V
Ahí, cruzada de brazos y con el pie golpeando el piso mientras estaba viendo al abogado de la familia haciendo lo suyo, muy nervioso y con la mirada fija en el suelo, todo por querer evitar el semblante iracundo de la mujer.
No era muy distinta a su hermano menor, eso podía verlo.
— ¿Y bien?
El licenciado alzó la mirada, la paciencia de Yewon se estaba acabando.
—Señorita Bang, yo…
— ¡¿Qué mierda debes decir al respecto?!
—E-escuche, lo que se dijo en las noticias son puras especulaciones —comentó, causando más enojo en ella —; debo recordarte que en el testamento, la persona que tiene la otra parte de la herencia se trata de alguien bajo un seudónimo.
—Y tú has de saber quién es, fuiste tú quien ayudó a mi padre a redactar ese condenado testamento.
—Me temo que no es así, Señorita Bang.
— ¡¿Y por qué no investigas eso?!
Tragó saliva al ver que Yewon seguía luciendo igual de irritable que la primera vez.
La primera vez fue cuando tuvo que hacer la lectura del testamento, no mucho después del fallecimiento de Bang Yongguk y su esposa.
Entendía la molestia. De todas formas, se rumoreaba que su cliente tuvo una aventura con una chica casi tan joven como su hija adoptiva, y que al saber o sospechar que su esposa lo mataría, hizo un testamento donde la expulsaba a ella de su abundante herencia para dejar una mitad a Yewon, la lucero de sus días oscuros, y la otra mitad a la secreta amante, la cual se sabe que buscó esconder.
Por supuesto, él tenía el conocimiento de quién se trataba, pero podía asumir que si es un secreto que el Señor Bang se llevó a la tumba, es por algo mucho más peligroso que el simple hecho de entregarle sus bienes a su esposa, la cual podría haber gastado todo ese dinero en un parpadeo.
—Señorita Choi, no quiere decir que sea precisamente Choi Soobin el heredero, podría ser cualquier persona.
—Pues te tendría que haber dicho, de todas formas le deberían haber informado, ¿no? Mentirme no te va a ser útil, Jungkook.
El pelinegro tragó saliva, entendiendo las indirectas más directas de Yewon.
—Po-por lo que tengo entendido, usted cuando fue adoptada pidió cortar todo tipo de relación con el orfanato y con Choi Soobin, algo que le fue concedido.
Yewon relajó un poco su semblante, luego asintió.
—Tal vez.
—Pues, el Señor Bang no mantuvo contacto alguno con él para que usted no se viera envuelta —contestó mientras Yewon alzó una ceja —. Él también cortó contacto con el orfanato, enviando unas cuantas donaciones de vez en cuando, puesto que ese era el acuerdo para adoptarla. Eso conlleva a que su padre no tuvo contacto alguno con Choi Soobin, al cual transfirieron a otro orfanato poco después de que fuera adoptada.
Yewon se mantuvo callada por unos segundos, intentando pensar en que si solo eran rumores, ¿cómo es que la prensa pudo llegar a pensar en esa posibilidad?
¿Acaso reconocer públicamente como su hermano a Soobin llevó a que el mundo pensara eso?
Le interesaba saber aquello.
— ¿Y por qué se le relaciona si no tuvieron contacto alguno? No tiene sentido.
—Pues, se descubrió que la cantidad de dinero era casi tan grande como la herencia perdida. Aunque puedo confirmarle que solo son rumores, tengo entendido que el monto de Soobin en realidad no es tan grande. Tal vez se asemeja a una cuarta parte, o como mucho a la mitad.
—Entiendo —la mujer suspiró mientras dejó de cruzar sus brazos, relajando un poco más su postura —. Aún me queda por aclarar. ¿Quién es el heredero o la heredera anónima?
Jungkook dudó un segundo, al menos hasta que se le cruzó una idea por la cabeza.
—La persona era tan cercana para él que lo consideró como un hijo suyo.
