Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 18: Planes malévolos (Parte II)

Narrador omnisciente

A Armando por un momento le pareció haber pensado en voz alta, pero desechó la idea al ver que Penny permanecía con la misma expresión desafiante.

—Sí que me conoces muy bien. —Ironizó Armando, pero ocultó su causticidad para no autodelatarse—. Pero aunque creas que todo esto lo hago solo por interés no es así. Bien, lo admito, te amo y si hasta ahora no me atreví a aceptarlo es porque no quise hacerlo. Es que entiende, somos de distintas clases sociales y yo soy casado, nuestro amor no sería bien visto por mi círculo social; pero eso no quita que yo te ame y quiera una nueva oportunidad contigo. Y si te pido condiciones es porque de veras necesito de tu ayuda, preciso a alguien con un cerebro que funcione y esa eres tú. Además no puedes reclamarme nada porque también me impusiste condiciones. —Le confesó y explicó de forma aparentemente sincera y benévola.

Para Penny, era la primera vez que Armando le reconocía directamente que la amaba. Sintió su corazón revivir entonces, sin duda la medicina para su corazón habían sido esas mágicas palabras que estaba segura que Armando no se las diría constantemente.

Aún así, no importaba. Desde niña Penny siempre soñó con un hombre así, no un niñato inexperto e inmaduro que andase como perro faldero detrás de ella. Detestaba ese tipo de pretendientes, la irritaban, cuando los veía le daban ganas de lanzarlos por la avenida; tampoco quería un adolescente hecho al rebelde sin causa y que jugase a ser un badboy, esos estaban bien para un rato, para divertirse con sexo ocasional; mas no servían para nada serio.

Su hombre y amor ideal era Armando Sandoval: Un hombre maduro, varonil, atractivo y sexy, mayor que ella por unos buenos años —sin ser un anciano tampoco, sino en plena etapa de la adultez—; ambicioso, frío, solvente y formal. Sin embargo, deseaba que le demostrase y dijese en cierta ocasión que la amaba, que fuera apasionado y bueno en la cama. Aunque lo más importante era que tenía una buena posición social, con todos los lujos que anhelaba.

¿Podía existir hombre más perfecto para Penny?

—No puedo creerlo. —Articuló al fin—. ¡No puedo creer que lo hayas admitido! No tienes idea de lo felice que me haces, no sabes cuánto esperé y soñé para que llegara este momento. Ahora no tengo ninguna duda, eres mi hombre ideale y mio amore perfetto. Ti amo, no imaginas cuánto —le admitió con una repentina felicidad; dando un brinquito de emoción y besándolo otra vez.

Armando le correspondió al beso, empero, no comprendía que una mujer como Penny llegara a ser tan cursi; al punto que estuvo a punto de empalagarlo, no obstante y oportunamente para él escucharon unos aplausos que los interrumpieron in fraganti.

Se detuvieron y separaron de inmediato, volteando hacia la puerta, la cual había estado entreabierta.

—¡Bravo! —exclamó Estefany—. Esta es una perfecta pareja de telenovela. ¿Les parece si finalizo la historia? Y es así cómo su amor superó todos los obstáculos y fueron felices para siempre. ¿Así o más cursi? —les preguntó con ironía, sonriéndoles de esa manera.

Ante la inesperada presencia de Estefany, Penny sintió una imprevista sensación de triunfo. Había ganado. Ella creía que se quedó con el amor de Armando al final y quiso echárselo en cara.

—Oww, que bonito, verità? Solo no deteriores la storia como tutto lo que tocas. —Le exigió Penny con una sonrisa de victoria y altanería plasmada en su rostro.

—Hey, tranquila, que yo no fui agresiva contigo —Estefany alzó levemente las manos en señal de que su venida era en paz, bajándolas luego—. Voy a hacer de cuenta de que jamás fuiste, ni volviste a ser amante de mi marido, que nunca me inventaste un embarazo, que eres una asalariada… —Contabilizaba con los dedos, mas dio un resignado suspiro y prosiguió—. En fin, voy a hacer borrón y cuenta nueva contigo, desde ahora serás solo mi aliada. ¿Aceptas? —le propuso de manera sorprendentemente afable mientras le extendía la mano.

Penny se extrañó a más no poder. ¿Qué se habían fumado sus patrones esa mañana, que actuaban tan raro?, pensó. ¿O ella era quien se lo estaba imaginando todo, delirando aún por la fiebre que tuvo el día anterior?

