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『 Arataki Itto 』Pt. II


- Pedido hecho por: Original
- Advertencia: Segunda vez que escribo con este personaje.
- Relación: sí.
- Número de palabras: Está bien largo x2
- N/A:
• En esta mitad es donde pasa lo interesante ;p

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—¿De verdad vas a quedarte vigilando toda la noche?— Preguntaste sin creerlo, en el sentido de que sonaba cómo una mala idea. Sacudiendo la manta de tu futón y acomodándolo en el suelo es cómo al parecer te ahorrarías la necesidad de preparar el de invitados.

Itto asintió en silencio completamente concentrado en las personas que pasaban frente a la ventana, y entonces se sintió la persona más tonta del mundo.

—Así es— Dijo, inflando el pecho y enderezándose para ganar aún más altura. Incluso si no podías verlo su moral estaba más elevada que nunca, determinación y orgullo reflejados en su mirada carmesí.—. No tienes nada que preocuparte, duermo con los ojos abiertos, ¡quienquiera que pase por aquí será visto por mi!—

—Se llevaron hasta el dinero que dejaron mis padres para sobrevivir en su ausencia, ¿por qué otra cosa podrían volver?—

Itto dejó de espiar por la ventana y se giró hacia ti. Brazos cruzados y apoyando su peso en una sola pierna, la pose que esperarías de alguien que estaba por dar un regaño.

—Oye, sé que no soy la persona más confiable ni la más lista, pero si tengo algo de fiar es mi instinto— Sonaba extrañamente orgulloso de decir eso. Ladeaste la cabeza con confusión y curiosidad, ya arrodillado sobre tu futón y apenas a unos pasos de poder descansar con tranquilidad finalmente.—. Y créeme, conozco a ese tipo de sujetos. Si al menos llegan a pensar en la ocurrencia de que podrían volver sólo para raptarte y pedir rescate, lo harán.—

Dejaste caer la cabeza hacia atrás. Genuinamente afectado por su teoría.

—¿Por qué no lo hicieron entonces desde el principio?—

La única respuesta que obtuviste fue un gruñido a medias, no parecía dispuesto a ser directo contigo.

La gente adoraba abusar de quienes estaban en desventaja, incluso la más pequeña debilidad sería explotada y luego tendrían el cinismo de reírseles en la cara. La sangre le hervía al sólo pensar en ello, y que se tratara de una de las personas que le importaban era aún peor.

Un recuerdo amargo brotó burlescamente en su mente, en momentos así el pasado se sentía aún más lúgubre que de costumbre.

Entonces un suspiro pesado y exhausto salió de tu pecho, y palmeaste con algo de fuerza el espacio libre frente a ti para llamar su atención, con la esperanza de aliviar el ambiente.

—Está bien, tienes un punto, por más que me pongas nervioso hablando así— Tuviste que adivinar sobre el hecho de que si te estaba escuchando, así que seguiste hablando. Tu brazo sano se extendió levemente a tu derecha, hacia donde estaba el pequeño librero más ancho que alto que estaba en proceso de llenarse.—. Pero sigue siendo temprano para vigilar, aún hay gente en las calles. No tiene sentido que intenten venir ahora— Itto intercaló su mirada entre el mueble y tú, esperando que fueras más específico.—. Déjame enseñarte algo, ¿ves un libro delgado y con un patrón de puntos en la cubierta?—

El oni se arrodilló y comenzó a buscar entre los pocos tomos que estaban en el mueble, unos segundos después ya tenías entre tus manos aquel libro que reconociste al recorrer tus manos por las tapas de ambos lados. Itto no entendió tu interés por eso, es decir, bueno, libro - persona ciega. Podía entenderse su confusión, ¿no?

Lo malo es que esta empeoró cuando al desplazar la primera cubierta fue recibido por el papel grueso pero completamente en blanco. Las sombras de unas pequeñas marcas en la superficie eran apenas visibles y casi tuvo que pegar la cara al libro para encontrar el patrón.

—Transcribieron este viejo libro de cuentos para mi hace unos años, son leyendas típicas de todo Teyvat, así que no te pierdes de mucho.—

—¿Uh... ? ¿Y qué se supone que escribieron?—

Una risa sutil y enternecida salió de tus labios. Sin notarlo habías logrado distraerte por un segundo del asunto de hace unas horas, e incluso Itto pareció perder el interés en su guardia.

—Está escrito en braille, es un alfabeto relativamente nuevo, así que es normal que no sepas de él.— Tus palabras fueron una simple respuesta común, pero la forma en la que tu sonrisa se había ladeado le daba la pequeña pista a Itto se que también te estabas burlando de él en parte. Bufó entonces, tratando de disimular su interés.

—¿Y se supone que al tocarlo sabes qué dice?— Finalmente cede, sentándose frente a ti, ambos sobre el futón que ahora les brindaba apoyo a ambos para refugiarse del frío piso de madera. Cuando asentiste una repentina felicidad te invadió al mismo tiempo de poder explicarle ese tipo de cosas, su interés te provocaba un sentimiento cálido en el pecho.

—Así es, cada conjunto de puntos es una letra, al unirlas forman las palabras.— Las yemas de tus dedos se pasearon con delicadeza por el papel, distinguiendo el título en la parte superior de esa página en particular.—... Este es un cuento— Hiciste una pausa para tener la oración completa, entonces tus labios se fruncieron en confusión.— ¿"oni azul y oni escarlata"? ¿Te es familiar?— Preguntaste con genuina inocencia (no es como si pudieras saberlo con antelación), pero aún así la mirada de Itto se perdió y ganó una seriedad extraña.

Claro, tú no lo sabías. Nadie te lo había dicho.

¿Será tan solo por eso que actúas tan desconfiando a su alrededor? ¿Incluso después de haber confesado que era líder de una banda?

Era probable que no supieses nada, ni el más mínimo detalle, sobre la reputación de los oni. O incluso si la conocías, no había manera de que lo asociaras a ella.

Cuando se percató de lo mucho que estaba tardando en responderte una pregunta así de simple negó para despejar su cabeza.

—... Uhh, si, creo haberlo escuchado alguna vez de niño— Mintió, dejando de inclinarse sobre ti y volviendo a su sitio original sentado descuidadamente en el futón. Entonces chasqueó la lengua, demostrando aparente confianza de sus palabras.—. Uhhmm, hey, pregunta rara, pero... ¿alguna vez aprendiste sobre cómo son esos oni?—

Sin duda te tomó por sorpresa, pero tu reacción no fue más que ladear la cabeza y juntar tus manos para concentrarte.

—Sé que "escarlata" y "azul" son colores, pero además de eso no sé mucho. El cuento está escrito en forma en la que parece que el lector ya sabe cómo lucen y, bueno, digamos que eso no se me da bien.— Te burlaste de ti mismo, pero Itto no se unió a tu risa.

Plantado en su sitio, sintiéndose como si hubiera sido utilizado o engañado todo este tiempo, pero no te culpaba, si no era él a quien dedicaba aquella frustración. Claro que había olvidado ese detalle, claro que las personas merecen sentirse atraídas también en el aspecto físico, ¿serían sus sentimientos una forma de estafa al nunca contarte su verdadera naturaleza?

En ese momento no le importó lo abierto que había sido contigo todos esos días, las largas conversaciones en las que te contaba cosas de su vida diaria sin ocultar nada parecían no tener valor ahora.

—... Se dice que antes sus pieles eran completamente distintas a las de las personas, de colores poco naturales— Empezó, mirando las marcas en sus brazos.—. Pero ahora sólo se distinguen por unas extrañas marcas que recorren sus cuerpos, como si hubieran dibujado sobre ellos— Reíste a medias por su ejemplo, inconsciente de lo que ocurría en verdad.—. Y... tienen largos cuernos que sobresalen de sus cabezas además de sus dientes siendo más cómo colmillos... —

—Lo dices cómo si fueran aterradores, ¿tienes una mala experiencia sobre ellos?—

Demasiadas, más de las que un tonto como él podría contar, pero justo ahora no se sentía con ánimos de hablar sobre sus "hazañas".

—No en realidad, normalmente viven en solitario y... — Tomó aire, no queriendo decir lo que seguía.—... por eso la gente sólo tiene rumores para entender cómo sería si convivieran con ellos. Tienen una reputación inestable. Mayormente terrible, siendo honestos.—

—Ohh... —

Ambas de tus manos se alzaron copiando el camino que el agarre de Itto guió. Sentiste la duda en la forma en la que sus dedos sostenían los tuyos, cómo titubeaba para seguir avanzando, pero al final pareció tranquilizarse, pues sentiste de pronto como tus yemas rozaron con su rostro.

Sostener el rostro de alguien siempre te pareció como algo bastante confianzudo y grosero, o al menos así te habían educado. Tu constante curiosidad de querer darle imagen a las cosas a través de tu tacto llegó a molestar a tus padres cuando se niño no dejabas de intentar tocar sus caras. Así que por eso, no importaba cuánto intentaras en describir a alguien, siempre estaría ese vacío. Podrías sentir lo calloso de sus manos, la firmeza de sus brazos e incluso lo extrañamente bien cuidado que estaba su cabello, pero siempre faltaba ese algo.

