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Maratón 2/3
Disfrútenlo ✌🏻
Una cabaña, en medio del bosque, no es la mejor combinación para aquella tranquila ciudad. No obstante se encontraba no muy lejana de la primera casa, tal vez a un kilómetro, inclusive menos. El techo goteaba, las paredes húmedas debido a la ligera lluvia reciente. El viento rugía, las copas de los árboles se agitaban, un búho parado en una rama de un árbol, miraba hacia aquella cabaña. Alguno que pasara en busca de leña para su chimenea (que eran unos cuantos que tenían una en casa) pensaría que estaba abandonada, pero el caso era otro.
Quién imaginaria que dentro de esa cabaña habría un sótano, en lo profundo, bastante oscuro y emanando un olor a tierra mojada y trapos sucios, en aquel cuarto; solo había un colchón con algunos resortes salidos, con líquidos derramados sabrá Dios de dónde provengan. Una mesa de metal pegada a una de las paredes y al lado del colchón, una pequeña bombilla colgaba del techo, parpadeaba dos veces a cada minuto, y un pequeño baño; con un lavamanos salpicado de lodo y sangre seca, un wáter sin tapadera y la regadera con una cortina llena de agujeros.
La joven dormía en aquel colchón, con su muñeca de la mano derecha esposada a una de las patas de aquella mesa, sus cabellos sucios, por todo su rostro, ya llevaba un día inconsciente, cada cierto tiempo le inyectaban una pequeña dosis de somníferos.
Abrió lentamente sus ojos, se quejó, gimiendo un poco, comenzó a mover su cuerpo, desentumiendo sus músculos, retiró su cabello de su rostro con su mano izquierda, paseó sus fanales por aquel espantoso lugar, se alertó al darse cuenta que no tenía idea en dónde estaba, jaló su mano derecha pero pronto se fijó que estaba esposada. Cerró sus ojos sollozando, intentando de recordar lo ocurrido, pequeñas imágenes llegaban a su mente; ella caminando por la calle después de su clase de yoga, la noche había caído, luego se detuvo para abrocharse su agujeta y en cuanto se levantó le inyectaron alguna sustancia en el cuello y después, solo oscuridad.
Una puerta se abrió, soltando un rechinido a causa de lo antiguo, la joven volteó hacia las escaleras, una luz amarilla alumbró los pasos de una persona que cantaba una pequeña sonata de cuna, mordió su labio inferior. Aquella persona llegó al último escalón, ahogó una exclamación al no creerse lo que sus ojos veían.
—Despertaste —le dijo una voz, con un ligero tono dulzón y agudo.
—¿Tu? —su estómago se revolvió y su boca se secó.
—Hola Taissa —soltó una pequeña risa —.Que comience el juego.
***
Los volantes no tardaron en aparecer, en cuanto pasaron las 48 hrs, los señores Johnson, padres de Taissa regresaron a la policía pidiendo ayuda, al escucharlos decidieron abrir una investigación. Los padres imprimieron una enorme cantidad de volantes con la imagen de una sonriente Taissa y la típica frase: "¿La has visto?" seguido de sus características físicas, su vestimenta, señas particulares como el lunar desigual que se encontraba en su hombro izquierdo y seguido de números telefónicos.
—Ni así desaparecida deja de ser relevante —Elisa arrancó un volante que se encontraba pegado en un poste de luz, paseó sus fanales por la fotografía, gruñó en protesta haciendo bolita el papel y arrojándolo a un bote de basura cercano.
Ambas gemelas caminaban por la acera, en compra de un poco de pan para cenar junto con su familia.
—Deberíamos investigar quién la secuestró —Arleth se detuvo cuando el semáforo cambió a rojo impidiendo el paso a los peatones y los carros arrancaron siguiendo sus caminos.
—¿Y agradecerle por el enorme favor que nos hizo?
—¡No!
—Ahg, entonces no —Elisa se cruzó de brazos un poco molesta —.Además, no sé por qué insistes tanto, si hasta tu me rogabas porque le hiciera algo.
—¿Quién?, ¿yo? —asintió como una niña pequeña —.¿Cuando te pedí eso?
—Cuando te dio un ataque de ansiedad y comenzaste a arrojar todos tus vestidos al suelo y a pisotearlos.
—¿Cuándo hice todo eso?
—¿Qué no te acuerdas? —Elisa la miró confundida, cuando su hermana negó con la cabeza, iba a contarle, pero decidió quedarse callada, tal vez comenzaba a sufrir de Alzheimer. En cuanto el semáforo indicó que podían pasar, cruzó la calle seguida de su gemela.
Después de haber comprado el pan necesario, regresaron a su casa, en completo silencio, la mente de Arleth divagaba por aquella situación, preguntándose cómo estarían los padres de la chica, tal vez la madre apenas si pudiera dormir y comer, incluso el padre podría pasarse todo el día pegado al teléfono esperando cualquier llamada referente a su hija.
—Deja de divagar tanto —farfulló Elisa —.Haces que me duela la cabeza —se llevó su dedo índice y el de en medio a la altura de su sien, masajeándola un poco.
Ya no contestó, solo se mantuvo en silencio.
Las nubes se agruparon en el cielo, tornándose un tono grisáceo, lo más probable es que llovería en la madrugada y al día siguiente el clima fuera fresco.
