III
Seúl, Corea del Sur.
1993
El timbre se hizo oír y Yeonjun se volteó hacia la puerta confundido. Por lo que recordaba, al menos él, no estaba esperando visitas.
Se levantó del cómodo sofá y apagó la televisión, listo para atender a la persona que estuviera al otro lado de la puerta, quien resultó ser Kim Minju.
—Oh, señorita Kim —sonrió al reconocer a la periodista y la joven le devolvió el gesto —Qué alegría verla.
—Me alegra verte también, Yeonjun —coincidió —Me había llamado para ayudarte, y aquí estoy.
—Claro, pase —contestó mientras le hacía un espacio a la periodista en el departamento que compartía con su pareja y se dirigían a la sala se estar, donde tomaron asiento y comenzaron con la charla —Yewon no está, si quiere…
— ¿No está? —preguntó de vuelta la joven y el castaño negó con la cabeza —Ya veo, entonces no te quitaré mucho tiempo, le puede parecer inapropiado que esté aquí.
—Pero —Minju alzó una mano, dándole la señal de detenerse en su queja.
—Entiendo, quieres que nos conozcamos, pero como mujer entiendo su posición, ver de repente a mi pareja con una mujer que no conozco no es lo más agradable de ver —contestó —No quiero que me vea como una invasora.
—Oh, ya veo.
Los dos guardaron silencio por unos segundos hasta que la situación se calmó un poco, dándoles la oportunidad para hablar del problema que los reunió nuevamente.
—Bueno… Cómo sabrá, la llamé para pedirle ayuda, con dos cosas —la joven asintió, dándole chance a Yeonjun para continuar —Son precisamente sobre Yewon y mi carrera.
—Mmm ¿Mal de amores? —supuso con cierta diversión la periodista, pero al ver la negativa del contrario hizo una mueca de confusión.
—En realidad, creo que eso puedo arreglarlo, conozco bien a Yewon. Principalmente quería saber si hay alguna persona que esté buscando a una pareja de patinaje.
—Oh, ya veo —la mujer hizo una pausa, pensando un poco en el tema, sin embargo, ella sabía que había algo más que eso —No sabía que la separación de ustedes en el patinaje era definitiva —Yeonjun negó.
—Es sólo por esta temporada —explicó el castaño —Estoy preocupado por la salud de Yewon, no quiero que se exponga en estos meses.
—Es un embarazo de alto riesgo ¿no?
—Lo es. Desde el incendio ella ha estado demasiado estresada, ahora logré que saliera con Jennie, pero es difícil mantenerla tranquila.
—Mm, ya veo —la joven suspiró —No sé actualmente, pero buscaré algunos contactos que tal vez puedan servirte —ofreció y Yeonjun aceptó —Ahora, como he de suponer, ya hablamos de tu carrera ¿Qué es lo que ocurre con Yewon?
—Mm, bueno, no sé como plantearlo bien —admitió el castaño con cierta vergüenza.
—Ve directo al punto, Yeonjun. Te será más fácil.
Tragó saliva al ver cierta dureza en el tratar de la joven, pero decidió seguir adelante.
—Sé que usted ha estado cuidando a Soobin desde que cayó en coma —Minju asintió — ¿Cree usted que Yewon pueda…?
— ¿Recuperar el contacto con él?
La sala se sumió en un profundo silencio, pero luego se interrumpió por el suspiro de Minju.
—Soobin aún no despierta, y más bien, el problema sería que si ella quiere retomar el contacto con él.
Yeonjun guardó silencio, la periodista tenía razón.
— ¿Cree que Soobin, cuando despierte…?
—No lo creo, pero si es así, ayudaré para que retomen contacto.
Yeonjun mantenía su mirada fija en el techo del cuarto compartido, recordando las palabras de Minju repetirse una y otra vez.
Era cierto, Yewon no lo decía en voz alta, pero hablar de Soobin parecía ser poco menos lo peor que se le pudiera ocurrir al castaño. Estaba preocupado, ya habían pasado meses, meses en los cuales con suerte pudo saber de él gracias a Minju y dejando de lado el detalle del coma, Soobin estaba bien, pero sabía que será deprimente una vez despierte y descubra que su única familia no lo visitó nunca.
