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5


Ambas gemelas se encontraban en su habitación en silencio, Elisa permanecía acostada en su cama, con ambos brazos y piernas abiertos, ella permanecía serena, con los ojos cerrados, en cambio, Arleth cepillaba su largo cabello marrón, mientras por su cabeza pasaban un sinfín de pensamientos.

—¿Hoy no irás al bosque? —Arleth preguntó mientras se debatía si usar un listón negro o rosa.

—Charlotte me castigó —Elisa gruñó al recordar lo que hace un par de horas pasó.

Elisa ingresó en su vivienda a empujones por parte de su madre, mientras ella gritaba un sinfín de palabrotas. Charlotte estaba cabreada.

La pequeña se jaloneó soltándose del agarre de su madre, frunció el entrecejo a la par que se cruzaba de brazos.

—Pequeña demonio —gruñó la pobre mujer histérica. Elisa solo se burló —.Deja de burlarte niña.

Ella se dio media vuelta ignorando por completo a su madre adoptiva, comenzó a subir los escalones de dos en dos mientras tarareaba una canción.

—Y ni se te ocurra salirte en la noche —Elisa paró en seco, indignada.

—No vas a castigarme —ella habló desafiando a la mujer.

—Entonces tendré que atarte a la cama —Charlotte levantó una ceja sonriendo al ver a su hija sonrojándose del coraje. Elisa bajó las pocas escaleras que subió, acercándose desafiante hacia su madre.

—No lo harías —ella dijo entre dientes, apretando los puños a los costados.

—Pruébame.


Por otra parte, Arleth sonrió al recordar a Mackenzie golpeada, ella caminaba por los pasillos junto con su nueva amiga, platicaban de cosas triviales, cuando su vista capto a una niña con su madre llorando y haciendo berrinche por su ojo morado refiriéndose que su rostro estaba arruinado.

—No debiste golpearla —Arleth se giró atándose el ultimo nudo de su listón. Había escogido el rosa pastel.

—Conocí a alguien —Elisa soltó de repente al recordar al chico sarcástico.

—¿A quién? —Arleth dio tres pequeños aplausos, emocionada, sentándose a la orilla de la cama de su hermana. Pues era muy difícil que su gemela conociera a alguien, ella es demasiado reservada, o bien, no le agradaban mucho las personas, incluso se podría creer que odia a las personas.

—Es mi pequeño secreto —la niña sonrió malévola —.Pero me agradó demasiado.

—Elisa —reclamó su hermana alargando un poco la "a" —.Dime, o bueno, no me digas como se llama, pero, ¿cuántos años tiene?

—No sé mucho de él, apenas si me habló un poco, pero tiene 17 años —Elisa sonrió un poco al recordar que aquel chico la había defendido de la bruja de Mackenzie, y eso le había hecho feliz.

—Oh Dios, entonces, es de preparatoria —Elisa se encogió de hombros —.Vaya, ellos son lindos.

Después de aquel pequeño interrogatorio por parte de Arleth hacia su hermana, su padre Henry, llegó tocando su puerta saludándolas y mimando a ambas, después, juntos bajaron a cenar, claramente, su madre no se detuvo a notificarle a su esposo sobre la sanción de Elisa por haber golpeado a una compañera, a lo que su padre solo sonrió chocando los cinco con su pequeñita, felicitando por haberse defendido tanto a ella como a su hermana, y Charlotte se indignó.

Claramente la charla en la cocina no pasó de largo para el matrimonio, mientras los adultos platicaban, las gemelas comían su cena, filete de carne con verduras cocidas y su pequeño hermanito Daniel, jugaba con su avión en la tablilla de su silla alta, mientras daba pequeñas probadas a sus verduras cocidas, cuando terminaba de masticar, hacia pequeños ruiditos con su boca simulando el ruido del avión.

—Capitán tenemos problemas con el avión —apenas logró decir Dany, con su voz un poco chillona. Elisa al escuchar sus palabras le prestó atención al infante
—.Oh no, el avión está cayendo —el niño llevó su avión hacia abajo, simulando la caída del juguete —.Vamos a morir —gritó y el avión se estampó en contra de su tablilla haciendo un sonido hueco, después soltó pequeñas carcajadas llenando el lugar.
Elisa lo observó con detenimiento, después sonrió al ver la felicidad de su hermanito.

Dos minutos después sus padres salieron de la cocina, no muy felices, pues sus rostros reflejaban un poco de molestia. La cena transcurrió de lo más normal, aunque el silencio era un tanto incómodo pues siempre Henry contaba sus historias graciosas que le ocurrían en la oficina, o recordaba pequeños relatos de cuando era niño, pero, esa noche fue totalmente diferente.

