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La luz del farol parpadeó como si se tratase de un de tal presagio funesto, aunque habría sido demasiado sutil como para que las la advertencia fuera captada por Wooyoung, quien caminaba con tranquilidad campante, sus pasos irrumpiendo el silencio de las calles con la incoherente melodía de sus silbidos combinados con sus pasos.
Se sentía muy relajado y animado, los últimos meses han sido los mejores de su vida, como si le hubieran chupado sus bolas después de que Soobin fuera expulsado del equipo, algo que ha estado esperando desde hacía años atrás, desde que le quitaron su título de capitán para dárselo a Soobin.
Es un alivio mayor, ya que Soobin no es capaz de manejar el equipo como él lo hace. Aún no tienen victorias como cuando aún estaba, pero pronto podrá traerlos de vuelta.
Ahora, estaba en las calles como si nada, en busca de pasar la noche con alguna prostituta o dos. Le gustaría encontrarse con Choi algún día, así podría decirle como estaba el coño de una de sus colegas, o las colegas nuevas de su madre; nadie podría hacer olvidar de lo que sabe de su pasado.
Se adentró a un callejón, el cual sabe que se paraban algunas de esas bellezas, aunque son un poco caras en verdad.
Dio unos pasos, ignorando que el poste había vuelto a parpadear, pero pronto se sintió observado, lo cual hizo que se tuviera que dar la vuelta, así se dio cuenta de la nueva presencia en las calles nocturnas.
Era un hombre, parecía llevar un saco, unos pantalones de tela satinada y también parecía llevar una camiseta femenina. Era demasiado alto y llevaba su cabello negro bien cuidado, pero no podía distinguir bien su rostro, llevaba un maquillaje extraño maquillaje de base blanca, labiales rojos y una sombra negra que abarcaban sus ojos y nariz. No podía distinguir nada más, era lúgubre y su presencia casi le sacaba un grito del susto.
Suspiró y luego se dio la vuelta, aún con la idea de ir con sus amadas "amigas". pero los pasos detrás suyo causaron que se detuviera.
¿Acaso el hombre lo estaba siguiendo?
Su ceño se frunció ante la idea y se volteó nuevamente, a punto de gritarle al lunático que estaba a unos pasos, pero pronto su molestia e intenciones de gritarle se volvieron en un jadeo, viendo que el hombre estaba más que detrás de él. Era una clara demostración que incluso teniendo maquillaje como una geisha y ropas tan extrañas que ni siquiera combinan no eran capaces de inhibir la intimidación, más bien parecía potenciarlo.
— ¡¿Qué demonios?! —Wooyoung se alarmó cuando el hombre sacó una navaja, y antes de que pudiera salir corriendo, el tipo lo agarró de su abrigo para luego sentir cómo el filo de esta atravesaba no solo su gruesa ropa, sino que también su piel — ¡Mierda!
El tipo jaló al deportista y lo arrojó al suelo, comenzando a patearlo con tal de empeorar la herida que le provocó y dejara caer la sangre como un río y acentuando sus lesiones internas.
Wooyoung sollozó y chilló como un cerdo en el matadero, el hombre era implacable con sus golpes que posteriormente se unieron más puñaladas, tanto en su estómago como abdomen.
Lo que se supone que era una noche de vicios y mujeres acabó siendo un brutal intento de asesinato, siendo encontrado por un vagabundo cuando estaba entre la vida y la muerte. Una fatídica noche de luna nueva que tenía a la policía preocupada por el jugador de hockey, tal vez tenía a otra persona muriendo sin chance de sobrevivir y ser encontrado.
Sin embargo, al día siguiente amaneció igual para Soobin, quien seguía su rutina como toda persona en el mundo, hasta que fue interrumpida por Jongin. Ese hombre estaba tan alterado, era como si hubiera visto el fantasma de Yoo Jimin o Kang Yeosang.
— ¡Fuiste tú! ¡Tú lo atacaste!
Soobin carraspeó, dejando su periódico de lado y acomodándose en el sofá, desviando la mirada con desprecio. Si hay algo que detestaba era ser interrumpido en sus días libres, en especial cuando es un Domingo.
—Lo dudo mucho —explicó con su voz rasposa —. No tengo idea de lo que hablas, y te sugiero que cambies un poco tu tono, Minju está en el...
— ¡Intentaste matar a Wooyoung!
Jongin pudo ver en tiempo real cómo la expresión de molestia en el rostro de Soobin pasa a ser una de completo y agrio disgusto, frunciendo el ceño y abrumador.
—No fui yo.
El mayor dejó ir una carcajada, pero era obvio que no había un atisbo de gracia en la situación para ninguno de los dos. Jongin llevó sus manos a sus caderas, notablemente alterado.
