Tw: Lenguaje mal sonante, mención de actos ilícitos, mención de muerte.
Con el pasar de los días, la búsqueda por encontrar a Yoo Jimin comenzó a traer problemas.
Ya no buscaban a una persona viva, estaban buscando el cadáver de la chica. Y eso significaba muchas cosas.
Desesperación, miedo y perros.
Soobin estaba claro que no se podría deshacer de los perros, pero sí necesitaba alejarlos de las afueras de Ansan, o encontrarían de una buena vez a Yoo Jimin. Constantemente estaba visitando los alrededores, eso hizo que encontrara cerca del lugar un cementerio para mascotas. Las ideas fluían por su cabeza, pero todas eran rechazadas por él mismo.
Le enojó mucho enterarse que los restos de su madre fueron movidos de su lugar porque nadie pudo pagar su lugar de descanso. Su madre no era un animal, pero la situación era parecida.
Aunque la idea de camuflar el posible olor que emana el cadáver de Yoo Jimin con el de los animales era una idea tentadora, no iba a tocar a los animales.
Al menos no si tenía otras opciones.
Pensó en mover un poco la tierra y echar más cal, pero sin dudas era un movimiento arriesgado porque encima, la policía ya estaba buscando a la chica por debajo de la tierra. Debía encontrar la manera de deshacerse del cuerpo de Yoo Jimin.
¿Por qué decidió enterrarla y no lanzarla al mar? Hubiera sido mil veces más fácil, el cuerpo se descompone más rápido y nunca se hubiera encontrado el paradero de Yoo Jimin. Pero no, tuvo que enterrarla y arriesgarse a que la encuentren; aunque para su fortuna nadie sospechaba que hubiera sido asesinada a las afueras de Ansan, más bien creen que se habrá suicidado.
Pero pronto terminarían sabiendo que fue asesinada, y lo que menos necesitaba era que se descubriera todo esto en tiempo récord, debía ayudar a la negligencia del cuerpo policial y desviar las pistas a otros posibles culpables. Necesitaba ayuda, pero no sabía a quién recurrir.
Ah, pero Kang Yeosang sí.
No por nada el hijo de puta podía encontrar y encontrar mujeres con las cuales acostarse de formas cuestionables y salir ileso.
Los partidos de Hockey no eran su gran devoción. Pero al menos no tenía que estar haciendo piruetas como un desquiciado mientras trataba de que su hermana no cayera al hielo. Ahora la situación era un poco más irritante puesto que todos lo habían visto. Y tal vez tampoco era tan malo si aquello llamaba la atención de Yeonjun, quien le dijo que asistirá para verlo jugar.
—Hey, Soobin. ¿Acaso vas a dar piruetas con el stick? —sus compañeros reían ante el comentario aburrido e insulso de Jung Wooyoung y el pelinegro solamente suspiró mientras colocaba su bolso en la banca de los camerinos. Cerró los ojos mientras trataba de pensar en cualquier cosa y no concentrarse en el hedor que había.
¿Acaso no sabían que las cañerías se limpian? Apestaba a muerto en ese lugar.
—Sí —Respondió y sus compañeros rieron —, para darte un buen golpe en las bolas y que dejes de molestar las mías. Girando a la derecha para golpearte por delante y girando a la derecha para golpear por detrás — contestó y los simios de sus compañeros guardaron silencio al escuchar el severo tono en las amenazas.
A Soobin no le interesaba mucho el puesto de líder o capitán, pero aparentemente para Wooyoung fue el fin de su vida haber perdido tal puesto. Pero de todas formas no era su culpa. Por lo visto, un semblante serio era lo único que se necesitaba para que obedezcan y se comporten como deberían, al menos en la pista de hielo.
—Hijo de… —el celular de Soobin se escuchó y antes de abrir el casillero decidió revisarlo. Encontró los mensajes de su hermana, anunciando que la chica había llegado y que se encontró con Kang Yeosang en la entrada.
—Ese bastardo —murmuró y salió en dirección a la entrada. Sí, tal vez Yewon ahora era un gran inconveniente para muchas cosas, como su tiempo o incluso su propia casa. Pero seguía siendo su hermana mayor.
Y Kang Yeosang era un degenerado.
No porque sean cómplices quiere decir que aceptaría esas mañas asquerosas que se carga el hombre. Le repugnaba la idea de que Yeosang pudiera acercarse a su hermana, él más que nadie sabía que sus intenciones con ella jamás serían buenas y que no habrán códigos por, aunque sea, conocer el peligro que es Soobin.
