|Capítulo 46: El reflejo de la humanidad|
—Así te encontré mi niña,
no le temías a los monstruos,
te gustaba hablar con ellos,
y tu familia no sabía cuidarte.
Hacía un tiempo habían empezado a dar vueltas, luego de que el Sin Rostro lo ató con los resortes del asiento, le pidió con amabilidad a Nez, así llamó a la quimera cuervo de enormes alas, que siguiera manejando de manera indefinida. Jocken se apoyó en su cuerpo, rodeando su hombro con un brazo como si fueran grandes amigos, tomó un mechón de su cabello y comenzó a enroscarlo entre sus dedos.
—Qué lindo pelo tenés, a Génesis debe gustarle mucho —murmuró, sacó un cuchillo de la funda atada en su muslo y con el filo acarició el músculo tenso en la mandíbula de Mikaela, lo acercó a la raíz a milímetros de su oreja—. ¿Qué pasaría si te lo corto? ¿Dejaría de gustarle?
—No te conviene. —Alcanzó a decir con una mueca que se transformó en una sonrisa ensangrentada—. Porque como esa tengo un millón de cualidades maravillosas que podrían gustarle mucho más.
Descubrió que cuando se trataba de su compañera, el moreno era muy fácil de provocar, frunció el ceño y apretó el cuchillo hasta que sus nudillos se volvieron blancos, luego lo hizo girar entre sus dedos y una lenta curva se extendió por su cara antes de clavarlo directo en su muslo. También era bastante impredecible, Mikaela contuvo un jadeo.
Jocken lo sacó y sin dejar de mirarlo, le pasó la lengua a la hoja, apoyó la punta en su cara mientras la degustaba con gesto pensativo.
—Novecientos noventa y nueve mil, novecientos noventa y nueve cualidades —dijo después de un segundo, chasqueó la lengua y volvió a poner el cuchillo en el agujero en su pierna—. El sabor de tu sangre no es una de ellas. —Sacó otra arma corto-punzante del gemelo izquierdo y con un tirón violento envolvió su cabello alrededor del puño, acercándose a su rostro—. Vamos a ver cuántas te quedan cuando termine con vos, basura humana.
—Jocken —advirtió el pelirrojo, su vista se desvió durante un instante—. Lo hace a propósito, sabe que puede provocarte fácil y quiere que discutas conmigo por pasarte de la raya.
—¿Pasarme de la raya? —cuestionó mordaz—. Lo voy a cortar en pedazos y se lo voy a dar de comer a mis bestias.
Harlem arrugó la nariz con fastidio.
—Génesis debió contarle que yo estoy a cargo de la situación.
Solo eso hizo que Jocken dejara de tratar de cortar al cazador, se volteó casi por completo.
—¿Y quién carajo dice que vos estás a cargo de la situación? —gruñó.
Maniatado como estaba, Mikaela alzó un dedo.
—Génesis me contó que la otra mujer lo está.
Jocken le tiró del pelo con fuerza y Harlem lo miró con ojos entrecerrados, luego observó hacia la ventana con gesto melancólico, también había descubierto que el hermano mayor estaba más frustrado de lo que en realidad se veía naturalmente, que ya era mucho. Jocken por otro lado, era un arma andante, una especie de volcán en constante erupción.
—Pensaba que no podía hablar. —Lo soltó con un empujón, pero no guardó el cuchillo.
—No debería, está herido, y no tiene su arma. —Lo corrigió moviendo los dedos para quitar la pelusa de su suéter, Mikaela sintió que la presión en su pecho se aflojaba apenas un poco—. No va a curarse con propiedad hasta que la recupere, y si tardamos demasiado, podría desvanecerse. —Reflexionó en voz alta una amenaza directa, el cazador tragó—. Por eso necesitamos saber ¿Vas a colaborar con nosotros o no?
Trató de responder, pero tosió en su lugar. Harlem entornó más los ojos y extendió los dedos sobre su palma.
—A ver así.
Solo entonces pudo respirar, pero un nuevo peso se instaló en su garganta al presenciar el poder de ese Sin Rostro. El sudor frío descendía por su espalda. ¿Qué podrían querer de alguien como él?
