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Pansmione #5 🏳️‍🌈

Hermione caminaba a paso rápido hacia su despacho en el ministerio.

La mujer cargaba un montón de papeles y documentos en sus brazos, trataba, a duras penas, que no se le cayera ninguno.

Cuando vio el ascensor suspiró aliviada, mucha gente comenzaba a entrar y ella estaba realmente cansada.

Aceleró el paso y entró al ascensor casi corriendo, mientras hacía equilibrios con los papeles.

Una vez dentro se sintió más relajada, pero rápidamente se le pasó, pues el ascensor comenzó a moverse bruscamente, y ella, al no tener manos con las que agarrarse se tropezó.

Por suerte un brazo la agarró antes de que cayera al suelo.

Hermione se sorprendió, pues había entrado tan deprisa al ascensor que no se había percatado de que había alguien más allí.

-Cuidado Granger, no queremos que la heroína del mundo mágico se haga daño.

La castaña miró a su salvadora asombrada.

Hacía ya un par de años que no veía a Pansy Parkinson, la última vez fue en la graduación de su séptimo año, tras la guerra, y la mujer que tenía frente a ella no se parecía en nada a la Pansy que ella recordaba.

Tras la guerra todos los hijos de mortifagos y los Slytherins en general habían sido despreciados y en ocasiones maltratados por el resto de la comunidad mágica.

Sobre todo cuando solo había pasado un año de aquella terrible guerra.

Hermione recordaba como Pansy y su grupo de amigos recibía insultos constantemente de parte de otros.

Recordaba la mirada perdida y el aspecto triste, pero nunca descuidado, que ella había sido capaz de captar por su parte cuando miraba a la mesa de Slytherin.

Y ahora, 8 años después, Pansy era una mujer totalmente nueva.

La melancolía la había abandonado y ahora la sustituía una postura confiada y una ladedada sonrisa, que, a su parecer le sentaba mucho mejor.

-¿Granger? ¿No me digas que te has roto?

Hermione sacudió la cabeza al darse cuenta de que se había quedado mirándola y la dedicó una pequeña sonrisa.

-Gracias por agarrarme, estoy un poco nerviosa.

Pansy sonrió y agarró su brazo de nuevo cuando el ascensor volvió a girar.

-No me extraña, he oído que hoy es el día.

Hermione asintió con la cabeza, hoy era el día en el que ella iba a ser nombrada ministra de magia.

-Me alegra tener por fin a una mujer allí arriba, tendrás que enseñar a todos esos idiotas como se hace.

Ambas soltaron una pequeña risa.

Pero una duda comenzaba a inundar a Hermione.

-Y tú Parkinson, ¿Qué haces en el ministerio?

La morena frunció el ceño, demostrando desagrado.

-Asuntos legales, por desgracia, al ser hija de mortifagos no puedo acceder a la herencia de mi madre hasta que alguien revise que nada tiene magia oscura.

Hermione volvió a observar a la mujer frente a ella y entendió por que iba así de arreglada.

Pansy llevaba un vestido granate, largo hasta la rodilla, pero muy pegado al cuerpo, esto lo remataba con unos tacones negros.

Tenía que admitir que era realmente atractiva.

-¡Granger!

Una palmada la hizo volver a salir del trance, estaba totalmente avergonzada, pues ya era la segunda vez.

-Lo siento.

Pero para su sorpresa Pansy soltó una sonora carcajada, la primera que Hermione la había escuchado.

-Si me sigues mirando así voy a pensar que te gusto.

No pudieron seguir hablando puesto que las puertas del ascensor se abrieron y Pansy salió de el.

-Bueno Granger, ha sido un placer, suerte.

Hermione salió tras ella y asintió.

-Suerte a ti también.

Y así, tras compartir una leve sonrisa ambas se giraron para continuar su camino, en direcciones contrarias.

Pero algo detuvo a Hermione, la sensación de querer más.

No sabía que demonios le había pasado en aquel ascensor, pero ella era Hermione Granger y estaba dispuesta a averiguarlo.

Así que, reuniendo toda su valentía Gryffindor se giró.

-¡Parkinson!

La nombrada se detuvo y la miró confusa.

Hermione caminó decidida hacia ella.

-Yo... Había pensado que cuando lo de hoy termine, yo... Te podría invitar a una copa, para celebrar.

La mueca de confusión de Pansy pasó a una divertida.

-¿Me estás pidiendo una cita?

Hermione suspiró y se tomó unos segundos para pensar.

-Sí.

La sonrisa de Pansy se ensanchó.

-Acepto.

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