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CAPÍTULO 16: Saber de mamá

Manasés

Durante el camino hacia el departamento de Peppino revisé mi celular y había algunos mensajes de Grettel preguntándome cómo estaba -puesto que ambos teníamos registrados nuestros números telefónicos-, y recién eran de ese día.

Me alivié, eso significaba que ella estaba bien; además me avisaba de que ese día trabajaría por la tarde en la cafetería, cubriría un turno. Le comuniqué a Emiliano que Grettel se había comunicado conmigo, así que él también se alivió, pero estaba determinado a hablar con Peppino. Le dije a Grettel que estábamos camino a su departamento y que luego iría a verla a la cafetería, mas ella ya no me contestó.

Ni bien llegamos encontramos a Peppino sentado a la puerta del edificio con una sombrilla y tomando un jugo, tal como si estuviese en la playa. Pero su expresión no era la misma del día anterior, la cual era radiante; ahora parecía frustrado, pensativo y cabizbajo. Era algo entendible, ya que debía estar con resaca y una peor que la mía, debido a que había bebido más.

-Buenas tardes -lo saludó Emiliano con seriedad.

-¿Y usted es...? -le interrogó Peppino confundido, frunciendo el ceño y poniendo su mano derecha a manera de quitasol.

-Me llamo Emiliano Coppola, soy fratello di Manasés y amigo de Diana, sua figlia. -Se presentó extendiéndole la mano a modo de saludo y sonando algo cordial.

Mi hermano no era muy impulsivo, sabía tomarse las cosas con calma y hasta a veces con diplomacia; excepto cuando se trataba de Armando.

-Ah, piacere di conoscerti -Peppino correspondió a la extendida de mano de mi hermano, pero con desgana-. Mi scusi Manasés, no te había visto. -Se disculpó y volvió a su expresión anterior.

-Non ti preoccupare -le sonreí condescendiente.

-Quiero hablar con usted -anunció Emiliano circunspecto.

-Mira, si es sobre Diana será mejor que lo hablemos otro día. Yo también quiero hablar del asunto pero ahorita no tengo cabeza para nada, mi dispiace. -Se dispensó Peppino sonando un poco irritado.

-Debe ser por los tragos que se echó ayer, non? -ironizó Emiliano, pero antes de que Peppino dijese algo se trajo una silla y se sentó-. No es sobre ella de quien quiero hablarle ahora, es sobre mio fratello, Manasés.

-¿Qué pasa con él? -preguntó Peppino aún desganado.

-¿Cómo que qué pasa con él? No puedo creerlo... -Emiliano intentó conservar la imperturbabilidad-. Quiero que me explique lo que pasó ayer, mio fratello llegó a casa en un estado inapropiado para su edad; usted lo invitó a cenar sin consultarlo antes conmigo. Ni siquiera lo trajo de regreso a su casa como es debido, lo tuvieron que hacer sus hijas. No debió beber tanto si en ese momento era responsable de una persona ajena a sua famiglia y de paso un bambino, ¡peor hacerlo beber a él! Le exijo una muy buona explicación. -Exigió tratando de mantener la compostura, pero a su vez hablando con cierto aplomo.

-Pudo haber avisado por cellulare. -Argumentó Peppino sin ganas, poniendo su mano bajo su mentón; estaba como ido y pensativo.

-¿Qué? -articuló Emiliano sin poder creérselo.

-¿Que no se acuerda? -decidí intervenir-. Le dije que ya los había llamado y no contestaban, luego mio cellulare se apagó -le recordé también extrañado.

-La verità siéndoles franco non ricordo mucho, solo lagunas; sí me acuerdo lo de la invitación, luego que empezamos a hablar sobre tua famiglia, después llegó la comida, el vino, comencé a beber... -Peppino hizo una pausa, seguro intentaba recordar más-. Te propuse algo sobre Argentina, el éxito, ya no tengo en mente exactamente qué; ulteriormente me embargó la felicità y ya no consigo recordar qué más pasó. Mi scusi per favore, ayer no coordinaba muy bene lo que hacía. -Se excusó sonando desanimado, hablando casi por inercia.

