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CAPÍTULO 5: El arresto

27 DE ABRIL DEL 2009
Génova, Italia

Manasés

Pasó una semana después de aquella cena sorpresa. Empezábamos a organizar el cumpleaños de Emiliano que en ese entonces sería en unos días, tendría ya diecinueve años. Pero de repente noté a papá y mamá preocupados, aunque frente a mí intentaban disimular.

Sus preocupaciones eran de trabajo.

Mis papás manejaban dos empresas, una de vestimenta y confecciones (Vestirsi Bene) y otra de construcciones de viviendas y edificios (Costruzione Coppola) de gran prestigio a nivel internacional. Tenían como socios a la Sra. Ambrosetti, al Sr. Baglietto, al Sr. Bartolo, a la Sra. Carlini, al Sr. Gazzola, al Sr. Martini y como socios mayoritarios al Sr. Armando Sandoval y a su esposa Estefany Salinas, quienes como ya mencioné antes, eran una pareja mexicana-española que habían venido a probar suerte en Génova, Italia; interesándose por las dos empresas más importantes —entre otras— de Italia.

Emiliano me contó con posterioridad la conversación que tuvo con papá y mamá una noche. La que desató todo lo que se vendría:

«—Figlio ven, siéntate. —Le pidió mamá a Emiliano con semblante preocupado, estaban sentados y reunidos en el living papá, mamá y ahora Emiliano.

Iban a hablar de un tema serio, así que aprovechaban que yo estaba en casa de Alan para que no los pudiese oír.

¿Perché las caras preocupadas? ¿Pasó algo? —les preguntó Emiliano extrañado, frunciendo el ceño.

Papá y mamá no solían mostrarse así de preocupados como lo estaban ahí.

La verità sí, y es muy serio. De eso queremos hablarte —lo previno papá.

¿Qué pasó? —indagó Emiliano poniéndose serio y más extrañado aún.

Vestirsi Bene tiene riesgo de quebrar. —Anunció papá sin más.

¿Qué? ¿Estás bromeando, verità? —le preguntó Emiliano esperando que de veras fuese una broma, pues no lo podía creer.

Aquella afirmación era muy seria.

Jamás bromearía con algo así. Lamentablemente es cierto y muy serio. —Afirmó papá con expresión frustrada, pasándose las manos por el rostro.

¿Y de cómo sucedió esto? —quiso saber Emiliano poniéndose pálido.

Alguien lavó una gran cantidad de dinero en Vestirsi Bene, estafó a nuestra empresa asociada, y lo peor es que no sabemos quién o quiénes fueron. —Explicó papá molesto y preocupado.

Esto es… muy grave. ¿Y ahora qué vamos a hacer? ¿Ya están investigando para descubrir al culpable? —inquirió Emiliano algo desesperado.

Esto traería problemas muy serios a Vestirsi Bene y tiraría su reputación por los suelos a nivel internacional, allí estaba más de la mitad del dinero invertido por papá y mamá en un 60%, un 30% invirtieron don Armando y Estefany y el resto que era un 10% lo invirtieron el resto de los socios y accionistas, además de que esa empresa era en parte un negocio familiar que se convirtió luego en una sociedad.

¡Chiaro que sí! Quien haya sido irá a la cárcel de inmediato, esto significaría perder el sesenta por ciento de nuestro patrimonio y no solo eso, nuestra reputación caerá por lo bajo a nivel internazionale y eso perjudicará también a Costruzione, reducirá la clientela y ambas empresas estarán en bancarrota. No querrán confiar más en nosotros —papá suspiró estresado y prosiguió—. No sé que vamos a hacer, la única soluzione es descubrir al o a los culpables y hacer que confiesen públicamente que él o ellos solos perjudicaron a la empresa, la cual no tuvo nada que ver y hacer como sea que devuelvan el dinero. No hay otra opzione por ahora —explicó frustrado.

Era la primera vez que Emiliano lo veía tan afectado, pues parecía que a papá siempre lo rodeaba un aura de serenidad imperturbable.

Tranquillo amore mio, ten fe, tutto se solucionará antes de lo que imaginamos, ya verás. —Mamá intentó infundirle optimismo a papá, pero sin mucho convencimiento, ya que ella también estaba muy preocupada por lo que estaba sucediendo, mas intentaba tener fe.

Tienes razón, pero es que lo que nos hicieron es un daño grande. —Argumentó papá intentando sonar más calmado, no obstante, aún sonaba desalentado.

Lo sé, pero frustrándonos no solucionaremos nada, y ni así nos devolverán el dinero. —Mamá trató de convencerlo y a sí misma también—. Ahora amore mio —se dirigió a Emiliano—, los motivos por los que te contamos esto son para no estés desinformado acerca de la situazione familiar y de la empresa. Sobretodo perché… —Hizo una pausa, entrecerrando los ojos.

»—Necesitamos que estés con Manasés, que lo animes, que procures que no se deprima al vernos así; es un bambino y no merece sufrir a esta età. Él debe disfrutar los últimos momentos de su niñez, luego se hará un joven apuesto como tú. Estos problemas son de adultos y él no debe preocuparse por esto todavía, y tampoco quiero que sienta que lo dejamos de lado, que crea que estamos ausentes. Por esto, per favore, cuida muy bene de él. —Le pidió con semblante triste y preocupado, con los ojos apagados, pero con la voz meliflua que la caracterizaba».