No pensaba traicionar a Génesis por mucho que lo torturaran. No había nada que pudieran hacerle que valiera lo suficiente al compararse a lo que ella representaba. Solo tenía que aguantar, "apagar" sus sensaciones, sin embargo, había algo que le molestaba de sobremanera.
El moreno de los rizos color chocolate hizo un puchero infantil.
—Si ya está muerto este payaso. ¿No puedo cortarle la...?
—No —interrumpió Harlem.
—¿La mano? ¿Dos dedos, uno...?
—¡Dije que no! —Se exasperó, ató su cabello rojo fuera de su rostro.
Ambos habían empezado a negociar como si el recolector se hubiera convertido en un simple trozo de carne. El muchacho bufó.
—Sos un aburrido.
—No, Jocken —dijo Harlem en un tono que fingía ser conciliador, pero lo miró con repulsión—. Por más interesante que se vea sufriendo, no podemos hacerle daño si se supone que necesitamos su ayuda para... —Su mirada viajó a sus manos y después a él otra vez, el gesto nostálgico tardó más en desvanecerse, lo atravesó el lento reconocimiento—. Para salvarla de su Abismo.
Con la última palabra el porte del hombre se derrumbó un poco y los alambres se aflojaron por completo. Mikaela frunció el ceño, creía que no había oído bien.
—Disculpame, pero ¿qué?
Jocken volvía a poner el arma contra su cara.
—No te pasés de listo, tarado.
El cazador suspiró.
—¿Qué le pasa? ¿Va a seguir así toda la noche? ¿No se supone que íbamos a hablar? —cuestionó con tono elocuente, era evidente que valoraba poco su vida.
Harlem se acarició las sienes como si le costara procesar la rapidez de sus preguntas y estiró la mano.
—Dame esa pistola —comenzó, Jocken le dedicó una mirada cargada de desprecio—. ¡Dámela!
Tras la intensa sacudida que agitó el vehículo solo con sus palabras, la dejó en la palma a regañadientes.
—Maravilloso —sonrió el recolector—. Me alegra que nos entenda...
Sin variaciones en su expresión le apuntó a la frente y de forma automática, el arma se encendió como si estuviera forjando otra nueva con la mano desnuda. En menos de cinco segundos le cubrió de tantas capas de metal que adquirió una magnitud monstruosa.
—Callate la boca y dejame hablar porque te juro que si muevo un solo dedo voy a forrar los vidrios de este auto con tu puto cerebro. —No parpadeó, Mikaela se quedó mudo hasta que el pelirrojo suspiró—. Bueno, gracias por tu atención, y suponiendo que tengas uno todavía. —Su comentario hizo sonreír a Jocken con orgullo, Harlem se aclaró la garganta mientras deshacía la pistola entre sus manos, y le enseñaba una preciosa flor de metal—. ¿Génesis te contó la historia?
Antes de que pudiera responder, el pelirrojo estiró la mano y la flor se cerró en su palma, transformada en una pequeña muñeca. Mikaela tardó en procesar que se trataba de una versión de su compañera. Era una niña con un camisón y el cabello más largo, alzó la cabeza, y comenzó a observar a su alrededor. Contuvo un escalofrío, pensó en lo mucho que a Génesis le había costado hablar del asunto, y en cómo después de tanto tiempo seguía impactando en su forma de ser. Frunció el ceño.
—Ustedes la mataron, la...
—No, eso no es verdad —dijo inquieto—. Ese monstruo arruinó su vida, mató a su familia y después nos culpó a nosotros.
Desde el otro extremo de su mano surgió una pequeña serpiente que reptó hacia ella y mientras la niña miraba en la dirección contraria se transformó en un muchacho joven. Mikaela vio el malestar en la cara de Jocken.
—No, ustedes la mataron y son la razón por la que las asquerosas Sombras pudren el mundo, enfermando a los humanos y a las quimeras ¿Por qué les creería? —Apenas terminó de hablar captó la mirada contrariada de Nez en el espejo y recordó las palabras de Hole instantes antes de que muriera desangrada.
