36.
Donghyuck se encontraba tirado a lo largo de la cama, boca arriba, y estirando sus extremidades para así poder abarcar también todo el ancho. Había asistido a las clases de la mañana, pero al sentirse terriblemente mal, decidió faltar a las de la tarde.
No se podía explicar a sí mismo qué rayos estaba pasándole. De a ratos, sin ningún motivo aparente, sentía que el corazón se le encogía y que a sus pulmones les hacía falta oxígeno. Intentaba calmar esos horrorosos episodios respirando profundo, pero eso solo aumentaba la sensación de asfixia. Tras respirar profundamente varias veces, la misma se desvanecía en la nada, y lo único que quedaba era un latido acelerado de su corazón. Luego, todo volvía a la normalidad.
También, desde lo que había sucedido con Mark hacía tres días, vivía con un nudo en su garganta. Le dolía al hablar y al tragar, y a veces incluso al respirar. Había momentos en los que no podía controlar el llanto, y comenzaba a llorar a moco tendido sin que nada disparase esa reacción. Incluso ese mismo día no había podido controlarse en el medio de la clase, dejando escapar un par de lágrimas. Sin embargo, al estar rodeado de gente, se obligó a sí mismo a recuperar rápidamente la compostura.
Pero allí estaba ahora. Con la habitación sumida en un oscuridad parcial — pues pese a ser apenas las dos de la tarde, al tener todas las persianas cerradas, sólo entraba muy poca luz desde afuera — y en un silencio sepulcral que sólo era interrumpido por el tic-tac de las agujas del reloj que colgaba sobre la puerta.
Suspiró con fuerzas para luego girarse sobre sí mismo y quedar de lado. Fijó su mirada en la cama contigua, la de Minkyung, y luego cerró sus ojos. Volvió a suspirar, y al intenta despejar su mente, logró oír el débil y lejano tintineo de la campana del colegio. Probablemente había acabado alguna clase.
Donghyuck volvió a abrir sus ojos en cuanto el sonido de su móvil que le avisaba que tenía un nuevo mensaje se escuchó. Lo manoteó, desganado, y sonrió con ternura.
Era su hermana que, pese a estar enfadada con él, le preguntaba por qué había faltado y si se sentía bien. Respondió el mensaje diciéndole que no se preocupara, que sólo era un malestar general y que ya pasaría, y luego volvió a dejar el móvil en la mesa de noche.
Se giró nuevamente para mirar hacia el techo y gruñó. Pataleó, se despeinó y se sentó en la cama de un salto.
— ¡Jodeeeeer! — Exclamó. Volvió a tirarse hacia atrás y comenzó a patalear y sacudirse. — ¡Mierda, mierda, mierda, puta, caca, caca, mierda! — Gritó.
Se detuvo de golpe y con la respiración agitada. Volvió a sentarse de un salto, prendió la luz de noche y tomó su celular. Buscó el contacto de Jaemin y, sin pensarlo, abrió su chat y comenzó a teclear.
Donghyuck.
¿Cómo me doy cuenta cuando me gusta una persona?
14:10
No hagas preguntas.
14:10
Jaemin.
¿?
14:11
Pues...
14:11
No dejas de pensar en ella, te molesta verla con otra persona...
14:12
Donghyuck.
Ajá, ¿Qué más?
14:12
Jaemin.
No soportas estar lejos de ella...
14:12
Espera, impaciente, que aún no terminé ¬¬
14:13
Bueno... Sientes que tu corazón late ansioso cuando estás con esa persona
14:14
Te sientes nervioso cuando te habla.
14:14
No puedes enojarte con ella.
14:14
Cada cosa que hace te parece la cosa más maravillosa del mundo.
14:15
Te ríes hasta de sus peores bromas, confías en ella en todo...
14:15
Donghyuck.
Suficiente.
14:15
Jaemin.
¿Te gusta alguien, Donghyuck?
14:16
No será alguien que yo conozca, ¿Verdad?
14:16
Donghyuck.
Te dije que no preguntaras
14:16
¿No deberías estar prestando atención en clase?
14:16
Desaparece.
14:16
Donghyuck lanzó el móvil contra la cama de Minkyung sin molestarse en leer la respuesta de Jaemin.
Apretó los labios mientras sentía que nuevamente su pecho se encogía y que su rostro se acaloraba. Suspiró luego de soltar un sollozo, y volvió a tirarse en la cama para sacudirse y gritarle insultos al aire.