—¿Qué se fumaron ustedes hoy, eh? ¿Yo aliada tuya? ¿Para qué? —indagó Penny completamente desconcertada, arrugando el entrecejo y con los ojos bien abiertos—. No puedo aceptar nada si no me explican de qué me están hablando y el porqué de su extraña actitud. De Armando lo puedo entender porque me ama y lo admitió en mi cara hace unos momentos. De ti es de quien no entiendo nada —se dirigió a la ahora inmutable Estefany—. Yo siendo tú habría entrado a desgreñar a la amante di mio marito.

—Es que todo es tan incomprensible para tu pequeño cerebro... Pero en fin, te lo voy a explicar. En realidad yo no amo a Armando, ni él a mí, lo único que nos mantiene atados hasta la muerte son nuestra fortuna e hija, Alena; ella heredará todo cuando muramos, eso si yo no tengo otro hijo, en ese caso la compartirían como es obvio. Porque toda la fortuna que conseguimos con trabajo arduo no va a pasar a manos de extraños, mucho menos regresar a sus antiguos dueños, eso júralo. La generación Sandoval Salinas será dueña de ella para siempre —determinó Estefany con una gran sonrisa asemejada al del gato de Alicia.

No obstante, Penny enfureció al escuchar aquello.

—Ah, ya entiendo. Usted me sorprende cada vez más, signora, es toda una caja de sorpresas; solo le pido sea más directa. Si vino aquí a humillarme, pues le digo que no servirá de nada, yo no soy la oportunista que usted cree. En realidad amo a Armando, es el hombre di mia vita y ni usted, ni nadie lo va a apartar de mi lado. —Le aseguró Penny a Estefany retándola con la mirada, empero, Estefany no se intimidó; siquiera la retó también, sino que la miró con burla y lástima.

—Por favor, querida, andemos sin máscaras, que aquí los tres somos iguales; bueno, excepto en el sentido de que yo soy mejor que tú, de eso no hay duda. Además, no seas tan sentimental, nadie te lo quiere quitar; es más, te lo regalo con moño y todo. Pero en fin, admite que estás tras nuestra fortuna, fuera del amor que profesas hacia mi marido. Tranquila, que él lo sabe y siempre lo supo, solo que no le importa. —Alegaba Estefany con befa y encogiéndose de hombros.

Penny miró con desconcierto hacia Armando, quien se percató de que tenía que arreglar rápidamente la situación.

—Es verdad, pero no es en el sentido que estás pensando, solo que comprendí que no puedo juzgarte si soy exactamente igual que tú; admitámoslo, aquí los tres somos ambiciosos y frívolos. En vez de reprocharte por ello te felicito, Penny, solo los ambiciosos e inteligentes llegan lejos en la vida. —La felicitó Armando de forma galante, tomándola de las manos, sacando una sonrisa a la morena.

—Por eso eres mi hombre ideale, no te cambiaría por nada ni por nadie. —Le ratificó Penny, enroscando sus manos detrás de su cuello y besándolo brevemente; aunque más por presumir su felicidad ante la pelirroja.

—Por nuestra fortuna es obvio... —A Estefany se le escapó el comentario, ganándose por ello una fulminante mirada de la joven, quien se apartaba del hombre—. En fin, regresando al tema original, no me refería a ti con lo que te dije; solo quería explicarte la situación para que abras los ojos a la realidad. Armando y yo nunca nos vamos a divorciar y no precisamente porque nos amemos y demás absurdas cursilerías, sino por lo que ya te expliqué. Ambos saldríamos perdiendo con ese divorcio cincuenta por ciento de nuestra fortuna, ¿te das cuenta? Cada uno tendría menos fortuna y una menor influencia, y estoy segura que tú no querrías un Armando… fracasado. Te conozco querida, incluso más que tú a ti misma, aunque no me interese tanto tu patética vida. —Explicó Estefany con un tono muy despectivo.

Penny se estremeció un poco con el último comentario, ¿qué podía saber sobre ella si solo la conocía como la sirvienta y la amante de su marido? Tal vez había querido intimidarla con esa paradoja, pero ahora Estefany le demostraba ser un tanto impredecible. Por otro lado, infirió que algo se debía traer la señora entre manos por tanta explicación que daba; y por supuesto ella no se quedaría callada.

