Deseo Ⅰ
Por irreal que parezca, todos anvisionamos. Todos, sin excepción alguna tenemos un deseo oculto en nuestro corazón.
Muchos no saben que desean, otros están confundidos; hay quienes ambicionan tanto que se pierden así mismos, pero también los hay quienes no ambicionan nada y nunca se encuentran tampoco. Un ejemplo es Alexandra. Por supuesto ella no sabía que su vida cambiaría de forma tan drástica en unas pocas semanas.
Para Alex la desgracia empezó aquel viernes que llegó tarde, como era su «casi» costumbre. Debido a esa tardanza se perdió la mitad de su primera clase del día , tenía tareas a mitad y lo peor de todo no había desayunado. Todo eso se conjugó en su contra en el período de descanso.
La cafetería de la escuela de Alex estaba a rebosar, cada uno de los estudiantes desesperado por ser servido antes de que las mejores cosas se acaben o antes de que los mejores puestos para sentarse fuesen ocupados.
En el caso particular de esta hambrienta chica, su única preocupación era la comida. La verdad, es que poco le importaba donde se sentara, porque para ella sólo existía el qué comería y el cuánto, lo demás eran nimiedades que se resolverían luego de que tuviese su bandeja a rebosar de deliciosa y humeante comida.
Tuvo suerte, su turno llegó justo a tiempo para los dos últimos tacos en buen estado, pero su suerte empeoró después de eso.
Había chocado con alguien y la comida con la que tanto había ansiado, ahora estaba desparramada en el piso y completamente inservible para ser comida. Un pequeño quejido de frustración se escapó de sus labios, seguido de un gruñido de ira. Sin embargo ese gruñido no era proveniente de ella, sino de otra chica, eso la arrancó de su tragedia personal y la devolvió a la aún más devastadora realidad.
Los ojos café de Alex se posaron en la que antes del choque era una blusa blanca, probablemente de diseñador y en una minifalda del mismo color. La chica dueña de tan lujosa y moderna ropa estaba furiosa, su mirada verde se dirigía incrédula de si ropa a la bandeja que aún sostenía Alex.
—¡Eres una perra, ¿cómo te atreves?! —gritó la chica de nombre desconocido, haciendo que todos los presentes se quedaran mudos.
—Yo... Fue un accidente .
—Un accidente, un accidente. ¡Ja! Sí, como no. Y yo soy la sobrina del Presidente. Tú, estúpida lo hiciste a propósito, ¿cierto?
Alex balbuceaba incoherencias, la situación se escapaba de sus manos y era obvio que no tenía formas de salir bien parada de éste lío. Puede que quizás, sin las circunstancias fueran otras y ella no hubiese tanta hambre y deseos de llorar por su comida desperdiciada, se atrevería a explicarle lo sucedido o en su defecto a contestarle como se merecía por insultarla como lo había hecho.
Sin embargo,su momento nunca llegó. La chica al frente de ella se veía cada vez más exasperada ante el mutismo de Alex, y estuvo a punto de zarandearla de no ser por la aparición de un caballero de unos increíbles ojos verde azulados.
La fiera que antes era la diva de blanco, se transformó en un gatito lloroso ante la presencia de lo que Alex dedujo sería su novio.
La chica lloraba históricamente mientras apuntaba hacia ella, señalándola como la encarnación de todo lo malo en el planeta. Su novio, al parecer acostumbrado al carácter colérico y caprichoso de su novia, le ofreció una sonrisa tranquilizadora y la hizo calmarla luego de prometerle que se encargaría de que todo estuviese bien.
La chica se calmó y sonrió de forma coqueta, sólo para luego mirar con desprecio a la aún conmocionada Alex. La boca de la chica se abrió para susurrar una promesa de venganza, mientras salía con el chico de amables ojos que se había tomado la molestia de darle a Alex unos billetes de dólar para que compara otro almuerzo.
El ruido incesante de la cafetería regresó tan pronto como se había interrumpido.
A los oídos de Alex empezaron a llegar los murmullos de las terribles cosas que la chica, de nombre Destiny, le haría para resarcir el daño a su ropa de diseñador.
Si bien Alex sólo podía estar segura de una cosa ahora, todo se había ido al demonio ahora.
⚜⚜⚜
Efectivamente, todo se había ido al demonio.
Tres semanas más tarde, Alex se encontraba con que la escuela se había transformando en un verdadero infierno.
Pese a que en lo referente a lo académico, que era el aspecto que más le importaba, todo iba a las mil maravillas; lo demás era un total asco.
Pudo deducir de forma asombrosa mente rápida la mañana de la siguiente del accidente con la engreída chica que todos la trataban como la peste, o se reían de ella a sus espaldas. Si bien al principio no le importó que se burlaran de su mala suerte, pero todo eso cambió con la primera broma.
Ese día habían desaparecido los útiles de su asiento, en un momento de distracción, sólo para aparecer en el cesto de basura. Más tarde, en otra clase había atado su mochila a la silla.
Está bien, esas bromas no eran nada, podía lidiar con ellas. Sólo se limitó a mirar un poco molesta a sus compañeros y obvios cómplices de la malvada chica y a encogerse de hombros restándole importancia al hecho.
Con el tiempo la incidencia de las bromas fueron aumentado y con ello su grado de maldad.
Ahora ni se contentaban con el hecho de atar su mochila a la silla. Por supuesto que no, Destiny quería verla sufrir; y sabía donde atacarla.
Las bromas habían empezando a ser más molestas y habían afectado un poco su rendimiento académico. Sus tareas eran robadas, y ella debía hacerlas nueva vez. Era recibida con cestos de basura sobre su cabeza o con cubetasos de agua, lo que implicaba llevar otro cambio de ropa y agradecer a Puma por sus mochilas a prueba de agua.
Y de esta forma, habían transcurrido tres semanas de Alex, por supuesto que sus profesores se habían dado cuenta de la situación, pero sin pruebas no podían proceder contra Destiny. Los cómplices de sus actos eran castigados, pero su acoso no disminuía; al parecer eran sobornados para que el castigo escolar palidecería con la recompensa que ella le ofrecía.
La semana por fin estaba acabando y ella realmente estaban luchando por contener su ira y su frustración.
Pero su suerte pronto mejoraría, o eso se prometió.
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