GELIDUS
No podía creer que estaba ahí, en una maldita conferencia con la única intención de que la prensa lo deje en paz.
¿Acaso olvidaron que hace unas semanas fue amenazado de muerte y que Yoo Jimin era una drogadicta?
Pues no, pero les pareció interesante hacer creer que su segundo intento de asesinato fuera como una escena de un drama romántico o una estupidez por el estilo.
Patético.
— Choi Soobin —llamó un reportero, el cual llamó la información del deportista —. ¿Qué nos puedes decir con respecto a los rumores de que tú y Jung Wooyoung están saliendo?
Soobin recordaba la voz del hombre, hace unos días fue asediado por la prensa y escuchó una pregunta similar.
—Increíble —murmuró mientras el flash de las cámaras hacían ruido y lo cegaban, no podía ver el rostro de nadie, pero no le importaba —. Yo quiero hacerles una pregunta, y quiero que me respondan —ordenó — ¿Por qué están aquí?
Los camarógrafos se detuvieron en tomar más fotos y los reporteros guardaron un sepulcral silencio.
— Parece que no pudieron escuchar bien, así que les repito: ¿Por qué están aquí? —volvió a preguntar el joven.
—Nos convocaron aquí —El chico miró a una joven reportera y alzó una ceja —, a una conferencia de prensa.
Cabello castaño, largo y semi ondulado; ojos brillantes, piel pálida y tal vez no podía sacar su altura, pero estaba seguro que era bastante alta.
Su figura resaltaba del resto, porque ella se le hacía conocida, la vio en algún lugar.
—Exactamente, reportera…
—Kim Minju.
—Reportera Kim —la mujer asintió —, los convocaron a una conferencia, un evento creado y autorizado por mi parte con la intención de ser público y llegar a la mayor gente posible —Soobin se levantó de su silla, mirando al resto como si fuera un zoológico y estuviera en el área de los insectos; todos pequeños e insignificantes —. Reportera Kim, esas fotos donde estoy yendo hacia donde se encontraba Wooyoung, esas fotos fueron autorizadas para ser publicadas? Porque es un hecho que las hicieron con el fin de publicarlas.
Todos guardaron silencio y la reportera se puso de pie, desafiante.
—Todo material público pasa por un equipo que lo autoriza —Soobin asintió ante la respuesta de la joven.
—Creo que no entendiste mi pregunta, voy a reformularla —los reporteros se miraron entre sí y Soobin se cruzó de brazos, autoritario —Esas fotos, ¿acaso fueron tomadas en un evento público? Como las que sus colegas estaban tomando hasta hace unos momentos.
La reportera no respondió pero en ningún momento agachó la mirada o se sentó.
—Los artistas, modelos, actores e incluso otros deportistas obtienen este tipo de escándalos —Soobin miró a otro reportero —. Es el peso de ser una celebridad.
Soobin mordió el interior de su mejilla, y simplemente asintió.
—La mayoría de los artistas, modelos, actores y deportistas tienen agencias, que dependiendo a si les conviene o no autorizan como representantes; sean famosos o no —Contestó Soobin —. Yo me represento, y en ningún momento se pidió mi consentimiento para publicar este tipo de fotos que encima, no fue en mi horario de entrenamiento, por lo tanto están acosando mi vida privada.
El reportero abrió la boca para hablar, pero Soobin alzó su mano en señal de que guardara silencio.
—Tal vez a ti no te molesta que te tomen fotos sin tu consentimiento y luego las saquen de contexto. Pero a mí sí —Soobin suspiró negando con la cabeza — ¿Qué es esto? Hay un asesino suelto, y no los veo haciendo reportajes sobre eso. En su lugar están armando un circo mediático sobre mí persona.
Kim Minju suspiró y anotó en su libreta lo que dijo Soobin.
—No quiero que se metan en mi vida privada, en mi orientación sexual o si me metí con alguna persona, ese es mi problema, no el de un país entero —Sentenció el pelinegro —. La conferencia acabó, pueden irse y hacer su trabajo como deben.