— ¿Ah, no? ¿Entonces quién demonios fue? —Soobin rodó los ojos, sin soportar la queja del hombre — Veamos. Hombre alto de cabello negro, usaba ropas extravagantes y estaba maquillado como una geisha, ¿nada de eso te suena?
—No, para nada. Tuve roces serios con Wooyoung, pero no es una amenaza para mí, solo es un idiota que no me da razones para matarlo —contestó el patinador, con un tono despreocupado mientras se levantaba de su lugar—. Además, ayer estuve aquí, con Minju. Y tampoco me hago una idea de quién pudo haberlo hecho.
—¿Ah, sí? —Soobin se encaminó a la cocina, luego tomó del frutero una manzana — Si voy y le pregunto a ella, ¿me dirá todo? Porque ayer vine y no estaba tu auto en su lugar habitual.
Soobin trató de dar una mordida a su manzana, lucía un tanto anonadado como para hacerlo. Bueno, era la primera vez en tanto tiempo que una de sus coartadas era destruida con algo tan inesperado o insignificante como la presencia de su auto en el estacionamiento.
Tal vez debería ser más cuidadoso en el proceso, ha estado muy despreocupado del detalle y sus detalles.
—Ya veo. Pero sigue sin ser algo que pueda relacionarse con el ataque a Wooyoung —dijo Soobin con renovada tranquilidad —. Ni siquiera sé dónde pasó, o a qué hora.
—Soobin, dónde estuviste anoche —cuestionó Jongin, sintiéndose cada vez más nervioso y temeroso. ¿Qué pasa si Soobin se estaba volviendo loco?
—No tienes por qué saberlo. Y ya te lo dije, no ataqué a Wooyoung.
—Soobin, te juro por Dios que si fuiste tú...
— ¿Qué? —Soobin espetó de inmediato al ver que Jongin trató de volverse intimidante, o cuanto menos quería amenazar — ¿Acaso vas a denunciarme si fuera yo?
El hombre se mantuvo en silencio, lo cual sacó una risa de mofa por parte de Soobin, quien finalmente dio una mordida a su manzana, el dulce sabor intensificado con el dulzor del poder.
—Hazlo —el jugador de hockey se mantuvo en silencio, dejando que Soobin pudiera continuar —. Ve y diles que ataqué a Wooyoung. Pero, primero tendrás que despedirte de Jen y tus hijas, porque pronto estarás yendo a prisión por colaborar en las muertes de Yeosang y Jimin.
Jongin comprendió en ese mismo instante, así que solo agachó la cabeza mientras Soobin disfrutaba su manzana verde, demostrando haber cedido a la idea.
—Sé de algo. Wooyoung le debía dinero a un tipo con mucho poder. Ese tipo es muy irritable cuando no le pagan dinero —explicó Soobin con un tono aún muy despreocupado, viendo que una de sus mordidas logró sacar las semillas de la fruta —. Ese dinero lo usó para pagar el acuerdo con su ex-esposa. Ya has de saber el tema de su divorcio porque su esposa lo encontró encamado con un travesti.
Bueno, eso era bastante más sólido que un ataque gratuito por parte de Choi, aunque seguía siendo una posibilidad para él.
—Podrá ser que los travestis están locos, pero odiarían meterse con casados.
— ¿Qué? —el mayor trató de procesar las palabras de Soobin.
—Te estoy diciendo que el travesti pudo haber atacado a Wooyoung por haberlo usado como amante y engañar a su mujer . Santos cielos, ¿eres sordo que debo explicarte todo así?
Entonces Jongin suspiró, viendo la situación, el ataque a Wooyoung podía ser una extraña venganza por alguien que fue usado para dañar a una esposa devota. Maldita sea, si él se entera de algo así también habría cometido habría cometido una idiotez de esa magnitud.
Aún así, tomaba las palabras con pinzas, sigue recordando con escalofríos las veces en las que Wooyoung fue agredido con crueldad por quien fue el capitán del equipo, más sabiendo que con los impulsos suficientes. Soobin es capaz de superar los límites con creces.
Se marchó, admitiendo la derrota por el momento. Sin embargo, dejó a Soobin con la duda.
¿Por qué estaría tan preocupado?
Se quiera o no, Wooyoung es alguien reemplazable, tanto en el equipo como de forma personal, es un cretino mimado que solo podría interesarle verse lindo y jamás ser el segundo lugar, aunque sea un cero a la izquierda. ¿Por qué esto había crispado las plumas de Jongin si esto es una estupidez? Es una venganza sobria y sin sabor, la rabia de alguien en contra de una persona tan intolerable como Jung Wooyoung.
Entrecerró sus ojos, pensando en las posibles razones. ¿Es porque mató a Yeosang? ¿Por qué acusó a Yewon por la muerte de Jimin?
No. Ya sabía.
Su sonrisa se hizo ver mientras tiraba el corazón de la manzana a la basura. Jongin tenía miedo de ser relacionado con la muerte de Jimin.