Había algo más que le preocupaba, eso era muy notorio. No solo era la resaca, en ese momento estaba distante, con los pensamientos en otro lugar.

-¿Cómo que ya no recuerda nada? Si usted me prometió que... -Le demandé con preocupación, en ese momento era lo único que me preocupaba; pero Peppino me detuvo.

-Muchacho, cualquier cosa que te haya prometido o dicho ayer, solo olvídalo. -Me dijo sin más.

-¿Qué? Si me dijo que si lo ayudaba prestándole a Amedio nos llevaría a Argentina. -Le reclamé con extrañeza e indignación.

-Ayer no estaba en mis cabales, tuo fratello tiene razón, fui un irresponsable y un loco al proponerte tal cosa; revisé mi alcancía y el dinero solo alcanza para viajar a una città de por aquí, es menos de lo que creía tener ahorrado. Es cierto que ayer gané mucho con mis funciones, pero ni aún así. Yo quiero ahorrar para una estancia en Argentina, para ofrecerles a mis hijas la vita que merecen, no solo para viajar. Davvero discúlpenme ambos, ahora no tengo cabeza para explicaciones y peor con esta resaca que tengo. -Explicó Peppino con sufrimiento.

Yo lo miré con cierto resentimiento. Lo comprendía muy bien, pero me lo había prometido y ahora me demostraba ser alguien sin palabra, o que decía cosas por decir.

-Entiendo y espero se solucione tutto, pero Grettel tenía razón al decirme que no le hiciera caso. Usted no debió prometer nada si sabía que no iba a poder cumplir, addio. -Le expuse con una mezcla de enfado y decepción, retirándome.

El estereotipo de la gran y genial persona que creía que era Peppino se estaba cayendo en ese momento. Podía sonar egoísta, porque al parecer tenía problemas serios, pero en ese momento solo me importaba y preocupaba el cómo mi hermano y yo viajaríamos a Buenos Aires.

-¡Manasés, espera! -me pidió Emiliano mientras se levantaba rápidamente de su asiento, yo me detuve ya estando casi una cuadra alejado de allí-. Otro día hablamos, no crea que se libró. Y di verità espero que tutto se solucione, si necesita algún tipo de ayuda búsqueme. Buenas tardes -se despidió de Peppino con expresión impertérrita y un toque de cortesía; corriendo de inmediato a darme alcance-. Tranquillo, nada está perdido -me consoló intentando infundirme ánimos, yo estaba parado sin expresión alguna.

-Con don Pepe tenía tutto ganado -comenté pensativo y desilusionado.

-Don Pepe no te lo propuso con mala intenzione, solo quiso ayudarte y ganar presupuesto adicional de forma más veloce. Aunque sostengo que fue un irresponsable y aún debo hablar con él, pude observar que no es una mala persona, solo una que tiene muchos afanes y preocupaciones para brindarles una buona vita a sus hijas. En ese momento la idea le pareció genial y te lo propuso, trata de comprenderlo. -Emiliano intentó hacerme reflexionar; y la verdad lo medité un poco.

No podía comportarme egoísta en una situación así, pero resignarse no debía ser una opción.

-Puede que tengas razón, pero viajaremos en las vacaciones, verità?

-Chiaro que sí. Pero necesitamos juntar dinero.

-¿Cómo? Si ambos no trabajamos.

-Trabajo yo puedo conseguir, chaparro; la cuestión es que il tempo con el cual contamos es un poco breve y lo que logre conseguir no alcanzará para los pasajes de avión y nuestra estadía allá. -Explicó Emiliano poniendo una mano sobre su cadera y la otra bajo su mentón, pensativo.

-No podemos quedarnos de brazos cruzados -rezongué; sonaba poco comprensivo, pero después de lo de Peppino no estaba dispuesto a escuchar negativas.

Tras mis palabras Emiliano suspiró, bajando los brazos.

-Trabajaré, te lo prometo, de lo que sea. De que viajamos, viajamos -prometió.

Es cierto que no quería oír negativas, pero tampoco deseaba que todo el peso de la situación cayera sobre los hombros de mi hermano. Me sentí un poco culpable ante su promesa, así que pensé en algo rápido.