Choi Yewon alzó una ceja, con su mente comenzando a intentar descifrar la frase del abogado.
Al menos hasta que entendió.
Y es que, para su padre no había otra persona tan cercana a él como para declararlo su hijo que no fuera su pareja, Choi Yeonjun.
Empero, no estaba segura del todo, ¿qué pasaría si le habla al respecto y resulta que no tenía idea de lo que estaba hablando?
Su padre estimaba a muchas personas, entre ellas a Yeonjun, pero tampoco podía confirmar si su padre hubiera decidido ceder parte de sus bienes al chico. De todas formas, creía que le habría dicho la verdad, o el mismo Yeonjun se lo habría contado en algún momento, ya van seis años desde que su padre falleció, y Yeonjun más que nadie sabía que ella estaba en busca de esa persona.
—Más te vale no haberme mentido, de lo contrario me las vas a pagar, Jeon Jungkook.
El licenciado guardó silencio por unos segundos, pero luego le sonrió a la joven.
Yewon lo miró unos segundos, entonces se fijó en la hora.
Hablando del Rey de Roma, Yeonjun volvería en cualquier momento.
—Bueno, esto era lo que quería saber, por lo que ya no hay motivos para retenerte aquí, puedes irte —anunció Yewon con cierto desinterés, algo que Jungkook le agradeció con una reverencia, yéndose luego de unos segundos en los que se encaminó a la entrada del departamento.
Yewon mordió su uña, intentando pensar y creer que Yeonjun no le había escondido algo que él siempre supo que era tan importante para ella, o que haya decidido malgastarlo con esa Yoo Jimin. Su cólera aumentaba al pensar en esa posibilidad.
Quería creer que Yeonjun no la había traicionado con algo que estuvo buscando desde hace años, pero la puesta en escena lo estaba incriminando.
Tomó aire, intentando relajarse ante ese pensamiento, tratando de preguntarse por qué su padre tuvo esa idea desde el principio.
Está bien, reconoce que su madre adoptiva tal vez era muy egocéntrica y una fanática de gastar como loca como para justificar que la quitara de la herencia.
De igual forma quería saber, ¿qué razones había para agregar a Yeonjun en su lugar para recibir la mitad exacta de sus bienes a parte de que le parecía un buen joven y partido para su hija?
¿Por qué decidiría Yeonjun ocultar aquello, también?
Era un sin sentido rotundo, aunque no perdía nada con intentar comprobar lo dicho por el licenciado. Tal vez había un chance de recuperar lo de su padre.
Lo necesitaba, de todas formas. Y Yeonjun se la debía.
Soobin frunció el ceño, aún con sus ojos cerrados.
¿Acaso quería sacarlo de quicio? Podía oler el buen aroma de las comidas enfrente suyo.
— ¿Y bien?
—Eres impaciente, Soobin.
Arrugó la nariz mientras oía la risa ajena, aunque debía admitir que estaba haciendo lo posible para no arruinar la sorpresa, tenía suficiente con su día a día como para volver este momento algo desagradable.
Sabe que las sorpresas no son muy de su agrado, aún así decidió hacer algo así. Se sentía extraño, pero bien.
—Muy bien, abriré los ojos.
— ¡Ni lo pienses!
Rápidamente estaba sintiendo la calidez de una de las manos ajenas cubriendo sus ojos, ahí guardó silencio mientras mordía su labio inferior, queriendo reír por sus nervios que provocó con sus palabras, haciéndose notorio cuando intentó que no viera nada aún si abría los ojos debajo de la palma.
Fue entonces que se estremeció por un beso en su nuca.
—Antes de continuar, quiero que me respondas con toda tu sinceridad.
—Depende, si me preguntas otra vez por mi informe de notas te voy a mentir.
Sus mejillas enrojecieron por instinto al oír la risa ajena chocar en su cuello, sintiendo otros besos ahí, hasta que en el último beso mantuvo sus labios en la piel, más de lo normal.
