VI
—El abogado de mi padre me dijo algo extraño.
Yeonjun se mantuvo en silencio y con la mirada fija en su plato de la cena intacto, sin embargo, le dio la chance a Yewon de continuar su charla, no podía ser descortés con su propia pareja, de todas formas.
—Es sobre la herencia perdida de mi padre.
— ¿Ah, sí? —la castaña asintió, entonces Yeonjun desvió la mirada con desgano, escuchando otra vez una loca teoría de qué tal vez su padre le cedió la mitad exacta de sus bienes a alguien que tal vez consideraba como su hijo, o peor, que era un hijo y para prevenir algún desastre como el trágico deceso del matrimonio no ocurriera.
Había muchas razones por las cuales él no estaba interesado en saber aquello, puesto que la necesidad creciente en la joven sobre hablar de ese tema en específico había nacido particularmente porque había escuchado el reportaje que se hizo de Soobin estableciendo su testamento con un heredero anónimo.
No podía importarle menos lo que el Señor Bang o Soobin hicieran con su dinero, no eran sus finanzas y conocer a quiénes hayan sido los afortunados que recibirán esas grandes cantidades de dinero o incluso hasta propiedades. No tiene la menor idea.
Pero, Yewon no parecía entenderlo, o querer entender su postura. Se lo dejó en claro hace semanas, dónde él mismo le detuvo la charla y le comentó que no le interesaba en lo absoluto quién pudo haber recibido ese dinero, y que si su padre lo hizo, él habrá sabido por qué.
Por supuesto, aquello pareciera que entró por un oído de Yewon y salió por el otro, porque fue el único tema de conversación que la chica ha sabido mantener. Al menos cuando cuando él estaba cerca.
Entonces, las campanas hicieron lo suyo en su cabeza.
—Yewon... ¿Qué insinúas?
La pareja fijó su mirada en la del otro, ambos guardando silencio cuando eso ocurrió, hasta que ella sonrió.
—Yo no estoy insinuando nada, Yeon.
《Cobarde.》 pensó una vez la chica mantuvo su sonrisa y siguió con la cena, ahí fue que terminó de entender todo el problema que estaba ocurriendo frente a sus narices, y de paso, sacándolo de quicio.
Se levantó de su asiento, mirando con decepción y molestia a Yewon, la cual ahora estaba confundida ante el repentino actuar del joven.
—Perdí el apetito, buen provecho.
Pronto se estaba alejando de ella, acercándose a la entrada y tomando un abrigo, cumpliendo por tercera vez su plan de escape en lo que llevaba de la semana. No tenía ganas de estar cerca de Yewon cuando ella estaba en un estado así de obsesionada por algo que no tenía mayor preocupación que un documento y dinero. Una cantidad grande, pero solo es dinero.
—Espera, Yeonjun —el joven ignoró los llamados de su pareja, saliendo de inmediato y sin darle la chance de seguir explicando su punto, pero no pudo importar menos cuando su pecho dolía con amargura y desesperación. No entendía la necesidad de Yewon para hablar de eso, o por qué de la nada le habría tomado el interés, un tema que ya no tenía la necesidad de volver a surgir, porque sacaba lo peor de ellos dos.
¿Y qué se supone que hará una vez sepa quién es el heredero anónimo del señor Bang? Pedirle el dinero sería absurdo, y algo que en definitiva le será denegado por esa persona desconocida tal vez hasta con el pedido de que ella se aleje de esa persona. Obvio, si es que algún día ella consigue la identidad de esa persona.
Recuerda haber hecho dos preguntas sobre un dinero ella tenía hace algún tiempo atrás, lo cual le causó ciertas tensiones, y hablar sobre dinero con ella se sintió tan prohibido desde que su respuesta fue una fría mirada por su parte, con un trato distante durante semanas y finalmente siendo atrapado por la noticia de que la chica lo estaría abandonando por quien resultó ser su hermano biológico.
