INSANUS
Advertencias:
Lenguaje malsonante, mención de muerte y maltrato psicológico.
Las manos de Soobin temblaban como si fuera incapaz de tomar algo entre sus manos, o en el momento que precisaba no podía tomar el stick y participar como debía en el entrenamiento.
Estaba harto de su vida personal, de Choi Yewon y el engendro que solo dejaba de ser bastardo por ser también el hijo de Choi Yeonjun.
Primero fue la perra de Yoo Jimin, y ahora era la víbora de su hermana con huevecillos en el medio.
Lo único que pedía era paz y vivir al lado de su Yeonjun, sin embargo a cambio recibía la noticia de que una vez más su hermana estaba arruinando sus planes, pasó los límites una vez más y se metió donde no la llamaban.
Estaba afectado en sobremanera, lo único que pasaba en su cabeza era lo que sentía por su hermana y su sobrino no nacido, también en cómo tomaba sentido la poca atención que Yeonjun ponía en él. Los ojos ciegos de Yeonjun se posaron en alguien que no era él.
Lo peor era la manera en la que Yewon se jactaba de ello.
Fue tan humillante, porque la mujerzuela de su hermana no tuvo siquiera la decencia de darle la noticia, si no fuera por Jongin y su esposa, jamás se habría enterado y Yewon se habría salido con la suya por completo.
Afortunadamente fue en el tiempo preciso, porque tal vez su hermana era rápida, pero él era más astuto e inteligente. Ya tenía un plan.
Sea lo que pase con los jóvenes amantes, Soobin no se iría sin cobrar esta maldita traición, y la verdad es que a pesar de que su plan no era complicado, no iba a escatimar en el daño que iba a provocar porque nadie pensó en él desde el primer momento.
Choi Yeonjun y Choi Yewon, la pareja de hielo que iba a manchar las calles de sangre.
—Soobin, concéntrate en el puck —Recriminó su entrenador al ver que no estaba haciendo las cosas como debía y en respuesta sólo asintió.
Ah, sólo necesitaba pensarlo un poco más.
—Planean escapar después del partido e irse a Canadá.
Soobin dejó de mirar su anillo de plata, aquel que en su momento fue de su madre, con la única intención de mirar con una ceja alzada a Jongin.
— ¿De verdad? —Yeosang bebió de su cerveza, una vez expresó su obvia pregunta y el mayor asintió —Ah… No puedo creer que aún viviendo bajo el mismo techo no le diga nada a Soobin.
—Una perra como Yewon —empezó Soobin —Nunca dirá las cosas frente a frente, o te acompañará verdaderamente —puso con cuidado el anillo agrandado en su lascivo dedo —La mujer que la adoptó le enseñó todas esas cosas. El mundo de las mujeres, como dirían otros.
Yeosang rió, luego dio otro sorbo a su cerveza.
—Así no querías que le tocara un solo pelo —Alegó el jugador de hockey mientras reía burlonamente y Soobin chasqueó su lengua.
—De haber sabido todo, la siguiente hubiera sido ella —Kang dejó de reír.
Jongin y Yeosang se miraron entre sí, silenciosos ante las palabras de Soobin.
—Los cité aquí para escuchar y pedirles el último favor, no para que me miren como neandertales descubriendo el fuego —Recriminó el pelinegro mientras miraba el anillo de plata en su dedo —Este es el final.
Jongin frunció el ceño mientras por fin le daba el peso al asunto.
— ¿El final?
—La cosas pudieron ser distintas si ella hubiera conservado su distancia —Yeosang tragó saliva, recordando tan claro como el agua los desgarradores gritos y súplicas de Jimin —Porque es tarde para quién se acerca a él.
Kang suspiró, sintiendo el miedo calar por sus huesos a la vez que veía a Soobin tomar la botella con su cerveza, casi llena, esperando pacientemente a ser consumida por Choi.
Fue un silencio tortuoso para Jongin y Yeosang, indirectamente, el menor de los tres les significaba un temor absoluto, desafiar su palabra podía significar muerte.
Una lenta, tortuosa y dolorosa muerte.
—El plan es simple, bastante simple —Soobin miró con esa expresión seria y muerta que siempre lo caracterizó —La primera es Yewon. Ella no sale de casa en la noche, ahora con la paranoia de las amapolas y viboreras sale solamente al hospital y luego regresa con Yeonjun.
— ¿Y qué pasa con eso?
