5. ¿Eres real?
Una negrura espesa era lo único que podían percibir mis ojos. No sabía dónde estaba, de lo que sí estaba segura era que ya no me encontraba en la habitación de mi hermana. No era de temerle a la oscuridad, pero el que esta fuera tan envolvente lograba intimidarme, provocándome escalofríos. Moví mi cabeza hacia todos lados girándome con mis brazos extendidos al frente tratando de ver o tocar algo, sin lograrlo; solo había oscuridad y ni un solo indicio de donde estaba.
Divisé un pequeño destello a la distancia que tintinaba como llamándome y me lancé hacia él tratando de alcanzarlo. Corrí y corrí por lo que me parecieron horas, pero no lograba llegar a él. Pensé en Alyssa y en lo mucho que me hubiera encantado conocerla en persona, en las veces que me miraba en el espejo para encontrarla devolviéndome la mirada; mi hermana, que ahora ya no me quedaban dudas de que era a ella a quien había visto todos esos años. De un momento a otro la distancia entre el destello y yo se fue reduciendo a medida que seguía corriendo. Cuando solo faltaba un paso, extendí la mano y con el dedo índice toqué el punto destellante suspendido en el aire, que emanaba una luz fría y parpadeante.
Una gran explosión de luz blanca estalló encandilándome la vista, cegándome por unos segundos. Cuando la visión se me fue aclarando pude distinguir que estaba en una azotea y ya se había hecho de noche, era el mismo lugar con el que había soñado hace unas semanas solo que esta vez miraba desde otra perspectiva, en una esquina de la misma. La puerta de acceso se abrió de golpe dejándola salir, a la que antes pensaba que había sido yo, pero no, era Alyssa. Ambas nos sobresaltamos por el sonido estruendoso de la puerta al cerrarse con brusquedad provocado por el mismo chico con sudadera y gorra del sueño. Traté de moverme para correr hacia mi hermana y alejarla de aquel asesino, pero mis piernas no respondían, plantándome en mi lugar. Intenté gritarle con todas mis fuerzas para advertirle, pero ningún sonido salía de mi boca.
—¡Oh Jake! Eres tú, casi me matas del susto —dijo ella ajena a lo que se avecinaba.
Vi como cada una de las escenas con las que había soñado se proyectaban frente a mis ojos.
Como él la agarraba por detrás de manera brusca lastimándola y tocando con sus repugnantes manos todo su cuerpo.
Ella apartándolo.
Él acorralándola contra la baranda.
Ellos forcejeando.
Él empujándola.
No pude hacer nada para evitarlo, solo podía ver como aquel chico la empujaba hacia su muerte. Sabía su nombre, Alyssa lo había reconocido, el brazalete que compartían lo delataba.
Jake.
Otra luz cegadora me envolvió y cuando mis ojos se acostumbraron me vi de vuelta en la habitación, pero no estaba sola. Ahí, justo frente a mí, estaba Alyssa mirándome fijamente. La observaba totalmente sorprendida. Éramos exactamente iguales y, lo más importante, ella había muerto. ¡Yo misma presencié cómo su muerte y ahora estaba parada ante mí!
—Hermana —pronunció con una sonrisa en su rostro.
Dio unos pasos acercándose a mí, quedando a unos centímetros de distancia. Si alzaba mi mano sería capaz de tocarla, pero el miedo de que al hacerlo desapareciera, y mi incapacidad para asimilar su presencia, solo me permitía quedarme quieta mientras la admiraba en silencio.
—Al fin podemos conocernos frente a frente —dijo sonriente, pero su sonrisa se fue apagando lentamente sustituyéndose por una mirada triste—, aunque solo sea a través de tus sueños.
¿Sueños? Estaba soñando, eso explicaba algunas cosas, pero sabía que no era un sueño normal; al igual que el otro, todo era real.
—¿Cómo es esto posible? —Alcancé a preguntar en apenas un susurro.
—Tú y yo estamos conectadas y nuestro lazo es inquebrantable. Cuando morí no pude irme, algo me ataba impidiéndome partir. Descubrí que ese algo eras tú: mi hermanita pequeña, mi gemela, y no solo gemelas de nacimiento, sino también de almas; almas gemelas. —Caminó a través de la habitación mientras continuaba—. Siempre sentí como que algo me faltaba, como si no estuviera completa. Sentía una gran soledad a pesar de estar rodeada de personas. —Se giró a verme— Me faltabas tú, mi otra mitad.
Ahora entendía todo. Yo también me había sentido así todos estos años y ahora al tenerla frente a mí, aunque solo sea a través de un sueño, me hacía sentir completa otra vez.
