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12| 《Molly Weasley》

"Talk about how fast we grew"

**

—Te quiero.

Las palabras flotaron en el aire y volaron por la habitación. Molly al escuchar aquellas palabras saliendo de la boca del chico que estaba tumbado a su lado, su corazón explotó de alegría y sintió la adrenalina del amor corriendo por sus venas. Ella también lo quería. Sí, solo se conocían de unas semanas, pero había encontrado el amor de su vida, aquel que la entendía completamente y que estaba dispuesto a acompañarla siempre. Solo quedaba presentárselo a sus padre y a su hermana, Lucy. Seguramente, después de una cena con su familia, el muchacho le pediría matrimonio, y un año después puede que tuvieran hijos. Era un buen plan. Cualquier diría que Molly estaba acelerando las cosas, que primero tienes que conocer bien a una persona, y tener la suficiente confianza para saber que nunca te fallará. Pero ella confiaba más en él que en sí misma, y ese fue su segundo error. El primero, fue conocerlo, saludarlo esa tarde de invierno e aceptar tomar algo con aquel chico tan misterioso. El tercero, fue irse a la cama con él después de unos días de hablar, y hacer caso a todo lo que le pedía. Porque todos sabían que Molly era demasiado confiada, y se enamoraba con facilidad.

—Yo te quiero mucho más, y estoy feliz de que estés aquí conmigo.

El chico de ojos azules y mirada celestial le devolvió la sonrisa y ella se enamoró aún más. Porque él era el indicado, o por lo menos eso era lo que Molly pensaba.

—Siempre estaré aquí contigo, cariño —le respondió el rubio agarrándole la mano con delicadeza.

La pelirroja sintió como se derretía con una simple caricia, con un simple movimiento. Y lo volvió a besar en esos labios marcado por el dulce sabor del amor, aquellos labios que mataría por besar, aquellos labios que tanto anhelaba probar.

—¿Sabes? Eres la persona más perfecta que he tenido el placer de conocer. —Ella se situó justo encima de él, en un intento de intimidar.

—No soy tan perfecto como crees, Molly. Tengo tantos fallos que no ser por donde comenzar, y pienso que, aunque no lo sepas, te estoy arruinando la vida. —El chico se levantó y se sentó junto a ella, mirándola con esos ojos profundos, sintiendo cada palabra que salía por su boca.

—Deja de decir tonterías, no me arruinas nada a mi. Nunca me arrepentiré de haber estado contigo.

Y así pasaron los días, como si estuvieran en un paraíso solo para ellos dos, como si nada ni nadie pudiera interrumpir su amor. Pero, aunque lo intentes negar, siempre llegan los problemas, hasta en el paraíso.

(...)

 —¡Hey, soy yo! Si me estás llamando es porque quieres hablar conmigo, pero lo siento, no estoy disponible o te estoy ignorando. Inténtalo luego, desconocido.

Molly tiró el teléfono sobre la cama con rabia cuando sintió otra vez esas malditas palabras. Se tapó la cara con las manos, intentando no llorar, pero una lágrima se escapó de sus ojos. No podía estar pasando eso, simplemente, no podía estarle pasando a ella.

—¿No responde? —preguntó Lucy desde una silla, mientras miraba a su hermana con preocupación.

Molly negó con la cabeza, sumergida en su pensamientos. Ya hacía una semana que le chico no la llamaba, ni le escribía, ni mucho menos venía a verla. Simplemente, había desaparecido de su vida tan rápido como había aparecido, esfumándose.

—No, no responde. No lo entiendo, Lucy, no lo entiendo. ¡Ni un solo mensaje! ¿No entiende que estoy preocupada por él? ¡A veces me desespera tanto!

Lucy se encogió de hombros, sin saber como animar a su hermana, como hacerle saber que tiene su apoyo. Nunca había sido buena consolando, ni mostrando sus sentimientos. Nunca se le había dado bien abrazar a una persona triste ni susurrarle palabras al oído.

—Puede que se le haya roto el móvil o que no tenga cobertura. No seas tan pesimista.

—¿Cómo no quieres que piense lo peor, Lu? Él me dijo que me quería, que no me abandonaría nunca. —Molly se derrumbó, sintiendo como algo se rompía en su interior. Y dolió, dolió como nunca le había dolido nada, sintiendo como si le arrancaran el corazón y lo destrozaran en mil pedazos—. Me lo prometió, y si se promete algo se tiene que cumplir. ¡Se lo di todo, todo! Le entregué mi vida, le entregué mi corazón. No me puedo creer que solo se haya olvidado de mi. No parecía de esos chicos, ¿sabes? Lo decía de verdad, lo veía en sus ojos.

—A lo mejor era un buen actor, quién sabe.

Molly apartó la vista de su hermana. No quería olvidarse de él, no, simplemente, no podía rendirse. Volvió a llamar, paciente a la espera, pero el contestador interrumpió otra vez en la sala. Ella suspiró otra vez, colgando el teléfono y tumbándose en la cama.

—Vaya mierda, de verdad me gustaba.

—Ya encontrarás a otro, solo espera, puede que esté al voltear la esquina.

La chica iba a negárselo, pero decidió que no valía la pena intentarlo. En ese momento, un particular sonido se escuchó, provenía del teléfono de la pelirroja. Molly se levantó apresuradamente.

