CAPITULO VIII
Tanto Soo Bin como Hae Bin se encontraban emocionados esperando a su alfa, Yeon Jun ya les había avisado que en minutos los pasaría a buscar e, incluso, les había dicho que los llevaría a un lugar muy bonito para poder almorzar.
—¿Van a algún lado, pequeños? — cuestionó su madre.
—Si, Yeon Jun-hyung nos llevará de compras — explicó Soo Bin.
—Dice que nos va a comprar lo necesario para el viaje que tendremos — exclamó Hae Bin emocionado.
—Bueno, pero ustedes también tienen sus tarjetas, no dejen que solo Yeon Jun pague — les recordó.
—Lo sabemos, mami. Pero es divertido verlo consentirnos — sonrió Hae Bin.
—Es más divertido cuando modelamos la ropa y él nos ve como si... — continuó Soo Bin siendo interrumpido.
—Demasiada información — exclamó la mujer sorprendida, sus hijos habían sacado la lengua sin filtro de su padre.
—Tu preguntaste — soltaron ambos entre risas.
—Bien, bien, debo ir a la oficina así que cuídense y cualquier cosa me llaman — pidió con una sonrisa pero antes de irse se acercó a abrazarlos — Si algo pasa me dirán ¿verdad? Son mis hijos y los amo, si algo les pasa quiero saberlo. No me importa lo que las demás personas digan de ustedes o lo que ustedes piensen de ustedes mismos, son mis hijos y para mí no habrá algo que ame más que ustedes.
—Lo sabemos, mami — asintieron abrazándola, llenando sus pulmones con los olores de sus padres.
—Recuérdenlo entonces, diviértanse con Yeon Jun — sonrió dejando un beso en la frente de cada uno para después irse.
Soo Bin y Hae Bin siempre habían sido llenados de historias sorprendentes sobre lo que sus padres habían hecho en los años que habían estado casados y no los tenían. Durante algún tiempo la señora Choi había estado deprimida por no poder concebir, de hecho había tenido un aborto espontaneo antes de tenerlos a ellos.
Debido a todo aquello los señores Choi decidieron esperar antes de poder pedir algún tratamiento médico que pudieran seguir. Viajando a muchas partes, expandiendo su empresa y amándose como pocas parejas de su estatus social.
Cuando al fin lograron concebir, tuvieron gemelos, dos preciosos omegas leones negros o leones del cabo que eran sumamente especiales y raros. Pero, aunque el medico había informado sobre aquello, los padres no prestaron demasiada atención porque para ellos simplemente había sido el mejor momento de sus vidas.
Por eso los gemelos habían crecido en un ambiente con mucho amor y atención, sus padres los mimaban todo lo que podían. Eso hasta que a cierta edad comenzaron los cambios, ambos comenzaron a ser más enérgicos, más atrevidos, los gemelos no entendían todavía si había cosas malas o de las cuales cuidarse por ser omegas.
Además su alto libido no ayudaba en nada, sus padres habían buscado ayuda profesional y el medico les explico que era debido a su condición de leones del cabo, debido a eso no había muchos documentos a los cuales recurrir, pero lo más seguro era que se debía a esa condición que ambos eran un tanto diferentes a muchos otros omegas.
Salieron de sus pensamientos al escuchar el timbre sonar, ni siquiera dejaron que el ama de llaves abriera la puerta, simplemente corrieron para salir y abrazarse a su alfa. Yeon Jun beso a cada uno en los labios y acarició sus cabellos, adorando las sonrisitas en las caras de los menores.
—Son hermosos — declaró con una sonrisa.
—Tú también lo eres, alfa — hablaron al mismo tiempo.
—¿Nos vamos? — cuestionó el alfa con una sonrisa.
—¡Si!
Los tres se despidieron del ama de llaves y caminaron al auto del mayor, quién abrió la puerta trasera para que ambos pudieran entrar. A Yeon Jun le parecía tierno que para no pelear, ninguno decidía ir adelante y mejor se iban en la parte de atrás, eran sumamente adorables.
Durante el camino no hablaron demasiado, nada más que Yeon Jun preguntando como habían estado sus clases y los gemelos respondiendo como si nada. Eso hasta que llegaron al restaurante, un restaurante bastante lindo y cómodo, el cual tenía mesas privadas para que no los molestaran.
—Entonces ¿nos dirás a donde iremos, alfa? — cuestionó Hae Bin curioso.
—Sí, tenemos que saber para poder comprar lo necesario — asintió Soo Bin.