—Hermana. —pronuncié la palabra con una sonrisa, al mismo tiempo que una lágrima resbalaba por mi mejilla. Era una lágrima que albergaba un sentimiento agridulce tanto de felicidad como de tristeza al mismo tiempo. Felicidad porque al fin conocía a Alyssa y tristeza porque ella estaba muerta, la habían asesinado.
—¿Eso que vi, de cómo... morías, realmente ocurrió así? —No me resistí a preguntarle, tenía que aclarar esa duda.
No podía confiar al cien por ciento en lo que veía en un sueño. Bueno, ¿quién en su sano juicio confiaría ni siquiera un uno por ciento en lo que sueña, por muy realista que pareciera? Y aquí estaba yo, queriendo aclarar mis dudas de un sueño en otro; porque, recordemos, esto también estaba pasando en mi mente mientras dormía. Sí, definitivamente no estaba en mi sano juicio. Me estaba volviendo completamente loca y solo faltaban los papeles para confirmarlo: Leslie Miller, 17 años; paciente de psiquiatría; presenta incapacidad de distinguir los sueños de la realidad.
—Fue real —me respondió con seriedad—. Todo lo que acabo de enseñarte sucedió de verdad. Tú misma lo viste a través de mis ojos justo en el momento que todo estaba pasando. Fui asesinada y lo disfrazaron de suicidio.
Si, era cierto, y todo encajaba. Los objetos en su escritorio y las fotos de Jake en la pared, que reconocía de haberlos visto antes en un sueño, eran pruebas contundentes de que aún me quedaba algo de lucidez.
Recordé la conversación que escuché de nuestro abuelo con su secretario que decía claramente que Alyssa se había suicidado. Era claro que lo habían manipulado todo para que precisamente eso fuera lo que pareciera, pero la realidad era que había sido un homicidio.
—Solo tú puedes atrapar a quien acabó con mi vida, yo te ayudaré a hacerlo. —Hizo una pausa—. Solo tienes que aceptarme y estaré contigo en cada momento. Esa persona no puede continuar libre, tiene que pagar por lo que me hizo —dijo molesta contagiándome de su sentimiento— Tienes que vengarme, Leslie, eres la única que puede hacerlo.
Una rabia incontrolable me estaba consumiendo al mismo tiempo que se notaba que la propia de ella subía. No dejaría que aquel crimen quedara impune. El asesino de mi hermana debía pagar, yo misma me encargaría de eso.
—Y lo haré. Te vengaré. —Y la acepté con toda mi alma.
Sonrió satisfecha con mi respuesta.
—Siempre estaré contigo, desde ahora seremos una sola —sentenció, antes de que todo a mi alrededor se volviera a oscurecer.
Aquellas últimas palabras, más que una promesa, se escucharon como si acabáramos de sellar un pacto inmutable. Me hizo sentir extraña, pero no importaba. Tenía que vengar a mi hermana.
Noté mis párpados pesados, imposibilitando que los abriera con facilidad. Tenía la vista nublada y tuve que parpadear lentamente, varias veces, hasta lograr distinguir que aún estaba en la habitación, pero esta vez acostada en la cama. Cuando intenté moverme me detuvo una molestia en el brazo derecho, y al buscar con la mirada la causa encontré un suero conectado a mi vena. Seguí recorriendo con la vista el resto de la habitación hasta que vi al señor Langdon sentado a un costado de la cama. Tenía los codos apoyados sobre sus muslos y la cabeza entre sus manos, se veía tan cansado.
—¿Qué pasó? —Las palabras salieron roncas y débiles a través de mi garganta reseca. Tenía un leve dolor de cabeza que, aunque no tan fuerte, era persistente.
El anciano levantó la vista con rapidez al escuchar mi voz y se acercó a mí con evidente preocupación resaltada por ojeras bajos sus cansados ojos. ¿Por qué se preocuparía por una "posible ladrona"?
—Al fin despertaste. —Suspiró con alivio—. ¿Ya te sientes mejor? ¿Te duele algo? —me preguntó con premura.
Lo miré extrañada y con desconfianza. Se veía sinceramente preocupado por mí, lo cual no me esperaba. Cuando encontró mi mirada pareció darse cuenta de su actitud, porque enseguida volvió a la expresión seria y dominante con la que lo había conocido. Carraspeó un poco con la garganta.
—John te encontró tirada en el suelo cuando buscaba... —entrecerró sus ojos mirándome de manera acusatoria— a quien estaba espiando conversaciones ajenas.
Desvié la vista de sus ojos mientras pensaba en cómo cambiar la conversación a otro punto que no involucrara el tema de yo escuchando detrás de las puertas.
—¿Por qué la aguja? —pregunté señalando mi brazo e ignorando el hecho de que había sido atrapada.