—¿Entonces qué propones? ¿Adónde quieres llegar con tanta habladuría? ¿O intentas convencerme de que alejarme de Armando es lo mejor y bla, bla? Porque si es así pierdes tuo tempo. Yo también te conozco, Estefany, algo te traes entre manos y lo voy a averiguar —la retó Penny; mas Estefany soltó una carcajada sarcástica.

—Por Dios, no imaginé que iba a ser tan difícil hablar contigo, eres más terca que una mula; parece que tendré que explicártelo como a niño de primaria. No creas que el mundo gira alrededor tuyo, admítelo, a casi nadie le interesas. Pero eso no tiene que importarte, en la vida hay que ser egoístas, en eso vas bien; no obstante tampoco tienes que ser abalanzada, en eso te equivocas. Siempre hay que premeditar cada movimiento, no actuar impulsivamente, cosa que tú haces la mayoría del tiempo. —Le explicó y aconsejó Estefany sonriéndole con sorna.

Sin embargo, Penny se exasperó. Si Estefany le decía que su vida no le interesaba, ¿por qué andaba dándole consejos?

—¡Al grano, Estefany! —le exigió con desespero.

—Hey, tranquila; ¿ves a lo que me refiero? Solo te daba algunos consejos que te serán realmente útiles. Vas por buen camino con tus propósitos; pero eres joven todavía, inexperta, en cambio yo viví más que tú. —Contestó Estefany, aunque soltó una breve risa divertida al ver el rostro exacerbado de Penny, quien pensó que lo hacía para fastidiarla—. Si te di todo este rollo fue para que entiendas que nunca me divorciaré de Armando, pero tampoco he de dejarte fuera de lugar.

»—Aquí serás tratada como una reina prácticamente, como seguramente te explicó mi marido ya no serás despedida y es más, te ascendimos de puesto y salario, el cual se te pagará más de lo que es debido, Armando te bañará de lujos como buen amante. Cualquiera podría decir que serás una asalariada privilegiada, ese siempre fue tu sueño, ¿no? Vivir de lo fácil, como toda gata arribista, que sueña con todo esto cuando a mí me sobra. Es más, te tengo un regalo —le anunció sacando un accesorio de su cartera, ante el total desconcierto de la muchacha al descubrir qué era—. Aquí tienes, esto es una prueba de que lo que te digo es verdad —dicho aquello le arrojó el objeto al piso.

Se trataba de un collar de oro con un precioso aljófar de esmeralda colgante. Penny, con la incredulidad plasmada, pasó la vista de Estefany a la joya.

—Vamos, levántala; es tuya. —La instó Estefany al ver cómo le brillaban los ojos a Penny, a quien no le importó si podía ser una trampa o si de esa forma sería humillada, sino que se precipitó a recoger aquella presea dorada.

Era el mejor regalo que alguien le hubiese podido dar jamás y al fin tendría posesión de algo efectivamente valioso.

»—Qué poco se valora esta chica, sería capaz de vender su dignidad por una miserable joya Pensó Estefany con verdadera lástima.

—Confirmado, solo eres una pobre gata arribista, pero no me importa mucho. Armando y yo podemos darte muchas otras joyas como esta; claro, siempre y cuando cumplas con nuestras condiciones. ¿Qué creíste, que sería gratis? Como te dijo Armando, nada es gratuito en esta vida, todo tiene un precio. Pero antes debo advertirte que no abuses de los privilegios que te estamos dando, así que no te atrevas a faltarnos el respeto, aún eres una asalariada. Y lo más importante, no oses robar nada; recuerda que tenemos cámaras de vigilancia y el día en que te pille robando, tu próximo hogar será la cárcel. ¿Te quedó claro? —le advirtió Estefany haciendo hincapié en cada palabra pronunciada.

Mientras tanto, Penny, ya de pie e ignorando prácticamente lo que decía la señora y aún embelesada con el collar, se lo ponía al cuello, pensando en cuán atractiva se vería con él.

—Más chiaro que el agua, signora —sonrió, haciendo denotar la satisfacción que sentía en su mirada—. ¿Qué puedo hacer por ustedes? —les preguntó con una inusual amabilidad.

Con tal de ser poseedora de más artículos lujosos, estaba dispuesta a lo que sea. Tenía el amor de Armando, todo se acomodaba a su favor y se haría posiblemente poco a poco de una fortuna; ¿qué más daba el resto?

