"This town don't got much to do"

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Molly se miraba al espejo con desagrado. A su lado, Victoire se ponía el vestido elegido para la ocasión. Ella solo estaba allí para apoyar a su prima, que estaba pasando por un momento muy difícil.

—Vic, ¿crees que debería soltarme el pelo o sujetarlo en una coleta? —preguntó la pelirroja, pero se interrumpió al ver las lágrimas en los ojos de la rubia.

Dos meses antes, habían condenado a Ted, y Victoire se había ido a vivir con sus padres. Nadie sabía nada de el chico desde que había entrado en Azkaban, pero todos suponían que la locura lo invadiría tarde o temprano. La familia estaba destrozada, pero era solo el principio de un cadena de desgracias que caerían sobre ellos.

Molly se sentó junto a la francesa en la cama de esta última y dejó que llorara por un rato.

—No llores, Vic, pronto todo se solucionará  —intentó animar a la rubia.

Victoire se secó las lágrimas con la mano y le dedicó una sonrisa triste a su prima, una de esas que tenía ensayadas.

—No, no se va solucionar nada. Teddy está en Azkaban, y yo ya no puedo vivir tranquila. Tengo, miedo de todo, simplemente, me quiero rendir, pero también tengo miedo de rendirme.

Molly negó con la cabeza severamente. No iba a permitir que la chica hablara así de ella misma.

—Victoire, eres la chica más fuerte que he conocido. Hoy testificarás, te guste o no, y Ted estará muy orgulloso de ti.

La chica suspiró.

—Él no lo sabrá, está en Azkaban, ¿recuerdas?

Molly sonrió con picardía.

—¿Y tu recuerdas que tus tíos son aurores, y tú otro tío trabaja en el Ministerio?

La rubia soltó un carcajada, abrazando a la pelirroja.

—Además, tu tía es la Ministra —añadió Molly.

La cara de Victoire cambió completamente, de una sonrisa resplandeciente, a una mueca.

—No me hables de Hermione, no quiero escuchar nada de ella.

—Vic, por favor, ella solo hizo su trabajo.

—¡No! —gritó la francesa, levantandose de repente—. Ella lo traicionó. Lo vio crecer, lo cuidó, lo alimentó, para después, clavarle un puñal por la espalda.

Molly, sin ganas de discutir, se encogió de hombros y siguió mirándose al espejo.

(...)

—Victoire, cariño, recuerda decir la verdad, siempre con la cabeza alta —le susurraba su madre al oído, mientras el jurado entraba en la sala.

Ella asintió con los ojos clavados en las sillas donde, los hermanos de Leonor, repasaban sus apuntes.

—Tranquila, ganaras el juicio. Te juro que haré lo que sea para que la familia de aquel hombre que te violó pague una gran cantidad de dinero. Y seguramente Teddy podrá salir antes, ¿está bien? —dijo Fleur mientras la abrazaba.

De repente, las puertas de la sala se abrieron, y Hermione Granger, la Ministra, apareció y se sentó en su silla.

—Estamos aquí por la acusación de Victoire Weasley contra el difunto Leonor Wiseman, una supuesta violación. Pedimos que hable la demandante.

Victoire suspiró pesadamente y levantó la cabeza, mirando directamente a los ojos de Hermione, y sujetando la mano de su madre.

—Leonor Wiseman me violó hace unos seis meses. Por eso pido doscientos mil galeones y diez años de reducción a la sentencia de mi prometido, encarcelado recientemente por asesinar al señor Wiseman.

—De acuerdo, Victoire, ¿le contaste a alguien sobre la violación?

—Sí, señora Ministra, le conté a Teddy Lupin al día siguiente de la agresión.

—¿Cómo reaccionó él?

—Se enfadó mucho, quería justicia.

—¿Es por eso que mató a Leonor Wiseman?

—Sí.

Los murmullos inundeon la sala, pero Hermione los hizo callar con un gesto de mano.

—¿Usted no sabía sobre el plan del señor Lupin?

—No.

—¿Y por qué no le contó lo sucedido a alguien más de su familia?

La pregunta sorprendió a Victoire. Se quedó mirando a su tía severamente.

—¿Victoire? ¿Nos puedes decir por qué no le contaste a nadie más de la violación?

Seguía sin obtener respuesta.

—¿Por qué, Victoire?

La chica, seguía guardando silencio, con los labios apretado y las lágrimas cayendo de sus ojos.

—¿Por qué?

—¡Porque tenía miedo! —gritó al fin.

Hermione frunció el cejo.

—¿Miedo de qué?

—Miedo que no me tomasen en serio, que me abandonasen, miedo a que se rieran de mi.

Hermione asintió.

—Está bien, cambiemos de tema. ¿Cómo estás ahora? ¿Ha habudo secuelas?

Victoire miró toda la sala. A sus primos, que le sonreían, a sus hermanos, a sus padres, a sus tíos. Y después a los Wiseman, que la miraban atentamente.

—Mal, muy mal. Deprimida, distante. Desde ese día ya no volví a ser la misma, me encerré en una burbuja en la que fingía que nada había pasado. Pero no puedo superarlo, simplememte, soy incapaz.

Hermione Granger suspiró.

—Muchas gracias por su testimonio, señora Weasley. Ahora, por favor, es el turno de los Wiseman.

(...)

Unas horas después, Victoire estaba sentada en las gradas del juzgado, comiendo galletas caseras. Su padre la envolvía con el brazo y su madre le acariciaba el pelo.

—Ya tenemos un veredicto. —sentenció la Ministra mirando a los presentes.

La rubia inspiró profundamente, con el corazón latiendole a mil y unas ganas eternas de salir de allí.

—Nuestro equipo de profesionales, después de escuchar a todos los testigos, hemos decidido que le concedemos los doscientos mil galeones a la familia Weasley, pero no la reducción de sentencia de Edward Lupin.

Victoire sintió como todas sus esperanzas se esfumaban. Sí, había conseguido el dinero, pero no a Teddy. Pronto, esa rabia fue sustituida por enojo, frustración.

—Vámonos, cariño —le dijo su madre agarrando su mano.

—No lo hemos conseguido, mamá, Teddy no saldrá de Azkaban.

—Lo sé, lo sé —la tranquilizó Fleur mientras la abrazaba.

Al otro lado de la habitación, Hermione las miraba fijamente, pidiendo perdón en silencio. Victoire la fulminó con sus ojos llenos de lágrimas. Esa mujer ya no pertenecía a su familia.