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Capítulo 1.

Tensión. Corazón acelerado. Manos traspiradas. Mente inquieta.

No lo soportaba más. ¿En que podía ayudarnos un simple cinturón de seguridad?, en nada.

Los fogosos motores se encendieron.

No pude evitar revolverme en mi asiento. Era una tortura.

Siempre odie volar en avión, pero esto ya era demasiado.

La nave comenzó a ascender lentamente por el aire y yo pude sentir como mi estomago se corría de lugar.

Mire a mí alrededor en busca de un rostro vivificante en el que sentirme segura en ese momento de terror. Y allí encontré sus ojos felinos, verdes alejandrinos, iguales a los míos. Mi hermano al percibir mi nerviosismo presionó con fuerza mi mano, sentí como me transmitía valentía y seguridad.

Su nombre era Ayshane, que significa ángel guardián. Él era mi ángel guardián. Siempre podía encontrar la seguridad que necesitaba en mi hermano. Siempre estaba para mí.

En total éramos cuatro hermanos: Ayshane, Dasha, Olena y yo, Anastasia.

Todos en la nave pertenecíamos a familias que constaban de cuatro hermanos. Y yo era parte de la primera. Cada familia era designada con el nombre de pila de su engendradora, la nuestra se llamaba Sofía. Así que a mí me conocían como Anastasia Sofía. El programa de perpetuación creaba generaciones de diez familias, a estas generaciones se las llamaba gens.

Éramos la primera gens en viajar a Marte.

Mensualmente nos ponían a prueba sometiéndonos a la fuerza-g o volábamos en aviones que entraban en gravedad cero. Odiaba esas pruebas. Pero no se podían comparar con esto. Esto era mucho peor.

Se abrieron de repente las persianas que ocultaban las ventanas. Pude ver el exterior. Negro.

El espacio exterior no es como te lo muestran en las películas, una bóveda oscura repleta de luces y faroles que brillan y parpadean. Aquí era todo lo contrario, a través de la ventana veía sólo negro. Según dicen los científicos nosotros podemos apreciar en la tierra la vista de las estrellas gracias a la atmosfera que funciona como la lente de una lupa, pero en la nave no había ninguna atmosfera que nos rodeara, por lo tanto tampoco había ninguna estrella para ver.

Hacía una hora que estábamos en el espacio y yo todavía no lograba calmarme. Lo peor de todo es que pasaría una semana viajando en aquella nave. No sé como soportaré el resto de la semana.

Por suerte para mí, de los techos descendieron unas pantallas. Pero por desgracia para mí, no pasaron una película para distraerme, sino que redactaron todo lo que ya sabía, la historia que había estado escuchando una y otra vez durante toda mi infancia. Como si no lo supiéramos. Pero la escuche de vuelta, eso era mejor que pensar en que estaba flotando en la inmensidad del espacio:

― Buenos días, Gens ― Habló a través de una pantalla una mujer de cabellos del color de los granos del café, mientras agitaba sus ojos celestes con simpatía― Sean bienvenidos a la misión: Conquista a Marte. Ustedes son nuestros colonos, nuestra única oportunidad de que la raza humana no desaparezca por completo. Llevan en su sangre, sangre humana ― Luego comenzaron a pasar imágenes sobre el descubrimiento del orbe marciano― Las bacterias que vivían en el orbe fueron extraídas con cuidado para ser estudiadas por nuestros más ilustres científicos. Eran bacterias marcianas― Luego de un largo catálogo de imágenes sobre la superficie terrestre mostrando la contaminación, los ríos negros, los cielos grises y centenas de animales muertos a causa de la atmosfera irrespirable, la mujer retomó la narración del video― La única solución para la perpetuidad era crear una nueva raza de humanos. Así surgieron los Gens ― La pantalla fue asediada por imágenes de la inseminación artificial, mostrando como los óvulos humanos eran mutados a causa de unión con las bacterias marcianas― Los embarazos deberían durar dieciocho meses, pero como el cuerpo de una humana no está diseñado para guardar la vida en su vientre por tantos meses, son sometidas las mujeres a una cesaría en el noveno mes, y el resto de la gestación es llevada a cabo en una incubadora con todos los monitoreo necesarios ― No podía creer que nos estuvieran pasando esto, lo había visto en directo toda mi vida― Y así nació el primer hibrido, Ayshane...

En ese momento todos giraron sus cabezas para mirar a mi hermano, el cual se sonrojó, era muy humilde y no le gustaba recibir mucha atención. Pero la recibía, al ser el primer miembro de la gens eso lo convertía en el líder de la misma.

Todos lo miraron con simpatía y respeto, menos Lev, que le dirigió miradas de desprecio y altanería. Lev era el segundo miembro de la Gens, nacido algunas horas después que mi hermano, por eso creía injusto que Ayshane tuviera el mandato, ya que Lev se creía más apto para ser líder.

Después nací yo, y me nombraron Anastasia, como la princesa, me conocían como la princesa de los Gens por ser la primer mujer de ellos. Aun que a mí no me gustaba mucho ese seudónimo en forma de antonomasia. Cuando yo salí en la pantalla Lev me miró entornando los ojos y frunciendo sus labios de forma pervertida. Maldito bastardo.

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