—Interesante. Ahora todo cobra sentido —habló para sí con una sonrisa burlona y sus dedos en su barbilla. Había descubierto el punto más vulnerable de Kim Jongin, el tipo más tibio en esta situación. Bueno, el idiota pudo haberse librado de todo esto si hubiera pensado un poco más a futuro, o bien, con la cabeza fría.
Al menos Yeosang tenía una razón para estar envuelto. Es normal pensar que Jongin fue el involucrado más extremista, el más callado, El peor de los tres.
Soobin no la abusó, pero fue su verdugo. Yeosang la ambicionó como un trofeo y la destrozó tanto de forma física como emocional, aunque luego se arrepintió. Jongin solo se unió de a gratis, tuvo un coño para destruir a su antojo mientras esperaba para casarse con Jennie, solo para que nadie supiera que era un perro infiel terminó por lanzarse con las cadenas y bloques al fondo del abismo, así convirtiéndose en el más servicial de sus cómplices.
Aunque bajo su punto de vista no parecía preocuparse tanto por perder a su esposa y sus hijas, más bien, parecía importarle no perder su estatus como el tipo bueno del equipo, un hombre relajado, amable y casi paternal con sus fanáticas o amigables. Es irónico pensar que mientras Yeosang y él tuvieron sus razones, Jongin actuó por que quiso y le fue posible.
Parece que ya tenía un as bajo la manga.
— Supongo que vienen a decirme que ya encontraron al lunático que casi mata a mi querido hijo.
El oficial suspiró, confundido por ver que a pesar de que el deportista estuvo en un estado de coma por el violento ataque, se dedicaba a comer de la comida que su madre le daba, como si fuera un niño de dos años siendo alimentado por sus padres.
—Me temo que no vinimos por eso —explicó el señor Huening —. Vinimos a tomar la declaración de su hijo. Y en lo posible, si es que nos pueden dar una descripción detallada del presunto agresor.
Wooyoung dejó de comer, luego miró al oficial Huening, su semblante cambió un poco al escucharlo.
—Fue Choi Soobin.
El oficial miró a su compañero, dudoso de las palabras de Jung Wooyoung.
— ¿Al menos nos podría dar detalles de cómo lucía?
—Cabello negro, piel blanca y muy alto —continuó el hombre — ¡Se los dije, es Soobin!
— ¿Y sus rasgos faciales? —preguntó el oficial Huening mientras estaba anotando las cosas que dijo Wooyoung, incrédulo de que en realidad fuera Soobin quien hubiera realizado el ataque, aún podía recordar la forma en la que recibió amenazas a pesar de no haber estado muy involucrado en el caso de Yoo Jimin.
—Ugh, ya les dije. A veces es un payaso cuando quiere. Esa vez llevaba un saco negro y unos pantalones raros de satén. también llevaba ese maquillaje raro de payaso o geisha, no sé.
Anotó los últimos detalles que Wooyoung mencionó, aún sin sentirse convencido.
Más tarde, Huening se encontraba buscando por el lugar donde Soobin residía, ya que tenía la orden de llevarlo a la estación de policía y tomar sus declaraciones, y en el peor de los casos, tomarlo detenido.
A pesar de que no estaba muy seguro de proceder, estaba muy claro de que tal vez fue una jugada por parte de Yewon. Se acercaba la primera audiencia por el caso de Yoo Jimin, ahora con ella imputada por haber sido la autora intelectual. Puede ser igual que Wooyoung se haya equivocado; la policía tenía la imagen de Soobin como un hombre de bien y muy colaborativo, muy tranquilo y cordial.
Al llegar al complejo departamental, subieron al doceavo piso del tercer edificio, en la cuarta puerta para increpar a Choi Soobin.
La puerta fue golpeada y se dio aviso de que era la policía, pero para sorpresa de los oficiales, Minju fue quien abrió la puerta.
—Oficial...
—Buenas tardes, señora. Soy el oficial Huening y mi compañero, él es mi compañero, oficial Hwang —se presentó, viendo a Minju asentir con lentitud y un poco de nerviosismo —. Vinimos porque necesitamos hablar con su esposo, el señor Choi Soobin.
—Oh, me temo que Soobin no se encuentra en estos momentos —La mujer sonrió, más relajada y algo apenada —. Creo que se encuentra en la pista de hielo en Gangnam, está practicando con Roh Jeong-eui ya que pronto tienen un evento. Pero puedo llamarlo.
Los oficiales se miraron, dudando por unos segundos-
—Bueno, creo que podemos esperar a que llegue —contestó el oficial Hwang, entonces Minju los hizo pasar y luego fue al teléfono del departamento y llamó a Soobin, aún estando bajo la vista de los oficiales.
—Hola, Jagi —La mujer sonrió por inercia cuando escuchó la voz de su marido, incluso olvidando por un momento que los oficiales estaban sentados en el sofá —. Cariño, sé que estás ocupado, pero la policía está aquí. y necesitan hablar contigo.
