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61. Tengo que salvarte

—Tienes que volver. Tienes que volver al mundo.
—No quiero el mundo. Te quiero a ti. (...)
—Tengo que salvarte, Alec. (Ciudad de fuego celestial)

«—Pero... ¿Y Magnus?

—No hay tiempo, Alec. Lo siento... Él me pidió...salvarte, tú siempre serías la prioridad... Me hizo prometerlo...»

El evidente conflicto de Catarina, su titubeo al decírselo a Alec, el tartamudeo, cómo no podía sostenerle la mirada demasiado tiempo o su ceño fruncido no eran suficiente para que Alec se sintiera mejor.

No hacían que su corazón doliera menos.

Ciertamente el nunca sería un "Perfecto", porque nunca podría caminar por una calle sin querer tomar a Magnus de la mano sólo porque las demostraciones de afecto estaban mal vistas o, peor, porque no lo sentían para empezar; él nunca podría tomar para toda la vida a alguien sólo porque su condición social era compatible con la suya, no cuando su corazón cantaba para alguien más; y obviamente tampoco era digno de Magnus, no era como los demás libertos, porque él nunca dejaría a su predestinado sólo porque era lo mejor para todos, porque era egoísta y ese "todos" nunca superaría al "tú".

Tú, tú, tú –Alec pensaba–, eres tú, Magnus, quien me importa. Tú y no el resto. Tú y no el mundo. Tú y no yo. No me importa si muero, siempre y cuando tú vivas...


Alec era como un libro abierto, tenía razón al decir que nunca sería como los "Perfectos" del reino FOIRFE. Alec nunca podría vivir sin sentir y sin expresarse. Estaba escrito por todo su rostro cada pensamiento suyo, pero Catarina tenía órdenes exactas que cumplir.

Magnus se los había dicho claramente a todos los que los acompañaban en sus cortas visitas al FOIRFE, y se los recordaba cada vez, justo como hoy hiciera con ella y con Imasu:

«—Sabemos, siempre lo hacemos, que cada momento por corto que sea es un riesgo para nosotros. El disfraz que usamos puede ocultar nuestros rasgos y nuestras miradas, pero nunca podríamos hacernos pasar por uno de ellos. Basta un paso en falso para caer. Yo nunca podría obligarlos a seguirme, porque eso sería injusto, sería abusar y me haría como ellos... Pero si eligen hacerlo, si libremente quieren acompañarme y proteger a mi niño, entonces deben saber que en ninguna circunstancias hay otra prioridad: siempre será Alexander. Incluso sobre mí, Alec es primero. Si tuvieran que elegir entre mi vida y la suya...sálvenlo a él.

Parecía que Imasu había querido decir algo.

Catarina ciertamente sentía su corazón apretarse contra su pecho. Entendía lo sagrado y fuerte que es el vínculo entre predestinados, pero no podía con la idea de dejar a Magnus si se presentara la ocasión...

—¿Entendido? —Magnus los había cortado.

Y a pesar de todo, de las dudas, de saber que dolería si tuviera que cumplirlo, Catarina lo había prometido esta misma mañana: —Sí, Magnus.

—¿Imasu? —Magnus había insistido ante su silencio.

Y, por alguna razón, él había sonreído antes de asentir. —Por supuesto. Por algo eres nuestro príncipe. Tu niño es nuestra prioridad...»


Y al menos no está solo, pensó Catarina mientras tiraba de la mano de Alec a pesar de sus quejas, de sus gritos y de cómo trataba de liberarse de su agarre.

—¡No! ¡No, no, no! —él gritaba mientras Catarina corría, tratando de salir del mar de gente y buscar un lugar seguro para escapar con magia. Ella no era tan fuerte como Magnus, necesitaba espacio y al menos un minuto para crear un portal—. ¡No! No puedo dejarlo. Catarina, no por favor...