Tu primer impulso fue apartarte, pero tal vez sería aún más grosero que sostener su rostro, ¿sería maleducado si fue él quien en primer lugar te había invitado a ello?

Entonces así fue, mentirías si dijeras que nunca pensaste en hacerlo considerando la personalidad tranquila y extravagante de Itto, y ahora que tenías la oportunidad no sería inteligente de tu parte desaprovecharla.

Tal vez lo más extraño era pensar en qué era lo que buscaba con haber hecho eso, pero para cuando tus manos se moldearon con delicadeza en el borde de su rostro sentiste una inexplicable emoción.

Deslizaste levemente tus dedos y entonces tu sensible tacto encontró una inconsistencia en su piel. En una especie de frontera la textura cambiaba, en un patrón extraño algunas partes de su rostro se sentían de alguna forma más lisas, como si la delgada capa de bello facial típica en todos desapareciera o se volviera ligeramente más áspera. Tus pulgares tantearon el recorrido de aquel extraño patrón, terminando en el borde inferior de su rostro, un poco más elevado de la altura de su mentón.

¿Una quemadura? ¿Un tatuaje? No uniste los puntos en ese instante, sólo estabas fascinado de poder conocer por completo al chico frente a ti.

Itto, por otro lado, no podía mirarte al rostro, fuera visto o no, la vergüenza se lo impedía. No era la pena de estar cerca de alguien especial para ti, pero si se apenaba de que no fuera capaz de confesarlo en voz alta. Había cerrado sus ojos y ahora sólo se concentraba en disfrutar de tu tacto. Al menos era lo último que sentiría antes de que lo rechazaras como el resto de la gente en Inazuma.

Tus manos subieron, peinando su cabello en el proceso, de la parte trasera de su cabeza hasta su frente. No supo si los escalofríos que recorrieron su espalda fue por ese recorrido en específico o porque estaba ansioso sobre cómo estabas tan cerca de encontrar sus cuernos.

Y así fue.

Encontraste primero lo que creíste que sería un extravagante adorno para el cabello, tan bien puesto que no pareció moverse una vez tus dedos chocaron por accidente. Pero entonces tus meñiques sintieron la base de sus cuernos y así de fácil entendiste que no eran un accesorio. Alargados y más anchos al comienzo para luego hacerse más delgados y finos en las puntas. Itto había inclinado todo su posible su cabeza y se había encorvado para no estorbarte en lo absoluto, frunció su entrecejo y apretó los párpados esperando una reacción brusca, pero cuando nunca llegó se sintió de alguna forma aún más aterrado de lo que ya estaba.

Tus manos se apartaron con cuidado, y sorprendentemente tu mirada pareció estar aún más perdida que antes.

—... Ah... — Fue lo primero que expresaste, sorpresa, pero al mismo tiempo alzando las cejas al entender lo que quiso decir con todo eso.—, ¿Entonces eres... ?—

Yep.— Respondió con simpleza, pero sin cambiar su expresión abatida.

—Vaya... —

—... Dime la verdad— Suplicó, sin tomar la oportunidad de mentalizarse primero.—, ¿nunca sospechaste de mi?— Su voz ya no era potente ni energética como de costumbre, estaba en un tono tan melancólico que ni siquiera parecía ser suya.—. Líder de una pandilla, ofreciéndose a cuidar a alguien que no puede distinguirme físicamente, y entonces un día de la nada... — Hizo una pausa, por lo que supusiste que estaba haciendo gestos con las manos.—allanan tu hogar justo cuando no estoy y llego a la mañana siguiente más tarde de lo habitual. Y ahora sabes lo que soy en realidad y la mala imagen que tienen los de mi "especie", ¿en serio nunca se te hizo extraño?—

¿Admitiría que todo había sido un plan? La posibilidad de que en ese momento estuviera preparándose para burlarse en tu cara por muchas razones se te hacía como algo imposible. Tal vez todo este tiempo habías sido tan ingenuo que ahora era un dilema qué resolver, tal vez todo este tiempo fuiste engañado, y la simple idea te quebró el corazón.

—No— Respondes secamente.—. Tal vez es porque no suelo interactuar mucho con gente que no sean mis padres o porque genuinamente soy así de torpe, pero de todas las cosas que se me ocurrieron nunca pensé en ti cómo un culpable. Así que no me tomes cómo alguien predecible, por favor— Llevas una de tus manos a tu pecho, a la altura de tu corazón. Incluso para alguien que no puede expresar mucho con sus ojos había una intensidad en tu rostro que era sorprendente.—. Mi forma de ver el mundo y de percibir mi alrededor es diferente, eso incluye a las personas con las que convivo. Si tu intención era tratar de adivinar el cómo reaccionaría desde tu perspectiva, entonces me temo que vas a decepcionarte.—

El regaño fue evidente, y la confusión de Itto solo había empeorado, ¿qué significaba eso entonces? ¿Debería irse? ¿O por lo menos quedarse pero ya no molestarte el resto de la noche?

—¿Por qué nunca lo dijiste antes?— Volviste a hablar, ya más tranquilo y esperando que no escalara a una discusión. No tenías la fuerza mental para hacer algo así ahora mismo.

Itto soltó un gruñido, más que parecido a una queja infantil, sumándole el pequeño impacto que sentiste cuando su puño se plantó con fuerza en la superficie mullida.

—Porque, ¿hola? ¿Eres de las personas más geniales y agradables que he conocido? ¡Temía que al saberlo también terminaras evitándome o que las cosas se pusieran súper incómodas!— Alzó la voz y su explicación sonó como si fuera una obviedad fácil de notar.—. Normalmente no me importan lo que piensan los demás de mi, pero si eras tú de quién se trataba sólo sentía una enorme necesidad de ocultarme y de tratar de esconder todo. Y además te dije que confiaras en mi, ¿cómo es que tuve el valor de pedirte algo así cuando ni siquiera confié en que estas cosas no te importarían?—

—... Supongo que— Pausaste, temiendo la posibilidad de decir algo que lo empeorara todo.—... has pasado por cosas que te llevaron esperar ese tipo de reacciones.—

Y si, tus palabras habían empeorado algo, los sentimientos confusos que hicieron que Itto ahora mirase fijamente a otro lado, apoyando su mentón en la palma de su mano y tratando de mantener la compostura. Frustración y vergüenza se mezclaban en el tono rojizo de su rostro.

—¡No lo digas tan descaradamente, hombre! Es vergonzoso.—

—Lo siento— De forma lenta y segura es como el ambiente vuelve a ser cómodo para ambos, pero sigue habiendo una visible barrera. Tan delgada y frágil que parecía ser sólo un adorno en primer lugar, ninguno de los dos aguantaría tanto tiempo sin hablar.—, pero, si debo dejar salir todo lo que llegué a pensar sobre ti, sólo se me ocurre la emoción que sentí cuando escuché tu voz proviniendo desde el fondo del pasillo aquel día.—

Extiendes tu brazo nuevamente, esta vez hacia la derecha, cómo si quisieras alcanzar el muro y deslizar tus dedos por la madera. Recuerdas el silencio que inundaba tu hogar ese día en particular, en cómo incluso las aves estaban calladas, con la monotonía siendo resumida en el clima de la tarde. En cómo cada cierta cantidad de minutos soltabas un suspiro pesado, sin saber si era de paz o de aburrimiento.

Y entonces lo escuchaste, reconociste cómo una discordia inesperada invadía el ambiente ahogado en el vacío, su voz siendo tan juvenil y energética que terminó atrayéndote, deseando encontrar la fuente de ese entusiasmo.

Y con aquellas palabras, Itto descubrió un nuevo tipo de felicidad, una que le hacían actuar igual a todas esas chicas de las novelas ligeras de las que tanto se burlaba. Completamente convencido de que de eso se trataba el karma.

—... ¡E-Es una reacción típica!— Quería darle vuelta a la situación, quería borrar esa sonrisa despreocupada de tu rostro. Probablemente no tenías idea de cómo tus palabras lo había afectado, pero algo le decía que si no se recuperaba terminaría tartamudeando de los nervios, ¡tranquilízate, Arataki Itto! ¡Tú puedes con esto!—. Era de esperarse que encontraras mi carisma bastante atractivo, después de todo la última palabra que alguien usaría para describirme sería "aburrido".—

La risa que dejas salir no es la típica educada y bien calculada que solías hacer en situaciones así, ahora es más un bufido, cómo una burla rápida que de pronto termina luego de que niegas con la cabeza.

—Cierto, la palabra es "criminal", ¿no es así?—Itto de inmediato responde con un ofendido "¡oye!". El libro en tu regazo entonces es cerrado de imprevisto, tus manos se pasean por la cubierta una última vez y entonces lo dejas de lado con cuidado, asegurándote que estuviera fuera del futón.—. Es al menos irónico que alguien tan "problemático" según dices sea capaz de transmitir esta seguridad y calma con sólo su presencia.— Vuelves a hacer el mismo gesto de siempre, llevando una mano a la altura de tu corazón. Percatándote apenas hace cuánto tiempo habías dejado de temblar por el pánico.

