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8. Un problema de ojos negros

—Hola, pulga.

¿Pulga? ¿Me había llamado pulga? El recuerdo de alguien más llamándome de la misma manera llegó a mi mente en una avalancha. Aquel ladrón al que había perseguido por robarle la cartera a la señora Fisher y que había confundido atrapando al chico equivocado; chico que se había burlado de mí llamándome pulga por mi baja estatura, y por haberle brincado encima. Por su culpa casi iba a la cárcel.

«Estoy muy ocupado para perder mi tiempo aplastando a una pulga» Recordé las palabras del muy idiota.

Volví a mirarlo y entonces lo reconocí, esos mismos ojos negros capaces de tragarme en cualquier momento y esa sonrisa ladeada que prometía venganza.

—Alyssa —escuché una voz masculina llamarme con tono demandante.

Miré sobre el hombro del chico frente a mí para ver a Jake observándome con las cejas hundidas y sus manos hechas puño. Más atrás de él se había formado una multitud de estudiantes que ni idea de donde había salido.

—¿Alyssa? —Esta vez quien pronunció "mi nombre" fue el trigueño llamando nuevamente mi atención, su sonrisa se había ensanchado y sus ojos se habían iluminados por la diversión. Dio un paso hacia adelante cerrando la poca distancia que nos separaba. Se inclinó hasta igualar mi altura rosando su mejilla contra la mía y su aliento caliente chocó contra mi oreja haciéndome estremecer mientras susurraba—: Me gusta más Leslie.

Mis ojos se abrieron como gato bostezando y mi presión se lanzó de picada hasta el piso.

«Oh, mierda»

No supe en qué momento todo se había vuelto tan silencioso, como si la absoluta atención de los estudiantes —y hasta de las aves— que se encontraban alrededor estuviera fijada en torno, única y exclusivamente, a lo que estaba pasando. De un momento a otro el silencio fue interrumpido por las exclamaciones de sorpresa de la multitud. Noté una briza fría en mi rostro cuando el cuerpo de aquel muchacho fue apartado bruscamente de mí. Jake —que no supe en qué momento llegó hasta donde estábamos nosotros— lo jaló por el hombro violentamente logrando que se tambaleara por ser impulsado hacia atrás.

—¿Qué crees que haces con mi novia? —interrogó el rubio mirándolo fijamente como perro rabioso. Seguro se estaba ideando varias maneras de asesinarlo, después de todo, eso era él: un asesino.

—Así que es tu novia. —El de ojos oscuros hizo un gesto afirmativo con la cabeza y al mismo tiempo una sonrisa torcida adornó su rostro—. Tranquilo, solo estaba saludándola.

—¿Qué derecho te da el saludarla? —Lo interrumpió Jake. Si seguía apretando el entrecejo de ese modo en que lo hacía, definitivamente le saldrían arrugas prematuras.

—Porque la conozco —respondió levantando los hombros como si fuera obvia su respuesta. Me miró burlón guiñándome un ojo.

«Ay no» Empecé a sudar frío y no precisamente por el clima.

Estaba tiesa sin moverme, no sabía que hacer o donde meterme. Lo único que quería era desaparecer para no tener que lidiar con que a ese ser inoportuno se le fuera a aflojar la lengua jodiendo mis planes sin siquiera tener la oportunidad de comenzarlos; aunque, técnicamente había impedido que en un principio lo arruinara yo solita, pero ese no era el caso ahora. Sería muy fácil negar que lo conocía, decir que estaba loco o que se había confundido de persona, pero no, me encontraba pasmada por lo repentino de las circunstancias que me impedía articular palabra alguna. Para mi sorpresa no dijo nada más, se le notaba que se estaba divirtiendo con mi situación y que planeaba seguir haciéndolo por más tiempo alargando así mi tortura.

Jake pareció darse cuenta de su gesto, porque su furia fue en aumento.

—Escucha bien lo que te voy a decir, te lo diré una vez ya que eres nuevo. —Se le acercó intimidante—. Me importa muy poco que la conozcas o no. No quiero que te le vuelvas a acercar en tu puta vida, porque si me entero que lo haces, y créeme que estoy al tanto de todo lo que pasa en esta escuela, será lo último que hagas —amenazó con una seriedad tan grande que me provocaba escalofríos, y ni siquiera estaba hablando conmigo.

