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Arleth se encontraba bebiendo de su malteada, mirando entretenida a las personas que esperaban su almuerzo desesperados, unos le gritaban a la cocinera que se apresurara, otros, bueno, ellos se mantenían entretenidos molestando a alguien de menor grado que ellos. Por otra parte, Clarissa estaba en el baño arreglándose el cabello. Los pensamientos de Arleth fueron interrumpidos por su hermana.
—Insisto, deberíamos de intentar con las ratas —Elisa gruñó a su lado golpeando con sus nudillos la mesa ansiosa por la respuesta de ella.
—No, Elisa eso no es correcto —Arleth protestó mientras comía un trozo de zanahoria en cuadros. Siempre se preguntaba por qué en cuadros y no circulares o en tiras, tendría que sugerirle su idea a la cocinera. Aunque posiblemente la rechace ya que ella es una señora grande y no me precisamente a la edad.
—Bueno intentemos con cucarachas —ella sonrió ante el pensamiento que le atravesó en su mente, Arleth negó —.Vamos tenemos que hacer algo contra ella.
«Pronto será nuestro cumpleaños tómalo como un regalo de mi parte, uno muy creativo, ella pagará por lo que te ha echo.
Bueno, sin duda este sería un regalo bastante diferente a los años anteriores. Cuando las gemelas eran pequeñas, ellas prometieron regalarse en sus cumpleaños, pero Arleth nunca imaginó cómo serían los obsequios por parte de Elisa, muñecas sin brazos recibió los dos primeros años, peluches sin cabeza los siguientes y el año pasado fue el peor, una ardilla sin ojos, aún así, a Arleth le encantaban esos regalos. Pero además no dejaría que eso ocurriera, este año.
—Tengo una nueva amiga —murmuró su gemela, cambian totalmente el rumbo de la conversación.
—Lo sé, te vi con ella hace unos minutos —Elisa susurró con amargura miró por encima del hombro de su hermana —.Debo irme.
Y en un segundo ella ya se encontraba caminando por los pasillos, perdiéndose entre los alumnos que caminaban de un lado a otro, como si estuviera escondiéndose de alguien.
Arleth confundida se giró, negó con la cabeza al ver a su amiga peinada con una trenza de alacrán acomodada hacia un lado.
—¿Qué? —ella rió sentándose a su lado —.¿Y tu hermana?, ¿ella no vendrá?.
—No, hace un rato estaba aquí, pero en cuanto te mencioné se marchó —la castaña suspiró, no entendía el comportamiento de su hermana, tal vez estaba enojada con ella por olvidar comentarle sobre Clarissa.
—Tal vez no le agrado —opinó Clarissa con humor. Arleth en cambio solo se encogió de hombros —.Mi madre quiere obligarme a llevarme a clases de baile.
—Que divertido —murmuró Arleth
—Claro que no, bailar no es lo mío —su compañera se quejó, poniendo los ojos en blanco —.Además mi madre siempre quiere tomar las decisiones por mí. ¿Acaso no hace lo mismo la tuya?.
—Yo no tengo mamá —Arleth murmuró por lo bajo, triste —.Bueno, si tengo, pero es mamá adoptiva.
—Yo no quería, lo siento —Clarissa miró a la ojo verde, ambas permanecían en silencio hasta que ella decidió romperlo.
—Ella murió cuando estaba dando a luz a mi hermana y a mi, ella era muy joven, fuimos gemelas, no resistió —Arleth alejó su plato, ya no tenía apetito, cada vez que recordaba lo qué pasó con su madre siempre se ponía mal. Ella nunca la conoció, nunca sabrá si saco los ojos de su madre o el cabello castaño.
—¿Y quién es más grande?.
—Yo, solo por dos segundos, pero Elisa siempre intenta protegerme aunque debería de ser al revés.
—Y tu mamá adoptiva ¿ella es buena?
—Claro, Charlotte es muy linda con nosotras, nos trata muy bien, siempre intenta darnos lo mejor, y claro, Dany también es una linda personita.
—Así que tienes otro hermano —dijo. Arleth asintió al recordar al pequeño Daniel corriendo por toda la casa con sus carritos paseándolos por la pared, jugando carreras entre ellos.
Charlotte tuvo al pequeño bebé después de unos meses que adoptó a las gemelas, ella si duda quería tener hijos pero después de un par de años intentándolo no lograba resultados, por lo que la llevó a adoptar, sin duda no se arrepentía de eso, pero al saber que poco tiempo después tendría su propio bebé, fue la mejor noticia que ha recibido en un largo tiempo.
Clarissa levantó su mochila del suelo colocándola en su regazo, no quería que esta fuera pisoteada. La pequeña de ojos verdes miró con atención los diseños de la mochila, eran muy llamativos; árboles, hojas de los mismos cayéndose por si ningún lado, flores en varios lugares, copos de nieve, incluso algunas nubes grises dejando ir las gotas de lluvia retenidas en ellas.
—¿Tu lo hiciste? —Arleth señaló la mochila. La pelinegra sonrío al saber que a alguien le gustaba su arte. Antes en la otra escuela que asistía, sus compañeros la molestaban solo porque su pasatiempo era pintar, desde pequeña, pintaba pequeños cuadros y con el paso de los años sin duda se ha vuelto la mejor.
—Si —ella tomó un brócoli de su plato, lo mordió un poco y terminó de tragar para poder hablar —.Son las estaciones que tiene el año. Digamos que soy artista.
Arleth sonrío al recordar lo que hace algunos días observó.
—Mi hermana también pinta
—¿Ah si? —Clarissa término de comer su brócoli —.¿Y que pinta?
—Ella siempre llega del bosque con el vestido lleno de sangre —su amiga tragó duro al escuchar las palabras de la castaña —.Hace dormir a los pájaros y a las ardillas de una manera muy creativa.
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