Yeosang miró a Jongin nuevamente con el ceño fruncido mientras bebía, todo con tal de que se callara y no le hiciera más preguntas a Soobin.
—Necesito que uno de ustedes deje combustible, y otro me reserve una cabaña a las afueras de Seúl.
Principalmente, Soobin habría hecho las cosas por su cuenta ya que él también acabaría, pero alguien lo estaba observando desde hacía tiempo.
Necesitaba un respiro del hijo o hija de puta que le estuviera siguiendo, ansiaba sacarse a esa persona de encima.
— ¿Dónde sea? —Soobin asintió ante la pregunta de Jongin —Y supongo que el combustible es para tu auto ¿no?
Soobin sonrió, enfermo de la fantasía que recorría su retorcida mente, luego negó con la cabeza.
Pero luego lo pensó un poco y obtuvo una mejor idea, su plan no hacía nada más que enriquecerse con fantasías realistas y morbosas.
—Hay que hacer esto con tiempo, y ya lo tengo medido. El día de la reserva debe ser el mismo día que el partido —Soobin dio otro sorbo a su cerveza y luego la dejó en la mesa para no beber más —Al día siguiente Yewon y Yeonjun planean escapar ¿no? —Jongin asintió —Bueno, me temo que ellos no podrán tomar el vuelo de ese día, ni en los otros días.
Yeosang y Jongin entendieron a lo que se refería Soobin, pero tal vez no esperaban más palabras.
—Y yo tampoco podré buscarlos luego de esto.
Fue entonces que terminaron de entender el escabroso plan de Soobin.
Ojo por ojo, pierna por pierna.
Esa frase rondaba en la cabeza de Soobin desde que salió del bar rumbo a su casa, pensando en las maneras impulsivas con las cuales pudo haber arreglado este problema que era su hermana.
Pero no podía, a ella le gustaba jugar como la zorra que era, lo menos que podía hacer era seguirle el juego por última vez para luego darle esa bofetada por la cual sus manos picaban.
La reservación fue hecha bajo el seudónimo de "Perséfone", y a diferencia de lo que planeaba al principio, Soobin invitó a su Yeonjun para celebrar.
Con la mente más en paz, tranquilo por los pasos que iba a seguir, pudo entrenar y seguir torturando la mente de su hermana al entregar amapolas y viboreras, junto a una delicada y sutil nota.
"Gelidus Canis Insanus".
La misma frase que escribió con sangre y cuchillos en el cuerpo de Yoo Jimin, la misma con la cual él fue amenazado, la misma con la cual planeaba marcar el nombre de Yewon y Yeonjun una vez los periódicos, revistas y noticieros hagan su parte de ir como muertos de hambre a repartir los hechos por todos lados.
El día que iba a dar un final se acercaba, pronto todos sabrían las hazañas de Choi Soobin y cómo su vida pasó a la miseria por la culpa de su horrible hermana.
Él no era un príncipe, era un rey y ahora haría retumbar su voz en los mandatos. Todos los que odiaba serían ejecutados y el resto deberá rendirle respeto y ovación.
Pase lo que pase con los jóvenes amantes, ellos demostrarán lo que pasa cuando le faltan el respeto y creen que es sólo un pagano.
De todas formas, Soobin no es un chico malo, pero tiene que hacerlo o el resto del mundo creerá que puede pasar por encima de él.
El día del partido llegó y Soobin no lo sentía distinto al resto, simplemente debía hacer sus cosas y acabar con el sol.
Y lo primero en la lista, es causar malestar en Yewon.
—Me voy a la pista de hielo —Empezó mientras ingresaba a la cocina, viendo claramente como su hermana dejaba de acariciar su aún plano vientre.
Soobin sabía que la horrible mujer no tenía intenciones de decirle nada. Pero no le preocupaba, porque ya todo iba a acabar.
Ni ese engendro, ni ella serán felices en caso de que sobrevivan, haría la vida de ellos dos un infierno y no tenía miedo de actuar, ya no.
— ¿Vas a acompañarme? —Yewon tragó saliva y terminó de comer la fresa que tuvo de antojo, todo bajo la filosa pero elegante mirada de Soobin —Te recuerdo que hoy es el partido.
—Bueno, yo… —Soobin alzó una ceja mientras se cruzaba de brazos, sabiendo lo que escucharía —Voy a verla por televisión. Aún no estoy segura de salir.