-Sé que la idea es desagradable, pero podemos pedir permiso a Estefany y al irritante de Armando para que nos puedan proporcionar ese dinero, de todos modos están a nuestro cargo... -Propuse, aunque dubitativo, pues fue lo único que se me ocurrió.

Armando y Estefany eran nuestros tutores al fin y al cabo, no podían negarnos el derecho de ver a nuestra madre, así le gustara o no a Armando.

Sin embargo, ante mi proposición Emiliano se quedó más meditativo de lo normal. Quise preguntarle sobre su parecer a la idea cuando se me adelantó.

-Tienes un buen punto, pero la idea no me parece tanto. -Puntuó con un semblante serio y concentrado.

-A mí tampoco, pero al parecer no nos queda opzione. -Alegué con cierta resignación a la idea.

-Sempre habrá más opzione. En ellos ya no podemos confiar plenamente -Emiliano negó con la cabeza.

-¿En ellos? ¿De qué hablas? -le pregunté con interés, pues me pareció extraño que también se refiriera a Estefany; ella casi siempre se había portado de maravilla con nosotros.

Aunque a la par repentinamente recordé lo que Peppino me había dicho, eso de que nadie ayuda a uno porque sí.

-Non, nada, olvídalo... -Se excusó rápidamente, desviando su mirada hacia un lado; pero lo interrumpí.

-Sea lo que sea dímelo, ya no soy un bambino pequeño como para no comprender. Además no tutto lo que hablé ayer con don Pepe fue incoherente, cuando le conté lo que Armando y Estefany hicieron por nosotros él me dijo que nadie te ayuda porque sí, que algún interesse debieron tener. Y me dio a pensar -le conté, reflexivo también. Emiliano asintió al final.

-Lo mismo pienso yo -mi hermano suspiró-, y pienso que il interesse que debió o debieron tener fue Vestirsi Bene. Pero esto tal vez, pues no puedo acusarlos de nada sin pruebas; además Estefany no parece mala persona, no debemos juzgarla por las acciones de suo marito -determinó Emiliano.

-Tienes razón, aunque debo confesarte que hay veces en que me parece algo falsa, además es materialista. -Confesé dubitativo.

-Pero eso no la hace una mala persona, ella mas bene se portó como una madre con nosotros en ciertos aspectos. Infine, de todos modos pienso investigarlos, la actitud de Armando me da mucho a pensar. Aún así, no se lo digas a nadie esto todavía, los rumores corren. -Me pidió Emiliano susurrando confidencialmente lo último, entonces yo hice el ademán de cerrar mi boca con un candado.

-No diré absolutamente nada, siquiera a Alan -prometí, entonces Emiliano me abrazó.

-Te lo prometo, chaparro; más pronto de lo que piensas veremos a mamma -dicho aquello se distanció y me sonrió. Yo por mi parte confié plenamente en su palabra y sentí brotar la esperanza en mi corazón, pero aún pensaba en el cómo viajaríamos. Emiliano, como leyendo mis pensamientos continuó hablando-. Podemos viajar a donde queramos, eso incluye Argentina obviamente. No es mucho il tempo en el cual no nos escribe, así que no creo que haya cambiado de trabajo tan pronto y si lo hizo no será difficile de investigar.

»-Quizá no nos escribe porque está muy ocupada o buscando un nuovo trabajo, pero no debemos pensar lo peor; ella también nos debe estar añorando mucho como nosotros a ella, confiemos en que muy pronto tendremos noticias suyas y luego la veremos. Y di nuovo te lo digo, no creas en lo que Armando te dijo, mamma no nos abandonó ni nunca lo hará; nosotros la conocemos más que nadie y sabemos aquello. ¿Recuerdas cómo se desvivía por cuidarnos? ¿O la vez que te caíste del caballo en cómo se puso? ¿O cuando me enfermé de neumonía de pequeño cómo hizo di tutto junto a papá para que me curara? -Emiliano humedeció sus labios y puso su mano derecha sobre mi hombro antes de continuar-. Manasés, algo en il cuore me dice que ella y papá nos siguen amando con la misma intensità de antes, o incluso más por la distanza. ¿Tú no sientes lo mismo? -me afirmó y preguntó comprensivamente.