—¿Crees que es él? —pregunto mirando a su hermana.

—Lo dudo.

Lentamente, agarró el móvil, sin atreverse a mirar la pantalla. Un silencio invadió la habitación, incómodo y vacío. Las manos le temblaban, y la cabeza le daba vueltas. Finalmente, observó el nuevo mensaje con nerviosismo.

—¡Es él, me ha escrito, es él! —Molly saltó de alegría.

 Lucy abrió los ojos muy sorprendida ante la exclamación de su hermana. Miró a izquierda y derecha, como queriendo asegurarse que nadie las escuchara, y entonces dijo:

—Vamos, leelo, estoy ansiosa por saber que pone.

Molly le sonrió y clavó su vista en la pequeña pantalla del móvil. La pelirroja podía sentir como su sangre ardía por los nervios y una sensación de calidez la invadió. Pero luego, a mesura que avanzaba, se iba volviendo más y más pálida. Nada de eso tenía sentido, eran solo palabras sueltas, y deseaba que, al fin y al cabo, no tuvieran un significado. No, eso no podía estar pasando. Empezó a negar repetidas veces y finalmente se giró hacia Lucy, que la miraba con curiosidad.

—¿Molly? ¿Pasa algo? —preguntó, temiendo la respuesta.

—N-no lo entiendo, Lu. Creo que me estoy mareando.

Lucy iba a decir algo, pero en ese momento su hermana le pasó el teléfono para que leyera el mensaje.

"Molly, lo siento mucho. Es todo lo que quiero decir, pero a la vez desearía decirte algo más. Ya hace unos días que intentas hablar conmigo, pero no he tenido la fuerza de voluntad para verte, ni siquiera para oírte. Soy una persona horrible. Sabía lo que podía pasar, sabía quien era y también sabía las precauciones que debía tomar. Pero aún así, no pude evitar enamorarme de ti. ¡Maldita sea! Si tan solo no te hubiera conocido, todo hubiera sido más fácil, para ti, y para mi. Pero ya no puedo volver al pasado, ya no lo puedo arreglar. ¡Lo siento, mi amor, yo no quería que esto sucediera! Yo solo quería ser feliz contigo, pero todo ha salido mal. Soy un egoísta, y siento que tu tengas que sufrir las consecuencias. Bueno, lo voy a decir... Molly, tengo VIH, deseo con todas mis fuerzas que a ti no te haya pasado nada. Lo mejor será alejarme, te quiero y nunca te olvidaré."

El móvil cayó de las manos de Lucy y se golpeó contra el duro suelo. Molly sollozó en silencio mirando a su hermana, esperando una reacción.

—¿Qué diablos significa esto? —Lucy solo pudo llevarse una mano a la cabeza y mirar a su hermana con preocupación.

(...)

La puerta de la casa se abrió y por ella apareció una pelirroja mojada por la lluvia. Ese día, el cielo estaba tan gris como sus ánimos. Al verla entrar, las dos chicas que en ese momento se encontraban tumbadas en el sofá, se levantaron apresuradamente a recibir a Molly. Querían saber ya lo que había pasado.

—¿Cómo estás? —preguntó Victoire una vez la pelirroja estuvo sentada en medio de las dos.

Ella negó con la cabeza, sin expresión alguna en la cara. Se veía pálida y temblorosa. Sus ojos, antes brillantes, parecía que habían muerto entre la oscuridad que se propagaba en el interior de la chica. Lucy le acarició suavemente a su hermana, intentando animarla a contar lo que había sucedido.

—Tranquila, explicánoslo, sea lo que sea, ya sabes que siempre estaremos aquí para ti.

Entonces, Molly las miró con los ojos ahogados en lágrimas, y se derrumbó sobre el hombro de la rubia. Mientras la pelirroja lloraba, las dos chicas se miraron con intensidad, sabiendo exactamente lo que pensaba la otra sin necesidad de palabras.

—Molly, creo que no tienes que confirmarnos nada, ya lo sabemos. —dijo Victoire, abrazándola fuertemente.

—Sí, algún día serás capaz de hablar de esto libremente, pero hoy no ese día, así que solo llora si te sientes mejor.

Entonces, Molly levantó la vista hacia ellas y se secó las pocas lágrimas que quedaban en sus mejilas.

—Ha dado positivo, chicas, tengo oficialmente el VIH. —Se levantó y empezó a caminar por toda la sala, inmersa en sus pensamientos—. Aún no me lo creo, todo esto tiene que ser una pesadilla.

—No pasa nada, Molly, ya verás que no es para tanto —la intentó consolar Lucy, pero se arrepintió de inmediato.

La pelirroja paró de caminar y la fulminó con la mirada.

—¿Que no es para tanto? Es muy fácil decirlo, ¿pero cómo te sentirías tú en mi lugar? No sabes que me pasa por la cabeza ahora mismo, no sabes nada porque no tienes mi desgracia. —Molly volvió a caminar mirando al suelo, y nuevas lágrimas escaparon de sus ojos—. Esta mierda es un sorteo, si te toca, te jodes, si no te toca, buena suerte a la proxima.

Victoire y Lucy la miraron con tristeza, porque a veces todo puede ser tan inesperado que duele pensar que nada volverá a ser como antes, pero ellas sabía que Molly nunca volvería a ser la misma.

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