Analizando la situación, lo que Donghyuck sentía con respecto a Mark era casi exactamente lo que Jaemin le había dicho. Quitando algunos detalles como el que todo lo que hiciera le pareciera la cosa más maravillosa del mundo, pues todo lo que Mark hacía le parecía la estupidez más grande de todas; y que se riera hasta de sus peores bromas, porque los chistes de Mark incluso le causaban malestar. También que le molestase verlo con otras personas, pues Donghyuck por naturaleza no era celoso con nadie.
Exceptuando su hermana.
Sin dudas, lo que sentía por Mark era más que amistad. Pero, ¿Verdaderamente le gustaba?
...
— Ya, Donghyuck, por favor. — Rogó Jaemin. — Llevas toda la puta tarde mirando esa lata de Coca-Cola. Me has llamado aquí a las seis de la tarde; son casi las ocho y aún no has dicho nada.
— Es que me gusta la Coca-Cola. — Se excusó Donghyuck.
No pudo evitar recordar aquella tarde en que Mark, subiendo por su ventana, llegó a su habitación.
"¿Quieres Coca-Cola? Tengo Coca-Cola. Me gusta la Coca-Cola."
Quiso reír, pero el desgano lo superaba. Ya habían pasado cinco días desde que él y Mark habían hablado por última vez, quedando todo como la mismísima mierda. En dos días más Mark se iría de Busan a Seúl, y jamás lo volvería a ver.
Ahora era domingo y se encontraba en un drugstore con Jaemin mientras tomaban una lata de Coca-Cola cada uno.
— Donghyuck... — Lo llamó. Esperó a que él lo mirase antes de continuar. — ¿Acaso tiene algo que ver con el estado de ánimo de Mark?
— Yo... — Se mordió el labio sin saber qué responder.
— Está bien. — Lo interrumpió. — Creo saber qué está pasando aquí...
— ¿Está mal ser homosexual? — Lo cortó.
Jaemin tragó saliva, sorprendido, pero rápidamente cambió su semblante a uno serio.
— Eso no existe. — Soltó.
Donghyuck frunció el ceño.
— ¿A qué te refieres? — Tomó la Coca-Cola en mano. — Te estoy hablando en serio, Jaemin.
— Y yo igual. — Jaemin observó cómo Donghyuck le daba un gran trago a la lata y luego continuó: — Pero, en lo personal, creo que la homosexualidad no existe. La heterosexualidad tampoco, ni la bisexualidad, ni nada de esas etiquetas estúpidas que lo único que hacen es dividirnos. — Donghyuck lo miró perplejo. — Solo te gusta o amas a una persona, y ya. Independientemente de su sexo o del tuyo propio. Eres una persona que ama a otra, y punto final.
— Pero... — Donghyuck quiso replicar, pero no supo con qué contradecirlo.
— ¿Ese era el problema? — Donghyuck mordió su labio inferior a la vez de que bajaba la mirada. Nuevamente el pánico lo invadió junto con unas inmensas ganas de llorar. — Está bien, Donghyuck. No te avergüences porque no tienes por qué hacerlo. No hay motivo para que te aflijas así.
— No lo entiendes, Jaemin... — Elevó nuevamente la vista. — Además, yo no he dicho nada. No asumas cosas que no son.
— ¿Estoy asumiendo algo que no es? — Preguntó Jaemin, sabiendo la respuesta. Donghyuck no respondió. — Escucha, Donghyuck. — Volvió a hablar. — No quiero ser duro con lo que voy a decir, pero si estas así de deprimido por una cosa así eres un idiota. — Donghyuck lo miró ofendido. — No puedes deprimirte ni sentirte avergonzado por lo que eres: Una persona a la que le gusta otra. Si tú mismo no te sientes orgulloso de ti, ¿Quién lo hará entonces?
— Nadie. — Respondió, desviando la mirada. — Soy una deshonra. — Agregó, dos tonos más bajo.
— Deshonra serás si te mantienes con esa mentalidad de mandril, tan cerrada y primitiva. — Donghyuck volvió a mirarlo ofendido. — No te etiquetes, Lee. Ni dejes que nadie lo haga. Tampoco te discrimines a ti mismo, joder. ¿Es que eres imbécil? ¿No te das cuenta que así eres cien veces más infeliz que si aceptaras de una vez que te gusta Mark?