Se notaba a leguas que era un maldito posesivo y celoso, tóxico por mil. Apostaba a que ese era uno de los motivos que lo llevó a hacerle lo que le hizo a mi hermana, por algo tan poca cosa como eso. Cada vez me convencía más de haber tomado la decisión correcta para hacer que pagara por su crimen, lo iba a hundir costara lo que costara y haría que se pudriera en la cárcel. Pero en ese momento tenía un problema aún más urgente con el que lidiar, un problema de ojos negros.

Aquel chico lo miraba atentamente con una ceja alzada y su típica expresión burlona, como si le restara importancia a lo que acababa de escuchar.

—Tu noviecita no me interesa en lo más mínimo. —Le informó remarcando en el diminutivo noviecita. ¿Acaso lo decía por mi tamaño? — Las chicas me gustan con más... —realizó un movimiento con sus manos contorneando la forma de una guitarra— curvas, o que por lo menos que no parezcan tablas.

«¡¿Qué acaba de decir?!»

Su expresión se tornó seria antes de continuar diciendo—: Pero para que te quede claro, a quien me acerque o no es decisión mía, y ni tú, ni nadie, me darán órdenes.

Las manifestaciones de asombro de la multitud no tardaron en escucharse por su atrevimiento. ¡Vaya que tenían público! Seguramente toda la escuela ya se había reunido sin perder ni un solo detalle del espectáculo que protagonizaban aquellos dos.

Jake hizo un ademán de acercársele con claras intenciones de romperle la cara, pero dos chicos, que al parecer eran sus amigos, lo agarraron por detrás impidiéndoselo —en mi opinión, tenían que haberlo dejado, aunque sea un poquito—. Le susurraron algo que no pude escuchar y el trío dirigió sus vistas a un auto que acababa de llegar, del cual salió una mujer madura con lentes que parecía ser una profesora o algo similar. Se veía que era fina, bastante estirada y movía sus caderas de manera exagerada bajo su falda de tubo mientras caminaba. Los dos amigos del rubio lo soltaron y los tres aparentaron que no había pasado nada, aunque Jake no paraba de mandarle miradas asesinas al de cabellos azabaches. La mujer caminó por el centro de ambos bandos con la cabeza en alto y frenó justo entre los dos. Se giró hacia el trigueño y lo miró sobre sus lentes.

—Usted debe ser Owen McFarland —afirmó la mujer— ¿Acaba de entrar a esta escuela y ya está creando problemas?

El aludido iba a responderle, pero ella lo frenó levantando la mano a la altura de su cara señalándole que no respondiera. Luego se giró hacia Jake y lo miró en modo de advertencia, pero no le dijo nada. Los dejó atrás continuando con su camino hacia mí.

—Alyssa Langdon. —Me llamó por el nombre de mi hermana.

Todos los que estaban alrededor se voltearon a mirarme como si hasta ese momento se daban cuenta de que yo aún estaba presente, hasta yo misma me había olvidado que seguía ahí parada.

—Venga conmigo a mi oficina. —Me ordenó y la seguí obedientemente con tal de salir de allí—. Señorito McFarland, usted también.

Arrugué el ceño al escuchar eso, no me libraría de él. Caminamos por el camino hacia el edificio central cruzando el puente, y a mi espalda vi como todos se iban dispersando dirigiéndose a los diferentes edificios; Jake ya había desaparecido. Miré de reojo a Owen que caminaba de manera despreocupada con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón de uniforme y con el rostro relajado. «¿Qué estará planeando?» Por lo menos ahora sabía su nombre y podía agregarlo a mi lista negra.

Abrir Lista negra.

    Añadir: Owen McFarland

    ....

    Lista negra ha sido actualizada satisfactoriamente.

    Estado actual:

       1. Jake ???

       2. Owen McFarland

    Cerrar Lista negra.

—¿No te basta dejarme un chichón en la cabeza, sino que también quieres que me caiga? —preguntó sacándome de mis pensamientos. Me había cachado mirándolo.

¿Hacer que se cayera? Ni que le estuviera echando mal de ojo, aunque, esa no sería una mala idea.

—¿O es que soy tan irresistible que no puedes dejar de mirarme? —Movió sus cejas de arriba a abajo con picardía.

—Idiota —susurré—. Ya quisieras. —Ni que estuviera tan bueno... Solo me le había quedado mirando con el objetivo de analizar a mi enemigo. Nada más.

