Capítulo 4.
Paseé por el ancho de la habitación de forma frenética, estaba confundida y agobiada por pensamientos de tensión. ¿Qué acababa de hacer?
― ¿Qué vestido usaras para la cita de esta noche?― Dijo Olena revolviendo mi armario― Este celeste es hermoso, hará juego con los ojos de Lev, pero este rojo es increíble, seguramente lo tendrás bajo tus pies tan solo al verte en él.
― ¡No lo puedo creer!, hace diez minutos atrás se escondían detrás de mí porque le tenían miedo a Lev, y ¿Ahora se emocionan por mi cita?― Mi respiración se aceleró de forma nerviosa.
― ¡Tienes que aceptar que Lev es sexi!― Dijo Dasha, fue gracioso escucharlo de la más pequeña.
― Tú eres muy pequeña para decir esas cosas― Suspiré fastidiada ― Y además puede ser el gens más sexi de la nave, que por cierto lo es, pero eso no hace que deje de ser el más idiota, engreído y más fastidioso ser de...
― Yo creo que te gusta― Me interrumpió Dasha.
― ¿QUÉÉÉ?― Le pregunté exaltada, y algo ofendida.
― Sino, no hubieras aceptado la cita― Dijo Olena mirándome con ojos acusadores, como si me estuviera declarando culpable de algún crimen.
― Ustedes dos están mal― Les dije frunciendo el entrecejo con furia ― Y creo que el más lindo es el rojo ― Les dije señalando mi elección, y las tres nos lanzamos a reír. Yo también estaba mal, aunque no quería reconocerlo, sentía algo de emoción por la cita con Lev, sentía como mi estómago se agitaba con entusiasmo al sólo recordar sus palabras: "Déjame recompensarte por mi estúpida actitud".
Mis fantasías fueron irrumpidas por un insistente golpetear, estaban llamando a la puerta. Me alarmé sin saber qué hacer, y ¿Si era Lev otra vez?, ¿Y sí era Ayshane?, ¿Había descubierto mi cita de esta noche? ¡No sabía que le diría!, mi corazón bailaba a trompicones sobre mi pecho haciendo que todo mi cuerpo perdiera fuerzas. Nunca en mi vida había estado más nerviosa. La puerta seguía llamando, y Olena se acercó a atender, pero la detuve antes:
― No digan nada de mi cita― Les dije a mis hermanas haciendo señas para que hagan silencio al respecto ― ¿Entendido?― Les pregunté y ellas respondieron con un asentimiento de sus cabezas coloradas.
Olena abrió la puerta y detrás de ella encontramos a Sergei, el cual ingresó en la habitación sin ninguna invitación, no necesitaba tenerla, era prácticamente un hermano más.
Sergei era el tercer miembro de la Gens, el primero era Ayshane, el segundo Lev, y yo la cuarta. Nuestros lugares es la Gens eran delimitados según nuestras edades, por eso mismo cuando Lev perdió su lugar como segundo, el siguiente en la lista era Sergei.
Sergei era atractivo, tenía cabellos brillantes del color del café, ojos grises como la superficie lunar, y un rostro de facciones masculinas. No era tan atractivo como Lev, pero igual era culpable de que algunas mujeres perdiéramos suspiros por él. Era un tipo duro, que sabía lo que quería, y no temía en enfrentar a Lev cuando fuera necesario, pero sabía que era más conveniente tener un perfil bajo, más cuando eres la mano derecha del líder de la Gens. Es mejor no hacerse de enemigos, siempre decía eso.
Sergei enfocó sus ojos lunares sobre mí y dijo:
― ¿Qué ha pasado aquí?― Cuando formuló aquella pregunta pude sentir como un calor recorrió toda mi espina dorsal, ¿A qué se refería?, ¿Cómo sabía lo de Lev?
― ¿A qué te refieres?― Le dije como si no hubiera ocurrido nada, negaría todo hasta el último momento.
― ¿Por qué no estás en la reunión?― Me preguntó extrañado por mi actitud tensa.
Cuando hizo aquella pregunta pude por fin soltar el aire que estaba reteniendo en mis pulmones. Odio el suspenso, ¿Por qué no lo preguntó desde un principio?
Al ser "la princesa de los gens", como me llaman por ser la primer mujer hibrida, tengo algunas obligaciones políticas, al igual que mi hermano. Era como una especie de primera dama. Lo odiaba, pero no podía negarme.
― ¡Sabes que no puedes faltar a las reuniones!― Me regañó Sergei. Intentó sonar rígido, pero nunca le funcionaba conmigo, éramos muy cercanos.
Me reí bajo al escuchar su intento de regañarme, él también se rio, e invitándome a salir lo seguí por el pasillo en dirección a la sala de conferencias.
Recorrimos el pasillo y salimos a una pequeña recepción donde dos gens uniformados custodiaban una puerta metálica. Cada individuo tenía su propio lugar en la Gens, estaban los que cocinaban, los de limpieza, los de seguridad, las costureras, los de construcción, y los que hacíamos política. Todos nuestros años en la tierra estuvimos preparándonos para esta misión, comenzar una nueva civilización en otro planeta, obviamente una civilización de ideales y organización similares a la de los que nos "crearon".
Martín Fravigga, quien se hacía llamar nuestro creador, era el presidente del laboratorio-base de Oymyakon, ósea nuestro hogar materno. Martín había desarrollado el programa de entrenamiento de oficios, donde según nuestras habilidades nos enseñaban oficios que podríamos ejecutar una vez que hubiéramos pisado planeta nuevo, exceptuando a los primeros miembros, que les correspondía el liderazgo por derecho de nacimiento.