— ¡¿Pero quién ha dicho que me gusta Mark?! — Donghyuck se puso de pie, escandalizado.
— ¿Acaso crees que soy idiota? — Jaemin también se apeó. — Primero Mark me ha dicho que le gustas hace unos días. Luego, cuando llegas a la escuela, ambos desaparecen una noche. Al día siguiente tú no vas a clases, pero Mark se ve muy alegre y dice que faltarás por "Un resfriado". Más tarde sí vas a clases, pero desapareces después de las mismas junto con Mark. Esa misma noche Mark llega deprimido y parece haber llorado, y luego tú me llamas diciéndome que el plan había funcionado, pero te ves algo decaído. Al otro día ambos dan la impresión de que les hubiese pasado un tren por encima y están más deprimidos que el día anterior. Luego me preguntas que cómo te das cuenta si alguien te gusta, y ahora que si está mal ser "Homosexual". — Donghyuck volvió a sentarse, rendido. — Donghyuck, sólo te diré que no le des tantas vueltas al asunto. — Se acercó a él. — Eres una persona a la que le gusta otra, y ya. Resultó que esa persona es un hombre al igual que tú, pero ¿Es eso un problema? ¿Es realmente un problema, o sólo son excusas?
— Cállate. — Ordenó Donghyuck, poniéndose de pie y largándose de allí.
...
Mark ya se había rendido. Ya había perdido todas las esperanzas.
Él, aún después de que hubiesen pasado seis días desde aquella especie de discusión con Donghyuck, esperaba que él viniese a decirle que era todo una mentira. Pese a que desde entonces no se habían dirigido nuevamente la palabra, él esperaba que Donghyuck se le acercase y le dijese que tan solo le había jugado una maldita y pesada broma, y que en realidad lo amaba.
Pero no. La vida no era un cuento de hadas.
El sexto día estaba acabando. Mark se iría al día siguiente a las 8 a.m a Seúl con su familia y seguiría allí con su vida, y Donghyuck no estaría en ella.
Se volteó en la cama y observó el rostro de Jaemin durmiendo plácidamente.
— Qué envidia, tú sí puedes dormir... — Musitó para luego respirar profundamente, pues el pecho comenzaba a dolerle.
Hundió el rostro en la almohada, y no pudo evitar recordar aquellos días de primaria en los que no podía pasar ni un solo día sin ver a Donghyuck. Él siempre había creído que era tan solo el espíritu de competitividad el que lo llevaba a buscar a Donghyuck en los recreos del colegio y comenzar una pelea, pero ahora se había dado cuenta de que esa era tan solo una pésima excusa que él usaba para pasar un ratito más con él.
Tal vez por eso era que no le costó tanto aceptar que Donghyuck le gustaba.
En aquél entonces vivían peleando, e incluso cuando se reencontró con él, siguieron haciéndolo. Hasta la última vez que se vieron, pelearon.
Si se ponía a pensar, no tenía casi ningún recuerdo bonito con Donghyuck. En todas las situaciones, habían peleado.
El único momento que, estaba seguro, ambos habían disfrutado y pasado bien, había sido aquella vez seis noches atrás. Aquella vez en la que Donghyuck había grabado con fuego en su piel y memoria sus besos y caricias.
Aquella noche era algo que Mark jamás iba a olvidar. Fue la primera vez que no sólo tuvo sexo, sino que hizo realmente el amor con alguien que, estaba seguro, amaba de verdad.
Pero ahora no volvería a ver a esa persona que amaba, y él no podía hacer nada. La impotencia lo carcomía, pero él no podía obligar a Donghyuck a permanecer a su lado. Por más que quisiera, no podía hacerlo.
Por más que le doliera en el alma, no podía obligar a Donghyuck a amarlo. Y debía aprender a vivir con ello, pues jamás volvería a verlo.
...
— ¿De qué querías hablar? — Preguntó Dongsook con un notable mal humor una vez que Donghyuck se hubiese colado por la ventana a las 6 a.m el día martes.
Tenían clase a las ocho y él la despertaba tan temprano.
— Tú... Me pediste que confiara más en ti y que te contara mis cosas... — Su voz sonó trémula, frágil.
Dongsook lo miró inexpresiva.
— ¿Sucedió algo? — Lo animó a hablar, tomando su mano y acercándolo a su cama. Se sentó en el borde y le indicó a Donghyuck que hiciese lo mismo.
