CANIS
Yewon abrió los ojos desorientada y algo confundida.
Su cuerpo estaba únicamente en ropa interior, tal y como acostumbraba a dormir, pero esta vez sentía mucho frío. Pensó en que tal vez olvidó encender el calefactor, sin embargo, cuando se levantó para ello terminó por despertar y asumir que no estaba en su cama, ni en su cuarto.
Suspiró y miró la cama unos segundos, había sido tan raro despertar sin los besos que la acompañaban todas las mañanas y sin falta. Seguro que Soobin se encontraba en su cuarto durmiendo.
Admiró los detalles de la habitación y pudo percatarse de que en su mesa de noche, junto a la lámpara, se encontraba una nota. Suspiró mientras se acercaba al enano mueble y la hoja.
Era de Soobin para ella, por lo que la abrió y comenzó a leerla. Alzó una ceja y se puso su bata para salir del cuarto. Revisó la casa por completo, y una vez arribó a la cocina suspiró de nuevo. Estaba completamente sola en la casa.
"Salí a entrenar, tengo un partido este fin de semana. No prometo volver temprano"
No podía creerlo, Soobin la había dejado sola al día siguiente de haberse reunido por tantos años de separación...
No lo entendía, el día anterior se encontraron en donde se vieron por última vez, lucía feliz, su sonrisa era preciosa igual que antes. Pero ahora parecía que la odiaba lo suficiente para haberse alejado.
Tal vez estaba siendo muy intensa, ¿no? Soobin le advirtió que el hockey era lo único que hacía en su día a día por los correos.
Pero ella de verdad pensó que su hermano menor le haría un poco de tiempo ahora que se habían reencontrado.
La verdad es que no exageraba, él en realidad no debía entrenar ese día, mas no quería estar cerca de su hermana. No sé sentía cómodo con la chica ahí.
Estaba resentido aún.
Pensó en ir a Seúl, no quedaba muy lejos, tardaría poco en llegar si iba en tren y ya avisó que se gastaría todo el día afuera. Tenía la libertad que quería sobre su vida y no iba a desperdiciarla por tener a otra persona en su casa.
Por eso, dejó su auto en el estacionamiento de su condominio y se fue a la estación de tren ya que le era más entretenido ir allí que ir en su propio auto, así que pronto estaba comprando un boleto y yéndose en el tren más próximo hacia Seúl.
En cuanto subió al tren buscó algún lugar cerca de una ventana, las nevadas era uno de los paisajes que lo hacían sentirse en calma ya que de todas formas amaba el frío y el hielo. No se iba a privar de eso ahora, claro que no.
Tomó asiento con tranquilidad y miró por la ventana a la gente hacer su vida.
Encontrándose, despidiéndose; silencio y ruido. Todos a su propio ritmo y a su vez descoordinados por los apuros.
Pronto el tren partió, ahora sólo se veían las montañas de nieve y por sus audífonos podía escuchar música clásica, estaba en su ambiente de comodidad y se sentía bien.
Hasta que su celular comenzó a molestar en su bolsillo.
Con cierta molestia lo tomó y revisó, era un mensaje de Kang Yeosang a lo que era su lista de contactos más cercanos respecto al equipo de hockey, pero el pelinegro no lo consideraba alguien cercano en realidad, le desagradaba mucho tenerlo cerca. Con suerte puede tolerarlo en el juego por el bien del partido.
Soobin juraba haber silenciado a ese idiota el dia anterior, pero no importaba tampoco.
Abrió el mensaje, entonces vio que era un video, pensó que era uno de su viaje a Japón, pero resultó ser un repugnante video de él cogiendo con una mujer. Extrañamanente la mujer no lucía muy proactiva.
Pensando lo peor, borró el mensaje y con asco bloqueó a su compañero, también borró el video de su poca memoria telefónica; pero recibió una llamada del chico.
Contestó de mala gana, escuchando las risas de su compañero al otro lado de la línea.
— ¿Por qué me bloqueaste los mensajes?
—Te saludaría, pero eres jodidamente energúmeno como para ser capaz de responder como se debe a un saludo —respondió Soobin con clara molestia, con rapidez su compañero se disculpó con él.
Hablaron en lo que quedaba de su viaje a Seúl y luego de eso solo hizo lo que quiso y le cortó la llamada a Yeosang.
Cuando el tren se detuvo por haber llegado a su destino, tomó sus pocas pertenencias y bajó del vagón, estando ahora en la gran y ajetreada estación de Seúl.
Comenzó su caminata fuera del lugar, viendo lo mismo que en la estación de Ansan, pero más concurrido y variado. No le gustaba mucho hablar con tanta gente, pero verlos hacer sus vidas le era bastante agradable.