Hablaban de mí, pero si yo hubiese estado consciente de lo que sucedía, habría hecho todo lo posible por apoyar a mis papás, a pesar de mi edad. Porque los que en realidad estaban sufriendo eran ellos. Aunque la mayoría de los niños no lo crean los adultos también sufren y no porque sean adultos significa que no. Mas mamá tenía razón y ahora la entiendo más que nunca.

Y se le hubiera roto el corazón si hubiese sabido cuánto sufriría después en realidad. Que no sería algo que podría eludir.

«No se preocupen por eso yo… haré tutto lo posible por evitar que sufra y os note así. —Les aseguró Emiliano poniendo sus manos sobre las de papá y mamá en señal de apoyo.

No sabes cuánto te lo agradezco y agradecería, amore mio. —Le gratificó mamá ya más aliviada».

Y así fue como comenzaron nuestros problemas.

Durante una semana después de aquella papá y mamá trataron de descubrir al o a los culpables del lavado de dinero y el fraude ocurridos en Vestirsi Bene, iniciando investigaciones mediante la vía legal. Pero estos habían sido tan astutos que no dejaron ningún rastro, pues actuaron en nombre de la empresa, realizando fuertes inversiones con entes fantasmas y haciendo desaparecer cualquier tipo de información que pudiese inculpar a los autores. Descubrirlos llevaría un buen tiempo supuestamente.

Yo no estaba enterado de nada todavía, esa semana Emiliano me entretuvo lo más posible, fue la semana en que más practiqué equitación; y también me llevó seguido al cine, a la casa de Marcelo o Alan, al hospital para visitar al padre del primero, a comer fuera y etcétera. Por las noches cuando dormía sentía a mamá acariciándome la cabeza con un aura triste. Una vez la escuché decirme:

—Mio figlio, lo que daría yo por evitar que sufras luego me dio un beso en la frente, creyendo que estaba dormido.

Pero no le había tomado demasiada importancia y más tarde me arrepentiría de aquello, pues mamá estaba sufriendo en mi lugar y me dolió en el alma enterarme de eso.

***

Narrador omnisciente

Mientras todo esto sucedía en casa de los Coppola, Armando Sandoval y Estefany Salinas disfrutaban el futuro brillante que se avecinaba a paso agigantado para ellos, gracias a sus eficientes planes, claro. Ahora, en ese momento servíanse una copa de vino en su habitación.

—Al fin nuestros planes comienzan a dar resultado. —Le comentó Armando a su esposa con satisfacción.

—Y todo gracias a mi eficacia. —Concordó Estefany dándose el crédito.

—No te equivoques querida, el cerebro en todo esto fui yo. —La contradijo Armando acercando su rostro al cuello de su hermosa esposa.

—Ah ya, no vamos a discutir por eso —ella lo alejó—. El punto es que pronto entraremos en acción —afirmó Estefany sonriendo maquiavélica.

—Tienes razón. Pobre Danielito, no sabe lo que le espera —se mofó Armando.

—Y no solo pobre de Daniel, eh; sino también de la tonta y confianzuda de Lucía y sus hijos. Pobrecillos —Estefany suspiró con falsa pena—, ni se imaginan lo que se les viene encima. Con tan solamente ver sus caras largas en Vestirsi Bene, es como para reírse en ese momento. Si solo se asustaron de que la empresa está a punto de quebrar y con eso perderían casi la mitad de su fortuna, imagínate cuando lo pierdan absolutamente todo, y no solo lo material, sino también entre ellos mismos en familia —hizo el amago de reír.

»—¿Lo has pensado? Los hijos separados de sus padres y viceversa, creo que los que más sufrirán con esto serán Lucía y el pequeño. ¿Cómo es que se llama? ¡Ah! Manasés, y su mono, se alejará de su estúpido mono. ¿Ya viste cómo es de menudito? Me fascinó… —Mencionaba Estefany ya ahogándose en carcajadas.

—Ya basta Estefany, estás hablando incoherencias, además ríes como esas viejas chismosas y cotilleras con las que se reunía tu madre. Nos haces un favor a mí y a Alena si te callas. —Le reprochó Armando lanzándole una almohada en el rostro, la cual Estefany esquivó apenas, puesto que se revolcaba de risa mientras se servía otra copa de vino.

Alena, su pequeña hija, los acompañaba.

—Pero es que, tú te volviste un viejo aburrido y amargado que no le ve lo divertido a la situación... —Repuso Estefany intentando parar de reir.

—¡Ya deja de beber tanto vino! Pareces una alcohólica dependienta. Mejor si te sirves tres vasos con agua para que se te pase lo idiota e incoherente —le aconsejó Armando señalándole la jarra con agua, irritado.

—Dependienta, idiota e incoherente tu amante. ¡Sí! Con la que me engañas los fines de semana, no creas que soy estúpida y no me doy cuenta, los dos deben hacer incoherencias al momento de... —Desvariaba Estefany con los últimos sintomas de risa e intentando servirse agua, pero fue interrumpida por su marido.

—Ya cállate, irritas; no te hagas al papel de esposa ofendida o celosa, ya que bien sabes que nuestro matrimonio es una farsa y que solo es para apropiarnos de más fortuna. Y mejor si te sirvo yo tu vaso con agua, ya que eres capaz de tirar la jarra al piso y hacerla trizas. Y tómate por lo menos tres vasos llenos con agua para recuperar tu coherencia, bueno, la poca que tienes; ya que te necesito en tus cinco sentidos para hablar de temas realmente serios e importantes. —Le advirtió Armando exasperándose.