— Dongsook... — Él se sentó a su lado, y no pudo evitar comenzar a llorar. — ¿Está mal que me guste un hombre? ¿Sería una deshonra para la familia si pasara eso?
Dongsook acercó una de sus manos al rostro de Donghyuck. La posó en su mejilla y, mirando fijamente a sus ojos, tomó con su otra mano una de las de Donghyuck. Secó las lágrimas que pudo y no pudo evitar que sus ojos se llenasen de lágrimas también.
Finalmente abandonó su semblante neutro y sonrió con ternura.
— Jamás serías una deshonra, Donghyuck. No has matado ni violado a nadie. No has robado, no has hecho nada malo. Que te guste un hombre no es nada malo. — Llenó sus pulmones. — Serías un orgullo para mí si le mostrases al mundo lo que eres. Serías un orgullo para mí si no dejaras que nada de lo que nadie diga te afectase. — Dongsook negó. — No, ya eres un orgullo para mí. Y jamás dejarás de serlo.
— ¿Y si el hombre que me gusta es el mismo que te causó tantas angustias y llantos? ¿Y si la persona que me gusta es Lee Mark?
Dongsook sonrió.
— Ya eres un orgullo para mí. — Repitió, acercándose a él. — Y jamás dejarás de serlo. — Dongsook acabó con toda la distancia que los separaba en un fuerte abrazo. Comenzó a sobar su espalda mientras acariciaba sus cabellos. — Eres mi orgullo, Dong. No tengas miedo de mostrarte como eres, hazme enorgullecer más.
Una hora y algo más tarde, Donghyuck estaba bajando del bus que lo había llevado desde el internado hasta la ciudad.
Sip, se había vuelto a escapar. Y sip, su tía lo colgaría de las pelotas.
Pero ¿Qué mierda le importaba?
Por fin se daba cuenta y aceptaba que Mark le gustaba. Por fin había cogido el valor necesario para demostrarlo, pero se le acababa el tiempo. Si no encontraba a Mark antes de que el bus saliese a las ocho, perdería su oportunidad para siempre.
Luego de correr por media ciudad hacia la terminal de ómnibus, finalmente llegó y se detuvo en seco frente a ella. Frunció el entrecejo haciendo memoria, recordando lo que Jaemin le había dicho hacía unos momentos cuando lo llamó.
— "El bus sale a las ocho en punto desde la plataforma veinte."
Miró su reloj: 7:45 a.m
— ¡Mierda! — Exclamó en un susurro, y echó a correr nuevamente para entrar a la estación.
Pasó rápidamente corriendo por la zona de boletería y, al llegar a las plataformas, vagó su mirada por todos lados en búsqueda de algún cartel que le indicase en dónde estaba.
Lo encontró, pero su cara se arrugó en una mueca de disgusto.
Plataforma 2.
La terminal de ómnibus tenía el largo de lo que serían dos cuadras, y según él tenía entendido, había 30 plataformas en total.
Eso quería decir que la plataforma de Mark estaría casi en la otra punta.
Echó a trotar en dirección a la plataforma veinte, pero al ver en su reloj que eran las 7:51 a.m, se lanzó a correr más rápido.
Divisó a lo lejos la plataforma, pero el bus estaba cerrando sus puertas. Con desesperación corrió aún más rápido de lo que él estaba seguro que podía. Sus pulmones comenzaron a rogarle que se detuviera para poder respirar mejor, su cabeza comenzó a dolerle, sus ojos se nublaron y un nudo inmenso se instaló en su garganta.
No le importaba nada más que llegar a tiempo.
Pero no llegó.
Un par de pasos antes de que el llegase a la plataforma, el bus comenzó a retroceder. Para cuando él llegó, el mismo ya se estaba alejando de la terminal.
Eso era todo. Había llegado demasiado tarde.
Había perdido su oportunidad.
Rendido y completamente desganado, cayó de rodillas sintiendo que el mundo se le venía abajo. Un pitido comenzó a sonar en sus oídos, y pese a respirar profundamente, sentía que se estaba asfixiando.
Lo había perdido, por idiota lo había hecho. Por no dejarse guiar por sus sentimientos, por dejar que las palabras de su padre lo influenciaran, por no querer aceptar lo que era. Por todo eso, había perdido a la única persona que le había gustado alguna vez.
A la única persona que había amado.