—Yewon —llamó el menor una vez llegó a la entrada, recibiendo la mirada de su hermana junto a una cálida sonrisa.
—Oh, Soo —la chica se le acercó y le plantó un delicado beso en la mejilla mientras Soobin no apartaba la mirada de Kang Yeosang —. Yeosang me estaba ayudando con la entrada, estaba teniendo unos problemas con ello —vaya, su hermana resultó ser bastante ingenua.
—Pudiste haberme dicho, Yeosang es bastante tonto como para ayudarte con esas cosas —sugirió y su compañero se cruzó de brazos con un puchero ofendido por el sutil insulto a su inteligencia —. Tú, ve a cambiarte, estás atrasado.
Yeosang suspiró con decepción ante su conquista fallida y se despidió de Choi Yewon antes de caminar por el pasillo que lo llevaría a los camerinos. En cambio Soobin se quedó para ayudar a su hermana y la chica se encaminó a las gradas.
Entonces el pelinegro se preguntó si Choi Yeonjun asistirá de verdad. El último tiempo ha estado tan deprimido con todo el tema de Yoo Jimin que lo había visto muy poco después de la semana de homenaje para la chica.
Como si lo hubiera invocado, antes de comenzar su camino a los camerinos se dio la vuelta cuando escuchó que las puertas del recinto se abrían, dejando pasar a Choi Yeonjun.
El chico se veía malditamente bien, con su cabello castaño oscuro bien peinado, aquella camiseta blanca y su sudadera la cual se encontraba semiabierta. El chico vestía informal, nada del otro mundo ya que era un partido de hockey de todas formas, pero para Soobin se veía apuesto, muy apuesto y preparado para la ocasión.
Recibió un mensaje y con rapidez lo revisó, viendo que era Yeonjun avisando que había llegado y le preguntó por el nombre con el cual Soobin había hecho la reservación. Porque eso fue lo que hizo, le reservó un lugar donde pudiera ver de forma cómoda el partido.
Perséfone.
Levantó la mirada de su teléfono y Yeonjun preguntó por la reservación a la chica que estaba atendiendo en esos momentos para la recepción, ya cuando el chico obtuvo la pulsera para poder ingresar, decidió acaparar su atención.
—Choi Yeonjun —llamó y el mayor se volteó confundido, sin embargo luego dejó que en su rostro se dibujara una sonrisa de alivio.
—Hola, Soobin —saludó el castaño mientras se acercaba al jugador, quien le sonrió de vuelta.
Él acostumbraba a eso, a sonreírle cada vez que lo veía, eso es lo que provocaba Yeonjun.
— ¿Me estabas esperando? —preguntó el mayor y Soobin lo pensó un poco antes de abrir la boca.
—Te cruzaste por mi cabeza y llegaste —contestó y ambos rieron antes de comenzar la caminata por el pasillo.
Hablaron un poco de lo que se esperaba respecto al partido, hasta que Yeonjun recordó la pregunta que se hizo en la recepción.
—Ah… Soobin —los dos detuvieron sus pasos y Soobin se giró para mirarlo, prestando mucha atención — ¿Por qué escogiste Perséfone? Me dio curiosidad.
Soobin rió un poco por el puchero inconsciente que hizo el mayor, le pareció lindo.
—Supongo que conoces la historia de Perséfone —Yeonjun guardó silencio por unos segundos para pensar y el pelinegro acarició su anillo en su dedo índice, luego volvió su mirada al mayor —. Perséfone, la hija de Demeter y esposa de Hades.
—Oh —los dos rieron y Soobin sonrió mirando al mayor morder su labio y con las mejillas sonrosadas —. No soy bueno con la mitología griega —se disculpó el menor y el menor negó.
—No te preocupes, si quieres puedo… —Yeosang se acercó a los dos y le interrumpió, sacando una de las peores caras de Soobin.
—Soobin, mejor ven, porque sin ti no podemos salir a la pista y no creo aguantar el hedor de los camerinos por más tiempo —Pidió el chico y el pelinegro bufó para luego mirar a Yeonjun.
—Oh cierto. Ve, te veré desde las gradas —aconsejó el mayor y le sonrió —. Suerte.
Soobin asintió y Yeonjun siguió su camino, luego volvió a mirar con mala cara a Yeosang.
— ¿Se puede saber cuál es tu maldito problema?