—Mejor dicho, en mis seis sentidos ya que la mujer tiene un sexto sentido y es de... —Quiso explicar Estefany mientras bebía un sorbo de agua, pero fue interrumpida nuevamente.

—¡No me importa, bebe el agua ya! —le ordenó Armando impacientándose.

—Perdón es que… no puedo dejar de pensar en el mono. ¿Cómo es que se llamaba? —preguntábase Estefany volviendo a reír.

—¡Ya deja de pensar en el maldito mono y concéntrate! —le exigió Armando ya realmente enervado. A veces pensaba que debía haber comenzado y realizado sus planes solo.

Estefany pensaba lo mismo.

—Ah ya, okay okay, lo repito, eres un amargado y súper aburrido. —Recalcó ella calmando su ataque de risa y poniéndose más serena.

Entonces de repente Alena tiró el biberón estrepitosamente contra el piso —el cual por suerte era de plástico— y se puso a llorar, se le había acabado la leche del biberón y quería más.

Estefany, su madre, solo le había dado de lactar sus primeros cuatro meses de vida, y no veces seguidas, sino de vez en cuando para que no la irritase con los llantos típicos de un bebé. Puesto que también decía que no quería que Alena arruinase sus pechos, que ya le había hecho aumentar de peso durante su embarazo, que según ella habían sido los nueve peores meses de su vida.

Alena no era una hija no deseada o no planificada, en cambio, sí había sido planificada y muy bien. Solamente que no era una hija concebida del amor de una pareja, sino con un solo fin, del que cuando ellos muriesen o en un milagro hubiesen descubierto sus crímenes, ella heredase o administrase sus propiedades y fortuna adquirida, para que no quedase en manos ajenas.

Así eran Armando y Estefany, codiciosos, ambiciosos, frívolos, disconformes y un largo etcétera. Tal para cual, por eso se casaron, para obtener fortunas ajenas de manera más fácil.

—Ay no, Alena, ahorita no —se quejó Estefany irritándose, mientras se pasaba las manos por el rostro en señal de frustración.

—Si no eres tú es la escuincla de tu hija. —Le reprochó Armando frustrado, poniendo su mano en la frente.

—No sé tú pero yo no quiero oírla llorar ahora, me irrita. Llévatela por favor —le exigió Estefany a su marido con tono hastiado.

—Y por qué yo si tú eres su madre —protestó él, alterado.

—Y tú su padre, los padres tienen más afecto por sus hijas, son más apegados a ellas y en especial por su hija si es única. Es su… pequeña princesa, la niña de sus ojos, qué sé yo —protestó ella también con su teoría.

—Pero sabes que detesto los bebés y los niños pequeños; eso que dices será cuando Alena crezca y se haga una hermosa señorita, y no es en todos los casos, te advierto. La madre siempre es más sentimental, cariñosa y esas tontas cursilerías de mujeres. —Contrarrestró Armando con otra teoría.

—¡Ya cállate! —le gritaron ambos al mismo tiempo a la pequeña Alena, quien había intensificado su llanto al ver que no era atendida.

—Ay Armando, qué importa eso, lo que interesa es que la niña se calle o se vaya de aquí; yo al igual que tú no soporto a los niños, me dan jaqueca. ¡Abigail, ven acá de inmediato! —Estefany se dirigió a la niñera de Alena, la cual sí era como una madre para la pequeña y al oír el grito corrió de inmediato desde la cocina hasta la habitación de sus patrones.

—¿Se le ofrece algo, signora? ¿Qué te pasó, mia ragazza? —le preguntó Abigail con respeto a su patrona, Estefany. Y luego le habló a la pequeña Alena con ternura al verla llorar escandalosamente, entonces la cargó en brazos con cuidado.

—Es mi niña, no la tuya, así que solo cumple tu trabajo. ¿Dónde estás cuando más te necesito, eh? —Estefany le interrogó tajante y airada, como la trataba mayormente.

—Pero si ya le avisé, estaba en la cocina preparando la papilla de Alena ya que la pequeña tenía hambre, entonces oí... —Explicaba Abigail extrañada, pues la misma Estefany le había ordenado aquello minutos atrás, no obstante, fue interrumpida por la susodicha.

—Ya ya, solo llévatela de aquí. —Le exigió Estefany fastidiada y Abigail obedeció inmediatamente haciéndole mimos a la bebé para que se calmara—. Uff, hasta que se fue —dijo con un dramático alivio.

—¿Ahora podemos continuar? —le interpeló Armando a su esposa con reprimenda.

—Sí, sí, ya. ¿En dónde nos habíamos quedado? —inquirió Estefany a su marido intentando hacer memoria.

—¿Ves cómo te desconcentras? Habíamos quedado en cómo la pasarán Daniel y su familia cuando les hagamos jaque mate. —Contestó Armando otra vez sonriendo maquiavélico.

—Ah sí, será divertido. Los prestigiosos Coppola Rossi, en la ruina. Nosotros sigamos en nuestro papel de amigos consoladores que los ayudarán a resolver todo y etcétera. Mientras que a sus espaldas continuamos envenenando a todo el resto de socios y accionistas en su contra, echándoles la culpa del fraude de Vestirsi Bene, a ellos, con pruebas contundentes.