Porque joder, sí, lo amaba. No sabía desde cuándo, pero lo hacía. Se había dado cuenta ahora, y analizando la situación, lo amaba desde antes de lo que él creía. Pensó en aquella vez que lo volvió a ver cuando cambió de lugares con Dongsook, pero no. Ya lo amaba desde antes.
¿Por eso había sufrido tanto cuando lo cambiaron de colegio primario? Porque, pese a que luego de un año olvidó todo lo relacionado con su colegio anterior, Donghyuck había sufrido mucho cuando lo cambiaron. ¿Por eso jamás había podido enamorarse de otra persona? ¿Por qué se daba cuenta ahora de todo?
— ¿Donghyuck? — La voz de Jaemin a sus espaldas lo sacó de sus pensamientos autodestructivos, haciéndolo sentir pura envidia.
Él sí había podido estar con Mark antes de que éste partiera hacia Seúl.
— Jaemin... — Murmuró, sin voltearse ni elevar la vista.
— ¿Qué haces allí tirado? — Preguntó, acercándose a él y arrodillándose a su lado. — ¿Estás bien? — Preguntó. Quitó los cabellos de Donghyuck que caían como una cortina y tapaban su rostro. — Oh, por Dios, ¿Estás llorando?
— Jaemin... — Sollozó, esta vez sí mirándolo. — Se fue...
— ¿Quién se fue? — Preguntó, con una mueca de confusión.
— Mark, idiota. Se fue, y yo...
— Ah, joder, me cayó terriblemente mal ese ramen. — Una voz grave detrás de él lo interrumpió. — Pobre del que entre después de mí a ese ba... Ño. — Hizo una pausa. — ¿Donghyuck?
Donghyuck volteó violentamente, sintiendo cómo su cuello tronaba.
¡Pero, ¿Qué mierda le importaba?! ¡Se quebraría el cuello, y a él no le importaría! ¡Era Mark, estaba ahí, frente a él!
— ¡¿Mark?! — Exclamó, apeándose de un salto.
— Wow, te recuperaste rápido. — Murmuró Jaemin desde el suelo, sorprendido de la velocidad con la que Donghyuck dejó de llorar y se puso de pie. Él también se reincorporó.
— Eh, ¿Sí? — Respondió él, cada vez más confundido. — ¿Qué haces aquí?
— Pero, ¿Cómo? — Donghyuck señaló la plataforma. — Acabo de ver que el bus se fue. — Se volteó, pero la garganta se le secó al ver el escenario frente a él.
El bus seguía allí.
¿Se había imaginado todo?
Imposible.
Miró su reloj, el mismo marcaba las 8:05 a.m
— El bus que se acaba de ir era el de las 7:30 a.m. — Dijo Mark. — Se atrasaron debido a que tenía una rueda pinchada. El mío, que es ese que está allí, saldrá 8:30 a.m.
— ¿Ah, sí? — Preguntó Donghyuck, incrédulo, sintiendo que el cuerpo entero se le aflojaba. Sonrió, divertido. — ¡Ah, sí! — Exclamó en voz baja.
Soltó una pequeña risa, pues casi se moría de angustia por nada. Mark aún no se había ido, él aún no había perdido su oportunidad ni lo había perdido a él.
Aunque bueno, no era totalmente por nada. Que él aún no se hubiese ido no significaba que no se iría.
— ¿Qué haces aquí? — Repitió la pregunta Mark. — ¿Te escapaste del colegio?
— Mark, me gustas. — Soltó.
Jaemin abrió los ojos de par en par y dejo que su boca formase una "O". Intercaló la mirada entre Mark, quien tenía la misma expresión que él, y Donghyuck, quien mostraba un rostro serio y demostraba estar diciendo la verdad.
De repente sintió como que esa conversación ya era privada, entre ellos dos, y él sobraba. Sonrió, orgulloso de que Donghyuck finalmente se hubiese decidido, y dio dos pasos hacia atrás. Se volteó y siguió caminando para darles su espacio. Finalmente, se sentó en una banqueta bastante alejada de ambos y los observó feliz.
— ¿Qué estás diciendo? — Preguntó Mark, ofendido. — ¿Estás jugando, otra vez?
— No estoy jugando. — Donghyuck avanzó hacia él. — Me gustas, y es ahora que me doy cuenta.
— Eres un imbécil, Donghyuck. — Mark sintió sus ojos arder, pero no lloraría.
