Capítulo 4
Mientras Zamira recorría la casa, el padre Marcos ayudaba a su sobrino a montar un espectáculo digno de un parapsicólogo pensó la chica. En su opinión, era el mismo cuento con todos los parapsicólogos; ...siempre tratando de encontrar respuestas científicas a cosas que están más allá de su entendimiento. Sólo tienen esos lujosos artefactos con nombres raros como: "Detectores EMF", "Sonda inductiva", "DVR de espectro completo"... y ya creen que lo saben todo... Ella no dudaba de la autenticidad de los parapsicólogos o de dichos aparatos, simplemente estaba segura que lo paranormal era mucho más complejo que ondas electromagnéticas o electricidad estática.
La vidente abrió puerta tras puerta, registró cada habitación de la planta baja, pero hasta ese momento, no había percibido nada, ningún "eco" que sugiriera la presencia de algún espíritu. Continuó buscando tenazmente, puesto que estaba convencida que había algo mal en esa casa, algo que no pertenecía ahí. Era sólo un presentimiento, por supuesto, pero los "presentimientos" de Zamira tenían cierta tendencia a ser correctos... todo el tiempo.
Pensó en una teoría sobre qué podría estar atormentando a los Gray. Concordaba perfectamente con los sucesos relatados por Marian, sin embargo, quería estar un cien por ciento segura antes de llegar a conclusiones finales.
La chica pasaba a lo largo de un pasillo del segundo piso e inesperadamente oyó voces. Se detuvo en seco frente a una puerta un poco entreabierta. No entro de inmediato a la habitación, únicamente se asomó con sigilo, abriendo la puerta unos pocos centímetros más, lo suficiente para ver su interior.
Era el cuarto de los de los niños.
Las paredes eran de un bonito color celeste, una litera con colchas de pokémon estaba junto a la ventana y una gran cantidad de coloridas piezas de lego invadían el suelo; Zamira divisó a Aaron, el hijo menor de la Señora Gray. El problema era, que no estaba solo...
Había otro niño en la habitación, o al menos, eso era lo que aparentaba ser aquella criatura. Su piel era terriblemente descolorida, al igual que sus ojos, los cuales estaban rodeados por unas intensas ojeras negras. Ni en un millón de años esa cosa sería humana.
Zamira dio un gran paso hacia atrás cuando la criatura dejó de mirar al pequeño Aaron y posó sus escalofriantes ojos blancos en ella.
Desafortunadamente, su teoría estaba en lo cierto...
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