—Soobin, luego le mandas indirectas a Yeonjun, tienes todo el tiempo del mundo. Ni siquiera te has cambiado —Habló contrario, pero hubo un gesto que denotaban ciertos nervios en Yeosang.
—Bien, bien —ambos se encaminaron hacia los camerinos y Soobin pronto estaba llegando a su casillero.
Todo pasó muy rápido.
El hedor y los gritos no le permitían a Soobin tratar de formular una respuesta coherente. Estaba en completo shock ante lo que sus propios ojos estaban presenciando.
¿Cómo fue posible?
¿Cómo fue que el cuerpo de Yoo Jimin acabó en ese casillero, si estaba enterrada en las afueras de Ansan?
De un momento a otro, la policía estaba ahí, haciéndole preguntas que no supo responder. Había algo raro, alguien más sabía lo que pasó, de lo contrario esto no estaría ocurriendo.
Estaba abrumado, desorientado y sin saber qué hacer.
No entendía, los alrededores siempre estaban desolados y visitaba con frecuencia el cementerio de mascotas como para vigilar de cerca.
Tenía muchas opciones en mente, pero la nota con su nombre y la frase "Gelidus Canis Insanus" le daba para pensar más.
¿Acaso eso fue una amenaza? ¿Pero de quién?
Estaba claro que lo de los fantasmas eran un cuento para niños, y no era muy cercano con los de su equipo a parte de la forzada convivencia con Kim Jongin y Kang Yeosang por la complicidad en el caso como perpetradores de las torturas a Yoo Jimin, a los cuales no les conviene amenazarlo.
Los últimos serían su hermana y Yeonjun, sin embargo, ninguno de los dos estaban al tanto de su participación en la situación o del paradero de la chica, ese era todo su círculo.
Ahora tenía tres cosas en su lista de pendientes: deshacerse de la policía, averiguar quién estaba detrás de todo esto y sobre todo hundir a Yoo Jimin para limpiar sus manos.
No puede ser que incluso estando muerta le causaba inconvenientes.
—Entonces, me dices que abriste el casillero y ahí estaba el cuerpo de Yoo Jimin, ¿no? —Soobin asintió y el oficial Huening anotó unas cosas en su libreta — ¿Cómo te diste cuenta que era ella?
—A pesar de la descomposición, era fácil por ciertas características, su cabello, su lunar y el tatuaje que tenía en su brazo. Yeonjun me contó de esos detalles y… Creo que se me hizo fácil reconocerla por eso —El oficial anotó las palabras dichas y Soobin miró por un corto tiempo sus manos.
— ¿Tuviste algún tipo de cercanía con ella antes de que desapareciera? —Soobin suspiró y negó con la cabeza.
—Cruzamos palabras un par de veces por la cercanía de mi hermana y Yeonjun —el chico hizo una mueca , luego se supone que íbamos a juntarnos, pero tuve un percance ese día… —el pelinegro hizo una mueca, fingiendo sentirse mal por la difunta mujer.
El joven oficial alzó una ceja.
—No te la habías encontrado a solas antes de eso, he de suponer —Soobin negó.
Los interrogatorios eran difíciles de pasar, pero Soobin no tenía miedo ni arrepentimientos. Porque incluso si los tuviera, ya era demasiado tarde para eso y no había nada que se pudiera hacer al respecto.
—Mire, la última vez que la había visto con vida fue en una barbacoa donde estuvimos Yeonjun, Yewon, Jimin y yo. Ahí acordamos encontrarnos de una forma menos cordial, pero el día que habíamos acordado no pude asistir y le avisé —Explicó Soobin —. Lo que me hace sentir culpable, es el hecho de que ella aparentemente llegó al punto de encuentro antes de avisarle y… Bueno, lo que haya pasado después es lo que nos tiene en esta situación.
—Ya veo —el oficial anotó y Soobin mantuvo su expresión de pesar —. Entonces, para resumir, tu única conexión con Yoo Jimin era a través de Choi Yeonjun y cuando intentaron volverse más cercanos ella desapareció —el pelinegro volvió a asentir, quería irse, le incomodaba lo duro que era el asiento donde estaba —. Bien, está todo listo. Lo llamaremos en caso de que algo más surja —el oficial se levantó y Soobin lo miró por unos segundos. Se supone que debería estar huyendo de la policía pero…
—Oficial Huening —el nombrado se volteó —, tengo una pregunta.
—Proceda.
