IV
Qui nox.
Esa noche fue un desastre.
La verdad es que estaba desinteresado en ver a Yewon, saber de ella no era su prioridad ni mucho menos soportaría verla aferrada al brazo de Yeonjun, pero entonces pensar en el castaño hacía pensar en que tal vez el tema tomaría relevancia.
Yewon es bastante caprichosa y manipuladora como para entender que Yeonjun se haya sentido inseguro de visitarlo al hospital o en estos tiempos por cuenta propia, pensaba en que tal vez sentía así que no la estaba traicionando o algo por el estilo.
Podía comprenderlo, su hermana era una pesada cuando quería.
—Sabes que yo puedo cocinar eso en lo de mientras.
— ¿Y sabes qué? Yo tengo las manos perfectas para hacerlo por mi cuenta, ve y arréglate o nos vas a atrasar —contestó Soobin ante el comentario de Minju, quien suspiró y contrario a lo que ordenaba su esposo, se mantuvo en su lugar —Me gusta estar solo en la cocina, vete.
La mujer se mantuvo en silencio, al menos hasta que el pelinegro le miró con disgusto, pero entonces se dio cuenta que ella ya estaba lista para la cena.
Un buen vestido negro de encaje y satén que estaba ceñido a la figura esbelta de la mujer, sus pechos resaltando con elegancia por el sutil escote junto a sus brazos por ser una sola y simple pieza que no cubre sus hombros, sus estilizadas piernas resaltando con los tacones negros que usaba la mujer. Su cabello peinado de una manera que las pequeñas ondulaciones que se formaban hicieran resaltar los aretes y el collar de perlas blancas que llevaba en su cuello. Y por supuesto, un sutil maquillaje que resaltaba lo necesario.
—Aún quiero que salgas de la cocina.
La mujer rodó los ojos y se cruzó de brazos.
—Está bien, en realidad necesito pedirte consejos.
Soobin dejó el cuchillo en la tabla de cortar, mirando a la mujer con la ceja alzada.
— ¿Consejos?
—Sí, para no hacer algo con tu hermana que pueda molestarte a ti.
Entonces suspiró y siguió con lo suyo.
—Si viene de buenas y con la intención de hacerse tu amiga, acepta y ya. Créeme que nos puede servir —contestó, pero antes de que Minju dijera algo, él prosiguió —Pero, no lo veo probable, así que ve practicando tu labia, porque ella buscará la manera de espantarte o de humillarte.
Minju sonrió, negando con la cabeza.
—Lo mantendré en cuenta, gracias.
Dicho aquello se retiró de la cocina y Soobin siguió con la preparación de la cena. Se preguntaba si es que acaso fue una buena idea aceptar esta estupidez mientras se servía una copa de vino tinto, saboreaba la amargura mientras pensaba en el castaño y cómo las cosas podrían terminar después de esta cena.
No deseaba tener problemas con Yeonjun en estos momentos, pero con Yewon y Minju en el medio será bastante difícil que no se formen los problemas, en especial cuando ambas quieren marcar un obvio terreno como si fueran la mujer de ellos.
No estaba dispuesto a ceder, ya eran bastante problemáticas por cuenta propia, no le gustaba la idea de que fueran amigas, pero si de esa forma se podría deshacer de ellas de una entonces lo soportará.
Sólo son un par de idiotas que se creen las dueñas de dos hombres que no las quieren, no hay nada diferente la una de la otra. O tal vez sí, estar con Minju en parte le era beneficioso.
Al menos ella no va a delatarlo, y aunque le sea de provecho, con el tiempo suficiente podrá salir de esa situación y deshacerse de ella.
El tema es ayudar a Yeonjun a sacarse de encima a Yewon, pero, para eso está ahí.
Siguió en lo suyo mientras Minju adecuaba los últimos detalles para la ocasión, siendo que mucho tiempo después fue que escucharon el timbre de su casa ser tocado.
