En la escuela, JiMin buscaba desesperadamente a su amiga por todos lados. Era hora del receso y la mayoría se encontraba en la cafetería, pero conociendo a NaEul, estaba seguro que ella iría a cualquier otra parte para evitar estar rodeada de tantas personas. Cuando bajó las escaleras al primer piso, se encontró a JoonGyul y SooMi de brazos entrelazados caminando hacia cualquier otra parte, avanzó hasta ellas.

—Oigan —se supone que son amigos desde hace años, pero muy en su interior al Park jamás le cayeron bien. Las femeninas giraron a verlo— ¿Dónde está Eul-ssi? No la he visto desde que llegamos. 

La castaña fulmino con su mirada al joven frente a ella, no hay persona que odie más que a él, es alguien completamente obsesionado con su pobre e ingenua mejor amiga. Y por más que le haya dicho varias cosas sobre alejarse, no lo hace, ambos parecen tenerse aprecio, o dependencia, o miedo. Cualquiera que sea, estaba mal, JiMin estaba muy mal. Por eso chasqueó su lengua, desgastada. 

—¿No puedes estar un minuto sin ella? A NaEul no le interesa estar todo el tiempo contigo. Ya suficiente con que por tu culpa la hayan despedido. 

Presionó la lengua contra su mejilla y sonrió, entre medio de la diversión y locura. Gyul siguió viéndolo de esa forma, pero no le afectaba ni en lo más mínimo. Bajó la vista a la más pequeña, SooMi parecía nerviosa por el intercambio de palabras.

—SooMi, ¿Tú me dirías dónde está? Ya sabes, eres mi amiga, y los amigos se ayudan. ¿O acaso olvidaste cuando te conseguí esa cita con MinHyuk? 

—Y-Yo… 

La pelirroja trago saliva. Ni podía decepcionar a JiMin, no le convenía, él siempre fue amable con ella a cambio fe agarres, mientras que le contaba cosas sobre NaEul, él le hablaba bien de ella a MinHyuk, el chico que la gustado desde hace años, gracias a eso logró salir con él. Y es muy feliz, en parte, se lo debe.

¡No, no puede! NaEul les pidió personalmente que no le dijéramos nada de su encuentro con TaeHyung a JiMin. 

Y por más que la esté viendo con tanto sentimiento… 

—Vamos, MinMin.—insistió.

—¡No, SooMin! —Gyul la arrastró hacia un costado— Aléjate de nosotras, loco. No te diremos nada. 

—Sabre donde está por más que ustedes quieran ocultarlo.—fue lo último que les dijo antes de irse por donde vino. 

En medio de su furia, el muchacho iba escaleras arriba hacia el segundo piso, donde el cuarto de seguridad, diseñado para tener las cámaras de cada habitación allí, podrían estar sin supervisor. El guardia asignado solía ir de once a once y media al baño cada mañana, así que entrar allí sería pan comido. Observó hacia ambos lados en el pasillo antes de entrar, como supo, no había ni un alma.

Y frente a él, alrededor de unas ochenta cámaras estaban sobre la pared. Sonrió mostrando sus blancos dientes, se sentó en la silla giratoria y vio cada una de ellas, una por una. Hasta que entonces la encontró. 

En la biblioteca, ubicada en el primer piso, se hallaba en la parte más profunda. Estaba sentada en la mesa de madera, de la otra punta Kim TaeHyung, leían unos libros antiguos, por más que no hubiera contacto físico entre ellos. Nada de eso le agradaba. 

¿Cómo un idiota se atrevía a estar con SU chica?