Hablar de dinero con ella se sentía tan prohibido que no pudo evitar sentirse exaltado y descubrir que se sentía como una fibra sensible al ver que ella misma estaba sacando el tema como si nada y con unas intenciones tan extrañas que ni siquiera ella misma es capaz de entender lo que hizo o hará en ese caso hipotético. Y eso es decepcionante, porque ella es capaz de mostrar lo bajo que puede caer. algo que lo estaba comenzando a sacar de quicio.
Está bien si el tema sale una vez y produce una larga charla, pero van semanas desde que ese tema surgió y el ya no estaba dispuesto a seguirle el rumbo de la charla.
No se fijó en todo su rumbo, sino que más bien estaba dando vueltas sin sentido, e incluso parecía haberse perdido, haciendo que suspire e intente volver a un punto cercano de su memoria, pensando en que sería fácil encontrar la plaza que se encontraba por esas calles.
Mientras se fijaba en los nombres de las calles, caminaba hasta encontrar una ruta similar, donde caminó hasta que se dio cuenta de que ese lugar estaba cerca de su antiguo departamento. Tragó saliva y caminó hasta encontrar la plaza que estaba cerca de su anterior residencia, sentándose en una de las tantas bancas que la plaza tenía para descansar, porque no tenía idea de cuánto tiempo estuvo caminando, solo pensando en el preocupante actuar de Yewon.
Suspiró mientras alzaba su mirada a las estrellas, cuestionando sus pensamientos respecto a su pareja, si es que acaso no estará siendo muy duro con ella, o si acaso este tema volvería a causar problemas más fuertes entre ellos dos.
Guardó silencio, haciéndose un millón de preguntas, tan inmerso en esos pensamientos que no le importaba ver la forma en la que la luna estaba ausente, dando el total protagonismo de la noche a las tiernas estrellas.
Cerró los ojos, intentando poner sus pensamientos en orden y tratar de llegar a una conclusión, pero solo podía pensar en todas las veces que estuvo teniendo roces con su pareja.
— ¿Yeonjun?
Alzó la mirada cuando una voz lo llamó, confundido ante lo repentino, viendo a quien tal vez no necesitaba o creía que podría encontrarse ahí.
Sus ojos estaban fijos en la pantalla del televisor, estupefacto ante la noticia que se estaba llevando los titulares de en la sección de los deportes.
Yewon y Yeonjun se comprometieron a matrimonio.
Sus manos temblaban pero nadie podría ser capaz de notarlo al estar apretadas con tal fuerza que sus nudillos se tornaron blancos y las puntas de sus dedos rojas.
Esa maldita perra se las iba a pagar por esa desgraciada sorpresa.
Se levantó del sofá y se encaminó con tranquilidad al teléfono de la casa, marcando el número que muy bien conocía.
— ¿Sí?
—Necesito que publiques ese maldito artículo, no importa si está incompleto.
—Oh. ¿Lo dices por la noticia de ella?
Gruñó ante lo dicho por Bangchan.
—Cumplí con mi pago, ahora cumple con tu parte —La suave risa del hombre se hizo oír, se mantuvieron así unos segundos hasta que se detuvo.
—Muy bien, estará saliendo por la mañana, aunque me temo que no podrán salir todas las cosas que me pediste.
—No, lo quiero hoy, ahora. Solo añade que pronto saldrá más información al respecto. Así que no te detengas de publicarlo ahora —protestó mientras tomaba una libreta y estaba anotando un montón de cosas en ella —. Una noticia de último minuto puede ocurrir en cualquier segundo. Por último te doy un pago extra, no lo sé. Solo quiero que publiques ese artículo ahora ya.
Y con eso, cortó la llamada.
Terminó de anotar lo que era una larga lista de compras, sin detenerse incluso cuando Minju apareció en la sala de estar, ya que no estaba atento a lo que ella podría querer o decirle.
Sonrió cuando acabó con la lista.
Esa misma tarde iba a destruir a su querida hermanita, la haría pagar por este suceso y todo lo que había por detrás.
Se volteó con el papel de la libreta en la mano, encarando a su esposa por unos segundos antes de acercarse a uno de los muebles para tomar su billetera junto a sus llaves y acercarse a la puerta de la entrada donde tomó su abrigo, el invierno estaba llegando.