—Es una sorpresa — aclaró — Pero tendrá playa, así que será mejor que empaquen trajes de baño y ropa ligera.
—Ya quiero estar en la playa, para jugar con usted, alfa — Soo Bin sonrió coqueto.
—Será muy divertido jugar con nuestro alfa, en el agua, en la arena... en las sabanas — continuó Hae Bin.
—Por supuesto, haremos todo lo que mis preciosos omegas deseen — asintió Yeon Jun con una gran sonrisa emocionada.
—Con permiso, ¿están listos para ordenar o desean que espere un poco más? — cuestionó un mesero entrando a la pequeña habitación.
Después de haber ordenado, simplemente continuaron con su comida en medio de una pequeña charla trivial que no contenía nada más que cosas superficiales y no porque no quisieran entablar conversaciones profundas, más bien porque no creían que fuera el lugar adecuado.
Los tres concordaban en eso, las pláticas profundas y serias no debían hacerse en lugares públicos, ese tipo de charlas tenían que ser hechas en la comodidad de sus casas. Para Yeon Jun porque su parte alfa le exigía tener cierto control y debido a eso, lo mejor era hablar en su propio territorio. Mientras que para los omegas era más un tema de seguridad, porque al hablar de manera seria podían llegar a tocar temas sensibles que los dejarían vulnerables y el único lugar donde podrían ser así, era en el territorio de su alfa, ya sea su padre o Yeon Jun porque ambos los protegerían con su vida.
Al terminar de comer, decidieron que lo siguiente sería recorrer las tiendas. Era justo decir que el centro comercial en el que estaban, solo tenía boutiques de las más importantes. Podía ser un centro comercial, pero era uno en una zona bastante cara y exclusiva.
—Alfa deberías sentarte mientras te modelamos ¿te parece? — cuestionó Soo Bin con una gran sonrisa.
—Me encantaría — asintió sentándose en un sofá frente a una pared de espejos.
El alfa simplemente vio su celular en busca de algún mensaje importante que tuviera que contestar en el momento, pero no tenía nada por el momento. Los gemelos se movían de un lado a otro recogiendo ropa, incluso las dependientas los ayudaban llevando la ropa en carritos para que pudieran probársela.
En cuanto Yeon Jun escucho que alguien lo llamaba con voz suave, subió la mirada solo para observar a los gemelos con grandes sonrisas y sumamente coquetos.
Ambos llevaban shorts rasgados, la única diferencia era que Hae Bin llevaba una playera de tirantes bastante suelta e incluso un poco transparente dejando ver sus perforaciones y Soo Bin llevaba lo que parecía una camisa de botones simplemente atada arriba del ombligo, incluso podía ver algunos tatuajes desperdigados a lo largo de la piel.
—¿Te gusta, alfa? – cuestionó Soo Bin abrazando a su hermano mientras ambos volteaban levemente para dejar ver su respingado trasero.
—Están preciosos, no hay ropa que les quede mal – expresó con una sonrisa coqueta.
Si las personas que los atendían los veían con sorpresa, a ellos no les importo, simplemente continuaron con lo que hacían. Soo Bin y Hae Bin mostrando diversos tipos de ropa a Yeon Jun para que diera su veredicto. Así fueron pasando diversos conjuntos veraniegos, además de otros tantos que serían para invierno porque en Corea estaban entrando a la época fría y Yeon Jun no quería que sus omegas se resfriaran por llevar poca ropa.
—¡Esto es tan bonito! – exclamo Hae Bin al observar el abrigo de piel sintética bastante suave y con mucha pelusa.
—Es muy tierno para mi gusto, pero si a nuestro alfa le gusta, puedo usarlo — asintió Soo Bin sin querer aceptar que le gustaba verse tierno con el abrigo de color rosa pastel como el de su hermano solo que el de él era de color amarillo.
—Por supuesto que me gusta, todo tipo de ropa se les ve bien, ya se los dije – sonrió con cariño – Por favor agrega todos los colores que tenga de esos abrigos.
—Si señor – asintió la asistente.
—Nos vamos a cambiar, alfa – avisaron ambos antes de perderse tras los vestidores.