Los camarógrafos y los reporteros se miraron entre sí menos Kim Minju, quien mantenía su mirada fija en el deportista.
— ¿Qué esperan? Largo. —Los diferentes reporteros finalmente comenzaron a levantarse y tomar sus cosas y poco a poco comenzaron a retirarse del lugar, siendo los insectos de un zoológico, el zoológico que Soobin siempre miraba.
Pero había algo en esa reportera que llamaba su atención. La observó tomar sus cosas a un ritmo tranquilo, no se veía perturbada a pesar de que en un tono literal Choi se dio el derecho de malograr su trabajo y perjudicarla como reportera.
—Reportera Kim —la llamó y a pesar de la multitud, Kim Minju detuvo su actuar, mirando al joven deportista —, espero que esto no se vuelva a repetir.
Ahora que la miraba, recordaba bien que era la misma mujer que estuvo en su entrenamiento, y asumiendo que llevaba una cámara; la autora de las fotografías.
La mujer sonrió de lado, como si fuera a desafiarlo.
—No se preocupe, a la próxima lo haremos firmar un consentimiento escrito —Soobin alzó una ceja mientras se cruzaba de brazos.
Debía tener cuidado con ella y su sutil presencia pero su fuerte carácter, de lo contrario podría ser perjudicial. Debía averiguar desde hace cuánto la mujer llevaba siguiéndolo.
Yeonjun miraba el techo del cuarto ajeno, con una respiración y ambiente tranquilo mientras tenía a Yewon descansando en su pecho desnudo, acariciando su cintura casi que por instinto.
El día anterior estaba tan borracho que hasta olvidó cómo fue que llegó a la casa de Soobin, qué habrá hablado con la mujer y cómo fue que llegaron a parar en el motel.
Pero ahí estaba, tumbado en aquella cama sin hacer nada, sintiéndose en una silenciosa calma. Algo que de verdad necesitaba.
El asedio que sufrió por la prensa lo estaba volviendo loco, estaba perturbado ante las acusaciones en su contra. Necesitaba un descanso, huir de ahí y olvidar por un momento todo lo que estaba ocurriendo.
A veces deseaba no haber aceptado a Yoo Jimin como su compañera y amante, si hubiera llamado a Roh Jeong-eui tal vez Yoo Jimin seguiría viva e incluso tal vez sería incluso más feliz de lo que pudo ser en ese corto tiempo que compartió con ella.
Pero si el asesino de Jimin estaba acechando a sus cercanos, tal vez era alguien que tenía sus contrarias con él.
Eso era un gran problema, y al no saber de quién se trata, teme que no pueda detener el problema de raíz.
— ¿En qué piensas tanto? —La adormilada voz de su compañera lo sacó de la tóxica burbuja en la que estaba su mente, haciendo que el chico le mire con una apenada sonrisa —. Estás preocupado, no intentes negarlo.
—Mmm —Se acomodó un poco para quedar cara a cara con Yewon mientras llevaba su mano a la mejilla de la chica, acariciando con cuidado —. En todo… Me siento abrumado por lo que está pasando, por lo que pasó y lo que pueda pasar.
—Lo dices por las amapolas, ¿no?
—Y por la amenaza a tu hermano —la chica frunció el ceño ligeramente y se acomodó, aún sin dejar de cubrir su cuerpo con las sábanas.
— ¿Por Soobin?
Yeonjun se sentó un poco en la cama, sin saber por dónde empezar.
—Creo que el siguiente puede ser Soobin, no me gustaría que por mi culpa le pase algo —Confesó Yeonjun —. No podría con eso —Yewon suspiró y llevó su mano a la mejilla de su pareja.
—Al principio también estaba preocupada, pero Soobin es alguien ajeno a Yoo Jimin, apenas se vieron en la fiesta —comentó y le plantó un delicado beso en sus labios —. Además, mi hermanito no le teme a nada.
Yeonjun tenía que diferir ante esa idea.