La castaña caminó hasta la entrada y abrió la puerta, recibiendo por primera vez y en el mismo lugar a la pareja que por tantos años fueron considerados como los reyes del hielo, Choi Yeonjun y Yewon.
— ¡Minju, qué gusto verte!
La mujer sonrió y correspondió al saludo con el mismo gesto, sacando una cara de confusión en Yewon.
— ¿La conoces?
—Sí, ella fue quien cuidó a tu hermano cuando estuvo en el hospital.
—Ya veo…
Ambas mujeres se miraron, entonces Minju le sonrió.
—Es un gusto conocerte, Yewon. He visto tus presentaciones y son asombrosas —Yewon mordió su labio mientras alzaba sus cejas.
—Gracias, las piruetas son lo mío —contestó a cambio.
Soobin podía oír lo que ocurría desde su cuarto, pensaba en que ya deberían estar en la sala de estar y comenzando a hablar de la fachada que esta tenía gracias a los "dotes" como decoradora de interiores que tiene Minju, al menos es lo que dice ella.
Sólo hizo lo que le pidió Soobin, mantener la decoración en lo que es la palabra "minimalista".
Se aplicó perfume y terminó de detallar su cabello. Saliendo de su cuarto y llegando a la sala de estar, donde estaban todas las personas reunidas.
—Oh, Soobin —Minju sonrió y se posó al lado del pelinegro, llamando la atención de su hermana y de Yeonjun.
— ¡Soobin! Dios —el hombre soltó la mano de Yewon, yendo a su menor y ambos estrechamente las manos —, cuánto tiempo.
Sonrió al ver la ilusión en los ojos de Yeonjun, quien parecía bastante feliz de haberse reencontrado con alguien tan importante, como su madre o algo por el estilo.
—Demasiado, casi olvido cómo se escuchaba tu voz…
—Desde que caíste en el hospital, no había momento en el que no preguntara por ti —comentó Minju, al ver la emoción del Choi mayor.
— ¿De verdad? —preguntó sin apartar la mirada de su mayor y alzaba una ceja, haciendo que su expresión notara interés —Porque yo también lo extrañé.
—También te extrañé —interrumpió Yewon, haciendo que los tres voltearan a verla, su cara lucía inexpresiva, pero sus ojos contenían un extraño brillo, el cual muy bien podía significar sus ganas de llorar.
O también que Yeonjun debía alejarse, y no iba a permitir eso.
—Qué bueno —Contestó, tosco.
Los labios de la chica se fruncieron un poco, fijando su mirada en su pareja.
Entonces, la noche comenzó su declive.
—Entonces, mi patrimonio está intacto y como no hay herederos, puedo destinarlo a quien quiera, ¿no?
El abogado asintió, y Soobin suspiró.
—Y hasta el momento, el heredero predilecto es…
—Choi Yewon.
Guardó silencio cuando aquél nombre se hizo oír en la conversación y una alerta se hizo ver en el chico.
—Muy bien, entonces toma el bolígrafo, quiero redactar un testamento.
Si bien, no podía culpar directamente a Yewon por sus intentos de suicidio, pero sí tomarla como una de las grandes razones por las cuales lo intentó tantas veces.
Si él es una mala persona, es entonces que se han olvidado que las peores personas son quienes te sonríen de frente y te apuñalan un millón de veces por la espalda. Aunque habían cosas que ella no sabía, sí cree que pueda tener sospechas.
Es una mujer que le encanta hacer preguntas capciosas, y si no sabes cómo responderlas, te hará ver cómo la peor de las escorias. Lo hizo con él, lo hizo con Yoo Jimin y está seguro de que pasó con Yeonjun.
—Quiero dejar como heredero de todos mis bienes a Choi Yeonjun.
—Pero no es su familiar, señor Choi.
Alzó una ceja.
—Y es en quien yo confío. ¿O acaso quieres hacerme dudar de quienes me rodean?