El menor rió, pero fue una risa vacía, listo para empezar la pelea del último día pero con una receta distinta. Hoy era el último día de todas formas, debía aprovechar de hacer lo que quisiera.
La pondría en su lugar, el ultimátum.
— ¿En serio? —La mayor frunció el ceño, confundido por la pregunta — ¿Aún cuando sabes lo importante que es este partido para mi, vienes y me dejas a la deriva?
—Soobin, no dije que no te apoyaría, lo haré pero desde aquí, además…
— ¿Además qué? Me dejas de lado siempre, y cuando te pido una sola vez que me acompañes dices que tienes miedo ¡¿Por qué volviste si no quieres estar aquí?! —la castaña tragó saliva, retrocediendo un paso al oír aquella pregunta y Soobin la miró con profundo odio —Eres una zorra.
Ahí, el ultimátum acabó. Yewon cometió el garrafal error de darle una cachetada.
—No me hables así ¡Soy tu jodida hermana mayor!
Soobin colocó su mano sobre el golpe, chasqueando su lengua.
—Sólo cuando te conviene. Eres una perra, aprovechada y egoísta —A diferencia de la primera vez, Soobin alcanzó a detener las manos de Yewon y así evitó una segunda cachetada — ¿O acaso creíste que no sabía nada?
—N-no sé a lo que te refieres.
Soobin no necesitó palabras, sólo con mirar rápidamente el abdomen de Yewon y volver a mirarla a los ojos.
—A eso, me refiero ¿acaso no planeabas decirme esto? Se supone que soy tu familia, Yewon ¡¿Y ni siquiera te dignas a decirme que esperabas un hijo?!
Yewon cerró la boca, abrumada y Soobin la sacudió.
— ¡¿Soy tu hermano pero no puedes apoyarme, no me quieres decir nada y tengo que quedarme contigo a la fuerza?! —La situación se estaba calentando, pero al pelinegro no le importaba — ¡¿Porqué tengo que estar siempre rogando con migajas si además me las quitas, maldita?!
— ¡Suéltame! —Trató de forcejear la mujer, pero fue en vano — ¡¿Qué demonios te pasa?! No puedes simplemente venir a tratarme así ¡Y no me digas maldita!
Soobin se detuvo, pero por su propio bien, no arruinaría el último día por ella.
—Eres una mierda, que encima tienes el descaro de quejarte —Soobin rió, enfermo y vacío —Esto es tu culpa.
Sólo después de decir eso, soltó a la chica y simplemente tomó sus cosas para luego irse, dejando a la mujer sola y estresada.
Aún no eran las diez de la mañana, pero aquello le fue sumamente satisfactorio, ver el miedo en los ojos de la muchacha y saber que pronto la vería en llamas.
En cambio Yewon, abrazó su cuerpo mientras comenzaba a temblar entre el miedo y la confusión.
No era la primera pelea que tenía con Soobin, pero simplemente no encajaba con lo que acababa de ocurrir.
Era simple, el partido empezaba con él y se encargaría de que terminara así, con él dando un tiro de gracia, y eso era todo.
El hockey nunca le importó realmente, pero se mantuvo sumergido en ello para gastar su tiempo en algo, tal vez esperando alguna respuesta a la pregunta de qué lo mataría primero.
Era un poco gracioso e irónico, ya que a las finales él mismo se terminaría matando.
Una vez terminara el partido, Soobin y Yeonjun irían a la reservación. En realidad planeaba cenar sólo después de que la casa se hiciera cenizas hasta los cimientos, sin embargo la idea de que fueran separados le gustó en demasía.
La última cena sería con quien él quisiera.
Una vez el partido acabó con una victoria más a su bolsillo, dio una corta y rápida entrevista sobre cómo se sintió y luego se fue a las duchas.
Yeonjun, a diferencia de Yewon, asistió al partido y ahora con la información que tenía le dio a suponer que era para no levantar sospechas.
Al menos le daba un poco de atención, pero saber que era por lastima lo hacía sentirse traicionado.
Le envió un mensaje para ofrecerle ir a celebrar en privado, en el restaurante que Yeosang reservó y tan solo recibió una respuesta positiva por parte del mayor. Si tan sólo supiera.
El partido fue temprano, y como son cortos estaba a tiempo para arreglarse, recibir la noche con una buena copa del mejor vino tinto que tenía, escuchar música a su gusto y consumir el tiempo que le quedaba.
Al menos hasta que Jongin y su esposa se hicieron presentes en su casa.