Sergei y yo saludamos a los guardias, los conocíamos, mejor dicho conocíamos a todos los gens de la nave. Luego atravesamos la puerta metálica interrumpiendo la reunión que se estaba llevando dentro.
Estaba Ayshane a la cabeza de la mesa, a su derecha estaba el asiendo reservado para Sergei, y el izquierdo para mi, también estaba Tiana, es la gens médica, y el resto de asientos estaban ocupados por gruesos trípodes que sostenían monitores delgados. De estos monitores se veían los rostros de los jefes de la tierra, estaba Martín Fravigga, la mujer castaña que salió en el video que nos mostraron durante el despegue, el presidente de Rusia y el capitán del ejército ruso.
Ayshane me miró, yo le respondí con una sonrisa inocente mientras me sentaba a su lado:
― La primera dama no puede llegar tarde a las reuniones― Me dijo mi hermano inclinándose levemente hacia mí.
― Lo siento― Mascullé por lo bajo.
― ¡Mi gens favorita!― Exclamó Martín Fravigga al verme sentada en mi lugar.
― Siento llegar tarde― Les dije a los monitores, era raro verlos a través de ellos, las reuniones anteriores a las que había asistido en la tierra, todos estaban presentes en carne y hueso.
― Estábamos indicándoles las coordenadas― Dijo el capitán del ejército ― La nave tuvo un despeje calculado, si nuestras mediciones no nos fallas, dentro de seis días caerán a quince quilómetros del Valle Marineri, es un lugar que nuestras cámaras hallaron erosión por agua y viento.
― Ustedes al tener ADN humano, necesitan del agua para subsistir, creemos que en aquel valle lo encontraran ― Agregó Fravigga.
Luego de aquella conversación, mi mente comenzó a divagar, solo escuchaba de fondo la reunión, y algunas frases sueltas como "dos satélites" y "temperatura máxima de 5°C". Sabía que todos esos datos eran importantes, pero no podía concentrarme, no dejaba de pensar en Lev. No entendía que me pasaba, como podría estar tan emocionada por una cita con aquel idiota. Cuando fue a pedirme la cita se veía tan diferente, se lo veía tierno y amable, totalmente lo contrario a su temperamento narcisista y egoísta tan frecuente. Estaba confundida.
Estos pensamientos me embargaron e hicieron escapar por un cielo de fantasías, me imaginaba nuestra primer cita, nuestro primer beso, ¿Qué sería besar aquellos labios?, ¿Cómo sabrían?, ¿A azúcar?, ¿A miel?, ¿A menta?, ¿A chocolate?, ¿Qué tan suaves eran sus rosados labios masculinos?, ¿Qué tan fuerte era debajo de su camisa?, de repente mi corazón se aceleró y mis manos comenzaron a sudar como una fuente, ¿Qué me sucedía?, esta cita me estaba volviendo loca.
¿Qué hora sería?, no quería llegar tarde a nuestra primera cita. Paseé la vista por las paredes y en ella encontré un reloj. Eran las cinco, sólo dos horas para mi encuentro con Lev. ¿Hasta qué hora duraría esta reunión?, todavía tenía que bañarme, peinarme, pintarme y vestirme.
En un momento, el presidente me hizo una pregunta al respecto de la reunión:
― Y tú Anastasia que estás tan callada, ¿Qué opinas?― Lo miré desconcertada ― ¿Estás de acuerdo con el régimen político que planteamos para la nueva organización civil?
― Eh― balbuceé un poco y miré a Ayshane y Sergei, sus rostros no presentaban insatisfacción, o preocupación, u otra emoción que me indicaran que estaban en desacuerdo ― Si, es una propuesta muy bien pensada― Improvisé una respuesta convincente ― Me gusta la forma en que la plantearon, y como impacta de forma individual en cada gens.
Todos me miraron, y sus rostros asintieron en aprobación, me había salvado.
El minutero tocó el seis, eran las cinco y media y yo todavía seguía en aquella reunión. No lo soporté más, me levanté de mi asiento fingiendo un poco de alteración:
― ¡Oh!― Dije cubriendo mi sien con una mano en forma angustiosa ― ¡Casi lo olvido!― Todos giraron a mirarme, incluso los monitores lo hicieron ― Discúlpenme señores pero debo hacer algo, es muy urgente que lo haga― El presidente ruso y Martín Fravigga me disculparon, y sonriendo tontamente caminé hasta la puerta metálica, pero detrás de mí se levantó Ayshane, ambos salimos a la recepción.
― ¿Qué te sucede?― Preguntó mi hermano ― Estas muy extraña, llegas tarde a la reunión y ¿Ahora te vas antes?― Dijo confundido.
Me sentí mal por mentirle, pero no podía decirle la verdad:
― Perdón, lo que sucede es que el despegue, la nave, todo es nuevo para mí, me siento muy mareada por estas cosas, deja que me vaya a nuestra habitación a descansar, mañana ya estaré bien― Le dije poniendo mi mejor cara de enferma.
Mi hermano pareció creerse mi excusa, y mirándome protectoramente me dijo:
― ¿Por eso estabas tan distante en la reunión?― Yo asentí ― De acuerdo, vete a descansar― Dijo colocando su mano sobre mi hombro y me abrazó de forma fraternal, para luego volver a entrar por la puerta metálica.
Camino a mi habitación me sentí culpable, mi hermano se preocupaba por mí, y yo le estaba mintiendo, encima por alguien que no valía la pena.
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