—Pero su esposa…
—Pronto te estaré hablando para comenzar con los preparativos del divorcio, ella ya me dejó en claro que no quiere bajo ningún punto de vista algún centavo que venga de mí, por algo firmamos un acuerdo prenupcial que dividía nuestros bienes ¿no crees?
El abogado guardó silencio, lucía algo atemorizado por la filosa mirada del jugador de hockey y entonces otra pregunta nació en la cabeza ajena.
— ¿Y si llegan a tener hijos?
—Entonces mis bienes irán destinados a ellos y a Choi Yeonjun. Es lo único que te puedo responder. Choi Yewon no es alguien de mi confianza, y mi esposa no quiere el dinero, así que, me toca destinarlo a alguien más ya que de momento tampoco tengo hijos ¿entiendes ahora o debo traer manzanas para explicarte?
El licenciado se mantuvo callado y negó con la cabeza, acatando las palabras de Soobin, en cambio, el deportista suspiró sonoramente mientras negaba con la cabeza.
Confiaba lo suficiente en Yeonjun, pero no en Yewon. Así que decidió guardarse este secreto hasta que una idea nació en su mente. Debía dar aviso de aquello, que había cambiado a su heredero predilecto.
Será un buen comienzo para el fin.
Salió del edificio donde el bufete de abogados estaba instalado y aprovechó la corta distancia desde ahí para matar dos pájaros de un tiro. Mientras caminaba a una cabina telefónica, armando ya su propio plan, tal y como pasó cuando la idea de acabar con Yoo Jimin y quitarla del medio.
Resultaba algo irónico cuando pensaba que en realidad, Yoo Jimin era el menor de sus problemas y estos vinieron de quien menos se lo esperaba.
Esperar lo inesperado, es una frase que va muy bien con la situación.
Tomó varias monedas que tenía en sus bolsillos y las insertó en el aparato, luego apretó los números correspondientes al número de Bangchan y esperó a que éste contestara.
— ¿Diga?
—Hola.
— ¡Ah, señor Choi!
—Te tengo nueva información, pero debes publicarla cuanto antes.
— ¿Un artículo aparte?
—Exacto.
—Bueno…
—A las siete en punto, te veo en el mismo restaurante que la última vez.
—Está bien, see ya.
Cortaron la llamada y las monedas sobrantes fueron devueltas, entonces se encaminó hacia la pista de hielo.
Ansan es una ciudad que en auto estaba a minutos de Seúl.
Él siempre tuvo su residencia en Ansan, era una ciudad un tanto pequeña y alejada de todo lo que era la constante presencia mediática. Lo cual le era un relajó, también era un beneficio para toda su vida. Fue de ayuda, puesto que pudo mantener por ocho semanas a Yoo Jimin como desaparecida, a Yeonjun lejos de Yewon y ahora lejos de Minju.
También para hacer tratos, como los de Bangchan o al que estaba de camino ahora.
Por lo que sabe, Roh Jeong-eui es una hermosa patinadora artística, la cual surgió al momento en el que Yewon se ha visto imposibilitada de participar, también sabe que fue candidata para ser la compañera de Yeonjun, siendo superada por Yoo Jimin por, cuánto, ¿una pirueta?
Es una lástima, tal vez todo su plan de sacarla del medio hubiera funcionado, ya que a pesar de que era divorciada, Minju sabía que no tenía intenciones de ser íntima con Yeonjun, su único problema hubiera radicado en su hermana.
Aunque, pareciera que fue eso lo que en realidad causó que fuera rechazada.
De todas formas, Yeonjun estaba buscando a alguien que fuera capaz de reemplazar a Yewon en todos los ámbitos y ya no le cabe dudas de que ese amorío lo llevaban desde hace bastante tiempo.
—Choi Soobin.
Se volteó en la pista de hielo, encontrándose con una hermosa chica de cabello oscuro y piel lechosa, esbelta y una singular sonrisa.
—Ah, es verdad lo que dicen.
Alzó una ceja, sin alterar mayormente su semblante descolorido y confundido.
— ¿Mm?
—Eres muy alto, más que la media.