—Saldré a hacer unas compras.
— ¿Ahora? Pero la alacena está completa.
—No, no. Es para una cena —contestó mientras terminaba de ponerse sus zapatos, guiando su mirada a la castaña, quién estaba completamente confundida por las palabras de su marido —. Invitaré a Yewon a celebrar con una cena.
La mujer guardó silencio por unos segundos, sabiendo que aquello no iba a salir muy bien.
—Escucha Soobin, creo que hay algo que debo decirte ahora y…
—También, voy a necesitar que estés fuera del departamento, ve a dónde quieras, no lo sé, si quieres hasta te doy dinero.
Minju se quedó callada ante la interrupción de Soobin, quien lucía desinteresado en lo que ella pudiera decir y opinar al respecto. Más bien, lucía como si fuera incapaz de pensar en otra cosa más que en sus planes.
—No quiero peros, ni nada por el estilo —la preocupación comenzó a teñir el rostro de la chica cuando notó la extraña sonrisa que comenzó a formar el rostro de su esposo, una curva en sus labios tan extendida que marcaban sus hoyuelos de forma frívola, como si no hubiera piedad alguna por esas delicadas características de su propio rostro —. ¿Entendido?
Estaba furioso, pero su expresión demostraba algo más que eso, no podía descifrarlo. Demonios, ¿qué clase de esposa no sabe cómo se comporta su propio esposo? Es como si no lo conociera en realidad.
Aquello le estaba carcomiendo la cabeza, no le daba una buena corazonada, menos sabiendo el historial del hombre que yacía parado frente a ella.
— ¿Qué harás…?
—Oh, no te preocupes, no haré nada malo a nadie, si es lo que te preocupa —se le acercó con lentitud, preocupando a la joven por un momento —. Solo voy a celebrar el feliz compromiso de mi hermana, le haré una cena y hablaremos. Algo sencillo, y ya.
A pesar de todas las preocupantes cosas que estaba viendo, asintió con lentitud y poco después se estaba retirando, aunque en la puerta le pidió hablar con él al día siguiente. Había un tema importante que ellos debían hablar. Una vez se retiró, Soobin quedó a la merced de sus pensamientos más horripilantes, llamando un montón de cosas a su hermana, hasta que tuvo una idea.
Yeonjun aún no se lo informa de su compromiso.
Es obvio que la envidia de Yewon la llevaría a esconderle algo como su compromiso o siquiera de querer invitarlo a la boda, todo con tal de hacerle una burla al suceso de su propio matrimonio, en el cual todos le preguntaron por su familiar, él contestó no recordar a ningún familiar, pero si se referían a su esposa, pues ella estaba maravillada.
Eso es algo que todos comprendieron, nunca vieron un interés en Yewon por su compañero de patinaje y hermano de sangre. Más bien, parecía evitar el tema por completo y decidía hablar de otras cosas, como su reciente conocimiento de su infertilidad.
Su hermana se lo pensará dos veces antes de continuar con esa idea de casarse, y no porque intervenga él, sino porque en realidad…
—Felicidades.
— ¿Uh?
—Por tu compromiso, Yeonjun.
El silencio por la otra parte de la línea se mantuvo unos segundos antes de comenzar a hablar con cautela.
—Lo siento, no estoy entendiendo, ¿de qué compromiso hablas?
《Bingo》.
—Oh, ocurre que en las noticias acabo de ver un reportaje sobre que te ibas a casar con Yewon y quería, ya sabes, felicitarte por eso.
—Ya veo, entiendo.
Hablaron un par de cosas más, con la calma y satisfacción al oír lo que quería de su Yeonjun, sabiendo que ahora podría tomar el control.
Solo necesitaba marcar su propio terreno.
¿Qué mejor con la idea de pedirle a Yewon que viniera a cenar con él para apaciguar las aguas y celebrar el nuevo paso que dará en su vida, hacia el altar? Porque, por supuesto, le encantaría entregarla allí.
Su mente acabó concluyendo que será una noche interesante.
Mesa servida con una buena botella de vino tinto, una cena elegante y una preparación impecable.