Hubo un silencio por unos segundos, entonces Minju tapó el teléfono y se volteó a los oficiales.
—Disculpen, ¿esto es por el caso de Yewon?
—No —respondió Huening —. Necesitamos tomar declaraciones por el ataque hacia Jung Wooyoung.
—Ah ya veo. Gracias —Minju volvió a la llamada y le dio sus expectaciones a Soobin, lo cual hizo que pronto recibiera indicaciones de que hiciera a los oficiales y lo esperen, él llegaría pronto al departamento.
Casi una hora después, Soobin había llegado al departamento, luciendo un poco cansado. Al llegar saludó a su esposa con un beso en la frente, con preguntas sobre su estado y por el embarazo a pesar de haberse visto en la mañana, luego se dirigió a los policías y los saludó con una reverencia.
—Señor Choi, debe venir con nosotros —explicó el oficial Hwang, entonces Soobin abrazó a Minju por los hombros, como si quisiera usar la imagen vulnerable de su mujer a su favor.
—Comprendo, solo pido que sea rápido. Minju ya ha quedado mucho tiempo sola, me preocupa que pueda pasarle algo y no estar ahí para atenderla.
—No se preocupe, será corto —aseguró el oficial Huening y luego de unos minutos se llevaron a Soobin, sin esposar ni con fuerza para someterlo.
Fue muy distinto a como Yewon fue arrestada. Su hogar fue allanado y con un poco más de fuerza se la habrían llevado arrastrada como si fuera una muñeca de trapo hacia la patrulla, con las esposas apresando sus muñecas y sin derecho a cubrir su rostro ya que habían un montón de fotógrafos, periodistas y paparazis. Por supuesto, ella después lo quiso denunciar como abuso policial. Un momento glorioso de atestiguar por cadena nacional.
Cuando llegaron a la estación policial, Soobin fue guiado y saludado por algunos sargentos y oficiales durante el camino hacia la sala de interrogaciones. Al llegar, Soobin tomó asiento y terminó quedando solo con el oficial Huening.
—Me enteré hace unos días. A este punto creí que Wooyoung había resuelto este problema en silencio —comentó Soobin sin mayor preocupación, o de hacer su petición de llamar al abogado Kim para recibir consejo legal o saber hasta donde soltar su lengua —. Sin embargo, puedo pensar que si vinieron a buscarme es porque Wooyoung me ha mencionado. O acusado.
El oficial guardó silencio mientras abría la carpeta del caso y una libreta para anotar lo que sea que Soobin diga.
— ¿Está seguro de que no quiere llamar a su abogado?
—Se supone que solo son declaraciones, oficial. No voy a mentir ni a ponerme nervioso, no tengo razones para eso —contestó el patinador, apoyando su espalda en el respaldar y mostrar una postura relajada, luego lo pensó un poco y decidió hablar —. Déjeme adivinar: Wooyoung dijo que fui yo.
Soobin observó con sutileza la reacción del oficial, quien solo se limitó a guardar silencio, al menos hasta que levantó la mirada hacia el patinador.
—Jung Wooyoung lo ha situado en el lugar de los hechos.
Soobin sacó una carcajada, luego se volvió a acomodar.
—Eso es imposible —explicó Soobin, con una sonrisa torcida por la molestia —. No he visto a Wooyoung desde que fui expulsado del equipo. Aunque es cierto que esa noche no estuve en casa, tampoco fui para perseguir a un hombre con el cual no tengo conflicto ni contacto por meses.
— ¿Y dónde estuvo?
Soobin se quedó callado por unos segundos, algo dubitativo.
—Pasé la noche en el departamento de Choi Yeonjun —contestó, dejando que el oficial escribiera sus palabras —. Esa noche me llamó, estaba bebiendo y se notaba que estaba en angustia y soledad, así que fui para cuidarlo.
Soobin había dudado si darle la verdad al oficial, creía que Yeonjun estaría con una fuerte resaca. El pobre ha estado bebiendo hasta perder la consciencia y, por supuesto, estaba muy vulnerable mentalmente y no lo creía capaz de contestar una interrogación sin terminar destruido.
—Entiendo —el oficial terminó de anotar y miró a Soobin —. Agradecemos que usted, a pesar de la molestia, haya sido tan colaborativo con nosotros para enfrentar esta investigación.
—No, creo que yo debo agradecerles. Estoy seguro de que si no detienen al...
Un oficial irrumpió en la habitación, luciendo apurado y algo alarmado.
—Huening, Wooyoung fue atacado por segunda vez.
Huening se levantó de su asiento, sorprendido por haber recibido una noticia así, en cambio Soobin solo pudo alzar una ceja en confusión y el bicho de la curiosidad lo picó.
¿Otro ataque? La persona que lo hizo sí que tenía un interés en acabar con la inepta existencia de Wooyoung, lo cual dejaría libres de sospecha tanto a Soobin como al travesti. Al parecer estaría dejando a Jinyoung como el principal sospechoso, pero claro, no es algo que se le pasaría por la cabeza a la policía. Sin embargo, creyó que la deuda con Jinyoung no era tan alta como para que tenga que morir por no pagar, y habría sido llamado para hacer el trabajo.
Pronto Soobin se estaba levantando de su asiento. Aún su mente está corriendo con las posibilidades de quién pudiera ser el culpable de estos dos ataques. ¿Qué estaba pasando por alto? Tal vez era hora de indagar un poco en el tema, a pesar de que no le interesa mucho.
Sacudió la cabeza antes de salir, ya que pensó que lo mejor era ignorar el problema, no suponía un riesgo para él ni un tema de su real interés. Era momento de dar un paso al lado, y con mucha suerte conseguir que Minju le diga su antojo de la tarde.
Pudo notar la actitud de la mujer. A pesar de mostrarse más receptiva a sus cuidados, se pone en una posición de duda.
—Señor Choi —el patinador fijó su mirada en el oficial Huening, quien puso una mano en su hombro, teniendo una expresión de vergüenza, Soobin pudo darse cuenta de que el policía había perdido total objetividad con él —. Lamento que lo hiciéramos perder su tiempo en esto.
Miró al hombre con indiferencia, una reacción muy distinta a lo que se esperaría de una persona en su lugar.
—Entiendo que solo están haciendo su trabajo, y que evitando que asesinen a Wooyoung —el oficial asintió, y sin más se retiró del lugar. Al salir, su celular se hizo oír, entonces lo tomó y contestó, sonriendo cuando escuchó la voz de Jinyoung.
—Ya está estable —la madre de Wooyoung sollozó mientras escuchaba esas palabras de la enfermera y la vio retirarse, sin brindarle algún otro consuelo.
Su querido bebé, su amado Wooyoung estaba en estado vegetal, paralizado luego de que fuera atacado una tercera vez, ella creía que era un ataque biológico en contra de su querido bebito.
¿Cómo es que un hospital pudo ser tan inoperante como para dejar que su hijo fuera atacado y termine incapaz de volver a jugar en el hielo? Fueron tan crueles porque arruinaron los sueños y el futuro de su bebé en el hockey sobre hielo.
—Ah, señora Kang —la mujer se volteó a la entrada del cuarto, viendo a Soobin ingresar. El hombre llevaba un ramo de claveles amarillos y crisantemos, entonces se reverenció ante la viuda.
—Soobin... Dios, cuántos años —el hombre se acercó a la señora y le entregó el ramo, quien le sonrió por unos segundos antes de voltear y mirar a Wooyoung, quien abrió los ojos al escuchar sus voces, así pudo ver a Soobin bien compuesto, tan estoico y poderoso con tan solo una mirada, alguien que para nada podría pasar desapercibido que la ira se había incendiado en su pecho.
—Vine en cuanto lo supe —comentó Soobin y tomó asiento al lado de la señora, pretendiendo estar preocupado y triste, aunque no duró mucho cuando el fuerte aroma de almendras inundó sus fosas nasales, causando una escalofriante molestia.
—Un ataque biológico. ¿Puedes creer que los doctores fueron tan idiotas que dejaron que le metieran un virus así? —Soobin frunció el ceño ante esas palabras, en especial al ver que la mujer hablaba con tanta certeza de que le metieron un virus a Wooyoung... Claro, hace mucho sentido.
Ya recordó porque le incomodaba visitar a Wooyoung con su madre presente.
— ¿De casualidad Wooyoung...?
— ¡Mi hijito, solo estaba comiendo sus almendras y luego se descompensó!
Mientras Soobin veía a la viuda romper en llanto y lo abrazaba en su brazo, restregando tan incómodamente sus prominentes pechos, le entregó un pañuelo para que pudiera secar las lágrimas para que se separara y pudiera levantarse. Cuando se libró de ella pudo encaminarse al basurero y se asomó para observar lo que este contenía. Sin embargo, no pudo verlo con mayor profundidad, si tuviera guantes podría encontrar algo de su interés.
Guardó silencio mientras veía cómo la viuda se lanzaba para llorar encima de su hijo, luego se encaminó para salir del cuarto y se encaminó al mesón de las enfermeras, en donde estaba una de ellas, haciendo su trabajo administrativo.
— ¿Necesita algo? —preguntó la enfermera, sin quitar su mirada de la pantalla ni parar de escribir en el teclado por un solo segundo.
—Necesito un par de guantes —la mujer se detuvo de golpe y lo miró de inmediato, se podía ver la confusión en el rostro de ella —. O podría pedirle al conserje que no toque la habitación de Jung Wooyoung hasta que llegue la policía. Digamos que tiene evidencia importante para darle el alta a ese imbécil y librarte tanto de él como su madre. Me dijo que le gustaría tenerte de nuera.
La enfermera guardó silencio, con la mirada fija en Soobin, luego de que sus manos se alejaran del teclado para llegar al teléfono y marcar un número. Alzó las cejas, viendo lo fácil que fue hacer a una enfermera que hiciera lo que dijera sin rechistar. Aunque bueno, creer que una mujer como la señora Kang quiere tenerla como su nuera es razón suficiente para vender su alma al demonio con tal de que ni ella ni su hijo pasen un segundo más compartiendo oxígeno con ella.
—Habla la enfermera Kim, se encontró material que no puede ser desechado en la habitación treinta y cuatro del piso tres. La policía está envuelta, así que la habitación no puede ser limpiada hasta que lo autoricen.
Soobin alzó una ceja, viendo cómo la mujer colgaba la corta llamada y suspiraba, haciendo que Soobin sonriera con sutileza, aunque no pasó desapercibido por ella.
—Muchas gracias, linda —le guiñó el ojo a la mujer y se retiró para acercarse al cuarto donde Wooyoung estaba, aunque se detuvo en medio camino. Un niño había chocado con él.
El niño alzó su cabeza para poder mirarlo y retrocedió algo intimidado. El patinador suavizó su expresión, luego se agachó para estar a la altura del niño.
—Hey, tranquilo —Soobin le extendió una mano al niño, como signo de que no buscaba atemorizarlo —. No voy a hacerte daño. Es más, soy como un... Ratón Pérez.
Le sonrió al niño con cierta gentileza, entonces tomó su billetera y de ella sacó un billete de diez mil wones y se lo extendió al niño.
—Con esto puedes comprarte todas las golosinas que quieras. Sólo evita las almendras, ¿sí?
El niño guardó silencio, pero pronto asintió y recibió el billete, aunque la duda seguía en el niño.
— ¿Por qué no puedo comer almendras?
—Bueno, hay unas almendras que son amargas, y estas tienen un gas. Un puñado de esas almendras te harán muy, muy mal. Pueden hacerte ir al cielo, o en el mejor de los casos quedar como ese señor —Soobin señaló el cuarto donde Wooyoung estaba internado, intubado y adherido a otros aparatos por haber quedado en parálisis. El niño miró la habitación, luego al hombre.
— ¿Debo guardar el dinero en secreto? —El patinador hizo un gesto pensativo.
—Depende, ¿tienes un marcador? —preguntó Soobin, viendo cómo el niño sacaba un marcador azul de su bolsillo.
—Mi papá es entrenador de fútbol, me gusta que me den autógrafos.
Aquél comentario le causó gracia, ya que vio el pequeño brillo en los ojos del niño, mostrando lo tanto que le emocionaba tener una regalía como los autógrafos. Tomó el marcador y le dio su autógrafo al niño, usando la camiseta del niño, el cual leyó lo que decía y presenciando cómo el niño lo miraba de vuelta con total asombro.
— ¡Es usted! —el pequeño no pudo contener su emoción y se lanzó para abrazar a Soobin. Fue una sensación tan.. Cálido.
Oh, vaya. Las cosas se pusieron interesantes.
Se quedó paralizado por unos segundos, luego correspondió al abrazo del niño. Era interesante, nunca creyó que el abrazo de un mocoso ajeno lo hiciera sentir tan cálido.
—Si tu madre pregunta por el dinero, muéstrale el autógrafo, ¿bien?
— ¡Sí! —Soobin dejó salir una risilla y le sacudió el cabello al pequeño, causando que también se ría, al menos hasta que lo vio correr hasta un hombre, presumiblemente era su padre. El patinador se puso de pie justo a tiempo para poder darse la vuelta y encontrarse con los oficiales.
—Vaya, nos volvemos a encontrar —Habló Soobin antes de reverenciarse ante el oficial Huening y el oficial Hwang — . Déjenme darle las noticias, y quién ha sido el atacante de Woooyung.
Los policías se miraron con cierta confusión, al menos hasta que el patinador señaló el cuarto, donde la silueta de la viuda, quien se estaba aferrando ahora al ramo que Soobin le dió un rato atrás, aún sollozando.
—Tiene una linda figura y unas buenas caderas, lástima que su inteligencia la llevó a tener a su hijo y a casi matarlo. Hace unos años fue la mujer más codiciada entre los jugadores del equipo —comentó Soobin antes de mirar a los oficiales —. Ella lo envenenó.
—Me temo que no puede ser así. La registramos antes de que pudiera entrar al cuarto desde que fue el segundo ataque.
—Déjenme decirles que Wooyoung es un inútil y muy débil, no tiene material para ser el líder de ningún tipo. Se la ha pasado más tiempo de su carrera en hospitales que en el hielo, y conozco las tácticas que Wooyoung usa para que mami mueva cielo, mar y tierra por él —comenzó a explicar mientras daba dos pasos en el sentido contrario al cuarto —. Supongo que ustedes han de saber que las semillas de manzana llevan cianuro.
—Pero en dosis muy pequeñas. Las semillas de una sola manzana no son suficientes para causar este daño —rebatió el oficial Hwang, sintiéndose más confundido que antes por lo que Soobin claramente insinuaba.
—Y se supone que lo mismo aplica para las almendras. La diferencia es que hubo dos errores tanto de madre como de hijo. Con veinte o cincuenta almendras obtienes envenenamiento por cianuro.
— ¿Tan pocas? —cuestionó el oficial Huening —. Pero, si las almendras son las favoritas de Wooyoung, no tiene sentido que se envenene. He comido más que esa cifra y sigo aquí.
—Porque nosotros, quienes compramos las almendras en lugares como tiendas de conveniencia o mercados terminamos comprando almendras dulces, las cuales nosotros podemos ingerir con tranquilidad —explicó Soobin, revisando sus uñas —. Wooyoung quería almendras y mami fue a conseguirlas, pero al no querer comprar algo tan "procesado" fue a una tienda naturista y habrá comprado almendras amargas, las cuales probablemente no estaban procesadas y luego llegaron a la barriguita de Wooyoung y, ¡Oh, no! Ahora somos un vegetal.
Los policías se mantuvieron en silencio, y sin volver a dirigirse a Soobin fue que ingresaron al cuarto del hospital. Ahí pudo observar cómo revisaban el basurero, encontrando una bolsa con algunas almendras amargas en la bolsa. Wooyoung comió dos veces la dosis mortal. Es un verdadero milagro que aún sobreviva.
Lo tomó como una señal de que debía retirarse, así que no esperó más y se fue del hospital.
Estaba algo decepcionado. Lo que creyó que algo tan interesante contenía una explicación demasiado burda y fue hasta penoso. Aunque no ha terminado de explicar lo que fue el ataque en el callejón, prueba que la inteligencia es heredada de la madre, y que así como es de bella la madre de Wooyoung, lo es de sonsa, lo único que pudo heredar de ella.
El imbécil ha comido tantas almendras estando en un estado de salud que a las finales cualquier tratamiento será una pérdida de suministros, el cianuro es tal que Wooyoung morirá de todas formas. Por lo que vio en la ficha médica, Wooyoung ha estado siendo tratado con morfina, en lugar de solución salina como era indicado. Su intervención es solo un latigazo por parte del maestro para que empiece a funcionar el circo.
En su defensa, la recompensa monetaria lo vale, y tal vez también lo haga por entretenerse un poco antes de que las cosas tomen más giros.
Jinyoung lo llamó tiempo después y le ofreció una jugosa recompensa por acabar con la vida de Wooyoung, quien sea que lo atacó en el callejón le hizo el trabajo mil veces más fácil, y la madre de Wooyoung terminó haciendo todo lo que restaba por él, solo tuvo que buscar una bolsa de almendras.
Aunque terminó siendo patético que alguien tan llamativo como si fuera un pavo real fuera a morir por su propia falta de inteligencia que la naturaleza seguro vio mejor no entregar. Unas puteras almendras.
Pasó una semana en la cual Soobin se mantuvo en calma y un poco en aburrimiento al ya no poder atormentar a Yewon. Su hermana seguía en prisión ya que le fue negada todo tipo de fianza o arresto domiciliario, el juez vio conveniente que esperen la llegada del juicio y revisen los antecedentes para ver qué tipo de sentencia ella recibirá.
Por otra parte, Wooyoung falleció hace unos días, su cuerpo fue incapaz de desintoxicarse del cianuro que se encontraba en las almendras. El caso se terminó desestimando, ya que a nadie en realidad le importaba, y debido a lo de las almendras, dudaron que el ataque en el callejón haya ocurrido tal y como lo dijo, además de que no hubo ningún otro ataque de este tipo a algún familiar de Wooyoung ni algún jugador del equipo de hockey ni algún otro deportista.
Y de todas formas se llevó el gusto de atormentar a Wooyoung antes de que muera. Puede que le haya tocado las narices cuando se burlaba de que su madre era una prostituta, pero no podía negar que acostarse con la madre de su "amigo" fue una buena venganza, y un buen polvo. Ver la ira en los ojos de Wooyoung cuando se lo comentó le hizo el día.
Aunque tal vez no era lo mejor pensar en otros cuando estaba ahí, tan tranquilo y acariciando el cabello de Yeonjun.