Supuestamente habían aparecido en su casa para visitar a Yewon, pero Jongin y Soobin se mantuvieron lejos de la burbuja que Jennie formó para la embarazada.
Jongin era un hombre un tanto centrado, pero un completo hijo de puta cuando requiere salvarse el culo. Es por eso que cuando Soobin le dio las indicaciones, a pesar de las dudas y su lástima por la chica aceptó la orden. Jongin no perdería ni su carrera deportiva ni su vida personal por este pequeño "desliz" aunque eso implica manchar sus manos nuevamente.
Yewon tenía las horas contadas.
Jongin y Jennie se fueron un rato después y Soobin terminó de arreglarse, buscando sus gemelos más elegantes para la ocasión y llamando la atención de su hermana mayor, la cual le miraba desde el marco de la puerta que separaba el resto de la casa con su cuarto.
— ¿A dónde vas?
Soobin detuvo su búsqueda un momento para mirar a su hermana con desdén a través del espejo, conectando las miradas.
—Saldré a cenar —contestó mientras seguía buscando la caja con sus gemelos —Con Yeonjun.
El silencio se instaló entre ellos, pero Yewon no estaba dispuesta a terminar el día estando peleado con sus hermanos, se supone que volvió a su vida para hacerle un bien.
— ¿Hay algo que quieras decirme, Soo? —preguntó una vez más, esperando que Soobin le respondiera, sin embargo el chico mantuvo silencio por unos segundos antes de que el chico riera —Sabes que, como tu hermana quiero escucharte y arreglar las cosas —contestó, confundida por la risa del chico.
—Bang Yewon —empezó Soobin cuando nombró a su hermana con el apellido de sus padres adoptivos —Soy tu hermano hasta que deja de ser conveniente para ti.
—Soo…
— ¿Qué? Cada vez que puedes me abandonas, yo lo único que te pedí fue que esperaras y que me creyeras. Vienes, me empujas contra la madera y me ocultas del mundo, como si fuera un maldito fenómeno.
—Soo —llamó nuevamente la chica —No pude hablar de ti, no lo tenía permitido.
— ¿Incluso cuando tus padres murieron? —Preguntó sin ningún ápice de compasión por el tema que estaba sacando — ¿O quieres que te recuerde lo sorprendido que estaba Yeonjun al enterarse que no era tu amante, si no tu hermano?
—Soobin, no —el pelinegro solo rió, era una pequeña risa vacía y sin verdadera diversión.
—Me abandonaste y quedé en tu pasado.
—Soobin por favor, no es así —Pidió la chica, con su voz calmada —De lo contrario no te habría buscado por todos lados.
—Si fuera así, habrías esperado un poco.
—Lo sé, pero escucha. Estuve en la miseria, para mí fue como un rayo de sol y… —Soobin la calló.
— ¡Maldición! —exclamó el chico —Es como si todo lo que hice, siendo menor que tú, no hubiera valido la pena ¡¿Cómo puedes quejarte si a ti te daban todo y mientras yo estaba en la verdadera miseria?!
La chica abrió la boca, sin embargo su boca no pudo modular ni emitir un dolo sonido.
—Fui abusado, golpeado, privado de ti y de consuelo ¡¿Y tú te quejas por lo difícil que fue entrenar?! —Yewon se encogió y el menor se mantuvo quieto, tranquilo porque sabía lo que pasaría — ¿Sabes qué? No te preocupes, porque esta es la última noche.
La chica lo miró, confundida y con miedo de lo que pudiera pasar tras las extrañas palabras de su hermano.
— ¿U-última noche? —Soobin fijó su mirada en la caja de los gemelos, la cual se encontraba en el mueble cerca de su espejo y la tomó.
—Después de hoy, nada será igual, y esta última noche —hizo una pausa y se volteó para mirarla, con una sonrisa sombría y enferma —Está última noche estaré aquí como tú hermano.
Se colocó los gemelos bajo la mirada escandalizada de su hermana y se encaminó hacia la salida.
—Recuerda eso, hermanita —Susurró una vez llegó a su lado y se fue de la casa, encargándose de dejarla encerrada y dirigiéndose a su deportivo.
Su cara fría estaba siendo iluminada por los faroles de la calle y su teléfono, el cual mostraba un mensaje de su Yeonjun.
"Te espero, Soobin".
Sonrió cuando miraba el pequeño mensaje.
Esta noche era el final de todo.
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