—Porque sos un Recolector que tiene cuatrocientos años de experiencia al servicio de la Corte. —El pelirrojo cerró la mano de repente, destrozando a las muñecas y cruzó ambas sobre su rodilla—. Y conociste a nuestra niña, Hole.
«Las sombras no son inherentemente malas, solo son nuestro reflejo y se desarrollan de acuerdo al ambiente en el que vivan. Ellas manifiestan nuestros deseos en realidad, por eso podemos verlas en el espejo, pero eso ya lo sabías, solo que no querías aceptarlo ¿verdad?»
Mikaela no pudo decir nada. Trató de hilar esas palabras con la historia original, la que Génesis le había contado. Si su versión tenía razón... Se tensó en su asiento, a él le agradaba cuestionar a los dioses, y rastrear sus pésimos comportamientos, pero aquel dolor impreso en el relato de su compañera calaba en lo profundo de sus huesos, la destrozaba por dentro. No, no podía ser posible que le hubieran mentido durante tanto tiempo, a ella y al mundo entero. Surgieron demasiadas dudas en su cabeza, sin embargo, las palabras reflejaron su único interés real.
—¿Caos no la salvó? —Le dolía solo pensar en lo que le sucedería a ella si llegaba a la misma conclusión.
Génesis permanecía viva por su padre. El gesto de Harlem se había vuelto una mueca de ira.
—Él la mató cuando desobedeció su palabra, y nos conoció.
—Más que eso —siguió Jocken mantenía la expresión indescifrable, pero sus ojos se veían como cristales empañados, envolvía la mano en el cuchillo en completa tensión—. Decía que le íbamos a meter ideas erróneas en la cabeza, que se iba a perturbar su conciencia, pero siempre la estaba manipulando para que creyera su verdad, él...
—Cuando Él se aburrió de crear Quimeras para sobre poblar el mundo —interrumpió Harlem—, fingió ser un buen padre con una pobre humana que dejó huérfana, pero no le importó lo que un Dios del plano de las pesadillas podía hacerle a la psiquis de un humano. Nosotros tratamos de ayudarla a escapar de su influencia en ese entonces, pero... —Mikaela se inclinó en su asiento más cerca de él como si eso pudiera hacer que hablara más rápido.
—¿Pero?
—Ella se suicidó —terminó Jocken con dolor.
El pelirrojo se dio cuenta de su cercanía y tosió.
—Él nos había privado de nuestra libertad antes, eso nos afectó, no pudimos detenerla —soltó con voz trémula, tenía la sensación de que había evitado una parte importante de la historia, lo delataba el ligero rubor en sus mejillas—, para cuando llegamos ella ya tenía sus propias ideas formadas y era una mujer encerrada como un animal dentro de una biblioteca, imagina su sorpresa al descubrir por su cuenta lo que Él le hacía.
» Pero saber la verdad la destrozó, causó su suicidio, y con su cadáver en los brazos ese monstruo decidió que era tiempo de empezar a experimentar con los muertos. Trajo de vuelta su cuerpo uniendo las piezas de Quimeras originales, le dejó solo su cara, y no le bastó con eso, también hizo que un Noctámbulo subordinara su alma. Vos nos viste ayudarla en el teatro, no lo olvidaste ¿verdad?
El cazador sintió que un nudo se formaba en su estómago de solo recordar a ese monstruo parado a espaldas de su compañera, fue la única parte de su historia que podía comprobar. No les creía, Génesis le había dicho que ellos sabían manipular, eran los padres de las Sombras, las criaturas más dañinas sobre la faz de la tierra por más... humanos y afectados que se vieran.
—Sé lo que ella te habrá dicho. —Harlem continuó—. Pero su conciencia fue reducida con ese objetivo, ¿No te parece extraño que el supuesto gran Caos dueño de la humanidad no se haya presentado para reclamarla? —soltó sin poder controlar su exaltación—. La verdad es que no puede, porque lejos de su dominio a ese monstruo le cuesta mantener una forma humana, por más que sea su preferida...
—¿Cuál sería la forma acorde...? —El cazador interrumpió, quizás demasiado nervioso para su propio bien.