La experiencia era parecida con ir a un zoológico o a un acuario y ver a los animales seguir su rutina. La gente a su alrededor era lo mismo, sus rutinas o planes no se detenían por su presencia y la gente como tal granja de hormigas hacían su trabajo hasta que morían o enfermaban.
Él hacía lo mismo, seguía su vida y rutina. A no ser de que muera o enferme de forma trágica, Soobin no se detendrá de seguir su rumbo.
Sin saber qué hacer en verdad, tomó un taxi hacia la pista de patinaje, quería ver que es lo que hacían en ese invernal y quiénes iban.
Como era fin de semana, sabía que sería concurrido por otras personas: citas de parejas vainilla, padres llevando a sus hijos para que disfruten del hielo y se sientan como sus caricaturas cuando van a esos lugares, y otros a simplemente pasar el rato.
Un día normal, ordinario y monótono, eso es lo que pasaba. Y a Soobin le gustaba que el mundo fuera así, ordinario y normal; porque podía sacar un poco de diversión en la monotonía de la otra gente.
Una vez se bajó del automóvil y entró al establecimiento, decidió registrar su entrada en la recepción, y a pesar de recibir unas zapatillas de patinaje, no se sintió en la obligación de usarlas, ya que se dirigió a las gradas.
Soobin tomó asiento en la segunda fila, viendo como había gente feliz, cálida.
Familias pasando un buen momento, las parejas iban tomados de las manos y los pocos grupos de amigos que habían se la pasaban bien entre risas y tropezones.
Todos eran cálidos, pero no lo suficiente. Al menos eso fue lo que pensó cuando lo vio.
Aquel día lucía normal y ordinario, pero sus ojos dejaron de lucir como si estuviera cansado o enfadado, sus labios dejaron esa vacía rígida mueca de neutralidad y creyó sentir incluso que veía más vivos los colores cuando vio a Choi Yeonjun patinar.
Su cuerpo no estaba cubierto por tantas capaz de ropa como él o las otras personas, tenía una radiante sonrisa y se le veía tranquilo.
Choi Yeonjun... El hombre que estuvo acompañando a su hermana todos esos años, estaba ahí y había hecho algo que ni la misma mujer o su carrera deportiva pudieron hacer.
Lo hizo sentir que al menos valía la pena colocarse las zapatillas de patinaje e ingresar a la pista, quería hablar con él, quería interactuar con él.
Quería saber todo de él.
En aquel momento, todo cambió. Porque Soobin no podía dejar de verlo, no podía evitar hablar con él y sonreírle mientras que Yeonjun se comportaba de manera cordial con el chico que le robó a su compañera.
Pero Yeonjun no le iba a regañar por eso, claro que no, el pasado pisado y él estaba contento con su nueva compañera.
De cualquier modo, igual entendía porqué Yewon escogió de todo el mundo a Choi Soobin.
— ¿Así que tú eres el compañero nuevo de Yewon? —Soobin sonrió de lado, pudieron hablar con más calma una vez se sentaron en las gradas.
—Eso creo —el chico miró por un segundo las manos de Yeonjun, viendo lo bien cuidadas que estaban y lo lindas que eran —. Me dijo muchas cosas de ti.
—Ah, ya veo —Yeonjun descubrió que Soobin no era de muchas palabras, pero que por ser él y porque lucía bastante feliz hablaría por un buen rato.
A las finales no era un anti-carisma, sólo era muy callado y reservado con sus emociones ante el público, un punto bastante respetable.
Yeonjun miraba el techo, sin poder pegar el ojo y dormir las horas que le correspondían. Se sentía extraño.
En definitiva no era normal que el hermano de su ex-compañera se le acercara de esa manera. Pero si debía agradecerle que tuvo una buena charla y se sintió liberado de mucha carga emocional. Ya no se sentía tan mal el reemplazo de Yewon.
También cree haber ganado a un amigo nuevo.
Por otro lado, Soobin se sentía bastante bien, extrañamente bien, recién llegaba a su casa, y una suave brisa lo hizo estremecerse. Sentía frío por fuera.
Soobin no se asustó, pero si se sintió cálido por dentro. Por primera vez en años sintió que estaba bien y no solo en la salud.
Por primera vez en toda su vida sintió que pudo hablar de manera tranquila y fluida con una persona sin ver que le sacarían hasta el más mínimo detalle en su lenguaje para meterle medicamentos o información sobre su madre.
Cuando Soobin volvió a su casa, habló un rato con Yewon, y luego le envió un mensaje a Choi Yeonjun, aprovecharon para intercambiar sus números y Soobin se sentía bien con ello.
Por lo tarde que era, pensó que no recibiría respuesta, pero gracias al insomnio de Yeonjun fue que pudieron hablar otro momento, conociéndose un poco más.
Le gustaba hablar con Yeonjun, le agradaba estar con Yeonjun.
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