—Al fin nos estamos entendiendo, me alegro —manifestó Estefany—. Queremos de tus servicios, hasta que Armando y yo decidamos que ya no precisamos de ellos.

—¿Qué clase de servicios?

—He de ser más clara. A Armando y a mí no nos conviene que reveles nuestros secretos, aunque claramente no saldrías ganando, porque sería fácil refundirte en prisión y encargarnos de que te eliminen allí, puesto que tu economía no te alcanzaría para defenderte; tú lo comprobaste, te mueres por un triste collar. En cambio Armando y yo los sobornamos y listo, no les conviene perder favores de gente con tanto poder.

—Pero il signore Daniel a pesar de sus influencias y poder continúa recluso, no veo que hasta ahora haya salido. —Arguyó Penny.

—Ay, querida; eres tan candorosa —suspiró Estefany—. Daniel tiene el corazón muy blando y bastante ingenuo como para hacer ese tipo de cosas, ¿recién lo notaste? En cambio mi marido y yo sí sabemos velar de a de veras por nuestros intereses, por ello tendría que valernos tus amenazas. Pero aunque burlemos a las autoridades no nos conviene tener nuestro nombre manchado, en la boca de todos, nos tendrían en la mira y no quiero tener que matarte cuando nos puedes ser de utilidad. Por eso te ofrecemos todo lo mencionado anteriormente, con tal de que mantengas tu boca cerrada y no hagas nada que nos perjudique.

Sempre y cuando cumplan con lo prometido y no traten de perjudicarme también, yo no diré nada; les seré leal si no me juegan en contra. —Afirmó Penny, sonriente.

Pues todo eso parecía ser un juego en el que solo ella salía ganando.

—Pero esta no es nuestra única condición, hay más. —Armando participó por segunda vez en la charla; ya que había estado divertido observando a ambas mujeres enfrentándose por él.

—Continúa, amore —lo instó Penny.

—Queremos que vayas a Buenos Aires, hasta donde está Lucía, te daremos la dirección en la última carta que nos envió. Antes aclararte que Estefany y yo le seguimos escribiendo, para que no sospeche nada; cosa que no sucede con sus hijos y maridito. Pretendemos que vayas a difamarla en todos los lugares a los que ella vaya, también que te la encuentres y como es obvio que te preguntará por sus hijos, le digas que hace unos meses ya no trabajas en esa casa, que emigraste a Argentina porque allí hay más posibilidades de trabajo.

»—Y que lo último que supiste de sus hijos es que parecían haber superado completamente su ausencia, puesto que nosotros les brindamos la misma calidad de vida y porque oíste rumores dentro la casa sobre que Daniel pensó que ella había decidido abandonarlo y rehacer su vida, que en vez de velar por sus hijos decidió huir; pasando a odiarla por consiguiente, poco a poco. También que se cree que les comunicó a sus hijos lo que pensaba y con el tiempo ellos lo comprendieron y superaron, quedándose con la idea de que ella los abandonó. Con esto Lucía enloquecerá, lo cual es el plan. —Le explicó Armando con una macabra sonrisa.

—Que planes tan maléficos Armando, me agradan. —Lo felicitó Penny, acercándose a darle un cariñoso beso pique en los labios—. Haré a la perfezione tutto lo solicitado, aunque chiaro deben darme para una buona estancia en Argentina, muy aparte de los pasajes de ida y vuelta; sino no voy. —Los chantajeó sonriendo con descaro.

Estaba muy emocionada. Finalmente visitaría otro país que no fuese Italia y se tomaría verdaderas vacaciones; y muy bien pagadas.

—Creí que Estefany te lo había explicado ya, eso es obvio mi amor. —Le reiteró Armando con una media sonrisa forzada.

—Por hoy y mañana desaparécete, te pagaremos un buen hotel; pasado mañana viajarás a Argentina, en donde te perderás un mes aproximadamente, así que moléstate en seguir empacando. —Le ordenó Estefany, para después advertirle haciendo realce con su dedo índice—: Pero recuerda, todos aquí deben seguir pensando que continúas despedida y que buscarás un nuevo hogar y trabajo, inclusive tu tía; cuidado con soltar tu lengua de víbora. Al regresar permanecerás a nuestros servicios, los cuales ya vas comprendiendo cómo son. —Tras decir aquello, se sintió bastante hastiada y quiso dar por concluido el asunto.