— ¿Me amas?
Se quedó callado, colocando una mano sobre la ajena, sin embargo, no ejerce ninguna fuerza para sacarla, solo dándose cuenta de que no contaba con ese anillo que por tanto tiempo le pidió que se quitase cuando estuviera con él.
— ¿Soobin?
Suspiró con sus ojos cerrados por debajo de ambas palmas, aunque estaba jadeando pronto al sentir cómo la otra mano rodeaba su cintura. Aquél tacto le estaba erizado la piel
—Soobin…
Abrió los ojos, viendo a Minju, quien estaba encima suyo, algo que lo hizo fruncir el ceño. Pensaba que se estaba pasando de imprudente.
— ¿Qué quieres? —habló con la voz ronca y se sentó en la cama una vez la mujer se quitó de encima.
—Despertarte —contestó la castaña mientras tomaba su cabello y Soobin blanqueó los ojos, fijándose luego en el reloj que yacía en su mesita de noche, confundido al ver que era más tarde de lo habitual —. Tu abogado llamó, dijo que necesitaba verte.
— ¿Y para eso me despertaste?
—Bueno, desde que decidiste volver a usar somníferos es difícil despertarte, solo quería decirte que te vistieras porque está aquí.
Frunció el ceño otra vez, hasta que en su mente se cruzó la idea de que tal vez su siembra estaba dando frutos.
Si es así, no creyó que fuera a ser tan rápido, apenas iban dos días desde que le pidió a Bangchan revelar la información de su testamento.
Aunque estaba bien, de todas formas sabe que su hermana es explosiva cuando se refiere a las finanzas, a pesar de que no tiene idea de qué hacer en la economía doméstica.
Se levantó de la cama, tomando su ropa y vistiéndose para ver a su abogado.
Fue ahí que se encaminó a la sala, viendo a su abogado parado y nervioso, como siempre.
El hombre alzó la mirada y se reverenció apenas tuvo enfrente a su cliente, entonces Soobin tomó asiento en el sofá individual, invitando al hombre a que tome asiento en el sofá grande.
—Señor Choi.
Soobin se cruzó de brazos y asintió, devolviendo el saludo en silencio, al menos hasta que tomó aire.
—Creo que habría esperado a que fuera lunes para recibir su llamada, pero, dado que lo estoy viendo enfrente mío y a estas horas, he de suponer que tiene mucha importancia lo que quiere hablar conmigo.
—Pues… Se trata de su testamento.
— ¿Ah, sí?
El licenciado asintió.
—Ya veo, entonces cuéntame, te escucho.
El hombre le contó lo obvio, que su testamento ya estaba listo, y que sólo hacía falta firmarlo, aunque no respondía la duda principal de Soobin.
Que haya esperado a una hora poco prudente para aparecer en su apartamento.
Asintió y pronto le entregó los documentos correspondientes para firmarlos, lo cual pronto estaba hecho. Dentro suyo sonrió en paz, al menos si moría en el futuro, Yewon no tendría nada por parte de él.
—Ahora, quiero que me digas qué haces aquí y a estas horas.
El licenciado tragó saliva y miró a los lados, intentando prevenir que la información se filtrara con la esposa chismosa de Soobin.
—Minju no nos interrumpirá, conoce su lugar al respecto de estas cosas —habló Soobin con un tono tosco y el abogado suspiró, volviendo a acomodarse en el sofá.
—Es sobre ese tema.
Pasaron unos segundos donde Soobin mantuvo su inexpresividad en una agobiante ansiedad al licenciado, solo dándole un relajo cuando suspiró y le concedió la palabra, contando lo que había pasado por la filtración a los medios todos los detalles del proceso legal, algo que por supuesto Soobin había avisado con antelación que ocurriría. Dejando la satisfacción de que tocó con éxito las fibras sensibles de Yewon en tan solo unos minutos de reportajes hechos e interpretados por los periodistas que Bangchan tiene de amigos y colegas.