Ella se arriesgó a mirar hacia atrás y se arrepintió al instante. Alec era tan joven, él no podía entender lo que es sacrificarse de este modo, lo que es amar al grado de morir por el otro. Y aun así su corazón se rompía viendo las lágrimas correr por ese rostro angelical, a pesar del glamour Catarina podía ver claramente sus rasgos, la piel pálida manchada por las lágrimas y sus ojos como un cielo roto. Alec era así de expresivo siempre.

—Lo siento —ella lo susurró y no supo si Alec llegó a escucharlo o si sus palabras se perdieron por encima de los gritos que habían seguido al anuncio del supuesto heredero Lightwood que ahora era una especie de estandarte para la guerra—. De verdad lo siento, pero lo prometí.

Tengo que salvar a Magnus, Alec pensaba.

Tengo que explicarle que es mentira. Nunca estuve con ella. No hay modo de que lleve en su vientre a mi hijo.

Tenemos que volver por él, ¿de qué sirve que me salven, si si algo le pasa, yo moriría al instante?

Yo no quiero vivir sin Magnus.

Incluso si un predestinado pudiera vivir sin su mitad, yo no quiero una vida sin él.


—Lo siento —y esta vez la escuchó.

Alec miró a su alrededor. ¿En qué momento se alejaron de la multitud?

Estaban muy lejos de las fronteras para cruzarlas sin subterfugios, pero en un callejón Catarina podía hacer magia.

—Por f-favor —Alec rogó, su voz y su corazón rompiéndose.

—Lo siento, Alec.

Y entonces ella tiró de él dentro del portal.

* * *


—¡NOOO! —el grito desgarrador de Alec y él mismo cayendo de rodillas, justo como cuando niño, justo como hace algunos meses cuando su padre lo golpeó y Magnus lo salvó, hizo que todos en la SAOIRSE voltearan.

No.

Magnus siempre había ido por él cuando lo necesitó.

No.

Magnus siempre lo ayudó a ponerse de siempre.

No.

Siempre lo protegió. Siempre lo salvó.

No.

Y ahora él estaba aquí, a salvo. Y Magnus en algún lugar, solo, quizá siendo torturado.

Alec no notó como aparentemente había una reunión mientras ellos habían estado fuera.

—¡¿Qué pasó?! —Ragnor fue el primero en preguntar y correr hacia ellos.

Raphael tras él. —¿Qué pasó? Volvieron antes... ¿Dónde está Magnus?

El sonido que Alec hizo ni siquiera parecía humano.

Era como si se estuviera ahogando, como si lo estuvieran torturando. Pero no estaba gritando, no podía, porque no era el cuerpo lo que le dolía, porque no había palabras para expresar cuánto sufría.

Porque él estaba aquí y Magnus no.

Porque su corazón se estremecía, se estrujaba, se contraía como si estuviera a punto de explotar.

Porque sin Magnus no cantaba, ni siquiera latía.

—¿E Imasu?

Alec no escuchaba ni entendía lo que Catarina estaba diciendo. No le importaba.

Sus dedos se clavaron en la tierra, sus uñas se rompieron, sangró y no le importaba.

Se odiaba en este momento por no poder hacer magia e ir él solo por Magnus.

Y entonces algo vibró.

Un portal se abrió a unos cuantos metros.

Alec se puso de pie; su estómago revuelto, quizá vomitaría; sus piernas temblaban, quizá podría caer en cualquier momento, al primer paso; se limpió rápidamente las lágrimas para poder ver, no importaban los restos de tierra en sus mejillas ya húmedas, sólo...

Magnus.

—¿Dónde está Magnus? —Y Alec juraría que todos lo dijeron a la vez.

Porque quien llegó no era Magnus.

Era sólo Imasu.

Solo. Venía solo.

¿Dónde estaba Magnus?





* * *

¿Dónde está Magnus? 😭

¿Sintieron el dolor de Alec? 😭💔

¿Qué pasa con Imasu?

¿Ya vieron el adelanto del próximo capítulo Shadowhunters, Magnus pidiendo que borren sus recuerdos de Alec? Y justo es el titulado Aku cinta kamu 😭💔

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