»—Bueno, con esto ya no te molesto más, pero antes un último consejo: No luzcas ese collar en casa, por favor; quedarás como una ladrona y no quiero tener que acusarte. Ahora… adiós, que ya me asfixia el estar en el cuarto de servidumbre. Diviértanse —les dijo Estefany con una suma aversión y prácticamente escapando de ahí. Toda esa situación le daba náuseas y más que tolerarla no podía.

Por su parte, Armando le ayudó a Penny a terminar de empacar y se fueron rumbo al hotel, donde revivirían viejos tiempos.

***

08 DE AGOSTO DEL 2010
Génova, Italia

Transcurrió poco más de una semana, y Diana y Emiliano se conocieron más, haciéndose más amigos, puesto que se veían con mucha frecuencia. Él asistió además a todas las funciones proporcionadas esos días.

En un principio había solicitado una explicación al asunto del por qué Grettel trabajaba siendo una niña, al día siguiente de la noche en la cual se enteró. Diana le explicó entonces que su hermana no trabajaba en sí, sino que le ayudaba como camarera al señor Giancarlo entre dos a tres horas los días lunes, miércoles y viernes —un intervalo de horas en las cuales había mucha clientela— y a cambio él le daba algunos pesos que contribuían exclusivamente a su alcancía. No había contrato firmado alguno.

Y Peppino no la obligaba, mas al contrario, tenía todas las intenciones de disuadirla puesto que esa idea —originaria de su amigo Giancarlo— nunca le pareció del todo; empero su hija menor quería sentirse útil para algo y su camarada realmente necesitaba de una mano sin tener que contratar a alguien. Era un acuerdo conveniente para ambas partes.

Aún así, su error como padre era no ser firme en sus decisiones y acabar doblegándose.

Emiliano terminó comprendiéndolo y ese tema quedó atrás, salvo que sus hermanos menores aún no hacían las paces.

Manasés había tenido muchos exámenes y exposiciones esos días junto a Alan y otros compañeros de clase, así que no precisó casi de tiempo en su empeño de querer dar lo mejor de sí; y por otro lado, Grettel nunca le contestó las llamadas.

Además, ella parecía haberse olvidado de la existencia del muchacho o que su cuestión con él le diese igual; puesto que cuando Diana o su padre le hablaban de eso respondía con breves monosílabos y esquivaba el tema.

Sin embargo, nada siempre es lo que parece.

Ahora era una cálida mañana de domingo y Diana esperaba a Emiliano en una cafetería aparte. Cuando él llegó la saludó con su ahora habitual beso en la mejilla y Diana no pudo evitar sonrojarse. Recibieron su orden poco después y hablaron de temas triviales como el clima, sobre lo delicioso que estaban ambos mocaccinos —los cuales terminaron con una relativa lentitud— y demás.

Lo disfrutaban. Sencillamente y por cualquier motivo se complacían en la compañía del otro. En ese momento Diana se reía por algo gracioso que había dicho Emiliano, pero cuando la risa pasó se quedaron en silencio.

Como sus sillas eran contiguas inconscientemente pusieron sus rostros próximos, separados solo por pocos centímetros de distancia. Se contemplaban detenidamente, absortos en las facciones del otro. Emiliano tenía su mirada posada en los ojos miel de ella, como hipnotizado; pero se percató de que ella no lo veía a los ojos, sino que su vista estaba puesta en sus labios, muy ensimismada.

¿Para qué negarlo? Se sentían atraídos mutuamente, se gustaban y al caer en cuenta de ello decidieron dejarse llevar. Cerraron poco a poco los ojos, se acercaron más, buscaron el contacto con sus labios y se sumergieron en un dulce y acompasado beso que les despertó múltiples emociones. Lo olvidaron todo en esos instantes, solo existían ellos dos en ese momento.

Sin embargo, a pesar de que no habían objeciones para que se gustaran, puesto que se correspondían y no tenían algún tipo de otra relación; ignoraban que las cosas no serían tan fáciles para ellos.

Enfrente suyo, oculta tras un árbol estaba Valeria Bianchi, observándolos con ira total. Y por supuesto que no iba a permitir que una desconocida le arrebatase a Emiliano, iba a luchar por lo que consideraba suyo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro