Gealach
¡Hola! Hace mucho que no subía y en realidad este relato lo escribí por Julio más o menos mientras intentaba escribir la Historia de Dereth y Ellette, y bueno, he acá el resultado. Como saben, los dos son de la historia Leiriu que escribe LuxMatnific y que también pueden encontrar por wattpad... ahora bien, para los que no conocen la pareja les haré una breve síntesis.
Dereth es el más malvado de todos, y Ellette la princesa de los feericos de lu (hadas de luz) que junto con un grupo de héroes busca derrotarlo, pero como saben, las cosas se complican bastante por la relación que existe entre ellos y por la fijación que tiene Kra Derteh por ella. Chan! Así, este relato trata sobr eun encuentro de ellos *w*.
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Gealach:
Realmente no estoy seguro de porqué las cosas son así, pero no hay nada que hacer… son así y ya, y quizás se puedan cambiar, pero eso no quita el hecho de que ahora, en estos momentos mi verdad sea que me daba igual la libertad. Ni siquiera podía pensar en ella, no podía pensar en nada ahora mismo… en nada que no fuera Ellette, y me molestaba al mismo tiempo que encantaba. Ese poder que puede ejercer sobre ti algo tan estúpido, esa creación que se da sin que seas siquiera consciente del todo de ello.
El amor no existe, no es algo que puedas ir a buscar un lugar y llevártelo, no es una búsqueda, es pura creación… En el fondo siempre había tenido la razón en algo: no es real, no al menos mientras no te transformes en el artista que comienza ingenuamente a darle forma, pensando que será una obra maravillosa y no el mounstro que en realidad nace. Un mounstro que se lleva todo de ti, reemplazando tus pensamientos coherentes por tonterías, las seguridades por inseguridades, tu concepción sincera del mundo por una idealización que solo existe en tu cabeza.
El amor es mentira, pero para mí hoy era una verdad. La única.
Ellete representaba todo esto y mi propia caída, aun cuando el culpable fuera yo mismo. Era la prueba de mi debilidad, de mi ingenuidad, de que no era el malvado perfecto que esperaban, de que no era quizás quien yo mismo creía ser.
—No entiendo por qué haces todo esto si no me amas – Rompió el silencio que se había formado entre nosotros el hada. Estábamos en el bosque de Gealach, el lugar donde la luna era eterna, nunca había sol… no había fuego y tampoco otoño, era una mezcla de primavera e invierno perpetua donde las flores de tonos fríos nunca morían como si la misma luna los transformara en inmortales. Un paraje que de alguna manera desde el principio me recordó a Ellette, ella siempre sería la estrella y acá parecía un elemento más, otra decoración, un familiar del astro que ahora nos iluminaba tenuemente, abrazando las facciones del hada, aumentando la magia que transmitía con su presencia.
—Por la libertad – Contesté sin siquiera inmutarme. Sabía que estaba enfadada conmigo y así era mejor, no quería su amor, prefería su odio, su rabia, su venganza. No me importaba hacerle daño, porque sabía que con cada uno de estos golpes más la alejaba de mí y así también asesinaba junto a los idiotas de sus amigos, mis propias ilusiones y las de ella. No tenía oportunidades, y ambos debíamos acabar de entenderlo.
Un silencio incómodo volvió a invadirnos… Ninguno de los dos tenía nada qué decir, ya nos habíamos dicho lo que correspondía. Quizás no todo lo que pasaba por nuestra mente, pero eso nunca lo hacemos, siempre hay resquemores, siempre había cobardía. A veces pienso que mi propia cobardía alimentaba la de Ellete, rompiendo sus esperanzas con el peor de sus enemigos.
—Te asesinaré y así salvaré al mundo– Las palabras de Ellete, aun cuando fueron dichas con voz trémula y suavemente, parecieron gritos en medio del bosque, todo era tan calmo que cualquier cambio parecía romperlo. Aún así, me dio la impresión de que los gritos reflejaban más fielmente lo que pasaba dentro del hada, ella no quería sonar débil, quería imponerse. Vengarse.
Me quedé mirándola fijamente luego de que hablara, sus ojos de un azul profundo se veían cristalinos; quería llorar, pero contenía las lágrimas.
—Ya lo has dicho muchas veces, de todas formas, si me asesinas que no sea en este lugar.
—¿Por qué no? ¿Tienes miedo de que me aproveche de ti ahora y lo haga?— Habló mordaz.
—No es artístico, romperías la magia del lugar derramando mi sangre; imagínate el desastre que quedaría. El rojo no pega con este bosque.
— Entonces deberías irte o quitarte esa ropa hortera que siempre llevas… partiendo por la capa – Dijo molesta, totalmente indignada de que cambiara de tema de esta manera, aunque podría asegurar que por otra parte agradecía el dejar de hablar de la muerte.
— Esto es estilo, me ofende que no lo sepas apreciar
—Un estilo que desentona completamente con el lugar – Se había acercado a mí y posado sus manos sobre mis hombros para poder desatar la capa que ahora llevaba puesta. Sus dedos delgados e inmaculados trabajaban en el nudo que yo mismo había creado, mientras su rostro comenzaba a ponerse ceñudo al ver que era más difícil de lo que creía. – Eres un artista hasta para esto ¿Eh Dereth? – Bufó molesta antes de terminar simplemente aflojando el lazo para poder sacar la capa por encima de mi cabeza. – Pero yo también tengo mis trucos – Sonreí, era increíble el ver como cambiábamos de tema y ella al mismo tiempo de actitud. Me sentí estúpido por ser yo mismo quien dejaba de pensar nuevamente en lo que era realmente importante para concentrarme solo en los movimientos del hada, quien ahora con la capa en mano intentaba hacerla funcionar y marcharse.
—¿Cómo debo interpretar el que ahora tú lleves la capa puesta?
—A mí no me importa desentonar – Respondió sacándola de sus hombros para dejarla caer en el césped. – Pero es tu capa y no quiero desentonar de esa forma.
—No la pudiste hacer funcionar y eso te cabrea ¿No?— El color subió a sus mejillas, aun cuando intentaba permanecer altiva.
—No es cierto, solo decidí que el lugar era perfecto tal cual, así que deberías estar quitándote también los pantalones y la camisa.
—Son negros y blanca…
—Pero tienen franjas rojas – Me detuvo, volviendo hasta la sombra del árbol en la que me había sentado. Al llegar se puso de rodillas frente a mí, esta vez desabotonando la camisa que llevaba ese día.
—¿Qué haces Ellette? – Había tomado sus manos evitando que siguiera a lo suyo. Ella en vez de responder intento continuar con su labor como si no me hubiera oído — ¿Quieres humillarme ya que no es artístico asesinarme? – Recién con estas palabras levanto la vista de mi pecho para ser ella esta vez quien me mirara a los ojos, meditando lo siguiente a decir.
—Quiero violarte, pero eso no es ni artístico ni está bien – Desvió nuevamente la mirada y le daba puntos porque me sorprendió su respuesta. Yo podía decirle lo mismo, que quería amarla, pero no estaba bien, no para mí.
—Este no es el campo de idriles… — Empecé a hablar, sin entender del todo por qué le hablaba de esto y no terminaba de romper la distancia que nos separaba y hacerla mía acá, más allá de la libertad, más allá de todo – Aunque supongo que se parece, está repleto de flores blancas.
—Las idriles son más que una simple flor, estoy segura que ni siquiera este lugar se compara al campo de idriles real, si es que existe.
—Existe, definitivamente y si no me asesinas antes irremediablemente llegaremos a él y no tendrás escapatoria. Vas a tener que cumplir tu promesa.
—¿Por qué esperar al campo de idriles? – Volvió a hablar luego de que unos segundos de silencio se apoderaran de nosotros, haciendo que la calma completamente arrebatada por nosotros volviera al lugar. Sus manos ahora libres habían dejado mi pecho de lado para subir hasta mi rostro marcando mis facciones delicadamente, como si fuera una escultura a la que le estaba haciendo los últimos retoques. —¿No sería más fácil para ti simplemente acabar con esto ahora?
—La primera vez que nos vimos te advertí, te dije que cuando entras a mi juego no puedes salir – No iba a decirle que en realidad era solo una excusa para estar más tiempo cerca, para que no acabara tan pronto a pesar de ser una tontería, de que el campo de idriles era mi última excusa para permanecer a su lado.
—Podríamos fingir que acá está lleno de Idriles – Estaba a punto de destruir el espacio que nos apartaba, su cuerpo estaba prácticamente sobre el mío mientras que su rostro a escasos centímetros.— ¿No sería más fácil así?
—¿Te gustan las cosas fáciles?— Su expresión hasta el momento más bien calma, se crispó ante mis palabras… yo también me sentía frustrado por mi propia actitud, una parte de mí me gritaba que era un tarado, mientras la otra me reconfortaba diciendo que estaba haciendo bien.
—En realidad no, no sé qué intentaba hacer… — Se retractó alejándose nuevamente. No quería que lo hiciera, y esta vez incluso esa parte racional que me quedaba estuvo de acuerdo en que no tenía que irse, que era mía y que el que se separara estaba mal. Eso era lo que estaba realmente mal, no el amarla o pensar que debía estar siempre junto a mí. Con todo esto, no dejé que se escapara, tomando su cintura y acercándola más a mí. — ¿No era que no te gustaban las cosas fáciles?
—Tú no eres fácil en ningún caso, todo lo contrario… eres absolutamente complicada.
—¿Cómo debo tomar eso? ¿Es un insulto o me estás adulando? – Cuestionó con voz un poco temblorosa, en el fondo, y a pesar de todo el tiempo que nos conocíamos y todos los encuentros vividos aún se volvía así cuando la tenía junto a mí, una mezcla de nerviosismo y morbo, de lo que está bien y lo que no.
—Tómalo como lo que es – Aclaré antes de acercar sus labios a los míos y besarla suavemente, contrario a como estábamos siempre, como si su boca fuera el lienzo en el que mis labios pintarían la mayor de las obras; con firmeza para terminar de marcar los trazos…; con pasión para que recordara su calor; con delicadeza para terminar de marcar los últimos detalles; con amor, porque simplemente la amaba a pesar de que no se lo dijera y ni yo mismo me lo reconociera. Nos detuvimos un momento, pensé que quizás se escaparía, y esta vez de verdad, pero en vez de eso fue ella quien retomó el contacto. Sonreí para mis adentros mientras dejaba el pequeño proyecto de antes para transformarlo en uno mucho mayor, donde nuestro fondo era el bosque iluminado por la luna y nosotros mismos los protagonistas, donde nuestras caricias, besos, abrazos se dibujaban a lo largo del tapiz que ahora era el tiempo.
—Me cuesta creer tus palabras… — La voz de Ellette se oía agitada, mientras una de sus manos se deslizaba hasta llegar a la mía. Sabía lo que quería hacer, ya lo había logrado la primera vez que nos habíamos visto… quería leerme el corazón.
—No indagues donde sabes no vas a encontrar lo que buscas… — Di como toda respuesta apartando su mano de la mía y levantándome de la hierba en la que habíamos estado todo este rato. Había anochecido hace rato, pero en este lugar donde las horas del día no están marcadas era imposible tomar consciencia de ello – Tus amigos te deben estar buscando – Ella me había imitado, ahora estaba parada y el vestido reacomodado.
—Estás matándote Dereth…
— Vamos – Y dicho esto, nos envolví en la capa que hasta el momento había quedado rezagada en el suelo. Nos marchamos y el lugar volvió a estar en paz, pero también perdió en parte su magia… al menos para mí.
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Y fin de esta historia, probablemente subiré alguna otra de ellos dos que como ven son super reveladoras Chan Chan! XD Pues gracias por leer y nos estamos viendo ;).
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