No volvería a llorar por culpa de Donghyuck.
— Lo sé. — Le dio la razón.
La voz de Donghyuck sonó suave, y la expresión de dolor que lo acompañó no ayudó en nada.
Mark supo, aunque no se estuviese mirando a un espejo, que sus ojos estaban rojos y cristalinos. Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no largarse a llorar como una Magdalena.
— ¿Por qué? — Hizo una pausa al sentir que un nudo bloqueaba sus palabras. Tragó con fuerza, suspiró, y se concentró en evitar que su voz se rompiese. — ¿Por qué mierda haces esto? ¿Te divierte verme así?
— Créeme que no. — Donghyuck volvió a avanzar, y Mark retrocedió. — Créeme que la estoy pasando peor de lo que piensas. No sabes lo que me costó decirte todas esas cosas horribles aquella vez ni lo que sufrí luego de eso. No me estoy excusando, pero estaba confundido. Muy confundido, Mark. No sabía lo que quería. Y lo siento tanto. Siento tanto haberte hecho sentir así, lo siento muchísimo. Perdóname por favor, Mark.
— Eres de lo peor, ¿Sabes?
— Lo sé. Así como también sé que me gustas de verdad, Mark. — El susodicho cerró los ojos con fuerza, lastimándole el oír su nombre de la boca de Donghyuck y con una voz tan dolida. — Por favor, perdóname.
— Me tengo que ir, Donghyuck. — Cambió el tema, sabiendo que no podría aguantar mucho más. — Lo mejor será que te olvides de esto que me estás diciendo.
— No... — Donghyuck pareció entrar en pánico. Se acercó a él rápidamente, no dándole tiempo para escapar, y tomó sus manos entre las suyas. — No me digas esto, por favor.
— Dijiste que estabas confundido, ¿No es cierto? — Mark hizo que Donghyuck lo soltara. — Ahora también lo estás, Donghyuck. Te sientes culpable y estás confundiendo ese sentimiento. Por eso piensas que te gusto, pero no es así.
— Tú no me dirás qué es lo que yo siento. — Tajó. — Me gustas, y es la verdad.
— Donghyuck... — Quiso volver a replicar, pero Donghyuck lo interrumpió.
— Tienes tres años para pensarlo. — Soltó lo primero que se le vino a la mente.
Estaba desesperado por no oír el rechazo de Mark, y aunque fuese peor, quería postergarlo lo más posible.
Mark frunció el ceño.
— ¿Qué?
— Cuando acabe la secundaria, iré a Seúl. Allí me dirás si me perdonas, o no. — Suspiró, decidido. — Esperaré estos tres años por tu respuesta.
— No, Donghyuck...
— No importa lo que me digas ahora, no oiré. — Donghyuck tapó sus oídos y comenzó a gritar "Lalala". Al ver que Mark cerraba la boca, hizo silencio y se destapó los oídos. — Tres años. Esperaré por ti tres años. Piensa bien la respuesta, Mark. Que tengas buen viaje, y nos vemos en tres años. — Tomó su mano, lo jaló hacia él y lo besó fugazmente en los labios. — Y no olvides: Me gustas. — Retrocedió un paso. — Te amo.
Observó con dolor cómo Mark ya no aguantaba las lágrimas y le sonrió como disculpa mientras soltaba su mano.
Finalmente se volteó y se fue corriendo, sin molestarse en decirle adiós a Jaemin.
Si buscasen en algún diccionario el significado de la palabra "Cobardía", probablemente una foto de Donghyuck podría aparecer como ejemplo.
Primero, por cobarde, había hecho sufrir a Mark al soltar tantas palabras hirientes y llenas de mentiras. Y, ahora, por el mismo motivo, no había podido escuchar la respuesta que Mark tenía para él, y se había largado de allí luego de decirle sus sentimientos.
¿Es que alguna vez le haría frente a la vida?
Sí. En tres años definitivamente le haría frente, y aceptaría lo que Mark le dijese sea cual sea su respuesta. Después de todo, aún cabía la posibilidad de que Mark sí logre perdonarlo.
Tres años... En vista de que había pasado más desde la última vez que lo vio en primaria, hasta que lo volvió a ver cuando cambió de lugares con su hermana, no sería tanto. O, al menos, podría soportarlo.
«Tres años no son nada.» Se dijo. «Si es por él, tres años no son nada.»
El problema era que tres años sí son algo.
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