Siempre lo han dicho, y no dejarán de hacerlo, el mundo y su gente son impredecibles. Al punto de que puede ser fascinante como agobiante, es algo único que viene junto a lo especial que son las personas. Sorpresas y decepciones en partes iguales, las que te hacían sentirte atraído a quienes se daban la oportunidad de entrar a tu mundo incluso si estaba limitado por un sentido.

Itto ya no dijo nada, por lo que supusiste que no había mucho más que agregar (pero en realidad estaba tratando de tranquilizarse de nuevo, por obvias razones no iba a tratar de hablar cuando sus nervios estaban por vencerlo).

Claro, estaba haciendo algo "nuevo". Luego de no haber ido de inmediato a buscar pelea contra esos ladrones había cambiado su actitud típica, se había desviado de la reacción que todos hubiesen esperado de él.

Ya no correría directo a pelear y defender lo que consideraba una injusticia, pues para ti él se convirtió en seguridad y esperanza.

Itto entonces negó en silencio pero con energía, no podía ser posible que alguien además de Abuela Oni pudiera ablandarlo de esa manera.

—Y por favor no vayas a quedarte vigilando toda la noche— Tus palabras lo traen de vuelta, tus brazos están cruzados y tu cabeza ligeramente ladeada. Tu lenguaje corporal parecía impropio de la situación, pero era algo de esperarse.—. No hace falta, y es en serio. Con que te quedes me siento más que seguro.—

Itto bufó, pero ciertamente estaba agradecido por el cambio de tema.

—Bajar la guardia no es algo que el líder de una pandilla puede darse el lujo de hacer. Si sabes a lo que me refiero.—

—No exactamente, suena a fastidio— Los hombros del oni caen hacia delante, tan serio y denso cuando hace unos segundos parecías la persona más sensible del mundo, así nunca podría estar en sincronía contigo.—. Pero piénsalo, con mi oído y tu guardia nada se nos pasará por alto. También puedes dormir aquí a mi lado para no perderte en medio de la noche por si escucho algo extraño.—

De manera casi infantil y despreocupada es cómo vuelves a dar un par de palmadas sobre el futón, esta vez a tu izquierda. Itto estuvo a punto de protestar y debatir con todos los contraargumentos que se le ocurrieron en esa fracción de segundo después de escucharte, pero de manera precisa vuelves a ganarle la palabra, esta vez llevando ambas manos a tu regazo de nuevo. Casi cómo si hubiese perdido cualquier rastro de personalidad que incluso le hizo confundir aún más.

—Aunque, pensándolo bien, olvídalo. Podrías atravesarme con uno de tus cuernos por accidente si te mueves mucho.— Añadiste, con una seriedad incómoda, cómo si ni siquiera tú creyeras tu cuestionamiento supuestamente lógico.

Y Arataki se quedó ahí entonces, preguntándose si en realidad tu personalidad era con lo que necesitabas ayuda o si de alguna manera tenías unas fascinación por actuar extraño sólo con él. Su cara se había quedado paralizada en una mueca de confusión e incredulidad, no tardó en sentirse humillado y su primera reacción entonces fue tratar de provocarte picando con un sólo dedo tu frente.

Tal vez un golpe así cómo los que se les dan a las cajas de música para que funcionen de nuevo también sirva contigo.

[...]

Después de esa cruel (más bien vergonzosa) escena a la que había sido expuesto, Itto terminó negando cualquier mínima sospecha de que en realidad había estado dispuesto a recostarse a tu lado y terminó aislándose al otro extremo de la habitación. Marcando una línea con sábanas y un par de almohadas para prohibirte el paso a su lado.

El gran Arataki Itto era incapaz de sentirse frustrado o apenado por algo así de cursi, la simple idea o comentario acerca del sonrojo en su rostro sería algo más que una ofensa, sería un deseo de muerte, una forma de retarlo a un duelo.

Lo último que vio antes de dormirse a los pies de la ventana levemente abierta fue el recién formado cielo estrellado que aún dejaba relucir los últimos rayos de luz anaranjada del atardecer. Sus brazos daban apoyo a su nuca luego de estirarlo hacia detrás de su cabeza, una pierna estaba doblada y la otra se extendía perezosamente, con un ligero tic de frustración haciéndole mover su pie de un lado a otro para intentar despejar sus pensamientos comprometidos.

No le importó cuantas veces le pediste disculpas, él no volvió a responderte. Las negociaciones y los tratados de paz no servirían en esa ocasión, ya no podía caer de nuevo en el juego del chico ciego que necesita compañía.

Así que se fue a dormir levemente molesto, ignorando todos los consejos que alguna vez le dio Abuela Oni al respecto.

Tan dispuesto estaba de ignorarte que su sueño alcanzó un nuevo estado, de vez en cuando se removía sobre el duro y frío suelo de madera y recobraba la consciencia por unos segundos. Los que utilizaba para dar un vistazo rápido en la habitación antes de volver a dormir. Y, entre esas ocasiones, su somnolencia no le dejaba notar cómo lentamente tu futón se había ido acercando. Lo suficiente para recortar la distancia y saltar su "muralla" pero no tanto cómo para que lo notara de inmediato.

Tal vez por eso tuvo que contener su sobresalto de sorpresa cuando descubrió que la calidez que cubría exactamente la mitad de su cuerpo no era producto de sus sueños, sino porque habías compartido tu sábana con él. Habiéndolo alcanzado desde hace quién sabe cuánto tiempo, guiándote apenas del ligero sonido de su respiración y de palmear con delicadeza el suelo hasta encontrarlo en medio de la interminable nada.

Cuando Itto se enderezó para tratar de entender mejor la situación te encontró durmiendo despreocupadamente (o al menos eso aparentabas, nunca estaría seguro sobre ello). Tu cuerpo estaba ladeado hacia donde el oni se encontraba hace un momento para compartir tu manta y el resto del futón estaba torpemente colocado a su lado. Casi acorralándolo contra la pared.

Arataki dejó salir un gruñido ahogado de indignación exagerada antes de levantarse con cuidado y pasando sin problema, necesitando un solo paso para saltarte. Acomodó la sábana sobre ti junto al resto de la ropa de cama y entonces se recostó en el espacio libre en el lado contrario que habías dejado. Dándote la espalda y apoyando su rostro en su mano es cómo se preparó para pasar un rato vigilando la puerta corrediza que daba al pasillo.

Aún no podía creer que esas acciones tan simples pero extrañas lograran hacerle sentir confundido. Sin duda el mundo y la forma de desenvolverse de alguien tan diferente cómo tú nunca podría ser entendido desde su perspectiva, pero el hecho de que estaba atrapado contigo lo hacía aún más difícil de sobrellevar. En teoría era un tipo de derrota el nunca tener una respuesta a todos tus gestos, una que se sentía realmente difícil de aceptar.

Sus pensamientos entonces fueron interrumpidos, primero fueron unos golpeteos (los de tu mano palmeando el antiguo lugar donde Itto solía estar, para ser más específicos), y entonces fue la sensación de algo deslizándose sobre su costado y el tenue sonido de las sabanas al removerse fue lo que captó su atención, pero no reaccionó a ello, tan sólo esperó y esperó hasta que terminaste con lo que sea que habías hecho.

Cubriéndolo de nuevo torpemente y aún menos que la última vez es cómo vuelves a recostarte, satisfecho de lo que creías había sido un trabajo bien hecho, sin tener la oportunidad de comprobar que así había sido por miedo a -supuestamente- despertarlo.

Itto bufó por lo bajo entonces, antes de doblar su brazo de nuevo para usarlo de almohada y para acomodarse de nuevo a una posición más cómoda.

Tal vez debería dejar de pelear de vuelta y simplemente aceptar cómo eran las cosas contigo.

[...]

—¿Estás seguro de que esto es buena idea?— Tus dedos se cerraron un poco más sobre la mano de Itto, pidiéndole por quinta vez que bajara la velocidad al caminar.

Su primera respuesta fue una sonora carcajada, ganándose la mirada de un par de personas que caminaban al lado suyo.

—Confía en mi un poco. Todo estará bien, ¡dejé a Ushi vigilando!—

El miembro auxiliar de la banda Arataki se había quedado vigilando en la entrada de tu casa, marchando de un lado a otro y balanceándose por los alrededores, buscando intrusos a diestra y siniestra y listo para atacar si era necesario.

—Uhm... — Querías entender su positivismo, adoptar su ánimo y seguirle la corriente, pero no podías evitar estar al pendiente de todas las voces de los transeúntes en búsqueda de alguna que disparara el terrible recuerdo de hace unas noches.