—¿Una cabeza, dos brazos, dos piernas y un gran etcétera? —Jocken alzó un dedo por cada una y después lo miró—. ¿Te pagan por ser idiota?
Ya no parecía tan afectado, se había recompuesto solo para discutir.
—Caos no es el cambiaformas original, es un impostor que encontró orden en su desastre mental y aprendió a contar grandes historias.
—¿Y qué los detiene de tomar lo que les pertenece? —cuestionó él, a la defensiva. Jocken rio, el mayor se pasó una mano por el cabello, como si fuera consciente de lo comprometedor de su situación, para su sorpresa fue el otro quién habló.
—A ver si lo entendés —gruñó—. Génesis siempre fue su herramienta para mantener su dominio robado mientras él no está, y nosotros no nos podemos acercar demasiado por ese maldito Noctámbulo atado a su alma. Viajaste en su Abismo ya, es él, lo viste. ¡Carajo! ¿Te lo tiene que explicar con manzanas?
—¿Y vos por qué no dejás que tu hermano mayor hable? —contraatacó el cazador—. Es obvio que él sabe más que vos.
El ceño de Jocken se arrugó.
—Yo te voy a enseñar...
—Bueno, basta. —Se quejó el pelirrojo con fastidio
—¡Pero él la lastimó! ¡Merece un castigo!
Harlem le dedicó a su hermano una mirada cargada de significado que Mikaela no comprendió, por su parte él se encogía en el asiento de la culpa, recordando lo que le había hecho.
—Su abismo es inestable cuando ella está herida, tanto física como mentalmente —explicó el hombre de ojos grises—, si se libera va a destrozar el sello que mantiene a las Sombras en la oscuridad, y no podemos decirle la verdad sin hacerla colapsar, pero mientras tanto le seguimos el rastro, y estamos atentos a cada uno de sus movimientos. ¿Eso responde tu pregunta?
—¿Eso quiere decir que...? —Mikaela tragó,
—Sí, nosotros lo sabemos.
—No todo —agregó el moreno—. A veces Zora no nos quiere contar y...
Recordó la explicación de Génesis y reconoció a Harlem como el que podía manipular la materia, el otro no tenía pinta de saber demasiado, así que lo determinó como el que podía cambiar de forma la materia viviente, eso le dejó con la descripción que le había dado sobre el poder de la última.
«Ella tiene suerte, es la fuerza que organiza a los otros dos»
Eso no tenía sentido para él, pero si esa mujer era capaz de controlar a esos dos, ansiaba conocerla.
¿Pero qué carajo estaba pensando? ¿Conocer a otro Sin Rostro? ¿El enemigo? Y después qué. ¿Iba a salir con alguno de ellos también? Fue un mal momento notar las cejas y pestañas rojizas del hombre sentado frente a él. Aunque... confiaba en su capacidad para sacar a relucir los deseos de la gente y esa era su forma de generar más contactos. Una lenta sonrisa lobuna curvaba sus labios.
—Entonces ¿No pueden decirle la verdad ni acercarse sin que el mundo entero colapse? Qué conveniente resulta su historia, demasiado, déjenme adivinar, y a ustedes les preocupa mucho el mundo ¿no? —Mikaela se inclinó provocador—. ¿Les interesa mucho evitar que los humanos vuelvan a ser controlados por las sombras como cadáveres vivientes, y que la gente como yo gane demasiada utilidad frente a la Corte? Mhmmm. —Hizo un movimiento sinuoso con las cadenas y apoyó la mano en la cabecera del asiento del pelirrojo, más cerca—. Caos me cae muy mal, pésimo en realidad, pero eso no significa que vaya a ayudarlos. —Sus párpados descendieron cuando se pasó la punta de la lengua por los labios—. Por desgracia, no los conozco como debería.
—Yo sí te conozco a vos. —En contra de lo que esperaba, Harlem atrapó su cara con ambas manos y lo acercó más, estaba tan cerca que no era capaz de observar más que sus ojos grises.—. Conozco tu pasado, tu vida mortal.
Eran un espejo.