Miró el reloj del cuarto, viendo que era medianoche, volteó para ver a Yewon, quien seguía dormida desde hace dos o tres horas, como si nada.
Yeonjun suspiró y se levantó de la cama, luego de colocarse su bata y caminar hacia la sala, ya que ahí se encontraba el teléfono.
Buscó el número, luego lo marcó, llamando nuevamente a Minju.
— ¿Diga?
—Señorita Kim, soy Yeonjun —habló en un tono bajo, y revisó que Yewon no estuviera rondando por el pasillo —Lo siento si la llamé muy tarde, pero necesito su ayuda.
—No te preocupes, estaba trabajando, de hecho. Uh ¿necesitas que…?
—Si es posible ¿nos podemos encontrar en la plaza central? Necesito hablar con usted, en privado. —contestó mientras volvía a revisar.
—Me temo que no podré asistir, a diferencia tuya yo me encuentro en Ansan. Ya sabes, Soobin realmente necesita la presencia de alguien más.
Tragó saliva, entendiendo lo que la reportera quería decir.
Realmente quería ir, Soobin era su amigo de todas formas y básicamente lo estaba dejando tirado a su suerte -o más bien supervivencia- y aquello no era justo, sobre todo cuando Minju solamente se iba a limitar a ayudarlo con ciertas cosas, no a cuidar de una persona en coma por él.
—Entiendo.
No, no lo entendía.
Yewon y él son los que deberían estar ahí, cuidando del pelinegro hasta que abra los ojos y pueda ver que realmente la vida no era tan mala como para abandonarla. Incluso si hubieron contrarias tan importantes.
Decir que estaba arrepentido era poco, eso es cierto. Pero tampoco podía hacer mucho; Yewon literalmente le prohibió visitar a su hermano, argumentando que debían enfocarse en lo que importaba realmente.
—Puedo ayudar desde lejos, Yeonjun.
Volvió a sus pensamientos iniciales y suspiró, resignado ante lo que se venía.
Una gran ola de enojo.
—Necesito saber si tiene algún dato…
—Tengo lo que precisas.
Escuchó la puerta del cuarto abrirse, tragó saliva y rezó en silencio por no haber causado tanto ruido.
—Se llama Roh Jeong-eui, al igual que tú es una patinadora que reside en Seúl. Su pareja ha decidido seguir en solitario y actualmente está en busca de alguien que pueda suplir el rol de su compañero.
Anotó en silencio en la libreta que yacía ahí para ese tipo de situaciones y agradeció a Minju por el dato. Entonces, Yewon entró a la sala de estar, llamando la atención del castaño.
—Muy bien, gracias. Adiós —la llamada se cortó y Yewon alzó una ceja, confundida al ver que era bastante tarde y su pareja estaba hablando por teléfono.
— ¿Jun?
—Era mi madre, quería saber como estabas —mintió. El dato de Roh Jeong-eui claramente iba a molestar a Yewon.
—Ah… Pero, es muy tarde ¿no que ella trabaja mañana como para llamar muy tarde?
Yeonjun alzó los hombros y se acercó a su pareja, plantando un delicado beso en su mejilla.
—Mi madre es sorprendente cuando quiere.
—Mm, ya veo.
La mujer intentó mirar hacia la libreta, pero rápidamente Yeonjun la encaminó hacia el cuarto y se recostaron para intentar conciliar el sueño. Cosa que se logró en Yewon, pero nuevamente las inquietudes en la mente de Yeonjun quedaron plasmadas en su cabeza, logrando impedir que pueda pegar el ojo.
Ansan, Corea del Sur.
1994
Azotó la puerta una vez ingresó, causando que Minju se asustara y quite su atención de la revista que estaba leyendo por unos segundos, hasta que suspiró de alivio y miró a su esposo con una ceja alzada
— ¿Y bien?
—Expulsado del equipo ¡Ni siquiera de la temporada, me expulsaron del equipo! —lanzó la bufanda y sus guantes sin importarle en donde cayeran, entonces Minju rodó sus ojos y se levantó del sofá para ir y recoger las prendas — ¡¿Cómo puede ser que después de sacar a ese maldito equipo de la más absoluta miseria se atrevan a expulsarme de esa manera?!
