Capítulo 5.
Me recibió Olena luego de haber tocado a la puerta sólo una vez. Sus ojos confesaron emoción e intriga. Podía ver en sus pómulos rosados su entusiasmo con respecto a mi cita, ya habían acomodado sobre mi cama el vestido rojo y habían hecho una selección de zapatos, pinturas y hebillas para el cabello, incluso estaban los moñitos rosados de Dasha:
― Estos son muy lindos― Decía la pequeña señalando sus moños que se hallaban desparramados sobre la espumosa superficie de mi cama.
― Sí lo son― Le dije sonriente ― Primero iré a bañarme.
Me metí en la ducha, y encendiendo la llave del agua me dejé empapar por ella. Era tibia, y cayó por mi cuerpo creando ramificaciones de diversos surcos, que como ríos recorrieron todo mi cuerpo. Mis escamas se abrieron al sentir el calor tocándoles, eran sensibles a las diferentes temperaturas. La temperatura del agua, no se parecía ni un poco a lo que los humanos considerarían caliente, si probara alguno esta ducha se moriría de frío, pero para un gens era la temperatura justa.
Lavé mi colorado cabello con shampoo y crema enjuague sabor a vainilla, lo quería perfumado. Cuando salí de la ducha y luego de secarme con una toalla, rocié todo mi cuerpo con una colonia sabor a vainilla y miel. Olía como un postre, esperaba que aquello fuera en algún sentido tentador.
Me calcé el vestido rojo, el cual se ajustó a mi figura a la perfección, realzando mi cintura y demás curvas femeninas. No era provocativo en lo absoluto, pero tenía algo que lo hacía especial. Mis hermanas me alcanzaron los zapatos, unos azules y otros negros con presillas plateadas, definitivamente eran los negros, eran preciosos.
Luego de peinar mi cabello rebelde, lo aparté de mi rostro con una vincha negra, estaba perfecta, pero Dasha se acercó:
― Usa estas― Dijo acercándome uno de sus moños rosas ― Por favor― Dijo poniendo su cara de perrito triste, era manipuladora y sabía cómo provocarme. No pude decirle que no al verla a los ojos.
Girando los ojos de forma fastidiosa, retiré la vincha de mi cabello y en su lugar recogí mi melena, color del fuego, con el moño rosa, dejando solo algunos mechones juguetones sobre mi sien y frente.
Pinté los parpados de mis ojos con un negro brillante, y mis delgados labios con un rosa claro, realce mis pestañas con color, y empolvoré mis escamas con sombra negra. Martín Fravigga dijo que nuestras escamas eran como las plumas de las aves para el cortejo, y era cierto, solíamos apreciar las escamas bastante, las pintábamos, les poníamos brillo, mirábamos las escamas del sexo opuestos, si tenían muchas era horrendo, si tenían pocas era raro, veíamos sus formas, tamaños y distribución. Era extraño para los humanos que hiciéramos esto, pero para nosotros era natural.
Ya estaba lista para la cita, estaba perfecta, lo supe por los suspiros de admiración de mis hermanas.
Vi mi reflejo en el espejo, y algo se revolvió en mi corazón:
― ¿Qué estoy haciendo?― Me dije mirándome a mi misma ― No es lo correcto ― Mi mente pensó en cancelar la cita, le había mentido a Ayshane, quien confiaba en mí ciegamente, había defraudado su confianza.
¿Valía la pena sacrificar mi relación fraternal con Ayshane por salir con el gens más guapo de la nave?
Un golpeteó a mi puerta interrumpió mis pensamientos de remordimiento moral, inmediatamente me tensé y mi corazón se aceleró. Había llegado mi cita.
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