Sin embargo, algo más lo dejó con el trago amargo, el cual causó un tormento dentro suyo, por fuera no dejaba notar semejante debilidad, aún cuando tenía la reciente necesidad de pedirle al licenciado que se retire.
Las cosas habían escalado al punto en que si daba un paso en falso, las cosas saldrían fatales, lo supo cuando la horrible tensión en su pecho se hizo visible con el presente insomnio intensificado, pensando en todos los escenarios posibles que sus cálculos podían acaparar, las posibilidades eran infinitas, más sabiendo que Minju estaba a su lado, durmiendo tranquila porque lo chantajeó, dejando en claro que en realidad él no tenía el control en ella. Debía aprender a controlarla antes de que tuvieran a ese hijo que tanto ansiaba Kim, o las catastróficas consecuencias de su mente serían una realidad. Tal vez hasta estaría condenado a muerte por el calibre de sus actos.
Nadie aprobaría que fuera por su enfermizo amor a otro hombre.
Cerró los ojos, sabía que estaba intentando romper un ciclo que él mismo inició, su único error fue hacerlo en el tiempo incorrecto, demasiado tarde. Sabía que cuando se estaba sintiendo de esa manera con alguien, debía actuar en el momento o la historia se volvería a repetir.
Oh, el hecho de que fuera ella, se sentía como si estuviera repitiendo la misma historia que hace años atrás tuvo. Una historia desesperante que la encontraba similar.
—Estás extraño.
No respondió, más bien estaba con la mirada fija en el techo, tal y como todas las noches.
No se sentía distinto a esa noche, ha estado así desde que comenzó a tener esos extraños sueños con quien pensó que había enterrado sus recuerdos previos a sus diecinueve años.
— ¿Se nota demasiado…? —aquella delicada mano acariciaba su desnudo pecho, como si intentara hacerle saber que su secreto estaba bien con ella, guiando su mirada hacia esa cariñosa y juguetona sonrisa que lo hizo sentirse a gusto con ella cuando la vio por primera vez.
—Es algo tonto preguntar eso cuando tienes esa cara de aflicción, hasta pareciera que yo te hubiera hecho daño a ti.
Se acomodó un poco en la cama, quedando su rostro a unos cortos centímetros del de ella, algo que no le parecía intimidante.
—No te sientas mal, eres maravillosa conmigo.
La suave risa de ella se hizo presenciar ante las palabras del mayor, tambaleando en el umbral de su voz cuando la gran mano estaban rozando su sensitiva intimidad, siendo distraída y estimulada cuando aquellos jadeos comenzaron a ahogarse en los labios que se movían con actitud de seducir a los suyos.
— ¿Esto es muy extraño para ti? —preguntó la joven cuando el beso murió y las caricias se hicieron más lentas, pero la ligera sonrisa de su acompañante le hizo saber sin decir nada más que estaban bien, reavivado la fogosa necesidad que ambos tenían de volver a conectar su lujuria a través de sus cuerpos.
Los besos se encaminaron hasta el cuello de la joven, mientras sus dedos rozaban con cuidado aquél estimulante interior, luego volviendo a meterse entre sus piernas, tumbando a la fémina en la cama, besando ahora sus pechos y teniendo la necesidad cada vez más grande de estar dentro de ella.
Estaban en un viaje de un fin de semana, tranquilos con la idea de que nadie podía descubrir lo que pasaba entre ellos dos, porque estaban en lugar donde no sospecharán, con alguien que no sospecharon. Una increíble elección para manejar una aventura con alguien.
Minju le dejó en claro que estaba bien si se metía con alguien que de verdad le fuera atrayente siempre y cuando sea cuidadoso para que no la contagie ni salgan perjudicados. Aún así, no iba a meter a nadie al departamento ya que los vecinos ya están comenzando a conocer a la pareja por sus discusiones y repentinos arranques carnales, acabando con una toma de decisiones sobre las cosas que Soobin estaba haciendo. Y tampoco necesitaba contarle estas cosas a Minju.