—Cálmate, la risa no les va a durar mucho —comentó Minju —Lo hicieron para que tu historial médico no interfiera con la imagen del equipo, pero hay mejores ofertas que seguir ahí.
—Mujer, literalmente me expulsaron por no servirles en esta temporada. No seas idiota, claramente me querían fuera desde el principio.
—Entonces, no solamente estás fuera de la temporada, también estás fuera del equipo —resumió la mujer y su esposo le miró con poca gracia —Bueno, aún te queda el patinaje ¿no? Sigues en tus cabales como para hacer unas piruetas, si hacemos un examen psicológico puedes…
—Podría volver, pero créeme que eso será perjudicial —finalmente Soobin se retiró el grueso abrigo con ayuda de la mujer y comenzó a pensar.
No estaba siendo perseguido por la policía, pero había algo que faltaba en su vida, sabía perfectamente qué era y sabía quién era la culpable.
Guardó silencio, pensando seriamente en su siguiente movimiento, debía encontrar una manera de seguir en el deporte sin que aquello lo perjudique o al menos, destruir a los malditos del equipo al cual perteneció.
Aquel hilo de pensamiento se cortó, el teléfono comenzó a escucharse y era lo suficientemente ruidoso para distraerlo.
Minju sin mayor apuro fue a contestar la llamada, guardando silencio una vez supo de quién se trataba.
—Oh, claro.
Anotó unas cosas en lo que Soobin se dirigía a la cocina, pero entonces la llamada acabó y llevó su mirada a ella, notando que lucía algo tensa por lo que habló con quien para él es un desconocido.
— ¿Qué te pasa?
Minju tomó aire, entendiendo que el berrinche de Soobin duraría un buen tiempo.
—Yewon y Yeonjun nos invitaron a cenar con ellos, quieren conocerme y ponerse al día. Retomar el contacto.
La cara del pelinegro le dijo todo, así que rápidamente se puso manos a las obra e ideó alguna manera de hacerlo sentir que estaba de su lado respecto a la situación.
—No hay que ir si no quieres, entiendo que estar con Yewon no te agrade y…
—Qué vengan mañana —contestó Soobin y esta vez se dirigió a la mujer, acercándose de una manera tan peligrosa a ella que le fue imposible no sentirse intimidada, sin embargo, el hombre solamente tomó su mano y se la llevó al cuarto matrimonial.
No entendía si Soobin estaba buscando desquitarse con ella, o solamente no quería hablar respecto a Yewon y estaba buscando distraerse, puesto que realmente estaba siendo duro con ella y su cuerpo.
Pensó en que tal vez lo mejor era no cuestionarlo y llanamente complacerlo, besando de vez en cuando sus labios o acariciando su cuello y desnudo pecho, aún cuando estaba apretando fuertemente su cintura acompañada de unas fuertes embestidas.
Soobin realmente estaba ensimismado en no tocar mucho a la mujer, pero también en hacer lo suficiente para consumar el acto e intentar concebir.
Estaba harto, sólo quería que la situación con Yewon llegara a un fin y deshacerse de las dos, Yeonjun no tenía que estar pidiendo disculpas por algo que no escogió hacer. Esa noche entendió que realmente la persona que está a su lado influye en su actuar, y la distancia que había entre ellos dos no era su propia decisión, más bien, Yewon se había metido en el medio.
Sabe muy bien que ella es la causante de la ausencia de su Yeonjun, y sabe también que si Minju no quedaba embarazada pronto, esa distancia se iba a marcar más y por ende, todo, absolutamente todo, habrá sido en vano.
Su mente comenzaba a preguntarse qué hacer, por dónde comenzar, y mientras Minju acariciaba su piel, una idea finalmente llegó a su cabeza.
Acabar con una vida ya no estaba dentro de sus planes, pero así como Yewon había destrozado la suya múltiples veces, ya había llegado la hora de devolverle la moneda.
—Prometiste que me cubrirás ¿no? —Minju detuvo sus caricias y miró a su esposo, confundida por sus repentinas palabras —Bien, porque necesito tu ayuda y la de Bangchan.
La mujer frunció el ceño, confundida, sin embargo esta asintió y se apegó un poco más a la desnudez del hombre, jadeando al sentir cómo es que este recuperaba sus bríos y volvía a tocarla.