Más allá de estar orgulloso de su impecable trabajo, estaba expectante a la llegada de su querida hermana mayor.
Su traje estaba bien, peinado con la intención de relucir su elegante aura y usando con altanería los gemelos que alguna vez usó para su propia boda.
Su hermana, cenaba con tranquilidad e ingenuidad en frente suya, vestida como si fuera un candelabro para poder relucir lo costoso de su crianza y resultado de su exitosa carrera deportiva. Y ahora, no paraba de presumirle que por fin sería una mujer casada, que la vida con Yeonjun no hará más que mejorar y cosas así.
Mientras se recuperaba, no le fue difícil buscar información de ella a lo largo del tiempo que no estuvieron juntos.
La información que entregó a Bangchan no era montada, era real, se encargó de ello al hacer minuciosas y costosas entrevistas a todos los que la rodearon, a su antiguo entrenador, al personal que tuvo en su casa antes de que sus padres adoptivos fallecieron.
Y por supuesto, el testimonio de su padre adoptivo.
Todo el mundo habla bien de ella, al menos hasta que están cerca o deben trabajar, por supuesto que Yeonjun no tenía nada que ver con esto, ella misma se encargó de intimidad y amenazar con la idea de que los demandará o destruirá, ya que tenía dinero y los contactos de su padre.
Lo que ella no tiene ahora, pero fantasea con que lo recuperará algún día.
Y de eso se va a encargar ahora. De que obtenga todo lo que dejó atrás, en la sombra del olvido.
Partiendo por lo más reciente.
—Me alegra que para ti Yeonjun sea una buena opción en una elección que se debe llevar concreta hasta la tumba, pero… ¿Qué harás cuando quiera tener hijos? Adoptarán, ¿no?
La mirada de la joven ensombreció, mirando fijamente a su hermano menor, como si le hubiera blasfemado.
—Tomamos la decisión de que seremos un matrimonio sin hijos.
—Entonces estarás renegando en tu naturaleza y el derecho de Yeonjun a formar una familia. Serás inútil como mujer, ¿no es así, Yewonnie?
Abrió los ojos en incredulidad al haber oído las palabras de Soobin, quien sonreía de forma socarrona.
La cena de hace semanas fue un desastre, todo a manos de Yewon.
—Entonces, escogiste a mi hermano y todo. Pero quiero saber ¿siquiera eres fértil?
Minju sonrió con tranquilidad.
—Hemos realizado unos cuántos exámenes para eso, y los dos estamos en condiciones de traer un hijo al mundo. Y eso es lo que estamos buscando ahora, formar una familia.
—Ah, es decir que te casaste antes de descubrir si eres apta para ser una mujer de provecho.
—Quiénes decidieron eso fuimos nosotros, de todas formas, hay otros métodos para concebir, e incluso, consideramos adoptar.
— ¡Eso sería renegar tu naturaleza!
— ¿No es así? —repitió, de inmediato sacando de su zona de confort a Yewon, recordándole todas las atrocidades que le dijo a Minju en frente de Soobin, quien solo le pidió esa noche que se retirara, y que jamás sería bienvenida nuevamente en su hogar —Oh, bueno. Tampoco podemos obviar que algo como eso te haría daño, no por nada te embarazaste antes de casarte.
Ambos guardaron silencio, para ella era incómodo, pero para él era la puta gloria.
—Es una situación distinta.
—Claro que no, ambas son mujeres, y siguiendo tu pensamiento ambas tienen la labor de dar a sus esposos una descendencia. Una que sea su propia carne y sangre. Ahora, ¿cómo se supone que Yeonjun esté feliz con esa noticia si siempre me has comentado que Yeonjun adora a los niños y que le gustaría ser padre algún día? Se supone que como su esposa debes hacerlo feliz también.
—Eso no…
—Ahora, un último punto. Si quieres ser una buena esposa, deberás hacer lo que toda mujer hace a la hora de contraer matrimonio. Olvidar tu carrera laboral y convertirte en una ama de casa. Los quehaceres no se hacen solos. Deberás cocinar, limpiar y por supuesto debes mantener a Yeonjun en un buen ánimo.
