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Maratón 1/3
Disfrútenlo :3
Arleth estaba de pie, detrás del tronco de un árbol, las hojas de las copas se agitaban con el viento, recargó sus manos en la madera, para poder mirar mejor su objetivo, aquella chica que caminaba tranquila por la acera de la calle de enfrente, con sus audífonos puestos, sin inmutarse del exterior, a su criterio, eso era peligroso, pues cualquier individuo podría llegarle por la espalda, asaltarla o incluso apuñalarla, una tierna sonrisa se dibujó en su rostro ante el pensamiento de la última opción.
Llevaba aproximadamente media hora siguiéndola y la joven tenía pinta de seguir caminando por unos diez minutos más, la castaña bufó cansada, al ver que Taissa se detuvo en una panadería, caminó hacia el árbol más próximo, este daba justo la vista enfrente de la panadería, excelente.
Taissa saludó al señor del mostrador, se retiró los audífonos de los oídos, enrollándolos entre sí para meterlos en el bolsillo de su chaqueta, de uno de los bolsillos de al lado de su mochila sacó un pequeño papel, frunció el entrecejo al ver la cantidad de pan que debía de comprar, fue por una charola y unas pinzas, tarareó el coro de una de sus canciones en lo que buscaba un par de rosquillas para sus hermanos menores, sonrió cuando encontró un crossant con su relleno favorito; mermelada de zarzamora, buscó un pastel de zanahoria para sus padres, pues hoy era su aniversario e iba a darles una pequeña sorpresa.
Arleth se puso en pie al observar salir a Taissa, con una bolsa de papel y una caja mediana entre sus brazos, la siguió con la vista, hasta que cruzó la calle, ella caminó a pasos rápidos para poder alcanzarla, pero se detuvo en seco cuando ella subió las escaleras del pórtico de su vivienda, la casa era muy bonita y acogedora, con los marcos de las ventanas en color tinto. Taissa miró en ambos lados, tal vez para corroborar que nadie sospechoso la seguía.
Al día siguiente, de igual manera, Alreth la siguió después de clases, odiaba el camino tan largo que tomaba la joven pero no le quedaba de otra, volvió a entremezclarse entre los árboles, mirándola de reojo, para no perderse ningún detalle. Taissa esta vez no ingresó a la panadería pero si se detuvo en una papelería, para comprar un nuevo cuaderno para su clase de precálculo, pues con el que contaba solo le quedaban un par de hojas, y también por una nueva regla debido a que la suya se la robó su hermanito para su propio beneficio.
Arleth la esperó recargada en el tronco, en cuanto la vio salir se dispuso a volver a seguirla pero frunció el entre ceño al verla que tomó un camino diferente al de ayer, uno en el cual era más corto que el anterior, ¿por qué solo no tomaba un solo camino?
"Ella si es inteligente, así evita peligros" una vocecilla en su interior le respondió.
Así transcurrió dos semanas, en donde Arleth seguía a Taissa después de clases (claro, Charlotte no se daba cuenta puesto que se iba con su vecina a jugar dominó y llegaba después de ella). Anotaba en su pequeña libreta todos los movimientos que hacía, Taissa se mantenía ocupada, pues los días; Martes y Jueves solía tomar el camino largo, y los Martes de cada semana pasaba por la panadería, y los días; Lunes, Miércoles y Viernes tomaba el camino corto, los Miércoles pasaba por una de sus parientes para irse juntas a su casa, era algo complicado, pero pronto entendió su rutina.
Su plan comenzaba a estructurarse en su cabeza, solo esperaba que Elisa no se molestara con ella.
Damián llegó corriendo hacia Arleth que casi se estampaba con ella, pero se detuvo unos cuantos centímetros antes, su respiración era acelerada, pasó saliva pues apenas podía mantener el aliento. Las siguientes palabras que murmuró le provocaron que los pelos se le pusieran de punta.
Era un miércoles por la mañana y Taissa había desaparecido.
—Arleth, Taissa no aparece, ella, solo, desde anoche que no llegó a su casa —Damián le temblaban las manos, las palabras salían de su boca con dificultad. Ahora entendía por qué no la vio en la mañana en la cafetería, ella no atentó contra ella, tal vez, fue...no, pero ella...no, ella no, imposible, Elisa no pudo hacerlo.
—Damián, ¿estás seguro que no puede estar con su novio, o tal vez con un familiar? —la castaña preguntó intentado ser de ayuda.
—Ella no tiene novio, pequeña, ella es mi mejor amiga, y si pudiera estar con un familiar, Taissa me avisaría —Damián mordió su labio inferior en una señal de nerviosismo, no podía mantener la mirada o si no, se rompería a llorar —.Además sus padres me llamaron esta mañana preguntándome si no sabía en donde estaba, yo no entendía hasta que me explicaron, ellos fueron al departamento de policía, pero les dijeron que deberían de esperar hasta 48 hrs para que contara como desaparición.
—¿Y no viste algo extraño? —agradecía por no ponerse nerviosa ante el tema, no es como si ella lo hubiera hecho, pero probablemente Elisa sí —.No lo sé, ¿qué alguien quisiera hacerle daño?
Silencio.
Solo silencio.
Después levantó lentamente la mirada, analizando a la persona que tenía frente a él, solo se le venía a la mente una persona, pero incluso ese individuo sería imposible que cometiera algo como eso, se negaba a creerlo, tal vez ese fue uno de sus errores, al no querer abrir los ojos a tiempo.
—No —murmuró seco —.Odiaba meterse en conflictos, era muy pacífica.
Hablaba como si ya hubiera muerto, tal vez ya lo estaba.
—¡Ya te dije que yo no sé nada! —Elisa subió dos tonos de su voz, estaba harta que su gemela le preguntara lo mismo por cinco veces consecutivas.
En cuanto las clases terminaron, y esta vez Charlotte las recogió del colegio debido a que su reunión con su vecina se canceló, Arleth no se dignaba a contarle sobre lo sucedido a Elisa, pues necesitaba formular correctamente la pregunta, y evitar que su madre escuchara. En cuanto llegaron a su hogar, esta rápidamente la jaló del brazo, corriendo escaleras arriba, se encerraron en su habitación y llegó al grano del asunto.
—Elisa, esto es grave, Damián comenzará a investigar, y... —no terminó de decir aquellas palabras al imaginarse a ellas dos separadas, encerradas en un reformatorio.
—Yo ya te dije que no sé nada, créeme Arleth si yo quisiera hacerle algo a Taissa, solo no la secuestraria, es más, ella ya estuviera muerta, enterrada en el bosque o en el jardín de nuestra casa, así de fácil.
—Eres cruel —susurró con la vista en el piso, pero en cuanto recordó algo la levantó rápidamente —.Tal vez Damián sospecha de nosotras.
—¿Qué te hace creer eso? —Elisa se puso de pie, (puesto que estaba acostada en su cama) acercándose a su hermanita.
—Le pregunté que si no sospechaba de alguien —Arleth jugó con sus manos —.Se quedó callado y después de unos segundos me observó detenidamente y me respondió seco.
—¿Le has dicho algo? —Elisa se llevó ambas manos a su cabeza, jalando un poco sus mechones de sus cabellos hacia atrás. Arleth negó —.Bien, mantengámonos al margen.
—¿Crees que sospeche de nosotras? —preguntó, Elisa sonrió como el gato de Cheshire.
—Nadie sospecharía de un par de inocentes gemelas.
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