Entonces estaba decidido, la distancia acabaría mañana.
Tal vez esté fuera del equipo al cual se encargó por sí mismo de pulir, pero estaba de vuelta al ruedo, todo por la estúpida insistencia del mejor dúo de patinadores que Corea del Sur pudo tener.
Y ahora sí, no estaba dispuesto a dejar ir ninguna sola cosa, por muy pequeña que pueda llegar a ser.
Después de esa ronda, pensaba seriamente a quién recurrir, hasta que sus recuerdos le entregaron un fantástico contacto con quien, de hecho, ya había trabajado.
Minju se quedó dormida, y entonces se levantó para darse una ducha, en lugar de estar molesto, estaba bastante tranquilo, porque sabía que no estaba haciendo ningún mal a nadie.
Sólo le estaba preparando una sorpresa a su hermana mayor, una con la cual tendrá que ver y le acompañará por el resto de sus días. Una sorpresa que sabe que la volverá loca.
Aún con la toalla en su cintura, se encaminó hacia el teléfono de la casa y realizó una llamada a un viejo conocido.
—Buenas, ¿se encuentra Park Jinyoung?
Sonrió una vez escuchó la voz del hombre y comenzaron a cruzar unas dos palabras.
Park podía ser considerado una especie de padrino para Choi, el cual, siempre estará para darle unos trabajos. Acabar con Yewon le costará dinero, y si bien tiene dinero, en realidad tiene otros planes, con los cuales, esperaba aprovechar y hacer prosperar cada pequeño centavo.
Cuando se casó, a pesar de no sentirse mayormente comprometido con ella, realmente buscaba no acercarse a algún bar.
Sólo eran oraciones especiales, como cuando su suegro le invitó para celebrar por el matrimonio, y la vez en la que se reunió con Jongin y Yeosang para anunciarles lo mismo, más, se había acostumbrado a no volver.
Detestaba a su padre lo suficiente como para no sentirse con las ganas de ser metido en el mismo saco que él, y si le cabía la oportunidad de desarrollar alguna adicción a la bebida, entonces no iba a desperdiciarla.
Es por ello, que a diferencia de la primera vez, Christopher Bang y él se terminaron encontrando en un restaurante de lujo, con comida gourmet servida en fina vajilla de marfil y cubiertos de plata, vino chileno y música italiana de hace unas tres décadas atrás.
Mientras se daba una de las mejores cenas de su vida, dentro de su saco se encontraba un sobre repleto de billetes con el mayor valor posible y por supuesto que el lujoso anillo que llevaba en su dedo índice era cuidadosamente acariciado, ignorando por completo el anillo de bodas que se encontraba en el bolsillo de su camisa.
Hacía años que no estaba tan tranquilo, quizás era porque sabía que estaría haciendo justicia y finalmente vivirá en paz, Yeonjun también lo hará, estando a su lado.
Esperó pacientemente a la llegada de Bang, quien lucía un formal traje negro, así no destacarían por romper el ambiente refinado del lugar.
Sólo se sentó en frente de Soobin, cruzándose de brazos y mirándolo fijamente.
—Bonito lugar.
—No siempre me doy el gusto de venir aquí —contestó el pelinegro, tomando un sorbo de vino —Así que creo que sería bueno si aprovechamos que estoy de buen humor para negociar.
Entonces Bang sonrió.
— ¿Será en cuotas otra vez?
Soobin alzó la mirada y sonrió de lado.
—Sólo una cuota, lo que tengo ahora sólo es el adelanto.
—Te escucho.
Fueron palabras sencillas, debía quitarse el mal sabor de boca que significaba haber cenado con Yewon y la junta tomó un giro que definitivamente Christopher estaba dispuesto a conceder.
—Puedo brindarte más información, documentos y testimonios que pueden ser de tu ayuda, sólo asegúrate de ser coherente.
—Pude hacer creer al mundo que una mujer murió por un ajuste de cuentas, ¿y piensas que esto no lograré hacerlo?
—No me involucres demasiado, y harás el trabajo más decente de tu carrera entera. Tienes un estilo bastante convincente, no espero menos de ti.
—No te preocupes por eso. De todas formas, tus deseos son órdenes.