La familia Wrigth ya había terminado de comer, ahora el pequeño Daniel y Henry veían una película de Disney, para ser exactos era la de "Intensamente", el infante reía ante las reacciones de temor y las exclamaciones de furia. Henry también soltaba algunas ligeras carcajadas.
Charlotte limpiaba la cocina, con un trapo húmedo, los platos ya lucían resplandecientes en su alacena, Arleth entró con su pijama en tonos rosas y blancos, con una trenza de lado, no le gustaba dormir con el cabello suelto porque al día siguiente amanecía todo enredado, maltratado u esponjoso y detestaba tenerlo así.
—Ya iré a dormirme mami —Charlotte dejó de limpiar, sonriéndole, se acercó a su pequeña dándole un pequeño beso en la frente.
—Enseguida subo, no olvides darle un beso a papá y a Daniel.
—Claro —Arleth salió corriendo de la cocina, gritándole a su papá. En cuanto llegó a la sala, se abalanzó a sus brazos, dándole un sonoro beso en la mejilla, luego le dio un pequeño beso a Daniel y este solo se pasó el dorso de su bracito por su cachete, retirando cualquier rastro de saliva. Le frunció el ceño claramente molesto, Arleth rio y se encogió de hombros marchándose de ahí.
Charlotte lavó el trapo, lo exprimió un poco, lo extendió en el desayunador para que este se secara y después no oliera feo, se retiró el delantal colgándolo en uno de los ganchos en la pared, junto con un trapo para secarse las manos.
Salió en busca de su esposo, la película ya estaba en los finales, Danny dormitaba en el sofá con su cabecita recargada en el hombro de su padre, Henry soltaba ligeros ronquidos demostrando lo cansado que su cuerpo se encontraba debido al largo día que tuvo en la oficina. Su esposa le dio un pequeño beso en la mejilla, se acercó a su pequeño bebé cargándolo entre sus brazos para poder llevarlo a su cama, después se encargaría de su marido, Danny acomodó su cabecita en el hombro de su mamá, se llevó su dedo pulgar a su boquita.
Charlotte amaba a sus hijos, eran su mayor prioridad, cuando les otorgaron el permiso para poder adoptar su corazón se alegró, y tiempo después se enteró que estaba embarazada, esa vez lloró puesto que ya llevaban tres años intentándolo y no obtenían resultados positivos, a lo largo de su embarazo se cuidó exageradamente, pues el médico les dijo que el embarazo era un tanto delicado, era mamá primeriza, le recetaron muchas vitaminas y reposo.
Llegó a la habitación de su pequeño, lo acostó en su cama, le subió las maderas a los costados para evitar que se cayera, Danny era un poco loco para dormir, siempre rodaba en la cama, por las mañanas sus piernitas terminaban en la almohada y su cabeza en dónde deberían de ir los pies. Levantó las sábanas, tapándolo hasta su pechito.
—Mami —murmuró un Danny que apenas se podía mantener despierto.
—¿Qué ocurre bebé? —Charlotte le susurró con voz dulce, acariciándole la mejilla y el cabello.
—¿Charlie puede dormir conmigo? —preguntó con los ojitos entrecerrados.
—Claro —la castaña asintió, pensaba que se trataba de un peluche cuyo nombre era "Charlie" pero se equivocó al ver a su pequeñito estirando sus bracitos hacia enfrente y después de unos segundos acostándose.
—Gracias mami —Danny se acostó de lado, cerrando por completo sus ojos.
—¿Es un amigo imaginario? —Charlotte preguntó delicadamente. Pero su hijo ya no respondió.
Al verlo completamente dormido con su respiración tranquila, le besó la frente y salió de su cuarto, soltó un resoplido, acariciando la nuca pues sentía un pequeño malestar. Al entrar a la habitación de su hija, (la continua a la de su bebe) Arleth permanecía acostada, con las sábanas en su pecho, esta le sonrió.
—Elisa está cepillándose los dientes —Arleth le anunció, Charlotte solo asintió.
—Descansa pequeña —su madre le plantó un beso en la frente.
—Dios debería de castigar a las prostitutas —mencionó, su madre se separó mirándola interrogante —.Son lujuriosas, la lujuria es un pecado, si pecas, no podrás ir al cielo.
—¿Por qué me dices esto?
—El pecado existe, la gente es débil ante él —Arleth ignoró por completo sus palabras —.Yo no quiero ser débil, no quiero ir al infierno, no quiero ser castigada.
—Arleth, hija —Charlotte la agitó un poco de los hombros al ver que ella seguía hablando sobre el ser castigado —.Hija.
—La solución es la oración.
—¡Arleth! —ella le gritó, la mencionada se quedó en silencio, segundos después parpadeó, observó a su madre.
—¿Por qué me miras así mami? —Charlotte se relamió los labios, tranquilizando un poco sus nervios.
—Hija, comenzaste a decir... —pero no terminó la frase porque la niña giró su rostro hacia la derecha.
—Elisa sé educada y dile buenas noches a mamá —Arleth le sonrió.
—Buenas noches Charlotte —murmuró quejumbrosa, caminando a su cama para dormir.
Ella no le respondió.
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