Capítulo 5
– ¿Encontraste algo con tu...? – El Padre Marcos señaló dudoso el extraño aparato que su sobrino tenía en manos. La última hora, él y la Señora Gray habían visto al joven caminar de un lado a otro, con los ojos pegados en la pantalla del artilugio que asemejaba un walkie talkie.
– Es un Mel Meter. – Explicó el muchacho. Al ver que el nombre "Mel Meter" no significaba nada, tanto para Marian como para su tío, Will agregó – Ayuda a detectar los campos electromagnéticos y las lecturas de temperatura. Y no, no he encontrado nada; hasta ahora todo parece normal. –
William se sentía bastante desconcertado al no hallar ninguna señal de actividad paranormal con su equipo. Después de que sucedieron todos aquellos eventos sobrenaturales que relató Marian Gray anteriormente, su equipo debería de haber captado alguna señal de energía residual en la casa. No tenía nada, ninguna prueba científica que esa familia estuviera siendo atormentada por un fantasma. Una parte de él comenzó a desconfiar de la autenticidad en las historias de la Señora Gray, pero sus dudas rápidamente se desvanecieron; ella en verdad estaba preocupada por su hijo. Tendría que ser una excelente actriz con una gran imaginación, para montar un engaño de esa magnitud.
– No hay ningún fantasma en esta casa. Es algo más... lo he visto. – Zamira, quien recién bajaba las escaleras, había captado la atención de todos, debido a la seguridad con la que había pronunciado esa última oración.
– ¿Algo cómo qué? – inquirió Marian. Todos permanecieron en suspenso, esperando ansiosamente la respuesta de Zamira.
– Goblins. –
– Espera, ¿Goblins? ¿Así como en "duendes"? – Will enfatizó la última palabra con perplejidad. De todas las cosas que pudo haber dicho Zamira, esa jamás le cruzó la mente.
– Sí, los Goblins son una clase de duendes. – Su expresión era seria, no había ni un indicio de vacilación en ella. La chica hablaba de los Goblins con tanta naturalidad, como si se tratara del clima.
– Lo siento, pero aun no entiendo. ¿Qué es un goblin? – el Padre Marcos pasaba la mirada de Zamira a su sobrino en busca de respuestas. Al igual que Marian Gray, el sacerdote estaba plenamente desorientado en el tema de los duendes. Sin embargo, Will no dijo ni una palabra; se rehusaba a hablar de los Goblins como algo real, pues para él sólo eran personajes fantásticos del Señor de los Anillos o de Warcraft.
– Son criaturas demoniacas. Se crean a partir de la esencia de los niños no nacidos, que han sido olvidados. Después de vagar mucho tiempo por la Tierra, sin alma ni cuerpo, se convierten en seres oscuros con el sentido del humor y la ambición de los niños. – De alguna manera, la previa explicación de la vidente, golpeó a Marian Gray con una nueva oleada de inquietudes e interrogantes. El semblante de la señora denotaba extrema preocupación e incluso pánico. Se sentó en el sofá de la pequeña sala, como si su cuerpo ya no pudiera cargar más el peso de sus problemas. Hizo su mejor esfuerzo para procesar la información, intentado organizar sus pensamientos.
– ¿Cómo es que nunca los he visto en la casa? –
– Los adultos no pueden verlos, solo los niños. –
– Pero, tú sí los puedes ver porque eres una "vidente" ¿Cierto? – Will había dejado de tragar las habladurías de Zamira desde que mencionó la palabra "Goblin".
– Sí. –
– Que conveniente. – Esta vez, la incredulidad en la voz del muchacho fue más que obvia, al menos lo fue para su tío y la Señora Gray, pues Zamira pareció no notarla, o tal vez, decidió ignorarla. Marian finalmente se atrevió a decir en voz alta lo que francamente quería preguntar.
– ¿Qué es lo que quieren? ¿Por qué se llevaron a mi hijo? –
– Los Goblins viven en grupos de cinco, dedicándose, comúnmente, a hacer travesuras y crear caos en los hogares cercanos a los bosques donde habitan. Pero ellos no viven para siempre. Cada 50 años, estas criaturas utilizan su último mes en la Tierra, para prolongar su estadía. Se infiltran en los hogares donde hay niños y aparentan ser sus amigos, juegan con ellos, les ofrecen dulces, frutas y regalos. Una vez que ganaron su confianza, los engañan y los conducen por los bosques, hasta llegar a la cueva donde tienen su nido. Ahí permanecen cautivos, hasta la noche de La Luna de la Cosecha. –
– ¿Luna de la Cosecha? –
– Es la luna llena más próxima al equinoccio otoñal. – Aclaró William, quien se había mantenido callado durante todo ese tiempo.
– En la quincuagésima Luna De la Cosecha, – Continuó la joven – los Goblins intercambian su esencia con la de los niños. Necesitan cinco niños para realizar el ritual, uno por cada Goblin en el grupo. De lo contrario, deben regresar al Limbo donde pertenecen. – El enojo de Will crecía cada vez más. Le molestaba pensar que Zamira había decidido inventar una historia fantástica sobre duendes y niños robados, para engañar a Marian Gray; no obstante, lo que le molestaba aún más, era que su tío y la Señora Gray realmente le estaban creyendo.
– Poco después que Marian me contó lo de su hijo, halle otros tres casos de niños desaparecidos en este mes; los tres desaparecieron bajo las mismas circunstancias que Vincent – Reveló el sacerdote con angustia – ¿Eso quiere decir que estos..."Goblins", solo necesitan llevarse a un niño más? –
– Me temo que sí. – Zamira dirigió su vista hacia Marian. Ciertamente, la chica se veía triste, como si las palabras que mencionaría en seguida, le dolieran de corazón.
– Señora Gray, creo que su hijo menor, Aaron, es el último niño que los Goblins robaran. –
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