"Cause we are the helpless, selfish, one of a kind
Millennium kids, that all wanna die
Walking in the street with no light inside our eyes"

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Molly y Arthur Weasley sonreían a todos sus nietos. Cada uno de ellos era esencial en sus vidas. Desde Teddy, que no tenía la misma sangre que ellos, hasta Lily, la más pequeña.
Todos eran especiales a su manera, todos eran un gran ejemplo en la vida de los demás, todos eran felices. Ellos eran unos niños y adolescentes, sí, pero eran responsables y trabajadores.

―¡Feliz cumpleaños, abuela! ―gritaron todos al unísono.

De repente, Fred apareció con una gran tarta que había preparado junto a su tía Hermione y su tío Bill. Era preciosa. Tenía tres pisos y era de un color rosa pastel. Todos los rincones estaban decorados con nombres, dibujos y fotos. En la cima del todo, una muñeca comestible de la amfitriona, resplandecía con una sonrisa.
A Molly Weasley se le escapaban lágrimas de alegría al ver a su familia cantarle una canción de cumpleaños.

―¡Te deseamos, abuela Molly, cumpleaños feliz!

Al acabar, la anciana sopló cada una de las velas que su pelirrojo nieto había colocado en el pastel.

―Muchas gracias a todos ―dijo ésta al acabar, y todos se dedicaron a devorar la tarta.

La larga mesa de casa de los Weasley era un caos. Todos querían hablar con todos, compartir recuerdos y sueños.

―Entonces, cuando acabes tus estudios, ¿quieres ir a estudiar en la academia de aurores, Roxanne? ―preguntó Ginny Weasley a su sobrina.

―Sí, es mi sueño.

Entonces, Harry Potter se interesó en la conversación.

―¿Y crees que estas suficientemente preparada?

―Pues claro que lo está, tío Harry.  —respondió Fred rodeando a su hermana con el brazo.

―He estado preparandome desde que tengo memoria, si no me aceptáis en la academia de aurores, creo que quemaré el Ministerio.  —bromeó Rox.

Los cuatro rieron y continuaron con su conversación. A su lado, Teddy y Victoire explicaban los detalles de su boda, con los ojos iluminados, a los padres de la chica.

—Queremos casarnos en Hogwarts, si nos lo permiten —explicó la rubia.

―¿En Hogwarts? Creo que es un buen lugar para celebrar una boda, pero, ¿por qué allí? ―preguntó con el cejo fruncido Bill.

El chico sonrió enseñando su blanca dentadura.

―Fue allí donde empezamos a salir, y donde fue nuestro primer beso. Ese lugar está lleno de recuerdos, y queremos que nuestro día especial contenga todos estos recuerdos.

―Además, será más fácil asistir para mis primos, que aún siguen estudiando ―añadió Victoire.

―¡Tengo muchas ganas de ir contigo a comprar el vestido de novia, mon amour ! ―se emocionó Fleur, y Vic abrazó a su madre.

Unas sillas más adelante, Hermione Granger intentaba animar a su hija.

―Cariño, no te preocupes, será una gala informal.

―Una gala informal donde tendré que hablar delante de cinco mil personas sobre mi vida personal.

―No creo que eso importe, ¿no?  —preguntó su madre con preocupación.

―Mamá, tendrá que ser un discurso perfecto. No soy capaz.

―Rose Jean Granger Weasley, tú eres perfecta. Llevas en la sangre que todo te salga bien, eres una Granger. Puedes con esto y más ―dijo Hermione severamente.

Rose,sonrió a su madre y dio por finalizada la conversación, aunque, al fin y al cabo, no lo estaba. Ron Weasley miró su pelirrojo hijo, Hugo, y con una sonrisa traviesa, preguntó:

―¿Y cómo te va  en Hogwarts, Hugo?

El chico se encogió de hombros.

―Bien, supongo. Tengo cinco amigos de Slytherin, tres de Hufflepuff, siete de Ravenclaw y veinte de Gryffindor.

Ron miró impresionado a su hijo.

―Qué suerte, yo no tuve tantos. ¿Cómo lo has hecho?

―Fácil, me acerco a ellos y les digo "Hola, me llamo Hugo Weasley", empezamos a hablar y me preguntan si algún día quiero ir a comer con ellos.

Su padre asintió satisfecho de que su hijo se hubiera adaptado bien al colegio. A su derecha, James preguntaba a su hermano por el bienestar de su amigo:

―¿Y cómo está Scorpius?

―Bueno, últimamente está teniendo algunas discusiones con su madre, pero nada más.

―He oído que su madre tiene problemas con la bebida.

Albus asintió tristemente.

―Sí, es cierto, y eso a Draco y a Scorpius no les gusta mucho.

―Qué horror, ¿por qué alguien consumiría sustancias perjudiciales para su salud? —preguntó James.

―No lo sé.

George Weasley interrumpió la conversación y, mirando a Albus pícaro, preguntó:

―¿Y tú, Albus, alguna chica interesante?

Albus se atragantó con el trozo de pastel que estaba comiendo a causa de la pregunta tan inesperada de su tío.

―No, no, ninguna chica  —respondió sonrojado.

Por otro lado, Lily comía el pastel con hambe.

―Lily, come más despacio, o no te sentará bien ―le advirtió su tía Audrey.

La pelirroja, le sonrió.

―No te preocupes, llevo comiendo así toda mi vida y nunca me ha pasado nada.

La mujer le devolvió la sonrisa y se unió a la conversación de al lado, donde sus hijas hablaban tranquilamente.

―¿Seguro que no quieres ir conmigo de compras? ―le preguntó Molly extrañada a su hermana.

―No, no, esas tiendas no son para mí ―respondió ésta, sonriendo a la chica.

―¿Por qué no son para ti? ―interumpió Audrey mirando a su hija.

Lucy se encogió de hombros y miró a su padre.

―Déjala, Audrey, ella ya sabe cuidarse sola, y puede decidir por ella misma ―la defendió Percy Weasley.

Junto delante de ellos, Dom y Louis reían a carcajadas, junto a Angelina.

―Y entonces, la entrenadora me dijo que mi hijo había venido a verme. ¡Pero no era Fred, era su padre! ―exclamó la mayor.

Louis y Dominique volvieron a estallar en risas. Su tía sonrió.

―Yo también quiero ser una Arpía de Holyhead, debe ser lo mejor ―dijo Dom.

―Sí, debe ser genial. ―asintió Louis.

Al final de la mesa, los ancianos observaban la escena que se formaba delante de sus ojos. Su familia, unida, feliz, era lo único que deseaban. En ese momento, todo era magia, pero días después, la desgracia invadió a la familia Weasley cuando se les informó de la muerte de Arthur y Molly Weasley. Habían ido de vacaciones a una pequeña isla, que acabó destruida por un incendio, llevándose las vidas de Molly y Arthur junto con las llamas. Y sin los progenitores de aquella alegre familia, todo se derrumbó.