Pero con ella, la situación era distinta.
Le gustaba, no era entrometida ni desinteresada, tenía la medida precisa de darle su espacio y dejarle en claro que podía confiar en ella. Tampoco la amaba, ese sentimiento solo lo podía tener hacia Yeonjun.
Solo algo sin mayor compromiso con quien parecía ser una persona sensata, estaba seguro de que algún día encontrará a alguien que la quiera y la respete en todos los aspectos, aunque por el momento se quedaría con ella para disfrutar en lo que cumplían con su compromiso real.
Le parecía un precio justo, ninguno de los dos estaba atado al otro y si ella encontraba el amor, el tema pararía sin entrometer sentimientos que muy bien saben que jamás serían correspondidos.
Bueno, su vida no se la llevaba de esa manera hasta ahora.
Si fuera un poco más sincero, él podía ser capaz de admitir que no tiene un mayor interés en hacer público o presumir su vida sexual, lo reafirma cuando Yeosang llega a su lado para contarle las maneras más repugnantes a las cuales un hombre de su calibre es capaz de hacer con una mujer indefensa. Tampoco lo consideraría hacer por quedar bien con nadie.
¿Acaso presumir que cogía con dos mujeres a la vez lo haría el mejor jugador de la temporada o lo hará ascender en sus contratos de afiliación? No era más hombre por eso, solo cogía más que un hombre monogámico promedio.
Tampoco es algo de lo cual sentirse orgulloso, está claro que no siempre los matrimonios son por amor, pero tampoco podía justificar que estando en pareja o casado seas incapaz de no resistirte a un par de senos si se supone que deberías estar interesado en los de tu pareja.
Aunque, si indagaba un poco más en su pasado, sus ideales actuales quedaban en un terrible dilema.
No dirá que arruinó un matrimonio, porque ellos no se amaban y porque esa unión estaba destinada a destruirse con la más pequeña bomba.
Y quedarse callado siempre le fue un infierno, presumir que alguien lo hacía sentir tan bien y que encima le prestaba tan buena atención a sus detalles no era una opción, porque esa persona no le "pertenecía". Aunque sabían que se pertenecieron mutuamente.
Estar con ella ahora y estar casado con Minju era algo pasajero, pronto se estaría largando con Yeonjun a Estados Unidos para vivir una vida tranquila y sin que nadie se entere de lo que alguna vez fue. Un monstruo que destrozó a un montón de vidas a causa de su intolerada ignorancia y necesidad.
Sí, Estados Unidos no era el mejor lugar, pero era el país más desarrollado que podía brindarles un poquito de libertad sin sentir que iba a ser condenado a muerte o siquiera a ser descubierto.
Escuchó que en un estado el matrimonio homosexual estaba permitido, y estaba seguro de que si Yeonjun en algún momento quería tener hijos, podrían adoptar sin problemas o subrogar un embarazo.
Las finanzas tampoco serán un problema y la vida junto a Yeonjun será un completo relajo, de eso estaba seguro.
O al menos, eso es de lo que quería asegurarse, porque estaba arriesgando todo, y si fracasa, lo mejor que podría pasarle sería que Yeonjun lo rechace.
No dijo nada por unos segundos, aún cuando estaba siendo llamado una y otra vez por su nombre.
Al menos hasta que se giró, encontrándose cara a cara con la persona que siempre buscaba sorprenderlo con hermosos regalos y lujosos detalles que ayudaba a profesar su amor por él. Es normal que quisiera una respuesta positiva a esa pregunta.
—No lo sé. Nunca supe lo que es amar. Pero si saber que estar contigo solo los fines de semana no es suficiente para mí es amarte, entonces puede decirse que sí, y mucho.
Sonrió al sentir cómo las caricias se albergaban como fuego en su piel y la tranquilidad pintada en el rostro de su mayor, siendo besado no mucho después.
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