Soobin sonrió, había un trato que por supuesto iba a favorecerle.
Ojo por ojo, pierna por pierna.
No dejó que alguien como Yoo Jimin se metiera en su camino, y ciertamente, se equivocó. Puesto que desde el inicio debió deshacerse de Yewon, quien intentaba mostrarse de manera cínica y arrogante como una víctima del gélido hombre que era Choi Soobin.
Pero eso ya no se daría. Todo el mundo conocerá a la verdadera Choi Yewon, la escoria que era y, como es una mujer, el mundo la odiará con creces, será la vergüenza del país, y Yeonjun, entenderá finalmente que ella no es nada más que un estorbo y un inútil estereotipo.
Ella, sin él, no es nadie.
Miró su anillo, el precioso anillo de plata que lo acompañaba desde que cumplió diecinueve años, y entonces recordó a la persona que tuvo la gracia de darle un regalo por su cumpleaños, haciéndolo sonreír con arrogancia.
Era hora de cobrar todas las cosas que Yewon le quitó, desde Choi Yeonjun hasta la compañía que se esforzó en darle.
Una vez Bang se retiró fue que acabó la cena, luego condujo en su BMW nuevo hacia el departamento que ahora era su casa, no estaba molesto, como hacía un rato por culpa de su hermana.
No quería seguir recordando el fracaso rotundo que fue esa cena con su hermana y el hombre que le pertenecía, pero, debía mantener los sucesos sujetos en su mente como si fueran garrapatas, cada mínimo detalle podría servir para poner a todo el mundo en contra de Yewon.
Choi Yewon sería como Casandra, la mujer que nunca tuvo la gracia de convencer a nadie de que decía la verdad.
Una vez ingresó al departamento, esperaba encontrarse con Minju recostada o incluso viendo la televisión con cierto desinterés de lo que estuviera pasando en el programa que haya salido de turno. En lugar de eso, Minju estaba anotando unas cosas mientras contestaba una llamada, nuevamente.
—Sí, yo le diré. Muchas gracias, adiós —la mujer colgó la llamada y entonces se dio cuenta de que Soobin había vuelto —Oh ¿te divertirte teniendo un segundo plato?
— ¿De qué hablas? Esa salida era mi cena, lo de Yeonjun y Yewon fue la merienda —contestó el pelinegro.
—Entiendo, no fue un momento agradable para ti.
— ¿Acaso lo fue para ti? —cuestionó el hombre mientras se le acercaba.
—Mm, no, pero estoy segura que te llevaste la peor parte —alzó su mano —A lo que iba. Recibí una llamada que es muy probable que te interese.
—Ya te dije que me da igual si hablas con otros hombres.
—No fue un hombre, más bien, la chica estaba interesada en ti —contestó, confundiendo por un momento al pelinegro.
No recordaba mantener contacto con una mujer fuera de Yewon, Minju y Jennie, la esposa de Jongin.
— ¿Quién?
—Roh Jeong-eui, es una patinadora artística.
Soobin guardó silencio, teorizando el rumbo de la situación.
— ¿Y qué quiere ella de mi?
—Quiere que seas su compañero de patinaje. Seo Beomjune y ella se divorciaron hace un año, desde entonces ella no ha podido presentarse en las temporadas, su ex-esposo le hizo jugadas sucias y…
—Logró que la vetaran en solitario —la mujer asintió —Entiendo, ¿algún otro recado?
—Me entregó su correo y pregunta que si estás libre para la próxima semana, quiere hacer un acuerdo directamente contigo.
Soobin guardó silencio, pero entonces asintió, se quitó el abrigo y avanzó dentro del departamento.
—Entonces me haré cargo desde aquí, Minju.
La mujer asintió mientras se acercaba a su marido, ayudándole a ponerse más cómodo.
—Mañana tendré una junta con un viejo amigo, eres libre de ir a donde quieras —habló como si nada, llamando la atención de Minju.
— ¿Porqué querrías eso?
—No se refiere muy bien a las mujeres, y más bien, te prefiero fuera de su alcance.
Más bien, Soobin no quería a Minju interfiriendo, pero debía hablarle con palabras lindas si quería recuperar el poder que tiene.
Park Jinyoung… Fue parte de toda una fase.
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