»—Jamás se enterarán que realmente fuimos nosotros, por eso siempre digo que los ambiciosos tienen más cerebro que el resto. Y en unos días lanzamos una denuncia a nombre de la empresa, porque si denunciamos nosotros, descubrirán o sospecharán que estamos detrás de todo esto, investigarán y no nos conviene. Y mandaremos a arrestarlos a domicilio. Las caras que pondrán Daniel y Lucía al enterarse que los culpables del fraude a quienes tanto buscan, son ellos mismos. —Explicó Estefany el plan con una risa diabólica.

—Sí que será genial, me urge deshacerme del imbécil de Daniel, pero Lucía… sí que está hermosa la condenada; es una dama, no va a aguantar estar en la cárcel. Así que cuando los arresten, arrojaremos la mayoría de las pruebas del supuesto lavado de dinero que realizamos en contra de Daniel, y diremos que Lucía fue solo su cómplice, pero que fuera de eso no hizo nada ilegal evidenciado. La sacaremos bajo fianza o demostrando su inocencia, da igual, como buenos amigos.

»—Y como les habrán embargado todas sus propiedades por el gran fraude y lavado de dinero cometidos en contra de la empresa, y de hecho que en la otra que tienen también perderá prestigio y clientela; como una forma de pagar su deuda y castigar el delito, ya sabes como actúan las autoridades. Nosotros apareceremos como los superhéroes que la sacarán de prisión, que prometerán sacar de la cárcel a su marido, ayudar a hacer justicia y bla, bla; e invertiremos con el dinero que estafamos en Vestirsi Bene, y quedaremos como socios mayoritarios y dueños de la empresa.

»—Y como ella no tendrá dónde vivir, antes de que nos diga que se alojará o pagará alquiler en casa de Adelaida y Leopoldo, le diremos que compramos su casa y le mentiremos diciendo que sigue a su nombre y al de su esposo con documentos falsificados. La trataremos con tanta amabilidad que ella estará muerta de agradecimiento y acabará rendida a mis pies. —Explicó Armando su plan con orgullo.

—Uy, no me digas que te estás enamorando de la mosca muerta de Lucía —le reclamó Estefany alterada.

—¡Claro que no! Tú sabes que nunca me enamoraré realmente de una mujer, para mí la mayoría de ellas son como tú, ambiciosas y huecas; otras unas desabridas. Ninguna vale realmente la pena y si hay una que sí lo valga, es un milagro, pues ellas solo sirven para divertirse. Como dices, Lucía es una mosca muerta, pero también muy hermosa y me gusta, y sabes que toda mujer hermosa que me guste, es mía, cueste lo que cueste y no importa el tiempo que tarde en conquistarla. Lucía será mía, me divertiré con ella un tiempo y luego pasará a la colección de trofeos, entonces la despacharé de patitas a la calle con sus hijos y ya no será problema mío. —Explicó Armando el resto de su plan con satisfacción.

—¡Wow! genio, así como tú, yo pienso lo mismo; los hombres solo piensan con el pene y en dinero, meramente sirven para satisfacer a una mujer. Me ofende que me consideres hueca, pero también me halaga que me consideres hermosa como para haberte casado conmigo, porque te apuesto que no te hubieras casado con una mujer fea, regordeta o fracasada. —Adujo Estefany a su marido seductoramente.

—Claro que no, en eso tienes razón. Eres una mujer hueca, pero muy hermosa, ambiciosa y con el mismo interés de vida que yo, por eso me casé contigo. —Le aseveró Armando a su esposa con el mismo tono seductor.

—Te diría qué romántico eres mi amor, pero como dijiste, bien sabes que entre tú y yo no hay amor. Sino mucho interés, y pasión, bastante pasión y tú si sabes cómo complacerme, guapo. Yo tampoco me iba a casar con un hombre mediocre, regordete o un simple indio, en el fondo tú y yo somos iguales, y lo sabes. —Le aseguraba Estefany a su marido con tono demasiado fogoso, deseoso y ardiente, mientras lo besaba de en ratos.

—Claro que lo sé, cariño, pero ante la sociedad tú y yo somos el matrimonio perfecto. Ven acá, quiero que seas mía ahora. Tú asimismo… sabes como complacerme. —Le afirmaba Armando también esparciéndole besos por las comisuras de sus labios y más allá, y por consiguiente bajando a besarla en el cuello, excitado.

—Adelante. Como también me complace que en unos días se llevarán presos a Daniel y a Lucía. —Acotó Estefany con una risa breve mientras se entregaba a la desenfrenada pasión de Armando.

***

04 DE MAYO, 2009
Génova, Italia

Manasés

Después de la semana mencionada, un lunes, un agente de policía y una patrulla con la bofia fueron de improviso a mi casa. Tocaron el timbre y los recibió Andrea, la mucama.

—Buenas tardes oficiales. ¿En qué los puedo ayudar? —los saludó cortésmente, pero frunciendo el ceño con extrañeza.

Andrea estaba al tanto de lo sucedido con la empresa de mis padres, así que no era muy raro ver a los oficiales allí. Tal vez un socio de dicha empresa había descubierto al o a los culpables y ellos venían a avisar. Pero ella se preguntaba el porqué de la patrulla, eso se le hacía extraño. Había una de dos: o papá y mamá debían ir a testificar y establecer la denuncia, o Emiliano se había metido en algún problema por lo alocado que era a veces, esto último debido a las malas influencias de Valeria.

