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OO8

El restaurante de la Señora Park parecía estar más lleno que otros días y NaEul no sabía si alegrarse por eso. Debido a los innumerables clientes que entraban y salían no contaba con tiempo para nada, sus compañeras iban de aquí para allá al igual que JiMin –quien tenía una expresión molesta en su rostro–. Siendo un hermoso sábado, cualquiera estaría afuera divirtiéndose, pero ella prefería ganar dinero e irse. 

Se preguntaba internamente la razón por la cual el rubio aún no se fue de allí, su turno terminaba dos horas antes que el de ella, por ser el hijo de la dueña tenía el privilegio de irse cuando quisiera para salir con sus amigos. Sin embargo, seguía metido en el restaurante, sin despegarse de su lado, acercándose cada vez que atendía una mesa llena de hombres. 

'Es sobreprotector, nada más.' Quiso convencerse a sí misma por décima vez en el día. 

—Eul-sii, es tu hora de descanso. —habló la madre del rubio— Puedes ir a comer algo, cariño.

—De acuerdo, tía.—terminó saliendo del lugar hacia la parte trasera, más específico, el depósito de residuos. 

Tiró una bolsa llena en el contenedor, luego se sentó sobre el único banco ubicado en la pared del pasillo. Dejó escapar el aire retenido, horas de trabajo interminables, pies adoloridos… y un amigo apegado emocional y físicamente a ella. Al menos, tendría minutos de paz sin escucharlo llamar su nombre.

—¡Eul-sii! —la puerta se abrió, y él ingresó— Con que aquí estás, bebé. —la femenina mordió su propia lengua para no gritar algún insulto— Hable con mamá para salir temprano, ¿Quieres ir a casa? Te haré unos masajes…

—¡Quiero descansar, JiMin! La vida no es un juego, solo déjame tranquila. ¡Y evita continuar destrozando mi puta vida por una vez! 

—¿Disculpa? ¡Yo no he arruinado nada! No es culpa mía si tienes mala suerte.

—¿'Mala suerte'? No creo poder llamar así a como TÚ literalmente te robas a todos los chicos que me gustan, o como hiciste que me despidieran del trabajo. TÚ provocas todas mis malas elecciones, ¡Desde siempre ha sido así, y estoy cansada! 

JiMin se mostró sorprendido, y hasta dolido. Tocó su pecho, retrocedió negando aquello que su amada decía con tanto enojo. Claro, tiene razón en todo lo que dijo. Suele manipularla de tal manera que no puede negarse a lo que él pide, la ha llevado por un sendero de rosas, porque es lo que al Park le conviene. Ahora, donde se da cuenta de ello, no tiene más opción que recurrir a la lástima. Solloza, cayendo al suelo. Ella lo ve, inmóvil.

Señor y Señora Park. Lucha para algún día escuchar dirigirse a ellos de esa forma. Lucha por su amor. Lucha por ambos. Pero NaEul es tan egoísta que nunca se da cuenta de sus intenciones, no es solo un truco de manipulación, él de verdad la ama. Y no ha amado a nadie más desde entonces, en todo lo que puede pensar es en su amada. Despidió a otra chica sin dudarlo para que entrara a trabajar con él, ¿Y así lo agradece? Es tan jodidamente desagradecida. 

Piensa en qué decir, algo como: 'Siempre me desprecias.' '¿Qué clase de amiga hace eso?' 

Se pregunta si sería suficiente para hacerla retractarse de revelarse contra su autoridad. NaEul es una chica sensible, no quiere ver a las personas sufrir, mucho a menos al que ve más como un hermano molesto, a que como un amigo. 

—No me dejes —dice entre lágrimas—. Lo siento, lo siento. 

—JiMin, levántate. No lo hagas.

—¡Prometo cambiar! 

¿Cambiar? No, no podría. Necesita tenerla. Necesita olerla. Necesita… necesita estar cerca de NaEul y asegurarse de que estará con él toda la vida. 

Debe ser así.

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