—El doctor dijo que te desmayaste, al parecer no has estado durmiendo ni comiendo bien últimamente.
Eso era cierto, no había podido dormir bien en el último mes. Tenía demasiadas cosas en la cabeza que no me permitían conciliar el sueño. Mis noches se resumían en llantos extrañando a mi mamá y pensando en cómo sería mi vida después de lo sucedido.
—¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?
—Un día entero. Debes tener hambre así que le diré a Catalina que te suba algo de comer y luego haré que vuelva el doctor para que te revise —me dijo con una amabilidad que no había estado antes presente.
—¿Por qué noto que está siendo amable conmigo de repente? —No se la dejé pasar.
Noté como se tensaba un poco.
—Ya salieron los resultados de la prueba de ADN. Al parecer... —hizo una pausa rechinando los dientes— si eres mi nieta después de todo —añadió con tono de querer aparentar que aquello le molestaba.
Tras decir eso salió del cuarto cerrando la puerta, dejándome sola en aquella inmensa habitación.
—Qué bonita bienvenida a la familia. —pensé en voz alta con sarcasmo.
(...)
Pasaron cinco días desde que había llegado a mi nuevo ‟hogar" y mi abuelo parecía empeñarse a evitarme por todos los medios posibles. Cuando yo entraba en el salón, el comedor o cualquier otra área común de la casa y él estaba allí, al verme, se iba inmediatamente a encerrarse en su despacho, siempre seguido por su perrito faldero John que no se despegaba de él en todo el día; a veces me preguntaba si aquel pobre hombre no tenía vida personal. Sin dedicarme más de cuatro palabras al día —buenos días y buenas noches— no me daba oportunidad de entablar una conversación, o simplemente de pasar tiempo juntos. Realmente tenía deseos de que nos relacionáramos y poder conocerlo, después de todo éramos familia y estaríamos viviendo bajo el mismo techo, aunque eso último aún no parecía muy seguro. También, quería preguntarle acerca de mi madre —¿dónde estaba ella?— y sobre mi hermana, principalmente por su muerte disfrazada de suicidio.
El tiempo pasaba y yo aún no tenía idea de un plan de venganza contra Jake, ni siquiera sabía cómo acercarme a él para conseguir las pruebas de su crimen. Las vacaciones no durarían para siempre y mi abuelo no me había mencionado nada sobre inscribirme en la misma escuela donde asistía Alyssa, de hecho, ni me había hablado. Decidí confrontarlo en su despacho, por lo menos ahí no tenía a donde más huir para evitarme, así que me planté decidida fuera de su puerta. Cuando iba a tocar anunciando mi llegada escuché las voces provenir desde el interior de la habitación. Miré hacia ambos lados del pasillo y, ¿por qué no?, pegué mi oreja a la puerta para poder escuchar mejor, por segunda vez. Si esa era la única manera de enterarme de lo que pensaba sobre mí, pues que así sea.
—El tiempo está pasando y aún no me he atrevido a pedírselo. —Escuché su voz, sonaba frustrado.
—¿En serio es necesario? Ella acaba de llegar y ni siquiera conocía de la existencia de su familia hasta ahora. ¿No cree que sería demasiado pedirle que haga eso? —dijo el secretario. Definitivamente estaban hablando de mí.
—¿Acaso crees que no lo sé? —Mi abuelo sonaba enfadado además de frustrado—. Es la única manera.
—Pero...
—No hay de otra. Tengo que pedirle a Leslie que se haga pasar por Alyssa.
¿Qué cosa? ¿Quería que me hiciera pasar por mi hermana? Por un momento me había ilusionado al pensar que mi abuelo podría, con el tiempo, aceptarme como parte de su familia, pero en cambio solo quería usarme de reemplazo para su preciada nieta perdida; que dejara de ser Leslie para convertirme en Alyssa. ¿Por qué? ¿Por qué era tan difícil para él reconocerme como su nieta?
No pude aguantarlo más y empujé la puerta abriéndome paso en la habitación como si no estuviera irrumpiendo en el despacho de alguien más. El secretario John pegó un brinco que casi llegaba al techo por el susto al verme entrar tan de repente, en cambio, mi abuelo al principio se sorprendió, pero luego me miró enojado.
—¿Por qué tendría que hacerme pasar por mi hermana? —solté hecha una furia— ¿Es que acaso yo no soy suficiente buena para formar parte de esta familia? ¿O es que en cambio solo sirvo como reemplazo y así poder hacer como que su única y querida nieta nunca murió? ¿Es así como me ve?
—¿Es una costumbre tuya escuchar conversaciones ajenas tras las puertas? —preguntó en cambio.
—¿Es una costumbre suya hablar de otros a sus espaldas? —contraataqué.