—(T/N), tranquilo, volveremos en un par de horas— Se detuvo de imprevisto, y sin querer chocaste contra su hombro. Se disculpó de inmediato, dándose cuenta de lo malo que era para guiarte y que en realidad implicaba más que sólo sostener tu mano.—. Piénsalo, nos divertiremos, te presentaré a los chicos, daremos un paseo, ¡y presenciarás mi victoria en una pelea de escarabajos en tiempo real! El ascenso de un futuro campeón invicto, ¡así es!—

Una carcajada se te escapó al ceder ante su entusiasmo, dejaste de tensar tus hombros y el agarre de tu mano se atenuó. Sonriéndole a la nada y asintiendo cuando te preguntó si estabas listo para seguir caminando es cómo vuelves a dejarte guiar por el oni por las transitadas calles de Inazuma.

Puedes sentir el viento soplar, escuchar desde las aves hasta el bullicio cotidiano, las pisadas de la multitud y las mil cosas que Itto tenía para contarte. Explicándote en un principio las reglas de las peleas de escaradiablos para de pronto saltar a contarte sobre la vez que perdió su Visión peleando contra la Comisión de Tenryou.

La siguiente vez que se detuvo se tomó la molestia de avisarte con tiempo y no simplemente dejar de caminar en seco. Sentiste su mano apretando un poco más la tuya cómo reflejo a su emoción y entonces se desviaron de la calle principal para acercarse a lo que supusiste era un puesto ambulante.

Itto estaba tan entusiasmado que ni siquiera se molestó en pensar sus palabras antes de hablar.

—¡Oh, oye, oye! ¡Mira esto!—

Sus palabras se detuvieron a la mitad, sus labios tensados en una perfecta línea recta y sus ojos abiertos todo lo posible.

—...—

—... Perdón.—

—No te preocupes— Le das algo de espacio y dejas ir su mano.—. Al menos dime qué se supone que estamos viendo.—

—Oh, cierto, cierto— De su voz decaída y de tono culpable vuelve en menos de un parpadeo a la que acostumbraba. El cambio es tan drástico que no puedes evitar reír.—. La Editorial Yae se encarga de publicar una revista mensualmente que está llena de cosas útiles e interesantes, ¡hay una columna de preguntas y respuestas donde puedes pedir consejos de manera anónima sobre casi cualquier tema! Cada que tengas algún dilema puedes contar con la grandiosa Miss Hina para solucionarlo.—

—Ohh... — Sonaba realmente emocionado, cómo si su interés escalara de golpe a su faceta de fanático.—. Así que es una tienda de libros, ¿crees que tengan algo con muchos dibujos e imágenes? No puedo concentrarme si sólo está lleno de texto.—

—Uhh... pues no sé. Puedo preguntar si quieres, pero... — Itto llevó ambas manos a su cintura mientras estiraba el cuello para buscar una portada colorida entre los estantes, tardando un poco en notar tu broma.—. Muy gracioso— Vuelves a reírte, y sin saberlo habías logrado sacarle una sonrisa al oni a la par. Disimulándolo al dejar salir un sonoro suspiro.—. En fin, sólo buscaré esa revista y seguiremos adelante. Dame un segundo.—

Luego de asentir a su petición fue turno de Arataki de centrarse completamente. De entre las decenas de revistas de temas tan distintos entre sí tuvo problemas encontrando la última edición que tanto había esperado. Desde una estantería repleta de tutoriales de carpintería hasta otro lleno de libros de maternidad.

Se suponía que el club de fans de Miss Hina ya habían llegado al acuerdo de no comprar todas las revistas para evitar dejar a otros miembros sin la suya.

Después de una intensa búsqueda de apenas diez segundos terminó optando por preguntar al hombre del mostrador. Te avisó rápidamente que se alejaría un poco y entonces dio unos pasos hacia el encargado, abrió la boca, las primeras sílabas de su pregunta se cortaron a la mitad y una silueta extraña se atravesó por su camino.

—El tomo tres de "Crónicas de un caballero indiferente", ¿lo tiene?—

De voz profunda y con un tono particularmente grosero es cómo aquel sujeto que se le había adelantado se encorvaba sobre el borde del mostrador. Casi tan alto como Itto pero con una presencia que casi pasaba desapercibida, mirada baja y siendo incapaz de quedarse quieto.

—Ah, sí, permítame.— Respondió con normalidad el hombre, ignorando las malas vibras y el horrible presentimiento que aquella persona de aura sospechosa provocaba en el oni que seguía plantado detrás suyo en la espera de su turno.

Se inclinó sobre sólo una pierna y se cruzó de brazos, sus ojos carmesí permanecían en una mirada afilada que buscaba cualquier mínimo gesto para poder saltar a la acción.

El extraño sujeto miraba de un lado a otro, a veces tratando de estirar el cuello para ver por el otro lado del mostrador aprovechando de que el hombre que atendía le estaba dando la espalda.

Su concentración fue interrumpida de golpe, el agarre firme e inesperado en su brazo le hizo saltar. De no ser porque te había reconocido en el momento sin duda habría hecho algún movimiento brusco para apartarse.

Tus uñas se encajaron en su brazo, negabas con la cabeza una y otra vez en un intento de convencerte de algo que Itto no lograba entender. Al borde de alterarte de manera preocupante es cómo te aferras a él, temor y preocupación se reflejaban en tu mirada perdida.

—¿Qué ocurre?... —

—Esa voz— Balbuceaste.—, la recuerdo. Es... es uno de ellos.—

Apenas terminas de hablar un estruendo se escucha a unos pasos de donde estaban. Un par de gritos de molestia y algunos insultos se le escapan al hombre del mostrador mientras sale de detrás de su puesto, había libros en el suelo, figurillas rotas y regadas por doquier, pero el encargado está más centrado en señalar calle arriba. El tintineo de las monedas que caían de la extraña silueta que había salido corriendo se pierde fácilmente entre el escándalo de la multitud.

—¡Alguien deténganlo! ¡¡L-Ladrón!!—

Arataki maldijo entre dientes, debatiendo entre sí debería salir corriendo tras él o si debería llevarte a otro sitio a tranquilizarte.

Cubrías tus oídos, encogiéndote de hombros e impulsivamente cerrando los ojos. Era un recuerdo aterrador, no había duda de ello.

—¡(T/N), ¿confías en mi?!— Las manos de Itto te sacudieron por los hombros, sonaba casi tan alterado como tú, y tal vez su forma de llamar tu atención no había sido la mejor, pero en un momento así lo último que podía era pensar racional.

—¿Q-Qué?— Su respiración agitada te golpeaba directamente en el rostro, estaba tan cerca que su presencia te hacía sentir pequeño, pero no necesariamente amenazado por él. La combinación era tan extraña que te provocó un nudo en la garganta.—... Y-Yo... claro que sí, pero-

—¡Espera aquí entonces!— Te interrumpe, sin darte la oportunidad de hablar pues sabía que estarías en contra.—. Escúchame. Los chicos de la banda no tardarán en venir para alcanzarnos, ¡espera con ellos!—

Tus manos se aferran al borde de su saco cómo otra de las muchas veces que ya lo habían hecho antes. Tu fuerza no es nada a comparación de la suya y tu agarre no es tan firme como para terminar siendo arrastrado, pero te niegas a dejarlo ir.

—No te atrevas.—

Itto inhaló profundamente, tomó tus muñecas y en un movimiento rápido se soltó de ti.

En el momento en el que te viste a la deriva intentaste alcanzarlo de nuevo, pero para entonces ya se había apartado unos pasos. Lleno de dudas y de culpa es cómo se da vuelta para perseguir al ladrón, dedicándote una mirada rápida antes de apresurar su paso.

—¡Arataki!—

Itto gruñó, y entonces dejó salir un rugido de frustración mientras más se acortaba la distancia entre él y esa persona, quien se movía con tanta agilidad que en cualquier momento podría perderlo de vista.

Ya había sido tan cuidadoso y amable por mucho tiempo, ya había demostrado que era capaz de ello, pero por más que quisiera disimularlo no había forma de negar la realidad.

Lo suyo era la fuerza bruta.

La misma que justo ahora era necesaria para vengarte y para darle su merecido a esas ratas.

[...]

—¡E-Espera, amigo, por favor!— El ultimo ladrón en pie se arrastraba en reversa, pero cuando su espalda se encontró con el muro de piedra húmeda típico de las cuevas no pudo hacer más que alzar ambas manos sobre su rostro.—. No sé por qué te importa tanto un par de moras pero puedes llevarte lo que quieras, ¡t-también hay algunas baratijas por aquí!—

Una especie de chillido de escapó de su garganta cuando el oni alzó su gran mandoble con sólo una mano hasta por encima de su cabeza. La balanceó levemente y entonces dejó que su propio peso la llevara a caer hasta el suelo, el largo filo estuvo a apenas centímetros de atravesar al ladrón. Para su suerte terminó encajándose en la tierra suelta a su lado, ahora su cuerpo estaba temblando de miedo que casi podía escucharlo.

Casi veinte hombres contra uno sólo, un sujeto que había aparecido de la nada y que pretendía "hacerse el héroe". Al principio todos se rieron en su cara, con la audacia de burlarse incluso después de notar el brillo dorado de su Visión centellando entre la terrible iluminación de su escondite.

Y ahora la mayoría yacían noqueados en el suelo, aunque claro, Itto no había salido ileso. Los moretones en su rostro y en sus brazos le daban un aire aún más amenazante a la expresión intensa y afilada que se reflejaba en sus ojos.