Y a pesar de las dudas que podía haber tenido lo sentía: Cada vez antes de ir al instituto, cada ocasión en la cual le escribía a mamá, en mis oraciones, siempre antes de irme a dormir, al contemplar el firmamento de estrellas, el infinito mar azul... Eran bastantes las veces en las que me sentía internamente conectado con mis padres, aunque especialmente más con mi madre puesto que a papá aún podía verlo.

Respecto a mi padre cada día el temor de que le pudiera suceder algo en la cárcel era latente, Emiliano y yo por nuestra parte le pedíamos a Dios a diario para que nada malo le ocurriera; y cada vez que nos veíamos nos infundíamos ánimos mutuamente. Además confiábamos en que Armando y Estefany, muy a pesar de los problemas y disputas que estábamos teniendo con el primero, tenían seguridad para papá en prisión; puesto que mis tíos estaban un poco estrechos económicamente hablando y muy en contra de su voluntad de momento ya no podían pagarla.

Y se suponía que los cuatro estaban pendientes de papá. Momentáneamente esa confianza hacia Armando y Estefany seguía vigente, puesto que más allá de dos moratones dentro de lo que cabía papá estaba bien.

Era mamá la que nos preocupaba y dejando de lado toda duda mía, ¿qué tal si ella había enfermado tan gravemente que hubo necesidad de hospitalizarla y no tenía forma de comunicarse con nosotros por ese lapso?

-La verità sí -respondí la pregunta de mi hermano-; y siento como si ella nos estuviera llamando, como si nos necesitara...

-Hallaré la forma para conseguir el dinero, pero de que viajamos a Buenos Aires y vemos a mamma, lo haremos. Llevaremos la última carta que nos escribió para ubicar la dirección de su vivienda y trabajo, y si en un caso extremo se mudó no será difficile averiguarlo. Y non ti preoccupare de eso de que si nos escribe o llama creyendo que estamos en Italia, la encontraremos y en vez de que espere nuestra risposta por escrito nos verá en persona.

»-Además la última vez papá nos dijo que se moría por saber di mamma, estoy sicuro de que amará esta idea. De paso, si Estefany nos ayuda solo con esto último, le pedimos un cellulare o computadora en el mejor de los casos y se lo damos a mamma para que pueda comunicarse con nosotros, y ya no necesariamente con solo cartas, podremos hasta hacerle videollamadas por vía Skype. En cambio viajar con Peppino habría supuesto un retraso por la estrecha situazione económica que está atravesando. -Me explicó Emiliano ya anímico y entusiasta, con los ojos brillándole de ilusión.

Aunque fuera poco probable que consiguiera tanto dinero en pocos meses sin pedírselo al menos a Estefany, quise compartir su emoción, pensar en que sería posible viajar pronto. En que veríamos a mamá en un breve tiempo.

Además, no era mala idea que yo trabajase también para ayudar a mi hermano. Sí, la posibilidad de que dieran trabajo a un menor de edad era casi nula y más con lo que las oportunidades de conseguir uno en Génova eran generalmente escasas, sin embargo no faltaría alguien que necesitase un ayudante o asistente para algún oficio.

Pero ya pensaría mejor en ello.

-Di verità, no sabes lo que esto significa para mí, mille grazie. -Le agradecí a mi hermano abrazándolo y con lágrimas en los ojos, pero de felicidad. Él correspondió al abrazo.

Luego nos separamos y empecé a pensar positivamente.

-De nada; es más, como dijiste, ¿perché no se nos había ocurrido antes? -se cuestionó Emiliano con una pose dubitativa y divertida.

-Por tontos -concluí divertido.

-Tienes razón, esta vez don Pepe fue el inteligente, aún estando en media luna. Hablando de él, quisiera ver a Diana. ¿Quieres esperarme o irás a casa?

-Primero iré a visitar a Grettie a una caffetteria, y luego iré a casa de Alan a ponerme al corriente de lo que avanzaron hoy en el instituto. -Contesté, entonces mi hermano puso su semblante serio y me miró fijamente a los ojos.