— ¡Eso no es lo que ustedes hacen!
—Minju trabaja en lo que yo limpio, ella cocina y ambos somos lo suficiente para mantenernos en un buen ánimo cuando estamos los dos —concedió —. Sin embargo, una vez tengamos hijos, ella va a quedarse en casa, yo trabajaré y las cosas se quedarán como deben ser en un matrimonio funcional.
La mirada escandalizada de Yewon lo decía todo, aquello había tocado una de las fibras más sensibles en ella.
Y es que nadie podía ser mejor que ella, mucho menos él hermano que había fracasado en la vida más de cuatro veces.
— ¿Cuál es tu necesidad de decirme tantas cosas como esas? —la mujer estampó sus manos en la mesa, levantándose furiosa — ¡Soy tu hermana mayor, no puedes hacerme esto! No tienes idea por cuánto he tenido que pasar para llegar a tener una vida estable de nuevo, ¡Eres jodidamente egoísta, Soobin!
Alzó una ceja y le sonrió a su hermana mayor, levantándose con calma y rodeando la mesa para quedar a su lado, haciendo que ella se volteara en su dirección con intenciones defensivas.
— ¿Soy egoísta? Solo te dije lo que una vez fueron tus palabras de buena suerte a mi esposa. Aunque claro, no tengo el tacto que tienes tú —ella retrocedió y él dio unos pasos para seguir en la poca distancia que tenían —. Solo quiero evitar que sufras lo que nuestra madre sufrió, que estés en un matrimonio de provecho para ti y para tu esposo sin tener que recurrir al maltrato, o ser igual de perjudicada que Roh. O mucho peor, como Yoo Jimin —Yewon se quedó callada, al menos hasta ese punto, donde volvió a explotar.
— ¡Ninguna de esas putas fueron maltratadas! —la sonrisa de Soobin se disipó de inmediato — ¡Esa mujer se murió de una ETS, jamás hizo nada por sacarnos de la pocilga en la que nos tenía porque nunca le interesamos, ni a ella ni a papá! ¡Y la maldita de Jeong-eui no es buena para otra cosa que mover su culo y restregar sus tetas ¡Y si Jimin se murió de esa manera fue porque se lo merecía! ¡¿Cuántas veces tengo que repetir…?!
Soobin le dio una fuerte bofetada y la tomó del cuello, arrastrándola hasta la muralla, donde la estampó con rudeza.
— ¡¿Quieres saber lo que realmente pasó con ellas?! Bien, empezaremos por nuestro caso más reciente, Roh Jeong-eui —Las uñas de Yewon estaban enterradas en las muñecas de Soobin, tratando de que el hombre no la ahorcara —Bonita, joven, casada y con un tierno hijo. Su esposo la engañó con una patinadora, y para evitar que la carrera de su amante se viera afectada, condenó a Roh Jeong-eui a que no pudiera presentarse nunca más en una pista de hielo sin un compañero.
— ¡S-se metió con su entrenador!
— ¡Sólo porque te conviene tenerla debajo tuyo! —la mujer chilló, asustada cuando Soobin hizo un gesto parecido a querer apretar más su cuello entre sus manos —. Yoo Jimin. Ella es la clara muestra de que no eres tan sorora como dices ser. Al público siempre les has dicho que su muerte es una tragedia. ¡Pero supiera Yeonjun las veces en las que dijiste que se lo merecía por ser tan exhibicionista, cuando solo tenía atributos más grandes que los tuyos y un gran talento para patinar!
— ¡Basta!
—Oh, ¿Ahora quieres que me detenga? —las lágrimas comenzaban a caer por las mejillas de la mujer, aterrorizada de que su hermano quisiera hacer algo en su contra por la repentina furia que se había desatado en él —. Lo haré, pero antes quiero hablarte de dos mujeres más que fueron destruidas.
No pensó en las palabras, solo quería que Soobin la soltara y poder largarse de ahí.