—Me alegra ver que estamos abiertos a negociaciones— Itto se puso de cuclillas hasta casi estar a la altura de aquel sujeto, pero antes de seguir hablando tuvo que limpiar el hilo de sangre que escurrió por su nariz.—. Aunque, ¿sabes algo? Pareces buen tipo, de la clase que me ayudaría a devolver todas las cosas que el resto de tus amigos robaron, ¿verdad que si?— El ladrón asintió de inmediato, pegándose aún más contra el muro que parecía estar cerca de fusionarse con la roca.—¡Así me gusta, espero que seas un hombre de palabra!—

Itto entonces se puso de pie nuevamente, mirando sobre su hombro y viendo por encima el montón de cosas robadas que se apilaban torpemente en cada esquina. Parecían estar clasificados de un modo en particular, pero en sí los objetos de valor no parecían estar separados del resto de la "basura".

¿Sería entonces qué... ?

—Hace dos noches robaron una casa en las afueras de Inazuma— Volvió su mirada al ladrón, quien había intentado escabullirse fuera del alcance de Itto, sin éxito.—. Debe ser fácil para ti recordar a cuál me refiero, después de todo debió ser un trabajo realmente sencillo para ustedes.—

La expresión aterrada del ladrón se ablandó, alzando las cejas con sorpresa.

—... ¿Te refieres al chico ciego de Hanamizaka?—

—Entonces si fueron ustedes.—

El chico de inmediato se sobresaltó, tensó los hombros tan rápido que pareció incluso doloroso a la vista.

—¡N-No fue idea mía! ¡¡Ni siquiera quería hacerlo!! ¡P-Pensé que todos teníamos los mismos principios!—

—¿Principios, huh? Por alguna razón no puedo terminar de creerte— La espada de Itto desapareció, y de estar encajada en el suelo volvió a aparecer al invocarla en sus manos.—, ¿cuál de todas estas pilas son las cosas que se llevaron de esa casa?—

Su mano tembloroso apuntó temerosamente a la pequeña montaña de adornos anticuados y pinturas de gusto cuestionable. Itto entonces se acercó, no sin antes decirle al ladrón que no se moviera de su sitio (por obvias razones no iba a desafiar sus órdenes, no era tan tonto para hacerlo).

Dentro de un cajón que alguna vez sirvió para guardar vegetales estaban las cosas más pequeñas y acumulables. La caja de joyería de la señora (T/A) y el diminuto baúl de adorno donde habían escondido el dinero para que vivieras en su ausencia. Arataki no se tomó la molestia de revisar a profundidad, no tenía idea si todo estaba ahí, y tener que confiar en un ladrón no le fascinaba en realidad, pero al no tener más opciones no pudo hacer nada más que suspirar pesadamente.

Al entrecerrar sus ojos se percató del brillo que se reflejaba directamente a su rostro. Un espejo bien cuidado dentro de la caja se inclinaba de tal forma en la que hacía rebotar una luz intensa de color azul. Lo suficientemente fantasmal para captar la atención de Itto. Temerosamente y con extremo cuidado apartó un par de objetos hasta escavar lo suficiente. Su mano entonces atrapó el brillo, los bordes irregulares y la superficie lisa resultaron tan familiares a su tacto que cuando alzó el extraño tesoro no pudo evitar abrir los ojos en la más pura de las sorpresas.

Una Visión Hydro.

Su luz parpadeaba de manera irregular de la misma manera que lo hacen las luces antes una sobrecarga de energía. El emblema del elemento se balanceaba de un lado a otro como si de verdad tuviera agua en su interior, tan fría y tan pequeña que parecía una de las imitaciones que alguna vez usaron como parte de la resistencia.

La furia de Itto finalmente estalló.

—¿¡A quién le arrebataron esto!?— Se giró de golpe hacia el ladrón, exigiendo una respuesta de forma tan brusca y hostil que empeoró los temblores del chico.

—¡E-Estaba en una caja de joyería al fondo de un armario de la casa!—

El semblante de Itto se ablandó en una mueca de confusión.

—... ¿qué? ¿De la casa de Hanamizaka?—

El ladrón asintió frenéticamente.

—¡Esas son todas las cosas que tomamos de ahí! ¡No separamos ni agregamos nada más! ¡E-En serio!—

El oni se quedó en silencio, hipnotizado por el brillo tenue y sereno de la Visión en su mano. La leve cantidad de energía elemental que sentía a través del cristal era mínima, apenas un susurro del verdadero potencial del que una Visión era capaz de poseer.

Cómo si nunca hubiera estado en manos de su portador. Aún esperando el momento de poder ser sostenida por la persona que probó su valor ante los dioses.

Sus labios se fruncieron en una mueca, tristeza y pena brotaban por alguna razón desde el fondo de su espíritu al sostenerla, un llanto silencioso que se contagiaba a quien la tomara entre sus manos. La combinación de un mal presentimiento junto a la desolación de haber escuchado malas noticias.

Era un sentimiento desolador y deprimente, pero incluso esa inesperada apatía fue incapaz de hacer que su curiosidad se apagara.

Aquella tarde, el primer gran líder de la Banda Arataki tuvo una reunión formal con uno de los representantes de la Comisión de Tenryou. Esta vez para un asunto del que nunca creyó que llegaría a formar parte.

Después de horas de responder preguntas y de clasificar las pertenencias robadas junto a la sentencia de todos los ladrones que Itto había vencido, el pobre ya se encontraba exhausto y derrotado.

Pero para su desgracia, lo peor aún estaba por venir.

[...]

Itto estiró sus brazos hasta por detrás de su cabeza, giró sus hombros y escuchó su espalda tronar bajo el cansancio. Sus quejidos acompañaban al ruido de sus pesadas y lentas pisadas con las que se desplazaba.

A esa hora, cuando el sol está poniéndose y la luz del atardecer inunda de dorado a toda la nación, es cuando a Hanamizaka a su vez comienza a perder lentamente su vida. La zona normalmente poblada por personas que aprecian la tranquilidad es un enorme contraste con el escándalo que Itto alcanzó a escuchar cuando se plantó en la entrada de su casa.

No estabas en la tuya, así como tampoco lo estaba Ushi, así que supuso que los chicos habían optado por la otra opción viable.

Para su sorpresa se percató del verdadero origen de aquellas voces tan familiares, en el patio trasero, lejos de las flores de Abuela Oni pero dentro descansando en el propio escalón de madera elevado pudo ver al resto de miembros de la Banda Arataki charlando junto a ti.

Para alguien que adoraba llamar la atención, esa vez Itto no saltó a escena. Tan sólo se quedó ahí, espiando por el borde que daba la vuelta al jardín.

No sabía qué podría decir, mucho menos cómo reaccionarías. Pero de algo estaba seguro, no podía esperar esas ancianas palabras de ánimo después de lo que había hecho.

Justo en ese momento casi podían verse un par de orejas caídas en la cabeza de Arataki, al igual que un perro regañado.

—¿Entonces es así?— Tu mano copió el gesto de unas tijeras, y Mamoru asintió con ganas, pero no tuvo ni la oportunidad de corregirse antes de que Genta le diera un golpe en el costado.

Ellos tampoco tenían experiencia conviviendo con personas ciegas.

—Si, si, y luego decimos... — Mamoru pidió permiso antes de tomar tu muñeca y una vez pudo guiarte sin problemas hizo que tu brazo imitara el movimiento común de vaivén que todos hacían al jugar.—"¡janken po!". Y aquí escoges uno de los tres y haces la seña.—

—Ohh... —

—Pero si es un empate entonces dices "¡aiko desho!", y todo se repite.—

—¡Lo tengo!—

—Bien, inténtalo con Genta, yo me aseguraré de que no haga trampa.—

El mencionado dejó salir un gruñido, defendiéndose de inmediato.

Itto dejó de espiar y mejor recargó su espalda contra la pared, suspirando hacia el cielo. Todo el cuerpo le dolía y ya no tenía energías para fingir que todo estaba bien.

Lo que más detestaba era preocupar a los demás, pero esa vez no tendría opción a menos de que planeara quedarse ahí toda la noche.

—"¡Janken po!"

—Qué loco, te ganó un ciego.

—¡Cierra la boca! ¡Este juego es pura suerte!

—Siempre se me olvida que eres un terrible perdedor.

No era justo para ellos que se escondiera, y además huir de los problemas no era algo que el líder de una banda hiciera, ¡eso era de cobardes!

El oni entonces golpeó ambos lados de su rostro con sus palmas bien entendidas, el golpe dejó aún más rojizo su rostro pero no había forma de diferenciarlo del resto de la paliza que había recibido. Parándose recto e inflando el pecho buscó convencerse a sí mismo de que no estaba nervioso, su figura pareció ser aún más alta para cuando salió de su escondite y -casi- todos los presentes lo vieron aparecer de pronto y sin aviso, la sorpresa en sus rostro no fue para nada disimulada así cómo se habían quedado callados a medio juego.