—Tal vez parezca que no me importa, pero por dentro estoy aterrado, Yeonjun.
A veces Yeonjun creía que Yewon no conocía en lo absoluto a su hermano.
—O tal vez es lo que quiera patentar para no preocuparte —respondió el chico —. Por cierto, ¿ya le dijiste?
Yewon mordió su labio, algo nerviosa ante la pregunta de su compañero.
—Las amapolas y viboreras aparecen en la puerta de la casa, siempre; además de que son un ramo gigante, él siempre se las en…
—Me refiero a lo otro —interrumpió Yeonjun y la mujer hizo una mueca —. Ya veo que no le has dicho nada aún.
La chica lo miró por unos segundos antes de sentarse en la cama, acto el cual Yeonjun le siguió, encontrándose con una expresión triste y sombría por parte de Yewon.
—A veces siento que Soobin me odia —Confesó la joven —. Me da miedo contarle y que no le importe, o que… No lo sé —Yewon tapó su rostro con sus manos, recibiendo como apoyo unas caricias de su compañero —. Siento que en parte es mi culpa.
Yeonjun no dijo nada, sólo se enfocó en mirarla y consolarla.
¿Fue tan duro tratar con Choi Soobin? ¿Qué tanto dolor puede provocar su convivencia?
¿O Yewon solo estaba enfocada en excusarse?
—Soobin es tu hermano, por mucho tiempo ustedes fueron lo único que tenían, ¿no? —la chica lo miró con los ojos algo llorosos —. Creo que Soobin tiene más que ganado el saber eso. Es algo importante para ti y seguro lo será para él.
Ante esas palabras, Yewon lo pensó un poco y luego abrazó a su compañero. Había algo que la hacía desconfiar de su propio hermano, sentía que debía guardarse el secreto.
—Yeonjun —El chico acarició los largos cabellos de su compañera mientras la escuchaba —, una vez crucemos la frontera, prométeme que no volveremos.
— ¿Y Soobin?
—Él lo entenderá…
"Choi Soobin reprende a la prensa por sus recientes rumores de citas alegando que ''estaban montando un circo mediático sobre él" y ordena eliminar fotos comprometedoras".
"Choi Soobin rompe silencio sobre rumores y alega violaciones a su privacidad".
No lo entendía.
Si Soobin era un hombre tan frío y autoritario como todo el mundo dice, ¿por qué entonces era tan dulce con él?
Es un poco obvio que era un personaje, pero por la manera demandante de hablar en la conferencia, la manera de dirigirse al resto era tan contrastante con la cálida sonrisa que siempre le daba cuando lo saludaba y esos hoyuelos que le causaban tanta ternura a Yeonjun.
La mente de Soobin era un completo misterio pero a la vez una maravilla, porque no sólo fue capaz de reprender a la prensa coreana, si no que fue capaz de ayudarlo a que el asedio mediático pare.
—Parece que hoy estás bastante pensativo.
La voz de Soobin retumbó sus oídos y miró en dirección del joven, con la sonrisa que tanto acostumbraba a ver y una postura poco menos amigable.
Yeonjun solía encontrarse con Soobin de esa forma, fortuita pero certera. No es como si Soobin lo estuviera siguiendo, ¿verdad?
Ahora se encontraban en un parque nevado por el invierno, cerca de la casa de Soobin.
Soobin no tenía idea que hace unas horas atrás estaba con su hermana, pero no hacía falta decirle ¿no?
El chico se acercó a la banca donde se encontraba Yeonjun e inclinó un poco su cabeza.
— ¿Te molesta si…? —Yeonjun lo miró un rápidamente negó mientras sonreía, dando el pase a que Soobin se sentara a su lado.
—Creí que demoraría un poco en encontrarte —Soobin rió ante el comentario de Yeonjun.
—No creí que te encontraría tan rápido por aquí —el menor guardó silencio antes de proseguir con la charla — ¿Qué te trae por Ansan?
Yeonjun alzó sus hombros y le sonrió a Soobin.
