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No es secreto que a Tzuyu no le gusta convivir. Sus compañeros se comen los mocos mientras ella hacia lo pedido por la profesora siempre, nunca encontró un amigo "normal" o lo que ella considera normal.

En sus más deseados sueños, ella no necesitaba a nadie más que a su mami para estar bien en la vida, ni siquiera a su asquerosa hermana necesitaba.

Aunque cuando llegó a su salón y entró viendo como la clase ya había empezado simplemente no quiso entrar ¡esos niños se fijaran completamente en ella y eso no le gustaba!

Su madre la había dejado dentro de la institución pero no dentro del salón.

La profesora la vio y le sonrió, para Tzuyu era bastante espeluznante que siempre sonriera.

- Vamos entra, Tzuyu, no es como si fuera tu primer día - Tzuyu entró pero sólo porque no quería estar afuera, hacía mucha calor.

No dirigió la mirada a ninguno de esos niños y casi corrió a por algún asiento vacío.

Afortunadamente le tocó sentarse al lado con la única que le pediría ser su amiga si algún día quisiera una, Mina.

Esa niña era más normalita, aunque ahora parecen haber más alumnos nuevos, como la niña dientes de conejo que empujó por accidente y ahora entraba al salón como si nada.

- Eeh... ¿Cuál es tu nombre, pequeña? - Nayeon la miró de arriba abajo y siguió caminando hacia algún asiento, ignorando a la maestra.

La maestra carraspeó un poco y luego se dirigió alegremente a los niños.

Los padres de Nayeon hablaron con ella sobre la niña pero no creyó ser ignorada en el instante que la pequeña entró al salón.

Sería duro el año escolar para la joven maestra.

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