La noche anterior había recibido una llamada desde un bar, ahí le pidieron que fuera a buscar a Yeonjun, quien había armado un escándalo y terminó desmayado en la barra después de haber tomado incontables tragos de los más fuertes destilados. Por supuesto, Soobin fue al bar a pesar de que era medianoche, no solo pagó por todo lo que el patinador había bebido, sino que también lo llevó de vuelta a su departamento y se quedó el resto de la noche ahí con tal de cuidarlo y ser el hombro que necesitaba para llorar una vez volviera a tener consciencia. Así llegaron al punto en el que se encontraban, al día siguiente. Las aguas estaban más tranquilas para Yeonjun, su cabeza apoyada en el regazo de Soobin y durmiendo gracias a la paz que siente cada vez que está con su menor.
Solo necesitaba estar en silencio, unos simples minutos de silencio y a Soobin haciéndolo cualquier gesto, incluso si es uno pequeño, para que se sienta protegido. Su menor solo se hundía en estos momentos, disfrutando y dejando que estos alimenten sus fantasías, haciendo cada día más palpable que pueda conseguirlos y hacerlos una realidad.
Al menos es lo que corre en sus mentes hasta que se termina. Siempre se termina cuando Soobin tiene que irse.
Como ahora, porque el tono de llamada de Soobin se hace oír y termina despertando a Yeonjun, quien se levanta de su regazo y haciendo que suspiren en un atisbo de frustración. Tomó su celular y revisó el nombre, entonces frunció el ceño.
— ¿Es Minju? —preguntó el mayor, confundido por ver la expresión de Soobin. Usualmente cuando llega una llamada y lo interrumpen lleva una expresión un poco más estoica y enfadada, pero esta vez lucía bastante confundido.
—Es Jongin.
Yeonjun dejó salir un simple "oh", ya que no podía dar mucho una opinión de Jongin a parte de lo que Soobin le ha contado de él, con suerte y de que su esposa era amiga de Yewon hasta que fue el incendio.
El tono se detuvo, pero no pasó mucho antes de que volviera a hacerse oír, ahora sí haciendo que Yeonjun viera la habitual molestia de Soobin.
—Creo que deberías contestar, parece ser importante —alentó el joven, no queriendo que Soobin se preocupara, si acaso era por eso que no quería responder, aunque podía notar que estaba algo reticente a contestar.
El rostro de Soobin suavizó un poco sus expresiones, luego suspiró, como si se estuviera rindiendo.
—Vuelvo en un segundo, seguro que no es nada, ¿sí? —el joven le sonrió con calidez a su mayor y se fue al balcón del departamento, cerrando el gran ventanal y luego tomó su celular. Todo eso fue en el tiempo suficiente para que la melodía dejara de oírse, y Soobin solo esperó hasta que se escuchara por tercera vez, fue entonces cuando contestó la llamada — ¿Qué?
—Necesito que vengas al centro deportivo del equipo.
Soobin se quedó callado unos segundos, tratando de encontrar la lógica a tal pedido, o más bien orden.
él ya no forma parte del equipo de ninguna manera, literalmente lo expulsaron como un perro a la calle por la mala imagen que podría traer sus intentos de suicidio, lo cual terminó por sepultarlo en el lado del hockey sobre hielo, ¿por qué debería ir a ese lugar si no tiene ninguna relación al respecto?
Es decir, no es como si lo tuviera prohibido, el entrenador dejó en claro que podía ir en cualquier momento a verlos y lo recibirían con los brazos abiertos, y de hecho ha ido unas cuantas veces, cuando los otros jugadores no estaban presentes y no tenía a nadie como Minju y la prensa encima, no todos los días son para saber qué tan mal les ha ido desde que Wooyoung volvió a su lugar de poder y cómo su rendimiento ha sido afectado por perder a su llave para la victoria; hasta le recuerda cómo observaba a la gente como si fueran su propia granja de hormigas, todo para su entretenimiento.
— ¿Debe ser ahí?
—Solo ven.
Ante la insistencia de Jongin, no le quedó de otra que suspirar y mirar a Yeonjun a través del vidrio, sabiendo que pronto tendrá que volver a su vida cotidiana y probablemente deba esperar a que las emociones de su mayor lo atormenten y termine ebrio en sus piernas, llorando como un niño por haber perdido su objeto de apego.
—Si esto es una especie de trampa, ten por seguro que te delataré, y a diferencia de Yeosang, la muerte no va a ser tu salvación, te querrán vivo para sufrir con cada día que pase y te harán desear la muerte como remedio —amenazó Soobin antes de colgar la llamada e ingresar de nuevo a la sala de estar, viéndose frustrado —. Debo irme, Jongin me necesita.
—Oh, lo entiendo —el patinador le dio una gentil sonrisa, tratando de subirle el ánimo, lo cierto es que tampoco quería que Soobin se fuera.
Se despidieron y luego Soobin se retiró del departamento, preparando un arma antes de llegar para no verse comprometido si fuera una trampa. No confiaba en Jongin, necesitaba tenerlo bajo su poder o las cosas se podían ir en picada.
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