—¡De nuevo! ¡Jan... ken... ! Huh... —

Ese silencio.

—¿Hmh? ¿Qué pasa?—

Lo conoces demasiado bien.

Es el ambiente cambiando por algo de lo que todos se percatan al mismo tiempo, tan impactante e inesperado que nadie te da explicaciones por más insistentes que seas. Es estar completamente aislado y el ser forzado a permanecer como ajeno a todas esas situaciones. Pasaba tan seguido que casi dejaba de ser doloroso y molesto.

Pero en ese momento, el peso del ambiente te confundió más de lo que habrías esperado.

—¡Jefe!—

Escuchaste a los tres chicos exclamar al mismo tiempo, seguido de sus pisadas resonando como una estampida hasta que se alejaron lo que supusiste fueron apenas unos metros.

Tu expresión tranquila de inmediato ganó seriedad.

¿A quién más le dirían así los leales miembros de la Banda Arataki?

Encogiste tus brazos hasta esconderlos debajo de tus mangas y cerraste los ojos, fingiendo descansar mientras que las voces de los chicos bombardeaban de preguntas al oni, quien torpemente intentaba explicarse.

Pero por más indiferencia que intentaras aparentar, el escuchar ciertas palabras clave hacían brotar una chispa efímera de preocupación que tu molestia rápidamente extinguía.

"Golpes", "herido", "sangre", "ladrones", "pelea", "todos contra uno solo".

Ese tonto se había metido en problemas luego de haber salido corriendo de la nada.

No querías pensar que se lo merecía, pero el simple recuerdo de cómo te había dejado a tu suerte y la forma en la que salió corriendo de la nada, para luego dar la cara horas después te hacía irritar.

"Confías en mi", "confío en ti", "eres de las personas más geniales que he conocido", "eso es porque eres muy amable".

Un gruñido de fastidio se te escapó.

Te había engañado con palabras tan simples pero tan cursis, casi querías levantarte e irte por tu propio pie.

Estuviste a punto de hacerlo hasta que esos pesados pasos de ritmo característico se acercaron a ti, su presencia es distinta, ya no sobresale, no quiere hacerlo, pero no deja de ser distinta a la del resto de las personas.

Itto se preparó para hablar, siendo frenado por la incómoda sensación del resto de los chicos mirándole fijamente. Les hizo una mueca, entonces un montón de señas, te apuntó ladeando la cabeza y alzó las cejas, esperando a que no tuviera que decirlo en voz alta.

Los tres parecieron dar un salto al comprender la situación y entonces se encaminaron al jardín delantero, empujándose entre ellos y haciéndote voltear hacia donde provenían sus murmullos.

No querías hablar con él en ese momento.

—Sé lo que estás pensando, y oye— Itto se arrodilló frente a ti, y una vez estuvo en una posición estable levantó sus manos en señal de defensa.—, te apoyo totalmente. No actué de la mejor manera, y el momento me ganó, lo admito. Así que... —Inhaló profundamente, adolorido tanto por los golpes como por el rechazo con el que te negabas a encararlo.—... si quieres desquitarte puedes decir lo que quieras de mi. O puedo dejarte sólo en tu casa, o también... uhm... —La duda y la culpa le hicieron olvidar todas las palabras que alguna vez había aprendido, limitándolo a una escasa selección de estas para lograr expresar todo lo que sentía.—No sé... cómo más disculparme... —

Su comentario no fue otra cosa que un pedido de auxilio, una súplica por que le dieras la más pequeña pista de lo que pensabas en ese momento, alguna palabra que le ayudara a adivinar qué querías exactamente de él. Pero nada, no dejaste que ni tu cuerpo ni tu rostro reaccionara a sus palabras. Aplicando con mano dura la peor ley del hielo que Itto alguna vez pudo sufrir.

Si, tal vez no era lo más maduro de hacer, pero estabas en tu derecho de estar molesto.

O al menos, eso querías pensar.

—...—

—...— Itto alzó tímidamente su mano, pero se quedó congelado a medio camino para tomar tu hombro, percatándose tarde de lo poco que sabía sobre cómo reconciliarse con alguien. ¿Qué le quedaba entonces? La pregunta lo atormentó unos segundos que resultaron tan eternos como tensos, y para cuando su propia paciencia se terminó no pudo encontrar otra solución más que gruñir sonoramente antes de volver a hablar.—¡Maldita sea, ¿pues qué quieres que te diga?! ¡Admito que no fue la idea más inteligente, pero mira lo que salió de haberlo hecho!— Mala selección de palabras, pero no era hora para corregirse. Sus brazos se movieron de un lado a otro, con su típica expresividad regresando de golpe, cómo era de esperarse.—¡Encontré el escondite de los ladrones y la Comisión de Tenryou está devolviendo todas las pertenencias que fueron robadas! ¡¿Por qué no puedes centrarte en lo positivo?!—

—...— Tus cejas se fruncieron, más bien había sido un tic. Y lejos de corresponder sus palabras y su propia frustración solamente te encogiste aún más en tu lugar.

Su voz era más abrumadora y amenazante cuando la alzaba con ese tono, te daba escalofríos.

—¿¡Vas en serio!? ¡Deja de pretender que no estoy aquí o al menos dime que me vaya y deja de jugar al sordo, no es divertido!—

Ese comentario que al principio no parece ser la gran cosa termina provocándote de una forma que parecía imposible al principio.

—¡¿Divertido?!— Finalmente estallaste, tu grito logra sobresaltar a Itto y casi le haces perder el equilibrio.—¡Claro que no lo es!, ¡¿pero entonces si es divertido para ti dejar a alguien que no puede desplazarse por su cuenta en medio de la hora más transitada en Inazuma completamente solo!?— Impulsivamente te inclinas hacia adelante, sin ser consciente en lo cerca que te habías puesto de su rostro.—¿¡Te divierte verme alzando los brazos y sacudiéndolos cómo un ave recién nacida tratando de encontrarte?! ¡¿Haber pasado horas preguntando a desconocidos si eran la Banda Arataki es tu definición de divertido?!—

Itto dejó salir un jadeo, completamente indignado.

—¡Pero si ya me disculpé! ¡Y de no haberlo hecho esos idiotas habrían seguido atormentando a muchas más personas! ¡Así que perdóname querer vengarte y tratar de encontrar a quienes te atacaron! —

—¡Yo nunca te pedí que lo hicieras!— Tus respuestas son tan rápidas que el oni apenas puede seguirte el ritmo, demostrando que en realidad si habías pensado en todo lo que le dirías al tenerlo cara a cara, y ahora, Itto no escaparía tan fácilmente de tu furia.—¡Y si lo hiciste para ganar reputación con el "pobre ciego de Hanamizaka" entonces déjame decirte que te salió mal! ¡Apenas y puedo soportar tu voz!—

El de pelo blanco entonces tomó aire para contraatacar, pero un ligero gesto que hiciste logró detenerlo. Una seña que de inmediato corregiste e intentaste hacer pasar como un desquite de tu frustración.

Intentaste alcanzarlo, tu mano se había alzado en su dirección con los dedos a medio extender. Tal vez para golpearlo, tal vez para jalar su ropa o estirar su cabello, pero habías intentado sentir que en serio estaba ahí.

El silencio que dejó Itto te dio a entender que se había dado cuenta. Lentamente tu ceño se relaja hasta que la furia se volvió una mezcla de preocupación y tristeza.

—... Yo... — Dices, ya más calmado, pero un temblor en tu voz delató un llanto que tratabas de ahogar en tu pecho.—... cuando te dije que era uno de ellos, no fue para que lo confrontaras— Inhalas, y tus manos comienzan a juguetear nerviosamente con tu ropa. Entonces dejas caer tus brazos sobre tu regazo en un gesto típico de frustración.—... Me paralicé de miedo al recordar todo lo de anoche, apenas y pude moverme para alcanzarte; sólo quería que nos fuéramos o que al menos me ayudaras a mantener la calma, pero las palabras que quería decir nunca salieron— Señalas tu garganta, tu mano está con los dedos a medio extender. Haciendo como si alguien te estrangulara.—. Y cuando dijiste todo eso sobre confiar en ti para que luego te fueras de pronto, quedando a la deriva y sin saber qué hacer, por Los Siete, Arataki, sólo empeoraste todo, ¿estás satisfecho ahora?— El tono tajante en tu voz vuelve con un instante, uno tan fugaz que parece una ilusión.—. Lo material y las cosas que pudieron llevarse no importan, ¿pero qué puedo hacer para agradecerte el arriesgarte así cuando apenas puedo cuidar de mi mismo? ¿Qué se supone que haga con este deseo de querer ayudarte con tus heridas si ni siquiera tengo certeza de que te estoy hablando de frente?—

Después de haber dado tal demostración de tu habilidad con las palabras y de tu capacidad de compartir claramente cada una de tus ideas, Itto se sentía torpe incluso para decir las respuestas más predecibles que se podrían usar en ese momento.

Dos perspectivas distintas, dos clases de culpa provocadas por el mismo evento que chocaban entre sí. Complementarias y al mismo tiempo opuestas, la combinación sólo dejaba un sabor amargo en la boca y un ambiente incómodo en el aire.