Caí en cuenta de que él había mencionado algo de un chichón. ¿Será de cuando le di con mi zapato en la cabeza? «Tonta» Me regañé mentalmente. Si no le hubiera hecho eso, ahora estaría concentrada únicamente en Jake y mi venganza; como debía de ser y no en este energúmeno que tenía al lado.

—No sé de qué chichón me hablas, ni siquiera te conozco. —me defendí. Seguramente lo había mencionado como una trampa para ver si caía y me delataba a mí misma, menos mal que fui ágil al darme cuenta a tiempo. ¡Que alguien me dé un premio!

—¿Ah no? Pues yo si me acuerdo perfectamente, de hecho, aún me duele —mencionó con molestia y yo solo desvié la mirada como si conmigo no fuera.

Que conste que aquel día yo solo estaba cumpliendo con mi papel como ciudadana ejemplar y él se atravesó en el medio, en el mismo lugar y con la misma ropa que aquel ladrón. Lo que se dice estar en el lugar y el momento equivocado. Yo, no hice nada malo.

—Pero no te preocupes —habló de nuevo—, yo me encargaré de que recuerdes to-do —dijo la última palabra separándola en sílabas y percibí la malicia en su voz—, Leslie.

¡Diablos!

Que complicado iba a ser convencerlo de que yo no era quien él creía. Me iba a ser difícil quitármelo de encima, este tipo era peor que esa fantasma vengativa de la película de terror "Shutter" que vi el otro día.

La señora a la que estábamos siguiendo —señora de la que ya me había olvidado— carraspeó de manera exagerada interrumpiendo nuestra plática confidencial. En ese momento me percaté de que ya habíamos llegado a nuestro destino. Abrió la puerta frente a nosotros que tenía una placa señalando que era la Dirección. Dentro había unas sillas dispuestas una al lado de la otra y al frente un buró tras el cual se encontraba una mujer más joven que la que nos había guiado hasta ahí. Nos dedicó una sonrisa con sus dientes perfectamente blancos en modo de saludo.

—Buenos días directora. —Se dirigió a la mujer mayor—. Buenos días. —Esta vez nos saludó al idiota y a mí.

Después de que todos respondiéramos a su saludo, la mujer con lentes, me hizo pasar a mi primero a una oficina continua a la que estábamos, mientras Owen esperaba por su turno sentado en una de las sillas. Al entrar al despacho quedé maravillada con la vista. Había un ventanal completamente de cristal que abarcaba toda la pared y daba a la parte trasera de la escuela, donde se veía un terreno de futbol. Teniendo la ventana como fondo, estaba el escritorio adornado por una elaborada placa con las palabras "directora Thompson". Ella tomó asiento en la silla giratoria forrada de cuero negro que estaba detrás de su buró y me pidió que me sentara en una butaca que estaba del otro lado, de frente a ella.

—Señorita Langdon. —Posó sus antebrazos sobre la mesa y entrelazó los dedos de sus manos—. Ya su abuelo me ha notificado de su situación, es muy lamentable lo que le ha ocurrido.

»Les he informado a sus profesores y sus compañeros más cercanos sobre su terrible accidente y su estado, para que así sean capaces de ayudarla en lo que puedan. —Con razón Jake no había reaccionado al enterarse de que Alyssa seguía viva, ya venía advertido por lo que la noticia no lo cogió por sorpresa—. Me veo en el deber de explicarle las normas y características del centro como si fuera una nueva alumna, a pesar de llevar tiempo estudiando aquí. Esta escuela fue creada para educar a los hijos de los más influyentes del país, los miembros de la élite —dijo con orgullo—. Aunque también hay algunos estudiantes que son beneficiados por becas gracias a que sus padres trabajan para las personas poderosas como su abuelo. —Me señaló—. Demasiados generosos, diría yo. —Hizo una mueca de molestia—. Pero no te preocupes por esos chicos, conocen su lugar.

Se notaba su inconformidad con que aquellos alumnos, poco favorecidos económicamente, asistieran a su escuela. ¿Qué clase de directora era ella? Una que remarcaba las diferencias sociales, como si los adolescentes pobres no tuvieran derecho a una buena educación. Ya empezaba a desagradarme esta señora y me estaba conteniendo para no decirle cuatro cosas en su cara.