—Soy il ufficiale Vincenti —se presentó el susodicho enseñando su placa y unos documentos— y estos son mis compañeros, seré directo, signorina. Traemos una orden de arresto en contra de Daniel Coppola y Lucía Rossi por el delito de fraude y lavado de dinero que cometieron en contra de su misma empresa, Vestirsi Bene —sonrió irónico—. Si querían formar una empresa familiar para estafar a la gente y enriquecerse más de ese modo, el juego les salió chueco. —Le comunicó con tono muy serio a Andrea, quien perdió el color de su rostro.

Mi dispiace ufficiale con apellido de músico, no puede traer una orden de arresto en contra de mis patrones, antes nos tenía que llegar los primeros pre citatorios para darles la opzione de ir voluntariamente a aclarar las cosas. ¿Usted siendo técnico criminalista no lo sabe? —le retó Andrea al oficial con los brazos cruzados.

—¡Chiaro que lo sé! Enviamos dos pre citatorios para que los señores Coppola fuesen a declarar y nunca asistieron, es por eso que procedemos con la orden de arresto. —Contestó y explicó el subinspector indignado, pues una simple sirvienta se atrevía a cuestionarlo, pensó él.

—Nunca nos llegó nada, a menos que yo sepa... —Consideró Andrea en voz baja, pero audible.

—No se haga, si nos atendió otra de las mucamas de su misma casa y nos dijo que les avisaría a sus patrones, a los cuales sicuro que al enterarse les dio miedo y como son gente con dinero creyeron que nunca los arrestarían —Vincenti soltó una breve risa sin humor—. Nosotros solo cumplimos con nuestro trabajo, signorina. —Expuso con tono serio y algo rudo.

—Mis patrones nunca cometerían un fraude en contra de su propia empresa —Andrea agravó la voz.

—Pero lo hicieron. —Afirmó el gendarme defendiendo su postura, aquella mucama les estaba haciendo perder tiempo y ya se estaba hartando.

—De casualidad, ¿quién hizo la denuncia? Usted no me lo dijo —le preguntó Andrea al oficial para ir sacando información.

—La denuncia está a nombre de la misma empresa, nadie hizo una denuncia por su cuenta, y tienen pruebas. Así que no me haga perder más mio tempo y déjenos entrar para revisar la casa. —Le ordenó el agente haciendo el ademán de entrar.

—Mis patrones no están —se adelantó Andrea a decir, deteniéndole el paso.

—Debemos entrar para comprobarlo, así que, con permesso. —Acto seguido Vincenti empujó a Andrea e ingresó a la casa junto a los otros policías, y comenzaron a inspeccionar la casa, mientras que Andrea corría a avisarles a mis padres, quienes se sentaban en el comedor en desconocimiento de lo que estaba pasando.

—Patroncitos, deben irse de aquí, de inmediato, vinieron un ufficiale y unos policías a buscaros por... —Les comunicó Andrea agitada y asustada a mis padres, pero fue interrumpida por un policía que los encontró.

—¡Ufficiale Vincenti, los encontré! —anunció a su camarada de inmediato y entonces toda la pasma vino corriendo con sus pistolas apuntando a mis padres.

Gracias a Dios no vi esa escena, me lo contó Andrea con posterioridad.

—No resultaron presas tan difíciles, señores Coppola —señaló el oficial Vincenti con algo de malicia en su voz y una media sonrisa de satisfacción.

—¿Qué significa esto? —indagó mi papá entre serio, asustado y desconcertado al oficial.

—No entiendo que está pasando —mencionó mamá entre atemorizada y confundida.

—Traigo una orden de arresto en contra de Daniel Coppola y de Lucía Rossi, o sea ustedes; por el delito de fraude y lavado de dinero que cometieron en contra de su propia empresa, Vestirsi Bene, además de la estafa cometida con su empresa asociada —el agente hizo una pausa, y acercándose un poco más a ellos prosiguió.

»—¿Irónico, non? Mucha gente son como ustedes, señores Coppola, que creen que por tener dinero puede crear sus negocios familiares —Vincenti hizo comillas con los dedos—, que en realidad son un medio para enriquecerse con el dinero que la gente invierte en sus productos. —sonrió con ironía.

—Un momento ufficiale, nosotros no estafamos a nadie, y menos cometeríamos un fraude en contra de nuestra propia empresa. Como usted dice, eso es muy irónico, nos estaríamos haciendo daño a nosotros mismos porque somos los dueños de esta empresa y la mayoría de inversiones las realizamos nosotros, no entiendo quién nos denunciaría… Di sicuro fue el verdadero culpable. —Le explicó papá al subinspector, defendiéndose y también a mamá.

Él se había puesto delante de ella para protegerla. Y mamá comenzaba a sentirse un poco mareada.

—No los denunció nadie en concreto, la denuncia está a nombre de su misma empresa. Ahora les pido que nos acompañen voluntariamente a la delegazione, sino tendremos que esposarlos y usar la forza. No queremos hacer eso, especialmente por la signora Rossi que es una dama, así que colaborar —explicó el gendarme rudamente, aún manteniendo la puntería de su arma en contra de mis padres.