—No me... —No me toques. Trató de alejarse, pero su agarre se volvió tan pesado que tuvo la sensación de que podría partirle el cráneo con un empuje de su dedo meñique.
La voz del mayor bajó varios volúmenes hasta ser casi un susurro, se estremeció.
—Nos importa este plano, nos importa Génesis más de lo que una asquerosa criatura de tu calaña podría entender. —El mayor se inclinó más, y sus ojos se expandieron—. Nosotros no nacimos para acabar con la humanidad, solo somos un reflejo de ella y su impulso destructivo. Nosotros vivimos para que puedan aprender de sus errores, así como intentas hacerlo vos. —La calidez de su aliento y el calor de su palma se extendió como una enorme bola de fuego ardiente, Mikaela inspiró de forma precipitada y sintió que la plata de los iris comenzaba a derramarse en su mente—. ¿Ahora sí me creés, Adrien?
Fue como si alguien hubiera arañado sus recuerdos, mientras lo alumbraba todo con un fósforo. Esa pequeña llama, una simple chispa en la tierra desértica se encendió, e iluminó los páramos congelados de su memoria. Al escuchar su nombre de mortal en esos labios, revivió durante un instante, la maraña de sufrimiento que creía haber dejado atrás. Sintió manos que lo inmovilizaban y la presión asfixiante de un peso ajeno sobre su cuerpo. La impresión hizo que lo apartara de un violento empujón que rompió la conexión de golpe. Lanzó a Harlem contra su asiento, y lo tomó del suéter sin importarle el cuchillo que Jocken puso en su garganta. Respiraba con dificultad, su cabeza le daba vueltas.
—Jamás vuelvas a decir ese nombre en mi presencia, Sin Rostro. —Sus manos temblaban, a medida que la pequeña chispa se apagaba y volvía a la normalidad—. Y no vuelvas a tocarme nunca más.
—Alejate de mi hermano —gruñó Jocken—. Dejá de actuar como una zorra y quizás así considere no arrancarte los ojos con este cuchillo.
—Algún día vas a necesitar recordar —afirmó Harlem con seriedad—. Y en ese momento, me vas a rogar que lo haga.
Mikaela chasqueó la lengua con irritación y lo soltó, volviendo a su mueca anterior. Se reclinó en el asiento con cansancio, estar lejos de su guadaña de verdad le afectaba. Se cruzó de piernas, y acomodó las manos temblorosas sobre su rodilla. Sin embargo, algo en el cielo frente a la ventana llamó más su atención. Allí justo entre dos edificios brillantes, ascendían delgadas líneas de oscuridad, a simple vista parecía el espacio normal, pero a medida que se acercaban pudo ver los tentáculos moverse con lentitud.
—Señores.
Harlem siguió su mirada y su gesto se deformó por el dolor, pero no era nuevo, sabía lo que sucedía, esa era la razón de su desesperación. La que lo había dejado vivo a Mikaela en primer lugar. Jocken lo imitó llevándose una mano al pecho, sudaba.
—Por los dioses muertos.
—El abismo... —empezó Mikaela.
—El sello —completó Harlem, nervioso.
El recolector sintió un escalofrío en la columna, se retorció en su asiento aplaudiendo para liberarse de la incomodidad.
—Bien, maravillosos Sin Rostro, si son tan buenos como dicen. Van a arreglar esto ¿no?
En respuesta recibió un gruñido de ambos que se le hizo tremendamente familiar.
✴ ✴ ✴
2/6
Alguien que agarre a Mika porque con Harlem se nos desmaya y no del amor.
Confieso que este fue uno de los capitulos que más que gustó escribir, las intereacciones entre ellos me dan años de vida. ¿Ustedes que piensan?
¿Comentarios sobre su nombre de mortal? ¿Tienen alguna teoría sobre como podría haber sido la vida de Mika antes, basandose en sus acciones del presente?
¿Ustedes les creerían a los SR?
¿Qué opinan sobre el verdadero proposito de las Sombras? ¿Y sobre el propósito de los SR?
Dejo la ilustración de Harlem que subí a mi Ig acá, porque si, nuestro pelirrojo estresado lo merece:
Nos leemos en el siguiente uwu
—Caz❤
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