—En cuanto a las clases: no tiene que abandonar el salón para los cambios de materias, los profesores van hacia el aula que corresponda, de hecho, no está permitido vagar por los pasillos a menos que sea para dirigirse a las clases en laboratorios, de artes o deportivas, y en la hora de recreo. —Ya me veía con el trasero plano por andar sentada todo el día—. Los casilleros se encuentran en su mismo salón y otros en el área de deportes.

Tardó aproximadamente treinta minutos explicándome muchas cosas más, tantas que llegó un momento en que ya sus palabras me entraban por un oído y me salían por el otro —mi cerebro ya estaba saturado de información y se negaba a procesar más—. Solo escuché algo de que debía mantener la buena presencia en cuanto a la apariencia, de hecho, se quejó de mis zapatos, y que me asignarían a alguien de la clase inferior a que me guiara y asistiera —por clase no se refería a diferencia de cursos, sino de clase social, ¿wtf?—. No sabía cuánto podría aguantar sin explotar en esta escuela llena de niños mimados y materialistas, y menos aun cuando hasta los adultos actuaban de esa manera.

En cuanto salí de la oficina me encontré con un Owen dormido en una posición extraña sobre una de las sillas de espera. Su expresión se veía serena y, al estar dormido sin la presencia de su estúpida sonrisa, su rostro se veía algo infantil con sus cachetes un poco rellenitos y su cabello negro despeinado que daban ganas de pasar los dedos entre los mechones revueltos. Era guapo el condenado. Bien, ya lo admití.

Como si me hubiera leído la mente de repente sonrió.

—De verdad te gusta mirarme —Abrió los ojos bostezando y me miró.

Retiro lo dicho.

Se levantó acomodando su uniforme e intentó peinarse el cabello con sus dedos, pero sin lograrlo. Antes de entrar a ver a la directora, se giró a darme una mirada divertida y me dijo—: Nos vemos luego, pulga. —Y me cerró la puerta en la cara dejándome con la palabra en la boca. ¡Maldito imbécil!

Salí indignada al pasillo dispuesta a encontrar mi salón cuando caí en cuenta de que no tenía la menor idea de en qué parte del edificio me encontraba, y todo por culpa de ese ser despreciable que me entretuvo y no me dejó concentrarme en el camino que habíamos recorrido hasta aquí. No podía preguntarle a la secretaria porque cuando salí ya no estaba por ninguna parte, ni a la directora porque entonces tendría que volver a ver al idiota. Tenía una especie de mapa, que me habían entregado junto con la hoja de mi horario, pero que para mí parecía más uno de esos puzles donde hay que llevar la liebre hasta la zanahoria por un laberinto. Pasé varios minutos bajando y subiendo escaleras buscando sin éxito donde estaba mi dichosa aula hasta que me rendí en uno de los pasillos solitarios. Todo estaba silencioso, no había ni un alma alrededor, estaba perdida y no tenía a quien pedirle ayuda.

Mientras iba caminando sentí una sensación en mi espalda que me hizo detenerme abruptamente, como si una mirada estuviera clavada en mí. Me recorrió un escalofrío a través de toda mi columna vertebrar haciendo que los vellos de mi nuca se erizaran. Me giré lentamente hacia atrás dirigiendo mi vista al largo pasillo, específicamente hacia una sección que se escapaba de la luz que entraba por las ventanas. Un gran miedo me invadió sin ningún tipo de explicación, mi respiración se agitó y mi corazón martilló con fuerza dentro de mi caja torácica. No sabía que me estaba pasando, pero estaba asustada, aterrada más bien, y no podía apartar mi vista de aquel sitio a pesar de que no se podía ver nada más que la oscuridad que lo albergaba.

Percibí un movimiento cerca del lugar, en un pasillo adyacente —un poco más iluminado, pero no del todo—, que me obligó a desviar la mirada hacia allí. Entre las luces y sombras se formaba la silueta de una persona que poco a poco se materializó en Jake, con los ojos entornados en una mirada sombría y peligrosa centrando su atención únicamente en mí.

Solo estábamos él y yo, sin ningún testigo, sin nadie que pudiera salvarme. Solos.

Éramos como un lobo y una oveja, siendo yo la pequeña oveja que estaba a punto de ser devorada por un lobo hambriento, con ansias de terminar lo que una vez comenzó.

Holaaaa. ¿Cómo está?

Esto se está poniendo bueno 🔥\ (^ o ^) /🔥 ¿A que sí?

Espero que hayan disfrutado el capítulo ❤️

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