»—Quedan arrestados. Tienen derecho a permanecer en silenzio, sino tutto lo que digan puede ser usado en su contra en una corte judicial. Tienen derecho a hablar con un abogado y si no pueden pagar uno se les asignará uno di ufficio, aunque lo primero lo dudo mucho. —Emitió la orden y finalizó con una sonrisa sarcástica.

—Non, ustedes no pueden hacernos esto, no pueden arrestarnos, nosotros no cometimos ese fraude ni nada de eso, se los giuro. No hay pruebas, no pueden culparnos de algo sin pruebas. Y siquiera nos enviaron los pre citatorios, si nos creen culpables debieron hacerlo. —Les explicó papá casi ya desesperado, viéndolo como su última esperanza.

—Sí que las hay, y apuntan a ustedes. Y no se haga, signore Coppola, les enviamos dos pre citatorios y nunca aparecieron, así que al tercero se procede con su arresto.

—Ufficiale, tiene que creernos, nosotros no hicimos ni recibimos nada —insistió mamá suplicante.

—Eso tienen que demostrarlo allá con sus abogados, así como demostraron su culpabilidad, si realmente son inocentes podrán demostrar su innocenza. O caso contrario no les queda de otra que sobornar al juez, si es que pueden o no se retrasa su juicio. Porque en unos días les embargaremos todas sus propiedades y quedarán a nombre del Estado, y solo les serán devueltas cuando salgan de prisión demostrando su innocenza. Acompáñenos —les avisó y ordenó bajando su arma y acercándose hacia mis padres, a quienes se les había ido el color de la piel y estaban más que asustados.

Ellos solo deseaban que eso fuera una pesadilla, una horrible pesadilla. Pero lamentablemente no era así.

—Non, esto ya es demasiado. ¡No pueden embargarnos nuestras propiedades y menos la casa! ¿Se han puesto a pensar en dónde vivirán nuestros hijos y lo que pasará con toda la gente que trabaja aquí? ¡Ellos no hicieron nada, no lo merecen! ¡No lo merecemos! —protestó papá alterado y reteniendo las lágrimas, le dolía todo eso.

Y quien lo estaba pasando peor era mamá, quien sí ya lloraba.

—Signore Coppola eso no es problema, a sus hijos se los enviará a un orfelinato, por ser menores di età o si tienen algún familiar pasarán a su tutela y con la gente que trabaja aquí… no hay de qué preocuparse, se los despide y que ellos vean qué hacer con sua vita. Pueden conseguir trabajo en otra parte, son empleados al fin de cuentas. —Contestó Vincenti con frialdad, una frialdad que asustó a papá y a mamá, ya que hasta ese momento habíamos vivido en una burbuja dorada, la cual hasta ese momento nos había tenido sumergidos dentro de nuestro propio mundo.

Y ahora se fragmentaba en miles de partículas.

—¡También somos seres humanos oficial! —exclamó Andrea y el resto lo hizo junto con ella, ya que toda la servidumbre de la casa se encontraba en el comedor, pero fueron ignorados.

—¡Chiaro que hay de qué preocuparse! —estalló mamá—¡No entiendo cómo puede existir gente tan insensibile como usted! ¡Son de seres humanos de quienes estamos hablando! ¡Se trata de mis hijos, por Dios! Y también sabe usted que en Italia y especialmente en Génova no hay trabajo, y la gente que trabaja aquí vive de eso: de su trabajo. ¿Dónde van a vivir? Aparte mio figlio Emiliano ya es mayor di età. —Explicó exaltada y llorando.

Ella no iba a soportar estar lejos de nosotros y sola en la cárcel, rodeada de diversas reclusas como asesinas, ladronas y un largo etcétera.

—De ser así cambian las cosas, ya es considerado como un adulto ante la ley y él tendrá que ver por suo fratello. Muchos que se quedan huérfanos lo hacen, signora. Y de todos modos sus propiedades serán embargadas como una forma de pagar la deuda que tienen con Vestirsi Bene y toda su clientela —tras una breve pausa, el oficial suspiró.

»—Que decepcionados estarán de ustedes, el reclusorio será su pena y esta empresa ahora pasa a manos de los socios mayoritarios después de ustedes, y lo mismo pasará con la otra que manejan, no podrán administrarla desde la cárcel. Y tutto lo que dijeron hasta el momento empieza a ser tomado en cuenta, os advierto. Esposadlos —ordenó a los policías que lo acompañaban, los cuales bajando sus armas procedieron.

Vincenti no pensaba perder más tiempo y según él mis padres no daban pinta de colaborar. Tenía más casos por resolver y más arrestos que efectuar. No entendía el supuesto dramatismo de mis padres.

Pero la realidad es esta, la mayoría de los policías son así: fríos, duros e insensibles; claro que sin generalizar absolutamente.

—Non, per favore non, mis hijos… ¡No puedo dejarlos solos, no puedo! Especialmente mio figlio más pequeño, Manasés, no podrá soportarlo, sufrirá estando lejos de mí y de su papá. Per favore, ¡tengan piedad, se los suplico! —imploró mamá, resistiéndose a que la esposaran al igual que papá, retorciéndose en los brazos que buscaban sujetarla a la fuerza.

Signora, yo solo estoy cumpliendo con mi trabajo y más bene yo le solicito a usted que colabore, no quisiera usar la forza… De todos modos es una dama y no quisiera lastimarla. —Le exigió el oficial a mamá, pero ella continuaba resistiéndose.

