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George X Lee #1 🏳️‍🌈

¡Hola! Me paso por aquí para agradecer todos los pedidos que hubo en el capítulo anterior. Voy a intentar escribirlos todos, pero puede que tarde con algunos, puesto que son parejas en las que no había pensado románticamemte y me va a costar escribir algo decente :D.
Bueno, hasta aquí la chapa, os dejo leer tranquilos. 💚

Lee paseaba por el callejón diagon con las manos en los bolsillos.

Aquel lugar no era lo mismo desde la guerra y se notaba bastante.

La tienda de Ollivanders seguía reformándose, así que los niños aún no podían obtener sus varitas.

El caldero chorreante estaba prácticamente vacío, al igual que el resto de las tiendas.

Pero lo que más tristeza le causaba a Lee era ver como Sortilegios Weasley ya no era aquel sitio gracioso, que te aportaba esperanzas en tiempos de guerra.

En su lugar, ahora solo había un triste local abandonado.

Lee suspiró observando la tienda de su novio y el que fue su cuñado.

Ahora que lo pensaba, no sabía si podía seguir llamando a George novio.

No había prácticamente hablado con él desde la guerra.

El día de el funeral de Fred intentó acercarse, pero George le gritó que se largara y Lee, como el cobarde que era, lo hizo.

Intentó ponerse en contacto una vez más con él, yendo a la casa de los Weasley.

Pero aparte de tomarse un té con Molly no sacó nada más, pues George no quiso bajar.

Lee no se atrevió a subir y desde aquel día no volvió a aparecer por allí.

Sabía que era cobardía y egoísmo, pero no podía evitarlo.

Tenía miedo de que si volvía a hablar con George este le dejaría y Lee no estaba preparado para eso.

El moreno se vio obligado a salir de sus pensamientos, pues un gran estruendo que provenía del interior de la tienda de los Weasley se escuchó por toda la calle.

Después de eso se siguieron escuchando más y más golpes.

Lee sacó la varita y se dispuso a entrar en la tienda.

Puede que no se atreviera a hablar con George, pero no iba a dejar que nadie destrozara su tienda.

Consiguió entrar con un sencillo alohomora y cerró la puerta silenciosamente tras de si.

Desde aquella distancia no sólo se escuchaban golpes, si no que también gruñidos.

Lee agarró fuerte su varita y siguió el sonido de los golpes a la planta de arriba.

Las ventanas habían sido tapadas, por lo que apenas podía distinguir lo que tenía frente a sus narices.

Iluminó su camino con ayuda de la varita y entró a la sala de la que provenían los ruidos.

Se encontró con que una figura que le daba la espalda gritaba mientras lanzaba al suelo todos los productos de las estanterías.

Lee apuntó al tipo con la varita.

-¡Alto!

La figura se detuvo, con la respiración agitada y se dio la vuelta poco a poco.

Lee observó anonadado a George.

El pelirrojo le miraba sorprendido, tenía lágrimas en sus mejillas y parecía no haber dormido hace bastante.

-¿Qué haces aquí?

La voz de George salió ronca, quizás por los gritos que había pegado o quizás por el tiempo que llevaba sin hablar con alguien.

Lee bajó la varita y suspiró, no sabiendo muy bien cómo actuar.

-Yo... Escuché ruidos y vine a ver que ocurría.

George miraba a los ojos de el chico frente a él.

Le quería, claro que le quería, pero el dolor por la muerte de su hermano le había cegado tanto que no era capaz de sentir otra cosa que no fuera tristeza.

-¿Y a ti qué te importa si hay ruidos aquí? Esta no es tu tienda.

Lee dio unos pasos hacia atrás, algo asustado por la actitud del pelirrojo.

Le tomó unos segundos armarse de valor y continuar con aquella extraña conversación.

-No, pero es la tuya. No iba a dejar que nadie destruyera el lugar por el que Fred y tú tanto luchasteis.

Ante la mención de Fred, George se acerco furioso a él.

-¡No digas su nombre! ¿¡No ves qué no tiene sentido!?

A pesar de su nerviosismo, Lee no se apartó, pero si bajó su tono de voz con cautela.

-¿Qué es lo que no tiene sentido George?

El nombrado se acercó aún más a él, todavía muy alterado.

-¡Nada! ¡Las bromas, esta maldita tienda, yo! ¿¡Qué puto sentido tiene solo un gemelo!? Yo....

Su voz se rompió en mitad de la frase y estuvo a punto de caer de rodillas, pero Lee le agarró ente sus brazos.

Tomó unos segundos, pero George terminó aceptando aquel extraño abrazo y comenzó a sollozar en el cuello de Lee.

Este se limitó a acariciar el cabello del pelirrojo en un intento de calmarlo.

-Sé que ahora nada tiene sentido, pero te prometo que todo mejorará, que este sitio volverá a ser lo que era, que tú volverás a ser feliz.

George le miró a los ojos, aún llorando.

-Lo siento Lee, he sido un idiota contigo.

Le moreno le dedicó una pequeña sonrisa.

-No pasa nada. No estás en tu mejor momento, yo tampoco, pero no estamos solos.

La pareja se pasó el resto del día ordenando las cosas que George había tirado.

Aunque en su mayoría predominaba el silencio, Lee consiguió que una mueca parecida a una sonrisa apareciera un par de veces en George, a causa de sus estúpidos comentarios.

Lee acompañó a George a su casa. Allí Molly le invitó a cenar y esa noche fue la primera desde el día de la Guerra en la que George bajó a cenar.

Cuando Molly y Arthur le agradecieron por aquello Lee no pudo evitar que una chispa de esperanza se instalara en su corazón.

Todo iba a mejorar, el lo presentía.

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