6
Arleth corrió por todos los pasillos del colegio, buscando los sanitarios, para su buena suerte los estudiantes se encontraban en clases por lo que pudo evitarse cualquier tipo de burla.
Llegó abriendo estrepitosamente la puerta, se recargó en el lavamanos, abrió el grifo para agacharse y lavar su rostro de la harina con huevo que ya estaba algo seca.
Levantó su rostro, dio un respingo debido al susto que le provocó cuando se encontró con su gemela mirándola algo molesta.
—¿Quién te lo hizo? —Elisa se cruzó de brazos penetrándola con la mirada. Arleth frunció los labios, esto mismo quería evitarse.
—¿Que haces fuera de clases? —Arleth intentó cambiar el tema, no quería recordarlo, pero fue inútil.
—Te vuelvo a preguntar —Elisa habló firme —.¿Quién fue?
Arleth, de pronto, se encontró balbuceando y mirando a todos lados no queriéndose encontrar con la mirada enfurecida de su hermana.
—Fue...fueron las amigas de Mackenzie —Arleth dijo rápidamente con la cabeza gacha. Elisa respiró profundo. Tendrá que actualizar su lista.
—¿Les diste su merecido? —su hermana negó con la cabeza, Elisa chasqueó la lengua, después se acercó a su gemela, abrazándola, para después depositar un pequeño beso en la coronilla de su cabeza —.Pagaran por lo que hicieron.
—No, Elisa, ellas no quisieron hacerlo —negó repetidamente con la cabeza, ya no quería más problemas, ya no quería que se burlaran de ella.
—¡No mientas! —Elisa gruñó y su hermanita pegó un salto debido al grito de ella —.Me importa poco, ellas lo pagarán y tu vas a ayudarme —sin más, Elisa salió echa una furia del baño, regresando a clases, se supone que había pedido permiso para ir al baño, se suponía.
Arleth suspiró, no le gustaba para nada esa idea, pero no podía contradecir a Elisa, era su hermana y haría cualquier cosa por ella así como ella haría cualquier cosa por Arleth, era mutuo, siempre juntas, en todo.
La castaña siguió lavándose su rostro, quitando las pequeñas costras que se le habían formado, tomó unas servilletas y las mojó un poco pasándolas por su lindo vestido, intentando quitar aquellas manchas que tanto odiaba, después vertió un poco de agua en su cabeza, para sacar (no del todo) el huevo y la harina.
Elisa estaba enojada con ella, nunca había pasado, bueno, excepto aquella vez que la invitó a jugar con ella en el bosque, lo recuerda perfectamente.
Elisa le había dicho que se divertirían, Arleth pensaba que serían las escondidas o las traes, pero no, cuando vio que su gemela se acercaba a un lindo pajarito con la ala rota, ella pensaba que iba a ayudarlo, pero fue todo lo contrario, Elisa le vertió un poco de alcohol provocando que el ave revoleteara, después prendió un cerillo y se lo lanzó, Arleth soltó un grito al ver lo que su hermana acababa de hacer. Salió corriendo de aquel lugar directo a su casa, le diría a su mami, pero a mitad del camino sintió como Elisa se lanzaba encima de ella, la giró sosteniendo sus muñecas a los costados.
—Ni se te ocurra decirle —Elisa gruñó —.Ven vamos a seguir jugando.
—No me gustan tus juegos —Arleth negó con la cabeza —.Prometiste que sería divertido.
—Y así es, ¿acaso no te estás divirtiendo? —Arleth soltó un sollozo.
—Claro que no, esto es cruel, tú eres cruel —Elisa abrió la boca indignada, después se levantó liberando a su hermanita.
—Yo no soy cruel —Elisa murmuró —.Soy divertida —soltó un par de carcajadas —.Se supone que jugarías conmigo, eres mi hermana.
—Soy tu hermana, pero no seré igual que tú —soltó Arleth con amargura.
—Entonces no me quieres y tampoco eres mi hermana.
Después de eso, Arleth salió corriendo a su casa y Elisa siguió jugando, pero los días pasaban y ambas seguían si dirigirse palabra alguna, hasta que un día Arleth se atrevió a jugar aquel juego, lo odio por completo, pero Elisa ya no estaba enojada y eso le alegraba.
—Deberías de hacer lo que tu hermana te dice —Arleth se sobresaltó al ver a una niña recargada en la puerta del baño, (que ahora se encontraba cerrada) de brazos cruzados con una sonrisa burlesca adornando su rostro.
—¿Y tu quién eres? —preguntó Arleth a la defensiva —.¿Vienes a burlarte de mi?
—No —la joven avanzó unos pasos para después impulsarse y sentarse en la barda donde se encontraba los lavamanos —.Mi nombre es Dalila —Arleth frunció el entrecejo —.Callate Emily —gruñó esta a lo que la pequeña hizo una mueca.
«¿Qué mosca le pico?», pensó Arleth
—¿Que quieres? —preguntó la gemela.
—Ser tu amiga —respondió Dalila con una sonrisa —.Ugh, Emily, tu voz es tan irritante
—¿A quién le hablas? —Arleth miró a todos lados comprobando que solo ellas se encontraba ahí. Dalila en cambio se cruzó de piernas (en forma de indio) soltando una ligera carcajada.
—A mi mejor amiga —ella se llevó el dedo índice a su cabeza señalando a quién le dice —.Está en mi cabecita.
Arleth asintió lentamente confundida y asustada, pues no era nada normal que hoy en día alguien te dijera eso.
—Arleth, Arleth —canturreó Dalila soltando un par de carcajadas, la nombrada saltó en su lugar —.No te asustes chiquilla.
—¿Como sabes mi nombre?
Dalila se encogió de hombros —se muchas cosas más de lo que debería de saber —Arleth retrocedió dos pasos, intentando alejarse de la joven —.Pero, en serio, deberías de hacer lo que te dice tu hermana, yo lo haría.
—Tu no sabes nada —Dalila levantó su dedo índice agitándolo de un lado a otro —.¿Y por qué crees que debería de hacerlo?
—Yo ya lo he hecho hace un tiempo atrás, créeme sé que te encantará.
—¿Que hiciste? —Dalila se encogió de hombros —.Sabes qué, no le interesa, tengo que irme —Arleth botó el papel gastado en el cesto de basura, echo una última mirada a la extraña joven, para después salir, pero la voz de esta interrumpió su acción.
—Nos vemos luego Arleth —Dalila agitó su mano en señal de despedida y Arleth salió apresurada de aquel lugar.
«Que extraña manera de aparecerse», pensó
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