—Non mi interessa! Solo quiero estar con mis hijos, aunque sea déjenme avisarles y despedirme. Per favore! —siguió suplicando desesperada y rota.

—¿Dónde están sus hijos? —les preguntó el subinspector serio a mis padres, considerándolo por un momento.

—Ellos ya llegarán de la scuola y la università, solo esperadlos un poco, ya deben estar cerca, se los ruego. —Pidió mi padre abrumado y angustiado.

Mas para su desgracia Vincenti negó con la cabeza.

—Mi dispiace, ya me hicieron perder demasiado tempo. ¿Qué les cuesta admitir lo que hicieron y ya? Andiamo —les ordenó impaciente.

Ya habían logrado esposarlos entre forcejeos y gritos plañideros, pero mis padres se negaban a andar voluntariamente.

—Non per favore, no nos lleven, per favore, mis hijos; me está lastimando —suplicaba mamá.

—¡Camine signora! No nos obligue a utilizar la forza con usted. —Le advirtió rudamente uno de la bofia que la llevaban a rastras.

—¡No iré a ningún lado sin antes hablar con mis hijos! —se resistió mamá muy determinada, pero una de las policías que la llevaban —porque también habían dos polizontes mujeres— le dio un golpe con su palo de metal a mamá en el vientre diciéndole un: «¡camine!»

Entonces mi madre se desmayó instantáneamente en brazos de la pasma.

—¡Lucía, amore mio! ¡A mi esposa no la tocan! —reaccionó papá haciendo el uso de todas sus fuerzas para soltarse, dándole un rodillazo a un policía que lo agarraba y esquivando al otro.

Entonces corrió hacia mamá, planeando fugarse con ella como fuera y luego darnos alcance a nosotros, si era posible huiríamos del país.

Sin embargo, para liberar a mamá golpeó con las manos esposadas en el rostro a uno que sostenía a mamá, y a la policía que había asestado a mamá también como una forma de venganza la aporreó en el vientre, sin importarle que agredía a una mujer.

Pero ella después de recibir la tunda se la devolvió a papá casi de inmediato, también en el vientre con el mismo palo de metal aullando un: «¡Compórtate!» Papá no se desmayó, pero sí se dobló de dolor, así que allí aprovecharon de volver a prenderlo.

—¡Conque intento de fuga, eh! ¡Y además múltiples agresiones a la autoridad! ¡Otros cargos más en su contra, signore Coppola! —le señaló furioso el oficial. Papá solo lo miró con odio.

—Ahora qué hacemos ufficiale, la signora Rossi se me desmayó tan solo del golpecito que le di para calmarla. —Informó la policía como si nada grave hubiese pasado, pero agitada.

—¿Golpecito? Yo vi cómo la golpeaste, ¡fue con mucha violenza! —le vociferó papá a la policía, aún algo doblado debido al dolor del golpe, pero fue ignorado.

—Arrástrenla —fue lo único que ordenó Vincenti, continuando su camino hacia la patrulla.

***

En ese momento yo llegaba a casa del instituto junto a Emiliano, había sido un buen día allá. Bianco nos traía de retorno con el auto y bromeábamos entre los tres.

—Hoy Doris fue el centro di attenzione, pobrecilla. —Comentaba riendo, recalcar que Doris era una de las amigas de Liliana.

—Sí, lo vi, quien le hizo esa broma se lució. —Comentó Emiliano también riendo.

—Es que tendrías que haberlo visto, Bianco —le dije sin parar de reír.

—Según lo que me contaron puede que haya sido chistoso, pero no está bene burlarse de la desgracia ajena, puede sucederles lo mismo o peor. —Nos advirtió Bianco intentando evitar reír, pues aunque no lo admitiera le parecía gracioso.

—Yo no le tengo miedo a las arañas y peor a las de juguete. —Aseguré, a Doris le habían hecho una broma en la salida del colegio con una araña de juguete que tenía la apariencia real de una tarántula.

—Yo menos, hasta podría adoptar una. —Concordó Emiliano, quien toda esa semana había estado muy cercano a mí y yo casi no lo había notado.

—No sempre pueden ser arañas —aseveró Bianco intentando sonar seguro—. Listo, ya llegamos. —Anunció, y entonces deseé nunca haber bajado del auto, pues lo que vi fue una de las escenas más horribles que presencié en mi vida y peor en ese entonces porque solo tenía once años.

Habían patrullas en mi casa, los policías se llevaban a mis padres, papá se resistía y a mamá la arrastraban estando ella inconsciente.

—Dios mío —susurró Bianco con asombro. Los tres palidecimos y la alegría se me fue de golpe.

Y fue ahí donde la burbuja terminó de estallar y mi mundo se hizo pedazos.

—¡Camina! —le ordenaba un policía a mi padre, quien se mostraba medio reticente a hacerlo.

—Mamma! ¡Papá! —grité muy fuerte y me acerqué corriendo hacia ellos, lo mismo hizo Emiliano. Las lágrimas se me escaparon solas—. Mamma! —insistí cuando estuve frente a ella, empezando a acariciar su frente y cabellera.

Entonces al oír mis gritos ella abrió los ojos e inmediatamente volteó a verme, sobresaltada.

—Mio figlio! Per favore no te asustes... —Mamá me pidió lo primero que se le vino a la mente y soltó algunas lágrimas.

A ella le partió el corazón que yo me hubiese enterado de esa forma.