—... No pienses así— Te suplicó, dejando caer su cabeza hacia delante.—. Si buscara algo a cambio por haber perseguido a ese sujeto entonces sería aún peor que ellos— Su voz es serena, sus ojos rojizos miran hacia el suelo y piel se eriza por la ráfaga de viento que sopla. La época le da un aire aún más melancólico a aquella confrontación, cómo un final triste o inconcluso. No le gustaría que terminara así, no quiere que todo se vuelva incómodo sólo por no poder evitar los malentendidos. Es una molestia que no está dispuesto a provocar.

"No me gusta hacer sentir a la gente que deben defenderme todo el tiempo", se leía en la expresión acomplejada y deprimida que se distinguía en tu rostro exhausto. Pero son palabras difíciles de dejar salir sin miedo a que suene a que estás menospreciando la ayuda que los demás te brindan.

—Bueno, espera, si quiere algo a cambio.—

La mala selección de palabras de Itto te hace dar un ligero salto en tu sitio, ¿qué podría pedir alguien cómo él aparte de algo problemático? Para tu sorpresa lo primero que hizo fue corregirse: se refería a que quería preguntar algo a cambio.

—¿Preguntar?... — Confirmas para ti mismo, pero en lugar de responder el oni atina a pedirte que extiendas tu mano para entregarte algo.

—Ellos también se habían llevado esto— De su bolsillo, envuelto en un pañuelo de la mejor tela para transportar piedras preciosas se encontraba envuelto aquella reliquia que centellaba aún con el brillo de un mar en calma, ganando intensidad una vez es recibida por su portador original.—. No es por ofender, pero dudo mucho que alguno de tus padres pudieran tener esto, así que por descarte sólo quedas tú.—

Curioseas con ambas manos los bordes y el patrón de la ornamenta de la Visión desconocida te toma desprevenido. Una vez tus manos rozaron el cristal sentiste cómo tú piel se erizó, la energía elemental era leve pero constante, y tus oídos parecieron ser capaces de alcanzar a escuchar el mar que reflejaba la luna llena de aquella noche.

Una sonrisa melancólica se apoderó de tus facciones, acunando la Visión entre tus manos así cómo lo merecía una piedra preciosa y extraña.

—Ya veo, encontraron mi Visión... — Dijiste con una aparente simpleza, y por alguna razón terminaste extendiéndosela de vuelta a Itto luego de unos segundos.

—Debes estar tomándome el pelo.—

—¿Uhm?—

—¡¿Acaso debo explicarlo todo?! ¡Hombre, me estás diciendo que todo este tiempo has tenido una Visión pero estaba escondida en lo recóndito de tu casa!—

Asentiste, tratando el asunto cómo si no fuera la gran cosa a comparación de cómo lo estaba tomando Itto. Parecía estar a punto de moler una roca a golpes.

—Unos días después de mudarnos a Inazuma, mis padres me dijeron que simplemente la Visión había aparecido a mi lado mientras dormía— No eres bueno para contra historias, el tono de tu voz y la fluidez con la que hablas lo hace parecer como cualquier anécdota. Frustrando aún más al oni que estaba ansioso por saciar su curiosidad.—. Ellos entraron en pánico por temor a que me arrestaran, el Decreto de Captura de Visiones seguía vigente entonces, así que su paranoia los llevó a ni siquiera querer decirme de qué elemento era— Sientes la energía brotar de la reliquia, cómo si se quejara de esa parte de la historia. Tu sensible tacto reacciona entonces, el cristal pareció empañarse bajo tus dedos e impulsivamente lo limpiaste antes de seguir hablando.—. Supongo que no lograron deshacerse de ella y prefirieron esconderla de mi antes que entregarme a la Comisión de Tenryou.—

La molestia de Itto entonces se volvió tristeza. Empatía y confusión eran visibles en partes iguales en el rojizo de sus ojos.

—Pero es... es literalmente la Visión Hydro más azul y más brillante que vi en mi vida.—

Pero tú te encogiste de hombros.

—De todos modos, ¿de qué le serviría una de estas a alguien cómo yo?— La verdadera pregunta que te hacías era "¿qué motivación buscaron responder exactamente?", porque por años creíste que ese deseo de conocer el mundo y entenderlo era sólo un capricho y no una verdadera ambición que pudiese ser escuchada por los dioses. Parecía más bien una mala broma.—... Entonces es Hydro, qué genial. Puedo escuchar el sonido del mar con sólo sostenerla.—

Itto permaneció en silencio, no sabía con certeza, no había forma ni siquiera de llegar a una hipótesis. Pero había un aire triste en tu mirada, casi tratando de convencerte de que en realidad no merecías tener algo así. O tal vez era la frustrante sensación de que tu vida nunca te pertenece, pues todos siempre toman las decisiones por ti y siempre asumen cosas, así cómo habían tomado aquel regalo de los dioses que había sido especialmente para ti sin siquiera darte la oportunidad de entender el propósito.

Itto finalmente se enderezó, sus piernas temblaron y casi pierde el equilibrio, pero se las arregló para sentarse a tu lado a admirar la nada. Cada vez más estrellas se podían ver en el cielo y cada vez más fría se hacia la noche.

—¿...?— Una extraña sensación inundó tu pecho, el mismo vacío que se siente al tener una corazonada. Agudizas tu oído y defiendes tu respiración para concentrarte, pero no hay nada especial para ser escuchado. Hasta que entre el silencio en el aire escuchaste un goteo, el armonioso sonido del agua al correr río abajo, tan claro y tan audible que terminaste volteando a tu derecha. Tal vez con un poco más de brusquedad de la que te gustaría, tanto como para tomar por sorpresa al oni, quien ahora se sentía juzgado por tu mirada perdida.

—¿Qué pasa?—

Las olas chocan contra el acantilado, el burbujeo de la espuma salada y el siseo del mar retumba desde el horizonte. Y entre la efímera calma de la tormenta que rodea la nación un destello ilumina tu visión perdida.

Ondas que recorren la superficie del agua le dan una silueta a la presencia a tu lado. No es detallada, y es sólo el contorno de su cuerpo, pero logras verlo.

Tus ojos se abren por completo y tus cejas se alzan, casi cayendo de espaldas y cerca de dejar caer tu Visión.

—¿¡Q-Qué te pasa!? ¿¡Qué ocurre!?—

La silueta entonces se balancea de un lado a otro, las ondas del agua se hacen más intensas, sincronizadas al volumen de la voz de Itto.

Pero antes de que pudieras comprenderlo, el agua volvió a calmarse y la nada te nubló de nuevo.

—Perdón. Creo que mi cuerpo no está acostumbrado a manejar energía elemental— Llevas una mano a sostener tu rostro, más específicamente a cubrir tus ojos que se cerraban con fuerza. Al igual que una persona que sufría la peor jaqueca de su vida.—. Me gustaría que tú la conservaras, sólo hasta que decida qué hacer con ella.—

Itto permaneció sin palabras al verte extender con tanta facilidad tu Visión, entregando una ambición que aún no comprendías como si fuese una baratija que no sabías dónde guardar.

Un sentimiento agridulce y una mirada consternada acompañaron al leve movimiento de su mano acercándose a tomar la Visión. Dudando de cada centímetro que acortaba y casi temblando, parecía estar a punto de meter la mano al fuego.

Sus dedos rozaron los tuyos, y entonces los cerró sobre tu Visión, empujando levemente tu mano devuelta a ti y sosteniéndola con las suyas con una firmeza impropia de él, un agarre serio y firme que transmitía más de lo que expresaba en su rostro.

—Te tengo un mejor plan— Dijo, la determinación en su voz da el mismo sentimiento esperanzador de encontrar tierra al estar a la deriva.—. El trato era que te hiciera compañía, pero no que debíamos estar en tu casa todo el día.—

—Así es, hoy fue la primera vez que usaste esa laguna, pero siento que ahora no te refieres a sólo salir a dar un paseo por Hanamizaka.— Le seguiste la corriente, pero no por que estuvieras entendiéndolo desde el primer momento.

—Escúchame bien, ¡aquí y ahora, propongo el plan de entrenamiento para el dominio de una Visión!— Un sonoro "eh" se te escapó; no parecía ser exactamente una pregunta.—. Aunque no sería yo quien te entrene, Geo e Hydro no se llevan bien en realidad, ¡pero le pediré el favor a un buen amigo mío! Tienes suerte de que el mismísimo Arataki Itto vaya a gastar una grande por ti.—

—Pero te acabo de decir que no hace falta-

—¡Agradéceme luego! Seguramente te quedaste sin palabras, bastante entendible, no voy a decir que no.—

Al final cada intento de razonar con el oni terminó en un nuevo comentario con el que te interrumpía. Porque sabía que si te dejaba hablar, tarde o temprano lo convencerías, incluso si estaba seguro de lo que proponía era lo mejor para ti.

Era una batalla que no podía ganar, y por eso escogió evitarla antes de aceptar la derrota.

[...]