-Buono, pero massimo regresa a casa a las siete, massimo. Y no aceptes por nada ni por nadie ir con extraños a ninguna parte. -Me advirtió levantando su dedo índice.

-Va bene -lo miré con cierto fastidio-. Tampoco soy un bambino pequeño, ya tengo doce años.

-Entonces... -Emiliano hizo una breve pausa mientras colocaba su dedo en mi frente, apartándolo luego casi de inmediato-. Demuéstrame que ya estás grande -dijo cruzándose de brazos.

-Eres irritante -farfullé, pero en realidad quería escapárseme una sonrisa.

-Ya, andiamo de una vez; tengo que ver a Diana y tú a Grettel. -Mi hermano hizo el amago de empujarme por los hombros.

-Buono. ¡Nos vemos en la casa! -me despedí y salí corriendo.

Entonces me dirigí a la cafetería en donde trabajaba Grettel.

***

Narrador omnisciente

Poco después de que su hermano se hubiese marchado Emiliano -procurando no ser visto por Peppino-, preguntó a uno de los vecinos en el edificio en qué departamento vivía Diana Morselli; el señor le respondió que era en el penúltimo piso, entonces Emiliano le dio las gracias e inmediatamente subió allí en el ascensor.

Al dar con el susodicho departamento cuando estuvo a punto de tocar el timbre oyó una dulce y melodiosa voz cantando dentro:

-«Venid todos con Peppino, venid sin tardar, y si quedáis contentos aplaudid al terminar. Voy cantando y bailando, alegre y feliz, un mundo de ilusiones que también quiero repartir. Marioneta, tu sonrisa, jamás morirá y grandes y pequeños contemplándote reirán».

***

Diana estaba muerta de los nervios y la preocupación; no sabía qué hacer. La economía de su familia estaba por los suelos y nunca había visto a su padre tan mortificado, por más de que ella intentó animarlo.

La única solución era residir en Italia y buscar un trabajo, pero la cosa no era tan sencilla; su papá no sabía hacer casi nada más que ofrecer espectáculos y siquiera había salido bachiller, así las posibilidades eran pocas para él, además del escaseo de trabajo en Génova.

Como ella sí era bachiller las probabilidades se abrían más para sí, pero corría el riesgo de que le pagasen una miseria si encontraba trabajo y aún Emiliano no le confirmaba nada de la propuesta que le había hecho de currelo. Sin embargo, debía ponerse las pilas ya, nada justificaba que se estuviera quedando cruzada de brazos e inactiva.

Aún así se la pasó todo el día picoteando los alimentos que tenían en casa y mordiéndose las uñas para matar la ansiedad, luego intentó leer algo pero no pudo concentrarse. Después optó por algo que la relajaba y le hacía olvidar momentáneamente sus problemas: Cantar.

Cantó un estribillo de una de las canciones de sus funciones: «Marioneta». Mala elección, eso avivó más su preocupación e inquietud. Entonces se detuvo y finalmente se decidió por ir a comprar periódicos para buscar opciones de trabajo, algo tenía que haber y no podía continuar quedándose conforme; dijera lo que dijera su padre. Pues a decir verdad era Peppino quien se oponía a que ella trabajara, porque -en palabras suyas-, ¿qué sería de «Las funciones de Peppino» sin la grandiosa y sensual Diana Morselli?

Obviamente el acabose, pues si Diana trabajaba ya no tendría tiempo para las funciones, y que solo las hicieran domingos ni pensarlo. Aún así, si su padre quería irse a Argentina a la brevedad posible esa actitud no era la indicada y las funciones podían esperar. Se decidió al fin.

Entonces abrió la puerta para salir, pero se quedó estática; Emiliano estaba frente a ella, mirándola embelesadamente a partir del instante en que la vio. Ambos se perdieron en sus miradas unos segundos hasta que ella reaccionó.

-Ciao -lo saludó Diana sonriendo ampliamente, saliendo de su estupor-. Este, emm, ¿qué haces aquí? -le interpeló nerviosa y animada.

