su habitación con la excusa de que «tenía que empacar porque al día siguiente iba a regresar a su provincia.», dejando solas a las dos repúblicas.
Luego de un rato, Argentina quiso romper el silencio, que ya le estaba empezando a parecer incómodo.
"¿Y cómo has estado últimamente?" Preguntó, sonriendo ligeramente mientras dirigía su mirada hacia Polonia.
"Algo... rara..." respondió Polonia, quien tenía su cabeza apoyada en su mano.
"¿Rara? ¿Estás bien? ¿Te duele algo?"
"Me duele un poco la cabeza..." murmuró la polaca.
"¿Querés que te traiga algo, corazón?" Preguntó la argentina mientras se levantaba de la mesa.
"No es necesario, gracias"
"¿Segura? Vos sabes que si necesitas algo me podes decir, ¿verdad?"
"Ya lo sé, pero no es necesario que te preocupes" respondió la polaca ". Seguro es porque no he dormido bien últimamente, si... seguro es eso"
Polonia se levantó también de la mesa y fue hacia las escaleras, luego le comentó a la otra república que iría dormirse, y subió las escaleras al ver que la otra persona presente asentía.
Mientras subía las escaleras, la polaca miró por las paredes. Estas estaban decoradas con un papel tapiz de rosas, y en algunos lugares habían unos garabatos hechos por un niño, que ya tenían sus años debido a algunos pedazos borrados. Llegó a una habitación vacía después de unos segundos, una habitación de invitados. Tenía una pequeña cama blanca con algunos bordados del mismo color que el oro y una silla de madera con almohadillas rosa claro. El suelo era de unos mosaicos de color gris y las paredes eran de un color claro.
Poli se sentó en la cama y se quedó allí por unos minutos hasta que escuchó algo que la hizo sobresaltarse. Se dio vuelta y no vio a nada más ni a nada menos que a Córdoba apoyada en el marco de la puerta.
"¿Qué haces aqui?"
"La puerta estaba abierta y vos parecías como si estuvieras por dormirte sentada. ¿Puedo pasar?"
La polaca asintió y la provincia del interior entró y se sentó al lado de la república europea.
"¿Querés?" preguntó mientras le ofrecía a la polaca, que lo rechazó, un vaso de fernet con coca. Al ver eso, la cordobesa dijo algo y se fue.
Una vez sola, la polaca se recostó en la cama y se puso a pensar por un rato. Toda la situación de la mafia pasó muy rápido, pero eso era lo de menos, su mente no podía dejar de pensar en un momento en específico.
"Adiós mi querida polaca"
Ese momento rara vez se iba de la cabeza de la polaca, y cada que esa escena se repetía una y otra y otra vez, las mejillas de ella se tornaba de un color rosado. ¿Por qué estaba pensando en todo eso?
[...]
"Chicos, vayan arriba"
"¿Y eso por qué?"
"Solo háganme caso y váyanse de esta habitación"
Ori y Ale se fueron de la habitación unos segundos después al ver que no les quedaba de otra, la primera siendo agarrada del brazo y llevada a rastas por su hermano debido a que no quería irse, dejando a solas a Reich con la oficina
El nacionalsocialista sacó un encendedor de uno de los cajones de una archivera, se acercó a la chimenea y, con el encendedor prendido, prendió fuego el papel. Las hojas que se quemaban lentamente generaban un calor confortante. El alemán de cruz esvastica sacó de sus bolsillos algunos papeles; los dibujos hechos por sus hijos, que siempre le generaban un montón de nostalgia por solo verlos unos segundos.
Se quedó así, mirando a la nada, pensando en los cientos de recuerdos que tenía sobre la infancia de su dos niños. Una pequeña sonrisa nostálgica apareció en su cara, sonrisa que se quedó por un buen rato hasta que las llamas de la chimenea se apagaron ya que habían quemado todos los papeles que estaban allí. En ese momento, su teléfono sonó, sacándolo de su trance.
El nacionalsocialista iba a revisar su teléfono cuando escuchó a alguien llamándole.
"Vas a venir o no?"
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