—¿Ondas, dices?— La voz elegante y bien medida del joven gana un brillo de interés repentino.—. No suena tan extraño, después de todo, los humanos y gran parte de los seres vivos estamos compuesto en su mayoría por agua.—

—¿Y eso significa qué... ?— El comisionado se cruzó de brazos y sonrió hacia Itto, dejando salir una risa sutil.

—No soy un experto en cómo funcionan las Visiones fuera del control de los elementos, pero tengo el presentimiento de que pudo haber hecho resonancia con el agua que te rodeaba en ese momento. Así como la habilidad de los murciélagos, si quieren un ejemplo.—

—Ohh... — Tanto tú cómo el oni dicen al unísono, confiando plenamente en las palabras de Kamisato Ayato.

—Entonces, esta es una teoría, pero— Itto alarga la última letra y justo cuando se detiene sientes su pesada mano cayendo en tu hombro y sacudiéndote. Despabilándote de golpe, tan inesperado que incluso diste un salto del susto.—, ¿dices que si (T/N) aprendiera a controlar mejor su Visión podría ver?—

Ayato llevó una mano a su mentón y meditó apenas una fracción de segundo antes de llegar a una conclusión.

—No diría exactamente "ver", tampoco creo que sea posible que suplante un sentido tan complejo como la vista, pero sin duda espero que puedas encontrarle provecho, (T/A). Claro, en caso de que de verdad estés dispuesto a aprender a manejarla— Su explicación no está para nada fuera de lugar, se escucha tan confiado que no te atreverías a dudar de la cabeza de los Kamisato.—. Si es así, entonces estaría más que honrado de poder ayudarte todo lo que mis conocimientos y habilidades me permitan.—

De inmediato alzas ambas manos y niegas con ellas.

—Agradezco profundamente su hospitalidad y su ayuda, pero no hace falta, Lord Kamisa-

—No, no, no, alto ahí— Itto ahora posa su mano encima de tu cabeza y te hace agacharla.—. No lo escuches, Ayato. Te lavará el cerebro si lo dejas hablar.

—Los oni acaban de descubrir la persuasión— Ayato por otro lado no parece fascinado por la forma en la que te había interrumpido. Podía verse su inconformidad en las marcas que hacían su sonrisa en su rostro.—. Aunque debo pedirte que me permitas hablar directamente con (T/A) sin que actúes como traductor.—

Itto entendió el regaño y dio unos pasos en reversa, su rabieta silenciosa tuvo que limitarse a poder cruzarse de brazos.

Una risa nerviosa se te escapó, el ambiente de pronto se había vuelto incómodo, y el aclarar tu garganta sólo lo empeoró aún más de alguna manera.

—A lo que me refería, Lord Kamisato, es que preferiría no hacerle asumir una responsabilidad que no le corresponde. Sus tareas ya deben ser de por sí demandantes sin que ofrezca su ayuda a gente como yo.—

—Bastante observador para alguien que carece de vista— Su risa ahora suena más genuina, e incluso si su comentario parece insensible de hecho te provoca una carcajada. Itto parecía ser el único con problemas al respecto.—. Pero mi oferta se mantiene, si algún día te encuentras con alguna dificultad o necesitas consejos, con gusto encontraré tiempo para recibirte. Un pequeño favor, de un usuario de Hydro a otro.— Primero pidió permiso, luego te preguntó, y un segundo después sentiste un amistoso apretón en tu hombro. Tan calculado y perfeccionado que una peculiar vergüenza te invadió.

Tal vez eras incapaz de caer por los encantos de la elegancia característica de Kamisato Ayato, pero no te faltaban razones para entender por qué tenía la reputación que tanto se le ameritaba.

Pero lejos de resolver un problema te encontraste cayendo en otro apenas abandonaron la Hacienda Kamisato.

Ahora entendías a que se referían todo al decir que las miradas mataban. Era difícil ignorar la sensación de ser vigilado cuando, se hecho, podías sentir su presencia. Silenciosa pero rebosando de molestia.

—Hombre, no todos tienen la oportunidad de rechazar a Ayato en su cara— El suspiro de Itto es tan sonoro como las interminables quejas que dejaba salir, y al final prefiere dejarse caer de espaldas hacia el piso de madera. Sus manos descansan en su nuca y uno de sus pies se pone sobre el otro.—. Debe sentirse bien. Pero bueno, supongo que el plan de entrenamiento queda en receso.—

Ladeaste la cabeza hacia donde provenía su voz, pero apenas reaccionas a sus palabras.

—Entiendo por qué fuiste tan insistente, pero eso fue innecesario. No hay prisa para aprender a manejar mi Visión.—

Arataki gruñó, y un golpe que apenas sentiste atinó detrás de tu cabeza. Por el ruido sordo y por la forma despreocupado con la que te había atacado supusiste que lo que había arrojado fue una bola de papel.

—¡Vamos, por un día ayúdame a ayudarte!— Dijo, y justo de inmediato se arrepintió de sus palabras.—... y antes de que digas algo, no intento "ganar puntos" ni nada así— Cada vez que cambia su tono de voz, la transición de energético a serio, siempre te toma desprevenido. Lo supiste al sentir tus cejas alzarse por la sorpresa.—, pero dijiste que no te gustaba que te trataran como alguien totalmente desamparado. Y, si existe una forma de demostrarle a tus viejos que puedes arreglártelas por ti mismo, es esta.—

¿En serio recordaba eso? Un comentario tan banal entre las moles de cosas de las que hablaron en los primeros días de conocerse, ¿de verdad te prestaba tanta atención todo el tiempo?

Qué sentimiento tan confuso. Te hace sentir un vacío emocionante en el pecho.

—¡Además, piénsalo! ¡Podríamos aprovechar para ir más allá de Narukami! ¡Conozco a un miembro de la armada de Sangonomiya, y a la dama pez de Watatsumi! ¡Seguro ella también podría ayudarte, es una sanadora!— Itto entonces se enderezó de golpe, de nuevo sentado a tu lado y casi brincando en su lugar.—. Si, tal vez no podamos disfrutar los paisajes juntos, ¡pero un viaje en compañía es literalmente lo mejor que existe! ¡Y también-!

La manera más efectiva para tranquilizar a un entusiasmado y energético oni es sosteniendo su rostro. Hasta ese momento había sido una hipótesis, pero cuando lo pusiste a prueba pudiste confirmarla como correcta.

Además de los balbuceos nerviosos pudiste sentir las palmas de tus manos robando la calidez de sus mejillas.

—"Si vas con tanta prisa hacia todas partes te perderás de algo importante"— Las palabras que alguna vez escuchó decir a Abuela Oni lo tomaron por sorpresa. No había pensado en que en su ausencia del día anterior habrías tenido la oportunidad de hablar con ella a solas. Su tranquilidad y confusión entonces se dispararon de nuevo al desastre nervioso de antes, ¿y si habías perdido tu respeto hacia él por algo vergonzoso que Abuela Oni te había contado?—. Antes que entrenarme a manejar la energía elemental, me gustaría que me ayudaras a entender cuál fue el llamado que los dioses respondieron— Itto se inclina sobre ti por la diferencia de altura, si rostro levemente aplastado y la expresión graciosa en su cara contrasta demasiado con la seriedad en tus ojos sin brillo.—. Toda mi vida creí que vivía feliz y que estaba satisfecho con la forma en la que la llevaba, y no se me ocurre nada que pueda ser mi "ambición". Así que, por favor— Tus cejas se fruncen y tu voz gana firmeza. La determinación era hipnotizante, o más bien, habías logrado dejar atontado al oni.—, necesito que me guíes una vez más.—

¿Guiarte? ¿Querías que alguien tan torpe y despreocupado te ayudara con el lado más sensible y delicado de la moneda?

Itto entonces reaccionó impulsivamente, y en lugar de responderte terminó sujetando tus manos al apartarlas de su rostro. Tan rápido e inesperado que diste un salto de la sorpresa.

—Por favor únete a la banda Arataki.—

—... ¿eh?—

Dos formas poco convencionales de interactuar con el mundo, siempre chocan entre sí y al final parecen nunca ponerse de acuerdo. Pero entre ellos comprenden en ocasiones las intenciones del otro, y cuando lo hacen nunca faltan los confusos sentimientos sin nombre. 

¿Quién sabe? Tal vez algún día entiendan que sentirse avergonzado o abochornado tan repente al estar con un supuesto amigo no es tan común cómo creían.

Pero hasta entonces prefieres seguir sosteniendo su mano mientras pasean por Hanamizaka y pasan el rato con el resto de la banda. Mientras escuchas sus historias y mientras aprecias lo melodioso de su voz cuando canta hacia el horizonte. Al distinguir su potente voz entre la multitud y al reírte de las expresiones que se le escapaban día a día.

Ya sería problema de tu "yo" del futuro el explicarle a tus padres cómo es que habías cambiado tanto en apenas un par de semanas de ausencia. Sin duda lo mejor que puedes esperar es el sermón más largo que alguna vez hayas recibido, pero por lo menos tendrás a Itto a tu lado mientras lo hacen.

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