9
Era viernes por la tarde, el sol aún resplandecía en lo alto del cielo, para ser exactos eran las 4:30 de la tarde. La familia Wright acababa de degustar su comida, pues Charlotte se había esmerado en preparar un delicioso estofado de res con zanahorias, papas y calabazas finamente cortadas en tiras. Mientras tanto, Arleth estaba de pie, mirándose en el espejo, cerciorándose que su vestimenta fuera la adecuada, llevaba un vestido en color rosa con un listón blanco en la cintura, que estaba sujeto por su espalda en un lindo moño, su cabello lo llevaba atado en una coleta alta, pellizcó un poco sus mejillas para darles un poco de color. El timbre retumbó por toda la casa.
—¡Arleth! —gritó su madre desde la primera planta —.Un tal Damián viene a verte.
Ella sonrió por última vez al espejo al estar conforme con su atuendo, bajó los escalones tarareando una canción la cuál le había enseñado su abuela.
Visualizó a Damián de pie a un costado de Charlotte, se encontraba con algunos libros en la mano, con una playera de color negra y su madre con los brazos cruzados sobre el pecho con una mirada de pocos amigos.
—Hija, ¿podemos hablar un momento en la cocina? —preguntó entre dientes, Arleth sonrió asintiendo con la cabeza, saltó el último escalón para después a pasos silenciosos dirigirse a la cocina. Charlotte se giró hacia Damián dándole una sonrisa forzada —.En un momento volvemos.
Él asintió con la cabeza observando a Charlotte desaparecer por la cocina.
—¿Podrías explicarme qué hace él aquí? —su madre se adentró, se paró en frente de ella con las manos apoyadas en sus caderas.
—¿No es obvio?, el vino a ayudarme con biología —respondió con simpleza.
—¿Y por qué no me avisaste antes? —Charlotte comenzaba a cabrearse, odiaba tener visitas y más si le llegan de sorpresa.
—¿Qué? —Arleth no entendía —.¿Elisa no te avisó? —su madre negó.
—Arleth, no estoy molesta porque haya venido ha ayudarte, es un gesto muy noble de su parte —hizo una pausa para respirar profundo —.Estoy molesta por le hecho de que no me avisaras.
—Pero Elisa me prometió que te iba ha avisar.
—Pues no lo hizo.
—Lo lamento mami, si quieres le puedo decir que se marche —Arleth le mostró una pequeña sonrisa, no quería que se marchara, pero esto es culpa de Elisa y tendrá que hablar con ella.
—No, está bien pequeña, solo, para la próxima avísame —Arleth dio brinquitos de emoción asintiendo con la cabeza efusivamente —.Ve, está esperando por ti.
Arleth asintió por última vez, se acercó a su madre y le dio un pequeño beso en la mejilla.
—¿Y Elisa? —preguntó la pequeña, Charlotte se encogió de hombros —.Bueno, tengo que ir con él, estaremos en mi habitación.
La castaña salió corriendo de la cocina llegando hacia Damián, le tomó de la mano, sonriéndole, llevándole hacia su habitación. El castaño se dejó arrastrar por la pequeña, sonriente, ambos subieron las escaleras mientras ella le pedía una disculpa por el comportamiento de su madre y le agradecía por haber venido.
Ambos se adentraron a la habitación, dirigiéndose hacia la cama de Arleth, sentándose en ella, su cama la cubría una colcha de color rosa pastel, mientras que la de Elisa por una de color morado pastel.
—Bueno, empecemos —Damián abrió su libro en el primer apartado —.¿Qué tema estás viendo?.
—Carbohidratos, lípidos, proteínas y ácidos nucleicos —Arleth respondió corriendo en busca de sus cosas en su mochila.
—Fácil Arleth —él joven río y ella lo fulminó con la mirada.
—Para mi no lo es —ella le sacó la lengua, Damián río por su comportamiento tan infantil, pero se le hizo adorable, Arleth volvió a sentarse en su lugar, abriendo la página correspondiente.
***
—Entonces... —Damián habló, llevaban un poco más de una hora repasando el tema, desde lo fácil a lo dificultoso —.¿Cuál es el ácido desoxirriboso?
—Ese está presente en el ADN —Arleth respondió orgullosa recordando las palabras de Damián —.Y la ribosa en el ARN.
—¿Y el ADN...?
—Transmite la información genética —completó la niña alegre.
—Excelente —Damián elogió —¿Cómo se forma un ácido nucleico?
—Con un grupo fosfato, un azúcar pentosa y una base nitrogenada.
—Excelente Arleth —Damián sonrío, pero su sonrisa se ensanchó más al recordar a cierta personita —.¿Y...en dónde está Elisa?