—Nuestra amada madre —la mujer cerró los ojos, comenzando a intentar mantener sus sollozos dentro de su boca y hacerle ver cómo es que su hermano la estaba destrozando, por suerte sin cuchillos, solo palabras —Querida Yewon, sepas que es una desgracia que una mujer como tú se parezca tanto a ella. Y una desgracia que seas tan idiota como nuestro padre. Y una bendición que me hayas dado todo en bandeja de plata.
Cerró los ojos, aterrada ante la idea de que Soobin pudiera golpearla, ella sabía que tiene bastante fuerza, incluso más de la que debería, tenía una mano pesada, algo demostrado desde que son niños y supo que estaba potenciado ahora que son adultos con la reciente cachetada. No es primera vez cuando lo ve tener un arranque de ira tan violento como ahora, pasó muchas veces. También, entrenar con ornamentos tan pesados y tiros perfectos es algo que también debe tener una técnica.
—Nuestra querida madre, fue prostituida por alguien que abusó de ella, tu adorado abuelo —abrió los ojos y miró a su hermano, incrédula ante la idea de que Soobin supiera cosas como aquella conexión con su abuelo materno —. Y cuando el borracho de nuestro padre la embarazó, se quedó con ella. Así naciste tú. Así nací yo.
— ¡Tenías cinco años cuando murió, no tienes ni la menor idea de lo que pasó!
— ¡Tú no tienes idea, a ti te encerraban para que no vieras lo que yo vi! —Apretó un poco sus manos, sintiendo las uñas incrustar más en su carne — ¡Nadie vino a decirme lo que pasó, porque yo lo vi y lo recuerdo todo, ese maldito la mató para ocupar el dinero que estaba ahorrando y poder tener más alcohol! Por supuesto que no ibas a saber nada si mamá te defendió más de lo que me pudo proteger a mi, ¡porque eras una niña! —Yewon rasguñó la mano y rostro de Soobin, pero este no era tan débil. A pesar del ardor, sus manos seguían en el cuello de la mujer —. Yo la vi morir, yo sufrí los abusos que nunca sufriste porque eras mi hermana, porque eso es lo que debía hacer si quería proteger la única persona a la cual creí que me amaba también. Y resulta que solo fui un maldito peón para ti.
—Soobin…
El teléfono de la casa detuvo todo al comenzar su típico tono para informar que alguien estaba llamando, ahí soltó a Yewon.
—Quédate quieta —ordenó con esa misma gélida mirada que aterrorizó a tanta gente alguna vez, causando que por su propia seguridad, Yewon decidiera obedecer.
Se encaminó al teléfono y contestó la llamada, intercambiando unas palabras con su contacto y cortando la llamada pocos segundos después, volteando su mirada hacia la mujer que yacía ahí, parada entre la esquina que las murallas pudieron formar, cada vez más aterrada cuando su hermano caminaba con lentitud hacia ella.
—Te dije que me quedaban dos mujeres que fueron destruidas y te seguías mofando de mamá. ¿Por qué no mejor te vas a tu casa, prendes la televisión y conoces a la última mujer? Tal vez así puedas burlarte en frente de ella.
Tragó saliva cuando Soobin se encaminó a la salida y abrió la puerta, donde ella no esperó más y se fue corriendo.
Llegó al departamento que compartía con Yeonjun lo más rápido que pudo. No sabía qué se encontraría una vez llegue allí, no estaba dispuesta a dejar que su hermano le hubiera humillado y dado el claro mensaje de que la odiaba.
¿Cómo fue tan tonta al no darse cuenta de eso?
No lo entendía, se supone que su hermano siempre fue un niño dulce con ella, ¿por qué de repente la odiaba y le decía cosas tan inhumanas? Hasta se atrevió a ahorcarla.
Su hermano era un peligro para ella, debió de darse cuenta cuando tuvo esos arranques tan horripilantes en el orfanato y cuando su padre quería llevarlos a pasear.
Ingresó al departamento y comenzó a llorar de forma histérica, entonces vio a Yeonjun, quien estaba viendo una telenovela, o algo así, no le interesaba en realidad.
—Yewon —intentó llamar el joven, confundido y preocupado al ver el estado de su pareja — ¿Qué pasó? ¿Dónde estuvis…?
