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Drarry #3 🏳️‍🌈 2/3

Pasaron meses desde la última vez que Harry y Draco se vieron.

Harry había desaparecido junto a Ron y Hermione en busca de los horrocruxes.

Draco estaba recluido en la mansión Malfoy junto al resto de los mortifagos y a Voldemort, el cual había establecido el lugar como su cuartel.

Y aún así ambos no podían dejar de pensar en el otro.

Draco, todos los días antes de irse a dormir soltaba pequeñas lágrimas, preguntándose si Harry le odiaba ahora y como estaría.

Harry no podía parar de pensar en lo que escuchó aquel día en la torre, y en las ganas que tenía de decirle que no era un monstruo y que le quería. Se hacía especialmente duro cuando llevaba el guardapelo, por suerte Ron volvió y pudieron destruirlo.

Aquel día Draco se despertó con la mima sensación de miedo a la que se había ya acostumbrado.

Desayunó junto a sus padres y a su tía escuchando las locuras de esta y disimuladamente se metió un par de bollos en el bolsillo.

Acto seguido se dispuso a bajar la comida a los prisioneros.

Las raciones que les daban eran mínimas, sobre todo para tres personas. Así que cuando abrió la celda y dejó la comida en el suelo le extendió los bollos a Luna.

-No es mucho, pero es lo que he podido coger.

La chica le dedicó una dulce sonrisa.

-No importa, muchas gracias Draco.

El chico asintió con la cabeza y subió rápido las escaleras.

Si estaba allí mucho tiempo su tía sospecharía.

Pasó el resto de la tarde junto a su padre en el despacho.

Ninguno de los dos se hablaba desde el final de su sexto año, Draco sentía que todo lo malo que le había pasado a él y a su madre era su culpa, y Lucius nunca se molestó en negarlo.

-¡Lucius!

El grito de Bellatrix hizo que ambos salieran de aquel despacho.

Draco se apoyó contra una pared al sentir sus piernas temblar.

No podía creer lo que veía, delante de él estaban Granger, Weasley y el que parecía ser Harry.

Su padre y su tía se enzarzaron en una pelea sobre si debían llamar o no a Voldemort.

-Draco, acércate.

El chico caminó hasta estar junto a su tía, intentando que no se notara su temblor de manos.

-¿Es él? ¿Es Potter?

Draco miró al chico frente a él. Por supuesto que era Potter, reconocería esa cara aunque llevara mil hechizos como ese.

-No lo sé, no estoy seguro.

Su tía le miró decepcionada, pero a él no le importó.

Se esforzó por apartar su mirada de los ojos del chico, que le miraba con esperanza.

Agachó la cabeza, pero su tía pareció tener otros intereses.

Después de interrogar a un carroñero y de agarrar a Granger se volvió hacia él.

-Draco, lleva a estos abajo, vamos a tener una charla de chicas.

Por mucha pena que sentía por Granger en aquel momento no pudo hacer nada por ella, no quería morir.

Agarró a Harry y a Ron y comenzó a arrastrarlos hacia la celda mientras ellos se retorcían.

Cuando abrió la puerta y los encerró dentro ambos se pegaron a los barrotes.

-¡Malfoy!

Ron estaba furioso, pero Draco no pudo hacer nada más que mirarlo con impotencia.

-Draco.

Dirigió esta vez su mirada hacia Harry, el hechizo se le pasó poco a poco y se podía ver su rostro.

El rubio negó con la cabeza.

-No puedo hacer nada, lo siento.

Ron siguió chillando rabioso, pero Harry se limitó a mirarle fijamente.

Draco bajó la cabeza y subió las escaleras escuchando los gritos de Granger.

Miró frustrado como Bellatrix torturaba a la chica.

Cuando su tía se dio por satisfecha se giró hacia su sobrino.

-Trae al enano.

Draco asintió, aguantando las ganas de gritar que tenía en aquel momento.

Cuando bajó se encontró a Ron, al borde del llanto, con la cara pegada a los barrotes y a Harry hablando con, ¿Dobby?

El rubio suspiró y se agachó a la altura de Weasley.

-Ella está viva. Voy a llevarme al enano y voy a dejaros la celda abierta, pero tendréis que esperar o matarán.

Ron subió la cabeza y miró sorprendido a Malfoy.

-Gracias.

Susurró con la voz rota.

Draco asintió y abrió la celda.

-Tú, el enano.

Harry, se giró rápidamente hacia él.

-Draco yo...

El rubio negó con la cabeza, sabiendo que si estaba mucho más tiempo allí Bellatrix sospecharía.

-No hay tiempo, haz lo que te diga Weasley, os vais de aquí.

Y dicho esto agarró al enano y lo llevó arriba.

Draco se acercó disimuladamente a Hermione mientras su tía hablaba con el enano.

La pobre chica estaba tirada en el suelo mientras lágrimas salían se sus ojos.

De algo de lo que no se percató, fue que detrás de él colagusano bajó las escaleras hacia la celda.

Para fortuna de todos aquella rata no sobrevivió esta vez.

Draco volvió a mirar a tu tía cuando esta cortó la mejilla de el enano con la espada.

-Tienes suerte de vivir, no puedo decir lo mismo de la sangre sucia.

Y de un momento a otro Ronald Weasley apareció en la sala gritando como loco con la varita de Peter Pettigrew.

Pero fue interrumpido por Bellatrix, quien amenazaba con rajar el cuello de Hermione.

-¡Draco, las varitas!

El rubio gruñó y les quitó las varitas a los chicos con una mirada de disculpa.

Por suerte Dobby apareció e intentó una lámpara encima a su tía.

No tuvo tiempo de reaccionar cuando Harry ya estaba junto a él agarrando las varitas.

Draco fingió un forcejeo, pues era obvio que se las daría.

-Ven con nosotros.

Susurró Harry.

Fueron cuestión de segundos, pues todo pasaba muy rápido para Draco.

-No puedo.

Y dicho esto soltó las varitas.

Una vez más vio a su amor irse, sin saber si volvería a verle y rezando porque el puñal que su tía lanzó no hiciera daño a nadie.

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