-¡Ah! Ciao; pues, este, yo... Vine a verte. -Admitió Emiliano también nervioso, pero sonriendo al final.

Tal confesión provocó un sonrojo en la muchacha, quien por unos segundos no pudo articular palabra alguna.

-¡Ay, qué tonta! -exclamó Diana repentinamente, intensificando así su sonrojo-. No te invité a pasar, adelante -lo invitó, realmente muerta de los nervios. Entonces Emiliano ingresó-. Puedes sentarte.

-Mille grazie -esta vez el ruborizado fue Emiliano, quien sonrió cortés y tomó asiento.

-¿Quieres té, café...? Ay, qué estoy diciendo; ¿quieres agua, jugo, soda...? -le preguntó Diana, tornándose a la par sus mejillas de un particular arrebol; pues temía estar haciendo el ridículo.

Sin embargo, Emiliano la observaba cruzado de brazos con una -al parecer- inamovible sonrisa.

-Te ves muy linda y tierna cuando estás así de ruborizada y nerviosa, de paso cantas muy bene -la halagó.

Ella permaneció callada por unos segundos y su rubor aumentó. No supo qué decir, simplemente se quedó mirándolo idiotizada.

-Creo... que está haciendo mucho calor, non? Entonces, te serviré agua, con mucho hielo. ¿Te parece? -quiso corroborar Diana, Emiliano asintió manteniendo intacta su sonrisa-. Sí, entonces, voy a traer los vasos. -Determinó y prácticamente salió corriendo de allí, pero para bochorno suyo casi se tropieza con la pata de la mesita que estaba frente al sofá.

Afortunadamente Emiliano estaba cerca a ella y pudo levantarse rápidamente para evitar su caída.

La sostuvo por la cintura y de nuevo pasó: Se perdieron en sus miradas, así como en las películas románticas que a Diana tanto le fascinaban. Se fueron acercando poco a poco, hasta que sus rostros quedaron a milímetros de distancia; así, en esa posición perdieron la noción del tiempo y espacio. Hasta que Diana reaccionó y decidió incorporarse, alisándose el pantalón.

-Yo... grazie, mille grazie. Voy por los vasos. -Anunció ella aún más avergonzada y acalorada que antes, sonriendo tensa; pero intentando mostrarse animada, como si nada hubiese pasado.

Se dirigió a prisa a la cocina y apoyó sus manos en la mesa, totalmente abochornada y quedándose muy quieta un momento, asimilando así lo ocurrido. Luego se abanicó el rostro.

Por alguna razón se encontraba muy apenada; pero negó con la cabeza, no había razón para que estuviera nerviosa, o eso quiso creer. Emiliano era muy guapo y atractivo, muy amable y caballero, le daba esos méritos; pero recién empezaban a conocerse, así que debía despejarse.

Entonces procedió a servir los dos vasos con agua, pero por lo intranquila que estaba echó algunos chorritos en la mesa. Ante lo sucedido fue a buscar un secador y secó el agua derramada con cierta rapidez. Y antes de colocar los cubos de hielo en los vasos se los puso en las mejillas.

Emiliano se encontraba en una situación similar a la de Diana, se había sentido repentinamente atraído a ella cuando la sostuvo de su caída. Como si una atracción magnética hubiese operado en esos momentos, hasta por unos instantes inconscientemente sintió la tentativa de besarla.

Dios, recién la conocía; ¿pero por qué esa castaña debía ser tan jodidamente hermosa y adorable?

Negó con la cabeza entonces y lo decidió: se daría la oportunidad de conocerla más. Pero tenía que repetirse que Diana no era una conquista más, sino una chica simpática con la cual pretendía iniciar una amistad.

Pensando en ello vio aparecer a la reina de Roma con dos vasos de agua, quien se sentó en el sofá junto a él y le extendió su vaso, sonriéndole tímida.

-Ten -le dijo Diana a medida que él le aceptaba el vaso.