Arleth se encogió de hombros restándole importancia, se levantó de su lugar, guardando sus útiles escolares en su mochila de color galaxia con un llavero de gatito en color negro.
—Iré por algo de beber para ambos —Arleth cruzó sus brazos por detrás de su espalda —.No tardo —salió de su cuarto corriendo escaleras abajo.
Damián cerró sus libros, caminó hacia uno de los burós en color blanco que se encontraban a un lado de la cama de las gemelas dejando sus libros ahí.
Damián pasó sus ojos por toda la habitación, observando cada detalle de esta. En las repisas se encontraban solo tres muñecas, dos traían sombreros mientras la otra solo llevaba un bonito gorrito. El cuarto de las gemelas era algo infantil, pues claro si apenas eran una niñas entrando en la adolescencia, con las paredes tapizadas de color rosa y los muebles blancos. En sus camas tenía varias almohadas en forma de flores y de corazones adornando estas.
En su tocador tenían varios perfumes, cepillos y gomitas para el cabello y no olvidemos algunos listones para adornar su cabello. El joven volvió a sentarse en la cama, mirando atentamente sus manos, cuando una dulce voz hizo que levantara su cabeza.
—A dormir, a dormir, lindo pajari...—la voz de Elisa se quedó atorada en su garganta al ver a Damián sentado en la cama de su hermana, se quedó parada en el umbral, perpleja.
—¿Creí que irías por algo de beber? —él frunció su entrecejo al ver a la niña con un vestido de color amarillo pastel, pero segundos después se sustituyó por una sonrisa —.Hola Elisa.
—Hola —ella murmuró con una pequeña sonrisa tímida.
Elisa se adentró a la habitación con pasos pequeños, caminó hacia su armario, abrió las puertas buscando su cajita de madera color verde, Damián recargó sus codos en sus rodillas y su barbilla en las palmas de sus manos mirando expectante los movimientos de Elisa.
Ella cerró las puertas de su armario con los labios fruncidos en una línea, ¿por qué rayos Charlotte movía su preciosa cajita?, odiaba cuando hacía eso, tendrá que hablar seriamente con ella. Buscó con la mirada su tan preciada cajita, se paró de puntitas al verla en el techo de su armario a tientas quería alcanzarlo pero no podía, a veces detestaba ser tan bajita, apenas pasaba el 1.55 metro de altura.
Así que Damián se puso de pie, acercándose a la niña con pasos silenciosos para que ella no se alarmara, rodeó su brazo en la pequeña cintura de ella, dejó algunos centímetros de separación entre sus cuerpos, alzó la mano derecha hacia la cajita de madera, acercándola hacia ella.
Elisa se tensó al sentir tan cerca a Damián, tomó la cajita con ambas manos, sosteniéndola firmemente, él de orbes grises aprovechó la cercanía para acariciar con sus labios el cuello expuesto de la pequeña pues también lo traía sujeto en una coleta.
El corazón de Elisa martillaba contra su pecho
Bom, bom, bom, bom.
—Eres tan bonita —Damián susurró cerca de su oído, acariciando su lóbulo con sus labios, apenas un pequeño roce, que provocó que se estremeciera Elisa —.Tan bonita
Bombombombom.
Por supuesto que era bonita, le gustaba su cabello claro, sus ojos verdes, su pequeñas pecas que apenas si se notaban en sus mejillas y en su nariz, pero si te acercabas, ahí estaban, adornando su bonito rostro.
Ella giró su cuerpo encarando al joven, abrazó su cajita de madera color verde contra su pecho, bajó su vista, sumisa, ante la mirada de este, dio un paso hacia atrás chocando su espalda contra las puertas de su armario.
—¿Crees que soy bonita? —Elisa apenas susurró, levantando la mirada hacia él, observando sus orbes grises, sus pómulos que se marcaban un poco y no olvidemos su barba de apenas dos días, casi no se notaba pero ella podía notarlo perfectamente adornando su barbilla. Damián asintió dándole la razón —.Entonces Arleth también lo es.
Y claro, si son gemelas, por lo tanto si una es bonita la otra también lo era. La pequeña avanzó un paso dispuesta a marcharse, pues tenía asuntos más importantes que atender.
—Elisa...—Damián la detuvo por el brazo —.No me refería físicamente.
—¿Entonces? —él suspiró frustrado, claro, no podía decirle que solo ella era bonita, no cuando también le interesaba Arleth, pero sentía más una ligera atracción hacia Elisa —.No puedes decir que psicológicamente porque aún no conoces mi verdadero yo.
—Entonces déjame conocerte —él la atrajo hacia su pecho, chocando su pequeño y delgado hombro en dónde se encuentra su corazón —.Quiero conocer a la verdadera Elisa.
—No —ella respiró profundo, dirigiendo su mirada fría hacia la de él —.Porque me tendrías miedo.
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