— ¿La nota que estaba con Yoo Jimin era una amenaza? Me tiene un tanto preocupado —el oficial Huening se lo pensó un poco antes de contestar. No podían soltar información así como así, pero Soobin estaba en su derecho a pedir esa información. Se le estaba vinculando, y por lo que reveló la autopsia, la nota realmente apuntaba a una amenaza contra el deportista.
—Eso aún lo estamos investigando, pero si quieres un consejo —Huening abrió la puerta de la oficina y finalmente Soobin se puso de pie, encaminado hacia la salida —: Te recomiendo mantenerte atento a tu entorno.
—No se preocupe, conozco bien a mi entorno —Soobin se reverenció ante el oficial y luego fue guiado a la salida de la comisaría. Había salido ileso del caso, pero sabía que eso podía durar poco si no hacía nada por el momento.
Y lo primero que necesitaba era un par de contactos. Tomó su celular y llamó a Kang Yeosang.
Ya en mucho tiempo después, Soobin estaba en un bar matando el tiempo con unos sorbos de whisky y con un gran fajo de dinero debajo de su abrigo, luego de eso un hombre se sentó a su lado. No era tan alto, pero era fornido y su ropa no era tan informal como la del resto. Destacaba, pero no tanto como para que el mundo entero se fijara en ellos dos.
— ¿Choi Soobin? —el pelinegro asintió, tomó otro sorbo del whisky y se acomodó en la barra.
—Supongo que eres Christopher Bang.
—Bang Chan, si te acomoda mejor puedes llamarme así —sugirió el chico y Soobin asintió nuevamente.
—Bien, Bang Chan, supongo que sabrás porque Yeosang te pidió que vinieras.
—Algo así —comentó el contrario y este se acomodó —, pero me gustaría tener unos pocos detalles más.
Soobin alzó una ceja ante la ligera sonrisa en la cara de Bang, mas mantuvo la mente fría. Necesitaba terminar lo que empezó.
—Muy bien —Soobin tomó otro sorbo de su vaso y dio unas pequeñas pinceladas a la situación, lo que necesitaba y cómo Bang podría ayudar en el tema.
Necesitaba a un periodista tan corrupto pero a su vez capaz de acabar con su vida por su propia cuenta para hacer lo que planeaba. Tal vez no podía hacer que el mundo odiara a Yoo Jimin, pero era primordial bajar de ese pedestal tan absurdo en el que todo el mundo la puso por haber muerto entre sus manos. No era por envidia, pero no iba a perder lo poco y nada que pudo consolidar en su vida por una chica muerta. Mucho menos se permitiría que este tonto circo de Yoo Jimin afecte demás a su Yeonjun.
—Sabes que será un poco caro, ¿no? —Soobin tomó el fajo por debajo de su abrigo y se lo acercó a Bang Chan, el cual automáticamente comenzó a medir el grosor del fajo y asegurarse de que fueran los billetes de más valor.
—Si quieres tómalo como un adelanto, y luego, dependiendo de cómo salgan las cosas te pagaré lo mismo o el doble —Chan sonrió de lado mientras terminaba de contar los billetes y Soobin terminó de beber su whisky.
—Me aseguraré que salga en primera plana, no te preocupes por eso —Soobin miró a Bang Chan una vez más y asintió, luego le pagó al barman y tomó la simple decisión de irse como si se hubiera tratado de una charla casual. Luego de subir a su auto, recibió un mensaje de Yeonjun, lo respondió de forma casi inmediata y pronto estaba conduciendo por la carretera para llegar a Seúl.
Yeonjun era como un cachorrillo, si pasa mucho tiempo solo se deprime o comienza a pedir compañía y consuelo. Soobin usualmente con ese tipo de comportamientos siente asco y hasta vergüenza ajena, pero ver a su Yeonjun tan vulnerable y solitario lo hizo pensar un poco. A parte de sentir que debía protegerlo, Soobin en verdad estaba encantado con cada detalle de su mayor como para considerar esa actitud de cachorrito algo tierno.
Solo podía pensar en él, en que si Yeonjun estaba siendo acompañado era por él, estaba comenzando a formar parte primordial en la vida de su mayor y eso le estaba gustando.
Tal vez podría considerar que esta situación de haber encontrado a Yoo Jimin no era algo tan malo después de todo, ya que Yeonjun comenzaba a necesitar de Soobin cada vez más, y eso era lo que el menor quería.
Ser la única necesidad de Yeonjun.
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