Al día siguiente Arleth caminaba entre los pasillos buscando a su amiga, pues se habían separado cuando ella fue a la cafetería y la otra al baño a peinarse un poco, Arleth llegó a su casillero dejando su libro y cuaderno de la clase pasada, cuando sintió que alguien llegó a su lado, o no era solo una persona, eran varias.

Las amigas de Mackenzie

—Hola insecto —saludó la teñida con una sonrisa hipócrita —.Por culpa de tu hermana, Mack fue suspendida y con el rostro golpeado.

Arleth se rió —no es mi culpa que su espantoso rostro se haya estampado contra el puño de mi hermana.

—Y no es mi culpa que tu asqueroso cabello se vaya a estampar contra mi huevo —y de pronto ella dejó caer su mano contra su cabeza, estampando un huevo, Arleth abrió la boca ante el impacto, sintió como la clara se escurría entre su cabello llegando a su frente, segundos después sintió más huevos estrellándose contra su ropa, después otra de las teñidas le espolvoreó harina por su rostro y ropa dejando una asquerosa mezcla. Ellas se rieron y después más risas por parte de los espectadores llenaron el lugar.

Arleth observó a todos, estos la señalaban, se burlaban y murmuraban cosas de ella, la niña cerró su casillero y salió corriendo del lugar mientras sus lágrimas empapaban sus mejillas.

La pequeña corrió hacia el gimnasio, intentando limpiar su rostro, lo único que quería era un lugar oscuro para llorar, llegó hacia el cuarto del profesor de deportes, donde guardaba los balones, este no tenía puerta, pero aun así se encontraba algo escondido. Se sentó en el suelo, abrazando sus rodillas.

Los minutos pasaron y ella seguía hipando un poco, cuando sintió que alguien se sentaba a su lado, no levantó su rostro de sus rodillas, solo esperaba que se fuera para que no la vieran llorando como una niña berrinchuda.

—Oye, ¿estás bien? —la voz de un chico, algo grave, hizo que levantara su cabeza, encontrándose con un par de ojos grisáceos, eran muy bonitos —¿Elisa?
«Así que este es el chico misterioso del que habla mi hermana» pensó Arleth

—Yo no soy Elisa —Arleth rio un poco al ver el rostro confundido del muchacho.

—Bueno, que yo recuerde, ¿ese es tu nombre no? —y claro que lo recordaba bien, pues al escuchar como su madre gritó su nombre algo enfurecida era inevitable olvidarlo.

—No, Elisa es mi hermana, yo soy Arleth.

—Gemelas —susurró para sí, aunque la castaña logró escucharlo que en respuesta asintió frenéticamente con su cabeza, logrando manchar más su vestido de harina —.Interesante —el chico la observó un instante, después frunció el entrecejo —.¿Qué te sucedió?

—Nada, solo que...nada —Arleth agachó su cabeza, reteniendo sus lágrimas, pero no pudo evitarlo al recordar las risas de las personas burlándose de ella.

—Hey —Damián acarició el mentón de la pequeña, provocando que ella lo observara, recogió algunos mechones llevándolos detrás de su oreja, después con sus dedos limpió un poco su mejilla derecha, a lo que por reacción Arleth cerró un poco sus ojos dejándose llevar por la sensación. Pero eso duró poco, porque ella rápidamente detuvo su mano, apartándola de su rostro, Damián apretó los labios —.Yo... lo siento, no te quería incomodar.

Arleth suavizó su mirada, después miró su mano y luego los ojos del joven, la soltó rápidamente —Yo, lo siento, fue solo mi reacción, no estoy acostumbrada.

Ambos se quedaron en silencio, después Arleth se levantó rápidamente, a lo que Damián imitó su acción.

—Yo...debo irme —Arleth sacudió su vestido, secó sus lágrimas con el dorso de su mano, dio media vuelta para comenzar a dar el primer paso, pero la voz del castaño la interrumpió.

—Por cierto, me llamo Damián —dijo —.No permitas que te hagan daño —Damián sonrió de lado, ella asintió con la cabeza —.Te veo luego pequeña.

Arleth sonrió por última vez antes de salir corriendo con las mejillas rojas a no más poder.

Y Damián pensó que ella era demasiado adorable.





Al fin, después de años sin publicar, lo siento mucho (de nuevo).

Quiero agradecerles por el apoyo que me han brindado, muchas gracias por los más de 3k de leídos, thanks. Y por la enorme paciencia que me tienen, son lo mejor :'v

Nos leemos pronto
—Jocelyn 🤳🏼✌🏻

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