-Grazie -agradeció Emiliano bebiendo un buen sorbo y luego dejando el vaso en la mesa. Diana hizo lo mismo, aunque ella tomó casi de golpe todo el contenido-. Hey, ¿tanto calor te hace? -la interpeló jocoso, arqueando una ceja y encontrando a la muchacha como la persona más adorable del mundo. Ella asintió divertida también.

Pasaron unos cuantos minutos bromeando y hablando sobre trivialidades, aligerando así la pequeña tensión que por lo sucedido se había creado entre ambos, hasta que Emiliano sacó a relucir el tema de la cena a la cual su hermano menor asistió sin consentimiento.

-Sobre eso, discúlpanos. En parte también yo tuve la colpa. -Afirmó Diana, pero Emiliano no se había esperado aquella afirmación.

-¿A qué te refieres? -interrogó extrañado, frunciendo ligeramente el ceño.

-Primeramente quiero que me escuches, no lo hice intencionalmente. -Aseguró Diana colocando un mechón de su cabello tras su oreja, procediendo luego a hablar-. Es cierto que mi padre prácticamente arrastró a Manasés a esa cena, pero él intentó llamaros para avisarles y no contestaron. Davvero se lo veía preocupado, entonces, yo le dije que no se preocupara tanto, que se relajara y disfrutara... -Confesó algo dubitativa, pero Emiliano la interrumpió.

-¿Perché le dijiste eso? Tú eras consciente de que estaba ahí sin permesso alguno. -Le reprochó Emiliano un poco molesto, pues no lo creía de ella.

-Lo sé y mi dispiace. Pero lo hice por mia sorella. -Consolidó Diana con cierta seriedad y mirando a Emiliano a los ojos.

-¿Qué tiene que ver tua sorella en esto? -él le cuestionó con extrañeza.

-Como te conté, Grettel es una bambina solitaria, reservada; no tiene amigos como es abituale a sua età... Sempre está triste y se aisla, eso no es normale. En cambio tuo fratello es un bambino alegre, simpático y comunicativo. Cuando lo conocí me pareció el amigo ideale que Grettel necesita, así que quise conocerlo más de lo que tú y mia sorella me contaron. -Explicó Diana, haciendo una breve pausa.

»-Capisci, si Manasés y Grettel se hacen amigos ella puede cambiar y al fin podré verla felice o al menos anímica. Yo, llegué a esta conclusione porque cuando ella me contó de cómo lo conoció se veía tan embelesada, su mirada... brillaba y ella sonreía. Llegó a sonreír, Emiliano -confesó sonando esperanzada y derramando una lágrima de felicidad al recordar ese tan especial momento.

Entonces Emiliano comprendió sus motivos. Diana lo había hecho por una muy buena causa: Quería ver a su hermana feliz.

Por su parte comenzó a admirarla y en muestra de aquello le sonrió comprensivo, mientras ella se limpiaba aquélla lágrima de su mejilla y continuaba hablando:

-Lo del vino fue colpa de mi padre, no lo estoy justificando pero él... Se excita al ver vino, no digo que sea un alcohólico, para nada, solo que dada la circunstancia... tú me entiendes. Manasés bebía casi sin darse cuenta de la cantidad, solo por ser condescendiente y para que papá no se tornara más pesado respecto al tema. Yo intenté disuadir a mi padre regañándolo pero... -Elucidó Diana, pero al ver la cara de cierto espanto que ponía Emiliano soltó una dulce risilla y prosiguió.

»-No te asustes, papá, él... no es la persona más responsable que digamos. De joven fue una persona un poco libertina, alegre y extrovertido. Cambió, pero dada la occasione se divierte, bebe y a veces se le pasan las copas. Pero no es una mala persona, lo conozco muy bene y sé lo que te digo; no lo hizo con la intenzione de perjudicar a tuo fratello, solo quiso pasar un buon rato con él, pues realmente le cayó bene. Créeme, no cualquier persona le agrada así de facile -susurró lo último como una confidencialidad.

Emiliano asintió, entendiéndolo todo a la perfección.

-Ahora comprendo y más escuchándolo de tus labios. No creas que soy el típico fratello sobreprotector, pero davvero me preocupo por Manasés. Es el único familiar que tengo a mi lado y a quien puedo ver todos los días; mi padre está en la cárcel, mi madre en otro país y estamos perdiendo noticias suyas. Capisci, es lógico que me preocupe -expuso Emiliano.