Aquello era cierto. Se notaba que era muchísimo más alto que ella, aún cuando denotaba que Jeong-eui también poseía altura. Tal vez un metro sesenta y nueve centímetros.
Aquél comentario lo hizo sonreír de lado, no era convencional que alguien le dijera eso como una primera impresión, o incluso un saludo.
— ¿Algo más que se diga de mí?
No siempre podía hacerse de alguien que le fuera agradable una vez cruzaban palabras. Apenas y dos personas se ganaron su simpatía por conocerlo desde años. Precisamente una de ellas estaba muerta, la otra le consumió su envidia cuando lo nombraron el líder del equipo de hockey.
Yeonjun no contaba, puesto que verlo en persona fue lo que incitó a hablarle, verlo antes no le era algo de importancia hasta que lo conoció en persona.
El brillo en los ojos de la mujer se volvió intenso, naciendo en él la conclusión de que, tal vez, habría congeniado bien con ella a primera vista. Le sentaba bien saber eso.
—Qué te falta una buena persona a tu lado.
Debía ser una broma.
Yewon miraba el titular, aturdida al ver lo que se estaba hablando de su hermano.
La puerta se hizo oír y los pasos de alguien más se hicieron oír junto a los que sabía muy bien eran de Yeonjun.
Se acercó a la puerta de la entrada, viendo a Kim Minju hablar y sonreírle a Yeonjun como si nada. Aquello le estaba haciendo hervir la sangre.
¿Qué hacía ella ahí?
—Yeonjun.
El castaño la miró, viendo cómo su sonrisa lentamente comenzaba a marchitarse y causando que Yewon frunciera más el ceño.
—Yewon, yo…
Iba a hablar también, pero entonces Minju interrumpió acercándose a ella sin borrar su sonrisa.
—Me gustaría que nos tratáramos como hermanas, de todas formas, seré tu cuñada y la madre de tus sobrinos. Me gustaría que pudieras ser cercana a ellos en algún futuro..
¿Cómo se atrevía esa mosca muerta a entrar en su departamento y acercarse a ella de esa forma después de haberla humillado hace tres semanas de esa forma?
—Yewonnie, te traje esto —la mujer le extendió una bolsa —. Desde que soy mayor que tú, pensé que sería buena idea preocuparme por mi pequeña cuñada y darle un lindo regalo a ella.
Soobin no aprobaría eso, y ella tampoco lo aprobaba.
Bajó la mirada a la bolsa, sacando de ella muchas cosas que eran de su gusto.
Maquillajes costosos, un traje precioso que podría usar si pudiera volver al patinaje, sus dulces favoritos y, por supuesto, productos para la piel.
La quería lejos de ella.
—Gracias.
Lo tomaría solo para sacarla lo antes posible de encima.
Entonces se le prendió el foco.
—Por cierto, quería felicitarte —Yeonjun y Minju se miraron unos segundos, confundidos por el repentino cambio de humor en la fémina.
—Oh, ¿felicitarme?
—Sí, estoy segura que has de estar muy orgullosa de que tu esposo haya vuelto al patinaje. Tal vez Roh y él hagan buena dupla.
Todos en el mundo del patinaje sabían del famoso caso de Roh Jeong-eui.
Ella era una hermosa patinadora, tal vez buena en lo que hacía y sumamente hermosa, algo que a muchos les gustaba más y destacaban por encima de su talento.
Como tal, no era inusual que ella se hubiera casado antes de lo que pudieran pensar, y fue así que se casó con su compañero de patinaje: Seo Beomjune.
En resumen, todo ese lío de matrimonio acabó terrible cuando Beomjune descubrió que Jeong-eui estaba seduciendo a su entrenador y decidieron divorciarse, llevándose la custodia del pequeño hijo que tenían. Aquello también provocó que ella no pudiera presentarse en solitario y que también el entrenador no pudiera ejercer nunca más su rol.