John abrió los ojos de par en par y mi abuelo arrugó el ceño. Al rato, su mirada se tornó algo triste y resignada, miró hacia su secretario y le hizo una seña para que se retirara. Una vez estando solos, se levantó de su silla detrás el escritorio de caoba y se dirigió hacia un par de butacas a un costado de la habitación, invitándome a sentarme junto a él. Eso hice, quería escuchar lo que tenía para decirme.
—Es cierto que te quiero pedir que te hagas pasar por Alyssa, pero no es por lo que crees —empezó a hablar—. Es por mi hija, tu madre.
—¿Qué pasa con ella? —pregunté de forma seca pero más calmada.
—Julia, tu madre, tiene un corazón muy débil y no podría soportar pasar por la muerte de su hija, a la que tanto ama, así que me he esforzado en mantenerlo oculto hasta ahora. Sería un golpe muy fuerte para ella lo que me hace temeroso por su salud. Enterarse de aquello podría empujarla a intentar de nuevo... —hizo una pausa, costándole decir lo que tanta angustia le causaba— quitarse la vida.
«Oh, Dios mío»
—¿De nuevo? ¿Ya lo había intentado antes?
Mi pecho se comprimió de la preocupación por ella. A pesar de que aún no la conocía ella era mi madre biológica, sangre de mi sangre, familia.
—Lo intentó una vez, en su juventud, pero gracias a que tenía a Alyssa pudo superarlo. En cambio, ahora, si se entera que ha perdido al único ser que puede centrarla, su corazón se derrumbaría en mil pedazos. —Tomó mis manos entre las suyas—. Por favor, solo te pido que lo pienses.
Se notaba la magnitud del sentimiento que tenía por su hija, la cantidad necesaria para dejar de lado su orgullo —del tamaño del continente— y suplicarme de ese modo. Esperaba con el tiempo ser capaz de ganarme su amor, aunque fuera una pequeña parte del que demostraba hacia ella. Tenía muchas ganas de conocerla, de saber cómo era.
—Pero, ¿cómo es que ha logrado ocultárselo? ¿Dónde está ella?
Me contó que no le costó mucho convencerla de pasar un tiempo en la casa de campo con unas amistades; le explicó que Alyssa se había ido a Paris con la familia de una amiga, que estaba demasiado ocupada haciendo compras así que ella la llamaría cuando estuviera libre, que eran sus últimas vacaciones antes del último año de la preparatoria y los exámenes de la universidad, por lo que quería disfrutarlas a lo grande. Me dijo que tuvo que contratar a alguien con una voz similar para que fingiera las llamadas; que no sabía que más hacer hasta que aparecí.
—No creas que solo pienso en ti como un reemplazo, porque no es así. Me hubiera encantado haberte conocido en otra situación y no en medio de esta tragedia. —Sus ojos reflejaban su sinceridad—. Espero que me entiendas, no puedo ver morir a mi hija también.
Y lo entendía. Yo había perdido a mi mamá, la que me vio crecer, y a mi hermana igual; no estaba dispuesta a permitirme perderla a ella también, no si en mis manos estaba el poder evitarlo.
—Lo haré —susurré y mi respuesta lo sorprendió.
—No quiero que aceptes de inmediato porque te sientas presionada. Piénsalo bien antes. Jamás debes tomar una decisión importante sin antes darte un tiempo para analizarla.
¿Me estaba sermoneando?
—Si accedes a hacerlo no será un camino fácil. Tendrías que fingir ser Alyssa con todos, tanto aquí como en la escuela. Solo tú, yo, John y Catalina, que ya se debe de haber enterado de todo igual, sabremos la verdad. —Era una bendición para él que no haya encontrado otros sirvientes por la casa en los días posteriores a mi llegada—. Solo sería hasta que encuentre la manera menos dolorosa de decírselo a Julia y que pueda encontrar ayuda profesional para ella.
Esa era justo la oportunidad que necesitaba. Tendría que ir a la escuela como si fuera mi hermana. No es que me sintiera bien aprovechándome de una situación tan delicada, pero esto era justo el primer paso que requería para conseguir las pruebas contra Jake. Por un lado, podría evitarle el sufrimiento a mi familia y, por el otro, tendría la oportunidad de vengar la muerte de mi hermana.
Ya estaba decidida.
Me levanté de mi asiento con determinación en mi mirada y pronuncié cada palabra con seguridad—: Lo haré, fingiré ser Alyssa.
«Prepárate Jake, voy a por ti».
Ay, Jake, lo que te espera.
Espero que les gustara el capítulo, si es así no olviden dejar su voto ⭐ me hará muy feliz 😆
Nota: El siguiente capítulo no será narrado por Leslie, sino por alguien más.
¿Quién será?
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