-Comprendo -dijo Diana-. Tua reazione fue completamente normale, yo también me habría puesto así de haberse tratado de Grettel. Admito que las cosas no salieron de la mejor manera.

-Lo importante es que tua intenzione fue buona y noble -Emiliano le sonrió-. Y si tú quieres podemos tener más cenas como esas, chiaro, conmigo incluido.

-Qué presumido eres -Diana lo golpeó de manera bromista en el brazo.

Ambos rieron agradablemente. No obstante, Emiliano decidió sacar a flote el tema que era la raíz de las preocupaciones de la muchacha.

-Respecto a la oferta de trabajo que te hice, no creas que lo he olvidado. Muy pronto encontraré una vacante para ti -le comunicó-. Es una promesa.

***

Manasés

Llegué prácticamente corriendo a la cafetería en donde trabajaba Grettel, me asomé a la ventana y la vi recogiendo unos platillos de una mesa y luego dirigirse a la cocina. Decidí ingresar y tomar asiento.

Pasaron unos segundos y Grettel retornó. Cuando su mirada reparó en mí se mostró evidentemente sorprendida, pero -aunque fueron por unos instantes efímeros- sonrió y se acercó hacia donde estaba.

En cuanto ella estuvo enfrente mío pasó algo inexplicable que ni yo mismo entendí muy bien: Me incorporé y la abracé, aunque el contacto no duró más de tres segundos.

Grettel se quedó estática y obviamente asombrada por mi repentina reacción.

-¿Y eso? -me preguntó desconcertada.

-Es porque me alegra saber que estás bene. Por mia colpa pudo haberos pasado algo malo en el trayecto a su casa... -Le expliqué demostrando el alivio que sentía, pero ella me interrumpió.

-Pero como ves nada malo nos pasó -afirmó Grettel-. ¿Y tú estás bene? -inquirió con preocupación.

-Desperté con un forte dolore de cabeza, pero ya no me duele tanto. -Respondí rascándome la nuca. Grettel iba asintiendo, algo pensativa.

-¿Recuerdas lo que pasó anoche? -me interrogó casi en un hilo de voz.

-Desgraciadamente sí, lamento las molestias que os hice pasar ayer.

-No fue del tutto tua colpa, mi padre fue el responsable. -Alegó Grettel, bajando la mirada.

-Hablando de él, tenías razón -suspiré tensamente y proseguí-. Fui a tu casa hace unos minutos, mio fratello quería hablar con él por lo ocurrido y... Tal como me lo advertiste, tu padre me hizo promesas falsas que casi ni recuerda, me dijo que olvidara tutto lo que me hubiese dicho o propuesto ayer. -Le conté con cierta indignación.

El enfado que tenía con Peppino no pasaba del todo todavía.

-Te lo dije -me dijo en voz baja, aunque mirándome a los ojos-. Pero no te enojes mucho con él, trata de comprenderlo; seguramente te contó nuestros problemas económicos, eso es lo que lo tiene afligido. Esta mañana lo vi muy mal -confesó suspirando y cruzándose de brazos.

-Lo entiendo, pero no debió prometerme algo que no va a cumplir. Aunque también debo darle las grazie -mencioné con una media sonrisa de satisfacción.

-¿A qué te refieres? -indagó Grettel extrañada.

-Grazie a él mio fratello tuvo una magnífica idea.

-¿Cómo? No entiendo... -Argumentó confundida, pero la interrumpí.

-Tu padre me prometió que me ayudaría a viajar a Argentina para ver a mi madre, ¿no es así? No cumplió, sin embargo, ¿perché tengo que depender de él para hacerlo, si podemos por nuestra cuenta? -hice una breve pausa y después solté la noticia de sopetón-. Emiliano y yo viajaremos a Buenos Aires en vacaciones para visitar a mamma -le conté con emoción.

-¿Qué? -enunció Grettel incrédula, casi en un grito ahogado; mientras alguien vociferaba su nombre desde la cocina.

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