Un bonito rostro, un cuerpo escultural y una actitud coqueta la llevaron a perderlo todo. Y si ha sobrevivido fue porque sigue utilizando esas cosas a su favor, todos saben que ella no es para nada una buena mujer. Es sucia y muy pública.
No sería sorpresa para nadie que terminara muerta como Yoo Jimin.
—Sí quieres un consejo de mi parte, puedo decir que debes tener cuidado. Soobin es muy susceptible a lo que suelen decirle, es un hombre fácil de seducir, sería una presa fácil para Jeong-eui.
— ¡Yewon! —Minju y Yewon miraron a Yeonjun, quien parecía escandalizado por la frase dicha de su pareja.
— ¿Qué? Digo la verdad, a Jeong-eui seduce hombres por deporte y mi hermano parece la presa más fácil para ella.
—No deberías referirte de esa forma a una deportista, básicamente es tu compañera —defendió Yeonjun.
—Está bien, de todas formas estoy al tanto de lo que se dice —interrumpió Minju, quien parecía inmutada ante lo que dijo la menor —. De todas formas, mi confianza sigue en mi marido y en Jeong-eui, es una lástima que su talento se vea opacado por el chisme.
Entonces, Yewon dejó de sonreír.
— ¿Chisme…?
—Sí, a Jeong-eui le inventaron eso para sacarla de la competencia en solitario, no me incumbe darte detalles, pero creo que sería bueno si investigas por tu propia cuenta.
— ¿Cómo sabes eso?
—Soy periodista, Yewonnie.
Minju besó su mejilla, se reverenció ante Yeonjun, sin dejar de sonreír.
—Fue agradable hablar contigo, Yewonnie. Pero debo irme, nuestro Binnie ha de estar esperando por mi —alzó los hombros, como si estuviera emocionada por ver a Soobin —. Espero verte luego, Yeonjun ¡adiós!
Luego de eso, ella se retiró.
— ¡¿Por qué dijiste eso de Jeong-eui?!
Yewon miró a Yeonjun, aturdida y nerviosa por lo que acababa de oír.
Minju no sólo la humilló nuevamente, sino que en frente de su pareja y la dejó como una maldita cizañera.
—Y-yo…
Yeonjun siguió regañando a la castaña, quien solo se mantenía callada hasta que el menor se cansó. Parecía decepcionado, sobre todo molesto.
El chico le contó la verdadera historia detrás de todo lo que envolvía a Jeong-eui, aunque aquello no sirvió de mucho, ya que cuando volvió a sus cabales, solo sonrió leve.
De todas formas, incluso si era mentira, tal vez Minju no pueda pensar en otra cosa que no fuera en sus palabras. De todas formas, es cierto que Roh mantiene esa actitud coqueta con todos los hombres, puede apostar que Soobin no es la excepción.
Con mucha suerte, haría que Minju comience a martillar su cabeza con ese pensamiento de que su esposo podría estarle siendo infiel. Estaba bien si se llevaba un pequeño regaño.
Sonrió a Yeonjun, quien parecía más frustrado que de costumbre.
— ¿Qué demonios te pasa, Yewon? Estás insoportable.
Su sonrisa se borró ante la frase y al ver cómo el castaño tomaba su abrigo.
—Yeonjun…
—No quiero que me digas nada, quiero que me dejes solo un momento.
Está bien, un regaño está bien.
—No cuesta creer que seas así.
Yeonjun se fue, dejando a la deportista por su cuenta nuevamente, pero ella solo suspiró y fingió no haber sido quien provocara el enojo en su pareja.
Caminó hasta la sala y encendió la televisión, necesitaba un poco de ruido.
—Y las noticias de Choi Soobin no acaban, ya que se ha hecho público que ha escrito un testamento, donde habla de una herencia la cual, se cree que se trata de la herencia perdida del fallecido magnate Bang Yongguk.
Su cuerpo se congeló, entonces no mucho después se encontraba llamando a su abogado, el cual también fue abogado de su padre adoptivo.
— ¡Ven aquí y explícame esta mierda, ahora!
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