—Supongo que necesitaba un cambio de aires, los problemas en Seúl me están sobrepasando —el menor hizo una ligera mueca, fingiendo estar de acuerdo con su mayor.
—Con un asedio mediático las cosas se volvieron más difíciles, ¿no? —Yeonjun asintió mientras lo miraba —Lo imaginé —el menor se levantó se levantó y le extendió una mano a su Yeonjun —. Ven, conozco un lugar que te hará olvidar un rato todo eso.
Yeonjun miró la mano un segundo y tuvo el deseo de tomarla, queriendo como el frío abandonaba la piel de su menor.
—Te va a encantar —Yeonjun sonrió un poco y comenzaron una corta caminata, saliendo por el parque y recorriendo las frías calles de Ansan.
La nieve, los niños paseando casi hechos bolitas con tantas capas de ropa, parecía todo tan bonito. Pero no se comparaba con el lugar que Soobin le había mencionado.
Lo llevó a una cafetería, pero no a cualquier cafetería; era una cafetería en donde uno podía llevar perros.
Quedó maravillado al ver tantos perros, tal vez no tenía mascotas, pero sin duda adoraba a los perros. Y parecía que Soobin estaba consciente de ello.
—Yewon me comentó que te gustaban los perros, y como hace mucho frío pensé que traerte a una cafetería como esta era una buena idea —comentó el chico y Yeonjun lo miró.
—Yo… Soobin, me encanta este lugar, gracias —el menor rió y alzó sus hombros, demostrando falsa modestia.
No era su plan inicial, pero si ver un par de canes hacía feliz a Yeonjun y podría verlo comportarse como un cachorro feliz, todo estaba bien.
Tal vez incluso podría considerar tener un perro, así le daría excusas a Yeonjun para visitar Ansan más seguido.
En cambio Yeonjun, a pesar del agradecimiento y el buen momento que pasó, creía que no estaba en total derecho de disfrutar ese tipo de cosas, menos cuando sabía que pronto estaría lejos.
Sólo esperaba que Soobin no lo odiara por ser separado de su hermana nuevamente.
Soobin miraba el puck y el stick de su oponente, a punto de empezar un nuevo partido y por ende una nueva victoria.
Yeonjun se volvió un espectador recurrente en sus partidos, aquello le daba más confianza a la hora de jugar. Era un partido amistoso, nada fuera de lo común pero se sentía como si fuera la final para ganar alguna copa o algo.
Salir victorioso con su Yeonjun a su lado para celebrar se volvería una costumbre, y pronto, muy pronto estará celebrando de otra manera con su Yeonjun.
Era lo mismo cuando Yeonjun practicaba, él asistía para verlo sobre el hielo, como no está participando en la temporada actual, tiene todo el tiempo del mundo para entrenar y Soobin hace tiempo para verlo.
Sólo que… Yeonjun en realidad no sabía que Soobin lo observaba.
Y Soobin no sabía que en el tiempo que no se ven o él lo ve, Yeonjun está acariciando el cuerpo de su hermana.
Estaba enojado.
No sólo porque su hermana le había traicionado sino que además le tocó enterarse de la manera más boba e infantil.
—Soobin, cariño ¿no sabías que Yewon está embarazada?
Patético y repugnante.
Yeonjun lo estaba observando, ahora no sabía que pasaba por la cabeza de su chico y eso lo estaba desesperando, sobre todo porque ahora sentía no conocerlo.
¿Es que acaso siempre se tendría que conformar con las migajas de alguien más?
No era justo, para nada.
Tenía rabia, mucha rabia y odio hacia su hermana, y tenía mucha rabia con Yeonjun también.
Porque ninguno de los dos fue capaz de dejar en claro el campo de juego.
Soobin no podía jugar como tercero en un juego de dos, por lo que le tocaba arreglar un poco las reglas del juego. Y de paso ganar.
Choi Soobin debía darlo todo para no salir trasquilado, esta vez no se iba a dejar hundir por dos mentirosos.
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