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GELIDUS

"¡Choi Yeonjun y Choi Yewon lo han vuelto hacer!"

"El dueto de patinadores Choi han vuelto a ganar la medalla de oro."

"— ¿Los patinadores Choi en los juegos olímpicos? Estamos frente a nuestra mejor época en el ámbito del patinaje artístico."

Los titulares que hablaban sobre ellos, los medios de comunicación deportivos siempre los halagaban, pero ahora estaban quemando el nombre de su compañera a más no poder.

Bueno ¿cómo podía juzgarlos? Su compañera de la nada había decidido volver a su ciudad natal y dejar a su compañero por alguien nuevo y desconocido para él.

Por supuesto que estaba algo molesto. De la nada, acomodando su cuerpo entre las sábanas, Yewon le dijo "tal vez, sería la última vez que hagamos esto". Él se rió y negó con la cabeza, le dijo que no andara diciendo tonterías como esas, y al día siguiente, después de practicar le explicó.

—Volveré a Ansan de forma permanente, y sé que quieres continuar tu carrera en Seúl. No quiero cerrarte puertas que puedes tener aquí por mis problemas.

Yewon se rehusó a que Yeonjun le acompañara, en cambio, le dijo que comenzara a buscar otra compañera porque ella no pensaba en volver a Seúl, al menos en un largo tiempo.

La prensa no tardó mucho en enterarse, fue por eso que comenzaron a surgir rumores. Incluso se llegó a pensar en que estaba escondiendo un embarazo y que el desconocido era el padre de ese bebé.

Irónicamente sabía que esos rumores eran falsos, de todas formas fue la única persona con derecho a tocar más allá pero, no sabía la verdadera razón de su regreso a Ansan.

Iba a extrañarla mucho.

Por otro lado, Yewon estaba con demasiadas emociones dentro; entre el estrés, la emoción y la nostalgia, necesitaba un descanso. Estaba agotada, pero llena de energía a la vez, y es que por primera vez en años lo vería.

Choi Soobin, el renombrado jugador de hockey sobre hielo. El único hombre por el que era capaz de darlo todo, absolutamente todo.

La última vez que lo vió fue cuando ella tenía catorce años, y un joven Soobin de trece le hizo prometer, que no importaba cuanto tiempo pasara, pero que jamás se atreviera a olvidarlo.

Y así lo hizo hasta ahora.

Ahora con veinticuatro años, pudo volver a Ansan, la ciudad donde nació y pasó gran parte de su niñez junto a otros niños, por supuesto, también con su hermano menor.

En cierto caso, ella no podía sentirse muy feliz de volver a Ansan, habían recuerdos que no quería conservar, pero ahi se encontraba la persona que la acompañó en esos momentos tan difíciles, por lo que hizo un esfuerzo y volvió a ese lugar.

Mirar a los niños correr, jugar o hacer cosas de niños mientras se acurrucaban en sus abrigos y bufandas por el gélido clima que trajeron las mejores nevadas del año le trajeron bonitos recuerdos.

Aunque de todas formas, un orfanato seguía siendo un punto de reencuentro poco común.

— ¿Yewon? —la mujer se volteó al escuchar su nombre, encontrándose con un alto y esbelto hombre, un hombre que con su cuerpo y aroma gritaban "hombría" pero su cálida sonrisa y sus suaves facciones gritaban "bebé".

Yewon no pudo evitar tapar su boca abierta por la sorpresa, la última vez que pudo verlo fue en los inicios de su pubertad, y ahora verlo hecho todo un hombre... No pudo evitarlo, corrió la poca distancia que los separaba y se fundió en el pecho del alto hombre, quien pocos segundos después la envolvió en sus largos y fornido brazos.

—Soo... —Soobin se separó y mientras sostenía a la chica de los hombros, pudo notar que ella estaba comenzando a llorar gruesas lágrimas de felicidad y emoción.

El menor sonrió y besó la frente de su mayor.

—Es lindo verte, Noona.

Soobin, a diferencia de Yewon, vivió casi todos los días de su vida en un orfanato, separado de la única persona que le quedaba en su mundo. Se convirtió en alguien muy retraído, incluso intentó de todo para que lo adoptaran y poder ver una vez más a su noona, pero había sido imposible. Por supuesto, eso duró hasta que se unió a los equipos de hockey sobre hielo.

Se le consideró un prodigio al ver su talento sobre el hielo en sus primeros contactos con este, siendo llamado por equipos locales que lo llevaron a la cima. Después de representar a Ansan y salir victorioso, lo único que hizo fue ascender; empero no podía dejar pasar el tiempo mucho más, Yewon también estaba ascendiendo, y antes de perderla para siempre pudo contactar con ella.

Ahora a sus veintitrés años sería su compañero en el patinaje artístico, tal y como soñó desde que la vió patinar por primera vez en el pequeño lago congelado que estaba cerca del orfanato.

Hablaron por horas mientras paseaban por las tranquilas calles nevadas, Soobin escuchaba atento con una gran sonrisa a las palabras y anécdotas de Yewon, siempre hablando de su ex-compañero.

El cual ahora ahora estaba en problemas.

Yeonjun buscaba y buscaba entre chicas, pero ninguna de ellas le convencían, estaba empezando a desesperarse.

Alguna de ellas llevaban otro ritmo, algo que afectaba a la hora de practicar. Otras querían tocar lo que no se debía por lo que se iban sin un puesto y con una advertencia por la imprudencia, mientras que el resto simplemente al ver que se les iba a exigir asistir con puntualidad, dijeron que no.

Y cuando creyó que había perdido las esperanzas, Yoo Jimin entró a la pista de patinaje.

Una chica de bellas facciones, como una muñeca de porcelana, cabello negro, lacio y largo, unos pomposos labios adornados con un lindo y travieso lunar llamando a la perfección. Su silueta era delgada pero curvilínea, piel pálida y sobre todo eso adornado con una delicada sonrisa que derrochaba su carisma.

Yoo Jimin sólo tuvo que entrar y hacer unas piruetas sobre el hielo para que Yeonjun cayera rendido ante los encantos y aura angelical que emanaban de la joven de veinte años. Después de que ella entrara, Yeonjun salió para avisar al resto de las candidata que ya había escogido a su nueva compañera, atrayendo suspiros de decepción y quejas mientras se dispersaban.

Esa misma noche, Yeonjun no pudo dejar de pensar en Yewon y le era imposible dejar de compararla con Yoo Jimin, pero ¿cómo evitarlo? La joven era una novata que no lo aparentaba, Yewon era una experta y también en otros ámbitos ¿qué haría ahora sin ella? ¿Qué hará con su compañera ahora que se encontraba con una persona distinta en un contexto distinto?

Tal vez no debía pensarlo mucho, estaba bastante seguro que Yewon también estaba perdiendo el sueño junto a ese anti-carisma apático de Choi Soobin y debía respetar la decisión de Yewon.

Debía aceptar que no era el primero para ella, que antes estaba un patán sin emociones y probablemente muy aburrido en la cama.

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