Yewon tomó el control de las manos de Yeonjun y sin decir una sola palabra quitó la telenovela para cambiar al primer canal en el que estuvieran pasando las noticias, viendo el momento exacto de cómo una noticia de último minuto comenzaba.
Su corazón martillaba con fuerza y su estado era capaz de ignorar por completo la presencia de su pareja, quien estaba tratando de calmarla y llamándola por su nombre.
"Último minuto: a minutos de haber anunciado su compromiso, un reportaje sobre el comportamiento fuera de la pista de hielo de Choi Yewon".
El reportaje habló de atrocidades de ella, entonces revelaron que por la magnitud de las acusaciones, habían esperado por una autorización, la cual acababa de recibir la luz verde. Su imagen pública acababa de ser arruinada. Acusada de ser una horrible compañera con Roh Jeong-eui al haber alimentado sus rumores sobre su adulterio, las cosas que ha dicho de su madre biológica y su falta de compañerismo cuando ocurrió lo de Yoo Jimin.
Mordió su labio y comenzó a sollozar con fuerza.
Mientras su mundo comenzaba a desmoronarse, Soobin estaba recibiendo de vuelta a Minju, quien había sido llamada por él.
Limpió el lugar que había sido desordenado por el escándalo de Yewon, dejó las sobras en la nevera y por último se dispuso a cuidar de sus heridas hechas por las uñas de su hermana hasta que su esposa había llegado.
Confundida, recibió un abrazo por parte de Soobin, siendo que también decidió pasar su brazo por su cintura, e incluso su aspecto era más relajado a pesar de las notorias agresiones.
Tenía ligeros rastros de sangre en el borde de su camisa, pero no era para alarmarse, ya no tenía nada por lo cual alarmarse.
—Soobin. ¿Está todo bien?
El hombre la miró, ambos estaban sentados en el sofá, viendo un programa de variedades, aunque más bien parecía que lo estaban usando para que no hubiera silencio, ya que ninguno prestaba real atención a lo que estuvieran transmitiendo.
Soobin, a diferencia de cómo creyó que esto le afectaría, en realidad estaba tranquilo. No se sentía desgarrado por haber cometido una de las peores cosas a su hermana, aquella a la que buscó proteger desde hace mucho. Más bien, se sentía aliviado.
Tal vez su la había espantado, o algo así.
Sonrió con gentileza esa aura de tranquilidad lo estaba rodeando, pero no podía contagiar a Minju de esa comodidad.
—Todo está bien, Junnie —alzó la ceja en sorpresa, a no ser de que hubiera gente en público, él no la llamaría por otra cosa que no fuera 'Jagi' o por su propio nombre.
Hasta era extraño el apodo, como si no fuera dirigido a ella.
Se quedó callada, pensando un poco en esa extraña respuesta, al menos hasta que Soobin volvió su vista al televisor, fingiendo estar interesado en el comercial el cual una dulce modelo era protagonista.
Por lo poco que escuchó, ella se había decidido retirar gracias a que estaba embarazada y quería dedicarse a cuidar de su familia.
—En la tarde querías decirme algo, y no te dejé hacerlo —Minju le miró cuando habló, hasta que conectaron miradas —. Me preguntaba qué era tan importante, porque no te di la oportunidad de hablar.
Minju entonces lo recordó y se levantó del sofá, le pidió a su esposo que le esperara y se fue a otro cuarto del departamento, volviendo con sus manos escondidas detrás de su espalda, algo nerviosa al tener la mirada de Soobin encima, con esa mirada impasible y opaca, pero a su vez cansados y con una incitación a decir la verdad con calma.
No iba a violentar a su propia esposa, era su única regla.
—Noté que mi período debería haber comenzado hace tiempo, así que decidí hacerme una prueba y confirmarlo con el ginecólogo —contestó y le entregó por fin lo que estaba en sus manos.
Un ultrasonido.
Lo miró unos segundos, era muy apenas una mancha, nadie pensaría que hay algo ahí.
—Estoy embarazada, Soobin.
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