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Mina sintió su corazoncito encogerse de miedo y latir muy fuerte en su pecho, hizo una mueca asustada y entonces se volteó para ver a una Nayeon dormida a su lado.

Se veía tan bonita que le daba pena despertarla pero no la suficiente como para no hacerlo.

- Nayeon - llamó acercándose a la niña coreana para llamar más fuerte - Nayeonnie - otra vez junto a una leve sacudida. Se le prendió un foquito y sonrió - Mi reina - sacudió más fuerte para poder despertarla, cosa que consiguió porque Nayeon ya la veía con esos ojitos adormilados.

- ¿Eh? - desorientada soltó - ¿Qué? - preguntó cuando Mina la veía tan cerca. Apretó los labios cuando recordó que tenían prohibido los besos por ahora.

- Nunca he dormido lejos de mis padres. Tengo miedo. ¿Me podrías abrazar? - ¿y cómo negarle algo a su reciente reina? Nayeon la miró un momento y asintió para rodear como pudo el cuerpo más pequeño de la japonesa.

Estaba por caer dormida otra vez al sentir esa calidez tan bonita.

- Mi reina - pero ese llamado la desorienta un poco y recordó que esa era ella, era la reina de Mina así que hizo un ruido - ¿Me das un besito?

Nayeon se exaltó y miró teniendo sus cejas fruncidos a Mina, pensando.

- Mamá me lo prohibió - confesó mientras volvía a abrazar el cuerpecito de la menor.

- Pero no está aquí - un buen punto.

Nayeon se acercó solo por un instante presionando sus labios con los de Mina para separarse y poner su límite como siempre.

- Ya. Buenas noches y duermete - no era pedido, era orden al parecer y Mina asintió obedientemente cerrando sus ojos.

Podría ser reina de Nayeon pero tenía más complejo de caballero ya que obedecía cualquier orden de su reina Im Nayeon

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