—Ufficiale, mis hijos ya están aquí, le suplico que nos dé unos minutos para despedirnos de ellos, per favore, póngase en mi lugar de padre... —Le pedía papá esperanzado.

Va bene, no más de tres minutos. —Accedió Vincenti de mala gana, mientras el cuerpo policial soltaba a mis padres y él comenzaba a dar vueltas impacientes.

—Mamma, papá, ¿qué significa esto? ¿Perché se los lleva la polizia? —les pregunté secando mis lágrimas, mas sin poder evitar que salieran otras nuevas. Estaba totalmente desconcertado y asustado.

—Mio figlio, quiero que nos escuches, per favore —mamá me hizo mirarla fijamente a los ojos—. A papá y a mí nos acusaron de algo malo que no cometimos, piensan que hemos estado estafando dinero en Vestirsi Bene y no es cierto. Iremos a aclarar tutto este mal entendido y volveremos a casa, te lo prometo. Ahora necesito que seas forte y sigas estudiando mucho, ¿me lo prometes? ¿Me prometes que estarás bene? —me pidió y explicó con lágrimas en los ojos y con un tono de voz agobiado.

—Te... te lo prometo, mamma —le respondí con la voz entrecortada, como pude, pues me encontraba anonadado.

—Y tú Emiliano, prométeme que cuidarás a tuo fratello y que tú también estarás bene —le solicitó mamá de la misma forma.

—Te lo prometo, mamma. Ustedes no se preocupen por nada más que por demostrar sua innocenza, Manasés y yo estaremos bene. —Le prometió Emiliano intentando calmarla, a pesar de que las lágrimas también se le escapaban.

—Y también te pido que hagas tutto lo possibile para que todos los que trabajan en nuestra casa no salgan perjudicados. Leopoldo y Adelaida son nuestros amigos, di sicuro no se negarán a contratarlos. Yo personalmente hablaré con ellos y les pediré ese favore, y que también os alojen en su casa, hasta que encuentren un alquiler o una soluzione, les prometo que demostraremos nuestra innocenza. Los quiero, los amo demasiado. —Nos prometió y encomendó papá, también llorando, y entonces nos dimos un abrazo en familia.

El último abrazo que nos daríamos en mucho tiempo, el cual estuvo lleno de emociones contenidas y desbordadas, y el tiempo parecía volar. Era como si una fuerte y sólida conexión que nos vinculaba estuviese instalándose en nuestros corazones.

—Yo también los amo, ustedes tres son tutto para mí. —Nos afirmó mamá intentando aferrarse más a nosotros.

—Andiamo, se les acaba el tempo. —Nos interrumpió el oficial con tono frío y tajante.

—Ti amo, y nunca lo olvides, eres il amore della mia vita y la mujer que quiero para toda ella. Saldremos de esta, te lo prometo, porque nada ni nadie nos separará por sempre. —Le aseguró papá a mamá poniéndose a escasos milímetros de su rostro, creyendo que los separarían.

—Tú también eres el hombre que quiero para tutta la vita, ti amo con tutta mi forza y los regalos más grandes que pudiste haberme dado son nuestros hijos y tuo amore. Estaremos juntos por sempre en nuestros corazones y en nuestra mente, aunque no lo estemos físicamente. Porque nuestro amore es más grande que las adversidades y nadie nunca lo podrá matar. —Le aseveró también mamá a papá e inmediatamente se besaron apasionada y desesperadamente.

Ese sería uno de los últimos besos que se darían en mucho tiempo.

………………………………………
Canción de fondo: Me encantas - Pierre Louis

《Tú me has devuelto la capacidad de dar mi corazón sin miedo a naufragar. Me has demostrado con sinceridad que en este mundo extraño en ti podía confiar. Tú me enseñaste un mundo de color que pinta mi interior cuando te escucho hablar. Si estás conmigo dejo de buscar todo lo que quería, tu mano con la mía, lo puedo encontrar》.
………………………………………

—Ya ya, suficiente cursilería, andiamo. —Les ordenó la policía que había golpeado a mamá, entonces ellos se levantaron sin querer separarse, a pesar de estar esposados.

Tutto estará bene, se los prometo. —Nos aseguró papá a todos mientras se lo llevaban.

—Rosita te lo suplico, cuida a mis niños, que no les falte nada. In speciale amore, attenzione e comprensione. —Le pidió mamá alzando la voz mientras los metían a la patrulla.

—Non ti preoccupare, Lucía; los cuidaré con mucho amore y dedicación —le gritó Rosita de vuelta.

Aún yo no salía de mi aturdimiento y recién reaccioné cuando comenzaba a partir la patrulla. No podía dejarlos partir. No podía.

—¡Papá! Mamma! ¡No se los lleven a la cárcel! Mammaaaa! —grité con todas las fuerzas de mi ser, corriendo tras la patrulla, pero sin alcanzarla ya que era lógico que tendría más velocidad que yo.

Entonces me quedé estático en mi sitio cuando ya no pude más, cayendo por consiguiente de rodillas al suelo y rompiendo en llanto. Apenas y sentí las manos de Emiliano que se posaron en mis hombros, quien evitando sollozar sin éxito me pedía que estuviese tranquilo.

—Mio figlio —murmuró mamá en voz baja y llorando cuando perdió de vista nuestra casa y nuestras figuras, mientras la patrulla se alejaba.

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