Yeon Jun observo como sus omegas corrían de manera tan linda y él simplemente se levantó para poder pagar todo lo que habían conseguido. A Yeon Jun siempre le había parecido molesto tener que ir de compras, de hecho muy rara vez salía de compras y solamente se tomaba medidas cuando necesitaba un traje nuevo, lo cual era cada año a lo mucho. Porque no consideraba necesario gastar tanto dinero en ropa que solo usaría en su casa, porque casi siempre usaba de esos trajes caros para ir a la oficina. Incluso odiaba cuando debía acompañar a su madre de compras, para él era demasiado tedioso y usualmente enviaba a Beom Gyu a acompañarla.
Sin embargo comprarle ropa a esos pequeños, acompañarlos a comprarla e incluso gastar un montón de dinero no era importante. Le gustaba ver esos ojitos hermosos iluminados, esas sonrisas con labios gruesos que tanto adoraba besar y sobre todo le encantaba ver ese par de cuerpos modelar ropa de todo tipo.
Existían esos momentos en los que Yeon Jun realmente no sabía ¿por qué debía trabajar tanto? ¿De qué servía tener tanto dinero? No era de derrochar a menos que considerara que algo fuera importante. Pero finalmente podía comprender a su padre cuando hacia gastos innecesarios en regalos que su madre guardaba como si fueran reliquias. Era por el simple hecho de ver una sonrisa en las personas que amaban. Lo admitía, amaba ver felices a esos gemelos.
—Quiero que envíen todo esto a esta dirección – le escribió la dirección de sus omegas en una pequeña libreta que tenía en el escritorio.
—Como usted guste, señor Kim – asintió la mujer — ¿Necesita algo más?
—Eso sería todo, muchas gracias — agradeció dándose vuelta para buscar a sus omegas.
Algo le resultó extraño, sus omegas no estaban cerca y para ese momento ya tendrían que estar a su lado para poder irse, porque ambos estaban muy emocionados por ir a otra tienda, esta vez una de lencería en donde podrían conseguir trajes de baño, además de ropa bonita y cómoda para poder practicar sus bailes.
Guardando su billetera, camino hacia los vestidores para poder encontrarlos, escuchando claramente un gruñido molesto y lo reconocía como de Hae Bin, usualmente se le salen cuando está realmente molesto.
Al encontrarlos, estaban con dos alfas, su león interno gruño en desacuerdo ante aquello, pero lo que más le molesto era ver esa actitud entre temerosa y molesta en los omegas.
—Preciosos ¿qué hacen aquí? Debemos ir a comprarles más ropa – sonrió Yeon Jun mientras caminaba hacia ellos, colocando un brazo sobre los hombros de cada uno.
—¡Alfa! – exclamaron aliviados, abrazándose más.
—¿Alfa? – cuestionaron aquellos alfas molestos.
—Él es nuestro alfa – presumió Soo Bin.
—Y nuestro alfa nos va a comprar ropa bonita, así que ya nos vamos – declaró Hae Bin con el ceño fruncido.
—¿Necesitan algo de MIS omegas? – cuestionó Yeon Jun con la mirada fría.
—Solo pasábamos a saludar – explicó Jae Hyun con las manos hechas puños.
—Ah, entiendo – asintió sin mucho interés.
—Ahora si nos disculpan – se despidió el mismo tomando el brazo de su hermano que no había podido pronunciar palabra.
—¿Están bien? – cuestionó Yeon Jun.
—Si, alfa – asintieron ambos.
—¿Quieren hablar? – preguntó.
—...No... — negó Soo Bin un poco molesto.
—...Aún no – negó Hae Bin entendiendo que no se escaparían de decirle lo que pasaba al alfa, simplemente aún no sabían cómo expresarse.
—Entiendo – asintió, no quería presionarlos, eso solo ocasionaría problemas entre ellos y sinceramente Yeon Jun no quería arruinar el humor de sus preciosos omegas — ¿Vamos a la siguiente tienda?
—¡Si! – exclamaron ambos con mejor humor.
Así Yeon Jun se los llevo a otra tienda, una más interesante, en donde los omegas escogieron todo tipo de prendas. Desde lencería, hasta trajes de baños y trajes para poder bailar. Por obvias razones no podían probarse ese tipo de ropa en la tienda, pero ambos omegas le prometieron hacer un show privado en otro momento.
Yeon Jun acepto encantando, aunque aún tenía cierta preocupación debido a lo que había pasado con aquellos alfas. Realmente Yeon Jun no podía forzar a los omegas a hablar, ellos mismos podían tomarse todo el tiempo que necesitaran para pensar sus palabras, para entenderse a sí mismos y luego intentar explicarle. Yeon Jun los esperaría, prefería esperar mil años a perderlos por una absurda pelea por mero orgullo.
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